Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Italia por Ayumi Kuran

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Bueno, pues lo primero es...que yo tengo una pequeña obsesión con Yamamoto de uke, ¡lo amo! Y sin poder evitarlo (ni queriendo hacerlo) he venido a mostraros una historia que lleva demasiado tiempo rondando mi cabeza, espero que os guste nwn.

 


Su mirada se escabullía de forma disimulada entre las mesas de sus compañeros hasta caer en el cuerpo de uno de sus “amantes”, un varón de pelo marrón y ojos achocolatados. Este era Sawada Tsunayoshi, uno de sus compañeros y alguien que le volvía completamente loco. Sus miradas chocaron por unos segundos antes de que una sonrisa apareciera en el rostro contrario, una que prometía que tendrían una increíble sesión nada más terminar las clases.


Sus piernas temblaron de la emoción.


Nada más estar a solas, encerrados en el cubículo de uno de los baños, sus labios a penas tardaron unos segundos en unirse, una guerra de lenguas en un apasionado beso que solo ocasionaba que gimieran, sintiendo las manos contrarias apresar sus caderas para restregar sus cuerpos…sus erecciones empezando a crearse mientras se retorcían en los brazos contrarios, ansiosos.


- ¿Cómo podéis jugar sin mí?


Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando un chico de pelo rojo y ojos del color de la sangre entró en el baño, relamiendo sus labios con lujuria antes de posarse a espaldas del azabache, concentrándose en marcar el cuello ante él. Los gemidos no tardaron en volver a inundar en el lugar, sintiendo el deseo crecer…


Enma Kotazo era el nombre de su segundo amante, uno que estaba ansioso de devorarlo junto al castaño y él…él solo quería sentirlos sin importarle nada…


PIIIII PIIIII PIIIIII


Sus ojos temblaron un poco, viéndose obligado a abrir sus orbes almendradas para ver la alarma ante él que sonaba con insistencia, negándole el poder descansar un poco más.


4:45 a.m


Un suspiro escapo  de sus labios mientras enterraba su cabeza en la almohada, sintiéndose pesado de un momento a otro. Su mano busco el reloj, apagándolo de forma cansada, sintiendo la pereza recorrerle por completo.


No quería ir a trabajar, no después de haber tenido un recuerdo de su adolescencia. Claro que eso era estúpido, no podía permitir que algo que paso hacía diez años le afectará tanto como para impedirle cumplir con sus responsabilidades.


- Lunes…- Murmuro viendo el calendario, sentándose agotado en la cama.- En seis días más podré tener un descanso.


Ese pequeño hecho le hizo sonreír un poco, sin poder contener el bostezo que salió de sus labios. Con pereza se puso en pie, desnudándose para entrar a la ducha, cerrando sus ojos en el mismo momento en el que al activar la llave del agua caliente esta cayo sobre su piel, dejando que escurriera a la vez que una pequeña estela de vapor se formaba a su paso. Con los ojos cerrados, levanto la cabeza para dejar que cayera directamente en su rostro, logrando que todos sus pensamientos se disiparan hasta dejar su mente en blanco, llevándose con ella todas sus preocupaciones.


Tras diez minutos, salió de la ducha para secarse y vestirse, comenzando con su amada rutina diaria.


Seguramente os preguntaréis quién era este chico. Bueno, él es Yamamoto Takeshi, un doncel de veinticinco años que llevaba una gran cantidad de responsabilidad sobre sus hombros. ¿Por qué lleva esa gran cantidad? Para saberlo hay que retroceder un poco en el tiempo, unos diez años para ser exactos.


A sus quince años, Takeshi conoció a alguien especial, en realidad a dos personas especiales, que curiosamente estaban en su misma clase. A día de hoy no tiene muy en claro cómo paso, pero sin darse cuenta acabo convirtiéndose en el “Compañero sexual” de Sawada Tsunayoshi y Kotazo Enma, dos varones que parecían donceles por su complexión física y forma de comportarse. Bueno, él parecía varón aunque fuera al contrario por lo que esto no fue algo que le perturbará mucho.


Fueron meses los que ambos se mantuvieron teniendo sexo en cualquier momento y lugar sin importarles nada, claro que no solo hacían esto, llegaron a tener a veces quedadas solo por pasar el rato, conocerse mejor. Y no, no eran citas. Solo salidas de amigos.


Un día de octubre, Yamamoto se llevó la sorpresa más grande de su vida, una que jamás olvidaría: estaba embarazado. Alguno de los condones que debieron usar había fallado y él se encontraba con una pequeña criatura creciendo dentro de sí. ¿Reacción? Shock. Entró en un puto shock del que no le resultaba fácil salir y no era para menos. Cuando lo logró, pensó detenidamente en lo que le estaba pasando, es decir, ¡solo era un adolescente de quince años! ¿Cómo iba a cuidar de un bebé? Era algo inverosímil y aún no tenía claro lo que haría. Pero sí sabía algo, debía decirles al menos a los posibles padres de su paternidad.


¡Qué iluso al creer que podría hacerlo!


Cuando llegó a su clase tras el fin de semana, se encontró con la sorpresa de que sus dos compañeros se habían mudado. No de vecindario, no de provincia, ¡se habían mudado de país! Y él no tenía ni idea de cuál. Intento llamarlos, enviarles un correo electrónico para poder comunicarse con ellos: todo en vano. Pero no fueron los únicos con esto, poco a poco, muchos de sus conocidos e incluso amigos acabaron yéndose del país de manera inexplicable para él. Ya no podía contar con la ayuda de los padres, ni si quiera podría decirles sobre su futura paternidad.


En esos momentos hizo lo que creía más conveniente: ocultar su embarazo. Dejo de ir a las prácticas de béisbol aunque esto fuera algo que le doliera en el alma, tuvo que dejar de lado la espada, empezar a trabajar y reunir todo el dinero que podía e incluso las pagas que le daba su padre por ayudarle en el restaurante se iban a una pequeña hucha con todo lo ganado: todo para el bebé. Y el día más temido llegó.


Hubo un momento en el que no pudo seguir ocultando su embarazo, su vientre estaba demasiado hinchado para poder disimularlo y su padre se dio cuenta. Al enterarse de que su hijo menor de edad estaba embarazado, sin una pareja ni nada…hizo que todo se desmoronara. El dolor que sentía, la decepción, la ira, hizo que hiciera algo que jamás pensó hacer: renegó de su hijo. Le prohibió usar su apellido, echándolo de casa sin importarle que estuviera de siete meses de gestación, teniendo que evitarle la mirada para no arrepentirse de su decisión.


Fue de esa manera que se vio en la calle a sus siete meses de embarazo, sabiendo que pronto tendría que dejar de trabajar pues su físico se lo prohibiría, con unos pequeños con los que tendría que sobrellevar varios gastos: la ropa del bebé, los  pañales, la cuna, el carrito, los biberones, las mantitas, los peluches, los gastos del hospital para poder traer al infante a la vida, un piso nuevo y sus estudios. Pero la lista seguía más, mucho más.


¿Y ahora que haría? Lo único que podía hacer fue buscar un lugar donde pasar la noche, algo difícil pues todos sus “amigos” buscaron excusas para no ayudarlo y la desesperación ya le podía, ahora ni si quiera tenía un lugar para criar a ese pequeño. Lo único que se le ocurrió, el plan desesperado. Con la luna en su esplendor y las estrellas iluminándolo todo fue hasta una cabina telefónica, llamando a un viejo amigo que se encontraba en Italia: Gokudera Hayato.


Era cierto que ambos tuvieron sus rencillas en el pasado pues sus personalidades chocaban un poco pero al final su relación evoluciono hasta convertirse en mejores amigos. Le costó pedirle que le dejará su apartamento en Japón (mismo que compró cuando fue a vivir a Japón). En un principio su amigo se burlo por ello, diciendo que si quería independizarse o que su padre le había echado de casa porque ya no aguantaba su personalidad. Él no lo vio, pero el dolor en su persona, las lágrimas que mancharon su rostro como pocas veces fueron verdaderas, llenas de amargura. Pues su vida se había visto desmoronada pero su amigo no tenía idea de nada, no sabía que estaba embarazado y lo cierto es que prefería que se mantuviera así.


Trató de que el dolor en su voz no se reflejará, tratara con todas sus fuerzas que no notará su llanto ni cómo de roto se encontraba en esos momentos. Hayato debió notar algo extraño pues al final dejo las bromas de lado, diciéndole donde estaba la llave de emergencias y permitiéndolo usar sin ningún tipo de problemas, aunque claro, debería de pagar los gastos de luz, gas y agua, aparte de la comida.


De esa manera logró un techo donde vivir de forma temporal, desahogándose esa noche a causa del dolor del rechazo de su padre. A la mañana siguiente Yamamoto Takeshi había muerto para volver como Asari Takeshi, usando el apellido de su difunta madre.


Después de eso tuvo que hacer varios sacrificios, como trabajar en el restaurante hasta los nueve meses a pesar de que su jefe no deseaba esto, tomando la baja por maternidad cuando solo quedaban unas semanas para la fecha programada en la que esa pequeña criatura llegará a su vida. Otro gran sacrificio que se vio obligado a ejercer fue dejar de lado sus estudios, no podía simplemente estudiar, trabajar y criar a un bebé, era imposible. Debería de esperar antes de poder volver a retomarlos.


Pero todo se desmadro cuando su amigo Hayato fue a visitarlo, fue un milagro que llevará para esos momentos ropa holgada y él de alguna forma creyó que solo había engordado demasiado en esos meses, que se había dedicado a comer. Yamamoto se encontraba nervioso a la hora de darle la noticia pues era el momento de lo que supiera. Su sonrisa se instaló en su rostro cuando escogió las palabras adecuadas para decirlo, el único problema es que en ese momento se le rompió la fuente.


¡Fue un verdadero caos!


La cara que puso Gokudera al saber que en esos momentos estaba por dar a luz fue uno que jamás en su vida s ele olvidaría.


No tardaron en ir al hospital, el peli – plateado estaba nervioso escuchando los gritos de su amigo, viendo las lágrimas de dolor mientras sonreía para calmarlo, una sonrisa llena de dolor que trataba de disimular. Pero las maldiciones fue algo que no pudo evitar, escuchando como maldecía a lo que parecía a dos personas diferentes.


¡Tardó siete horas en dar a luz!


Las siete horas más largas en la vida de ambos pero al fin ese pequeño había nacido. No se sabía qué era, si varón o doncel y desde luego hasta que ese pequeño no cumpliera sus seis años no lo sabrían. De lo que estaban convencidos es que había nacido sano y salvo, estando en los brazos de su papi que nada más verlo se había enamorado de él.


Ese pequeño se podría parecer a cualquiera de sus otros dos padres pero en cambio era una copia idéntica a Takeshi: su piel levemente morenita, una matita de cabello azabache en su cabeza y la tranquilidad que desprendía, ¡incluso sus ojos eran mieles! No se sabía quién era su otro padre, no hasta que una pequeña marquita en esa piel, más específicamente en la cadera, revelo la identidad del otro progenitor. ¿Por qué de esto? Porque era una marca de nacimiento que toda la familia tenía.


Fue largo explicarle a Hayato la historia, no era justamente corta. Al terminar este tuvo varias reacciones, por fortuna había omitido los posibles padres de la criatura, alegando que ellos no pertenecían ni pertenecerían a la vida del pequeño. A la hora de pagar el hospital lo hizo Gokudera, para su completo asombro, pero tuvo que callarse y no reclamar cuando le dijo que lo considerará como su regalo de nacimiento hacía el pequeño.


No había palabras para describir lo agradecido que estaba, con ese dinero no solo pudo arreglar mejor ropa y objetos para el cuidado del bebé sino que le permitió poder hacer un curso de finanzas de forma online, logrando que tuviera unos estudios mientras cuidaba del infante.


Los primeros meses desde que ese pequeño diablillo naciera (al cual bautizo como Hayato, en honor a su amigo que tanto le ayudaba) fueron duros pero dieron su recompensa con el paso del tiempo. Cuando tuvo la edad suficiente para dejarlo en una guardería, aprovecho las mañanas para arreglar la casa y asistir a unos cursos que le permitían mejorar en el ámbito profesional a la hora de encontrar trabajo, y en las tardes podía trabajar para conseguir el dinero que necesitaba para poder mantenerlos a ambos.


Sufrió mucho cuando no pudo pasar mucho tiempo con su hijo pero eso solo duro un par de meses pues a partir de ahí pudo terminar de completar sus estudios. Pero fue gracias a Gokudera que moviendo unos hilos pudo ser capaz de conseguir trabajo en la afamada compañía Vongola. Claro que en un principio era de lo más bajo que había, obteniendo poco dinero y muchas horas de trabajo. Pero fue gracias a esto que puso empezar a escalar poco a poco, logrando una mejor posición hasta estar en un nivel “intermedio”. No era un CEO que ganaba millones pero tampoco era un empleado que ganaba una miseria. Estaba bien económicamente hablando y de esa forma llegamos a estos momentos, donde con que su bebé tuviera casi diez años, había logrado una vida estable.


- Haya – chan, es hora de despertar.


Con una sonrisa vio a su hijo dormir, abrazándose con fuerza a la almohada para ocultarse bajo las sábanas.


- Uh...no…quiero dormir.


- Pero si lo haces llegarás tarde a clases.


- ¿No pudo quedarme hoy?


- De eso nada jovencito, levántate ahora mismo. Si no te levantas tú, te levanto yo.


Con la “amenaza” en el aire, acompañada de una mirada seria, bajo a la cocina para empezar a hacer el desayuno, contando los diez minutos exactos antes de tener que ir a levantarlo por las malas.


Diez minutos después se encontraba frente a su hijo que continuaba durmiendo a plena suelta. No pudo evitar suspirar, pensando qué haría con él.


<< Um… ¿cómo lo levantó hoy? ¿Lo tiró de la cama? ¿Lo chantajeo sin dejarle ver anime? ¿le doy un pequeño susto? Um… ¡ya sé!>>


Con una sonrisa maliciosa en sus labios se acercó a su pequeño, un tierno e inocente objeto en sus manos que fue usado como arma mortal.


¡PLAF!


- ¡Hie!


El saltó que dio Hayato le hizo enredarse con las sábanas, cayendo de cara al suelo en un lastimero gemido, viendo a su papi con un puchero.


- ¿Por qué me has mojado?


- Porque no te levantabas.- Lo dijo tranquilo, encogiéndose de hombros para darse la vuelta.- Te aconsejo que seques el colchón y las sábanas antes de ir a clases, sino esta noche deberás dormir con él empapado o en el suelo.


- ¡Mou! No hacía falta que lo hicieras así.


Takeshi no pudo evitar reír mientras salía de la habitación, negando suavemente con la cabeza. Daba igual cuánto tiempo pasará, su hijo no cambiaba. Y la verdad, deseaba que nunca lo hiciera.


Cuando Hayato bajo a desayunar no pudo evitar sentir ternura, este estaba soltando un pequeño bostezo mientras se tallaba su ojo, el uniforme de Namimori lo tenía algo desordenado. Tras desearle un “Buenos días” como se debe, se sentó a la mesa a desayunar junto a su progenitor.


- Hoy llegaré algo del trabajo, pero procuraré antes de cenar.


- Está bien papi, soy mayorcito para cuidarme yo solo.


- ¿Tú? Si todavía eres un bebé, no tienes ni diez años.


- ¡No soy un bebé!- inflo sus mejillas en un puchero.


- Para mí siempre serás mi bebé.


Con esas últimas palabras le dio un beso en la mejilla, viendo como este se sonrojaba un poco antes de despedirse de él pues hoy no podía llegar tarde a clases.


El trayecto para llegar a su trabajo era largo, primero debía coger el tren por treinta minutos y de ahí el autobús otros cuarenta. Ese era el motivo porque antes de las seis debía salir de casa si quería llegar a tiempo a su trabajo. Tras bajarse del autobús camino por veinte minutos antes de finalmente dejar su abrigo colgado en la percha, caminando hasta su escritorio para ver todo el trabajo que tenía pendiente antes de comenzar a trabajar.


A los pocos minutos empezó a sentir el revuelo en el lugar, todos estaban nerviosos pues hoy era el “gran día”, hoy era cuando iban a enviar a uno de ellos a trabajar a Italia donde pasarían trabajando allá por seis meses. ¿El por qué de esto? Bueno, digamos que de alguna forma querían un nuevo secretario para el jefe de la compañía de forma temporal, uno que fuera capaz de seguirle el ritmo en todos sus negocios mientras su mano derecha no podía estar al pendiente suyo.


La empresa Vongola de Japón había sido escogida porque era la que más ganancias daba. Todos estaban ansiosos, haciendo su mejor esfuerzo para ser escogidos para tan importante cargo. Takeshi evitaba esto por completo.


Era consciente de que en Italia iba a obtener un mejor sueldo, quizás pudiera tener algo de tiempo libre para estar con su hijo e incluso podía ver a su viejo amigo Gokudera. Pero había algo en lo más profundo de su ser que le decía que debía alejarse de ese lugar, que no fuera allí por nada del mundo. Y, además, él tenía un hijo al que no podría dejar solo, debería de llevarlo con él y no era plan de hacer algo así a mitad de curso.


Mientras la mañana pasaba y los más importantes, los que debían tomar tan importante decisión, la discutían con seriedad, él hacía su trabajo de lo más normal, viendo a todos ir de in lado a otro como locos, tratando de tener tantos méritos como les fuera posible.


- Asari Takeshi a mi despacho.


Al oír su nombre se extraño, levantándose para ir hasta donde se encontraba su jefe, preguntándose si había hecho algo mal para que le llamaran. En el lugar estaban todos los hombres que ocupaban el puesto más importante en esa empresa (menos el jefe de Vongola y sus socios) todos con miradas serias dirigidas hacia él.


- Has sido elegido para ir a Italia.


¿Eh? Estaban bromeando, ¿verdad?


- ¿Y – Yo?


- Así es, tendrás un contrato especial por el tiempo que dure tu trabajo en el extranjero, ya sabes, algunos detalles para acordar que sea completamente legal y sin problemas en ambos países.


- Disculpen, pero yo no puedo aceptar.


- Asari – san, esto no es opcional. O vas o estás despedido.


- P – Pero… tengo un hijo.


- Ese no es nuestro problema. Déjelo con la madre.


-… Soy su único familiar.


- En ese caso lléveselo, no nos importa. Obviamente tendrá que pagar los gastos de su hijo, nosotros solo pagaremos los suyos. Su avión sale a las seis a.m dentro de dos días. Averígüelo todo para entonces.


- No creo poder encontrar un asiento para mi hijo y para mí para ese momento, además debo de encontrar un lugar donde podamos vivir, una escuela…


- El billete de vuelo de su hijo nosotros se lo arreglaremos pero se lo descontaremos de su sueldo, el alojamiento está preparado para cuando usted vaya y la escuela, bueno, tiene estos dos días para prepararla. Le dejamos de aquí al momento del viaje el tiempo libre para que lo averigüe todo. Recuerde que de este viaje depende su trabajo.


Y la suerte no estaba de su parte, había algo que le decía que su vida cambiaría para siempre una vez que pusiera sus pies en Italia. Eso le dejaba atemorizado, expectante pero sobretodo preocupado.

Notas finales:

Espero que os haya gustado esta pequeña locura nwn y que nos podamos seguir viendo en el próximo capítulo, ¡hasta pronto!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).