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Soleado. por yellowish

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Notas del fanfic:

Este one-shot referencia fuertemente el mito de Eros y Psique, por lo que es recomendado leerlo (en caso de no conocerlo) antes de leer el one-shot, para que sea más sencillo comprenderlo. También, se referencian otras figuras mitológicas como Narciso y Adonis, ambos conocidos por su gran belleza física.

“¡Estamos destinados a estar juntos!” recuerdo haberle dicho más de una decena de veces. Lo había visto por primera vez en un tren camino a la ciudad. Y desde entonces, aunque puede sonar extraño, estoy enamorado de él.

 

Admito que quizás desconozco su nombre, pero tomando en cuenta su belleza, debe ser algo en honor a seres tan hermosos como lo es él. Narciso, tal vez, o quizás Adonis. Personalmente, me gusta referirme a él como mi Psique y yo como su Eros, su Amor, su Cupido.

 

Debo confesar, también, que fue tremendamente triste cuando noté que él no se había dado cuenta de lo que éramos. Él, mi amado Psique, parecía no haberse percatado de nuestra conexión, no sabía que ambos éramos reencarnaciones de los protagonistas de la historia de amor más romántica desde tiempos antiguos.

 

Y es por eso, en mi deber como su alma gemela, que le busqué incesantemente hasta dar con él y explicarle la situación.

 

“Dios, déjame tranquilo” fue lo primero que salió de su boca durante nuestro primer encuentro. En sus ojos oscuros, como noche sin Luna, pude notar el miedo. Supuse en ese momento que mi pobre compañero de vida estaba asustado de lo que podría pasar si mi madre, la cruel Afrodita, se enteraba que otra vez nos habíamos encontrado. Pero no dejaría que ella nos volviera a separar.

 

“Me llamo Matías” me presenté insistente, utilizando mi nombre terrenal y esperando así que él me dijera el suyo.

 

Pero mi Psique se escapó de mis manos y desapareció sin decir ni una palabra más.

 

No obstante, no me preocupé ni perdí la fe. Pronto volví a dar con él. Fue un día de verano, por lo que hacía calor. Su cuerpo, esbelto y moreno, podía distinguirse a través de la translúcida ropa que llevaba. La lujuria y los celos me llenaron al mismo tiempo, y no pude evitar acercarme para pedirle que se cambiase, que se enseñase así solo para mí, en la privacidad de nuestro —futuro— cuarto.

 

“¡Aléjate!” me gritó, golpeando al mismo tiempo mi mano con la suya para quitarme de su brazo. El contacto fue corto pero suficiente como para sentir lo toscos que eran sus dedos. Él, con su imagen angelical y su rostro de deidad antigua, ¿cómo era posible que tuviera manos tan ásperas?

 

¡Oh, mi pobre Psique, mi pobre amado! ¿Qué cosas te estaban forzando a hacer? ¿Y quién era el que estaba detrás de todo eso? Una persona como él, con su apariencia y corazón, debía tener sus manos suaves como las de una persona que no ha trabajado un día en su vida.

 

Y fue por esa misma idea que me esforcé, nuevamente, en encontrarle y convencerle de ir conmigo.

 

La mayor parte de nuestras reuniones luego de eso fueron de poca duración. Él a veces actuaba como si no me viese, pero sé que debido a nuestra condición de almas gemelas, él debía sentir mi presencia, debía sentirse tan embriagado de mi aroma como yo lo estaba del suyo. El olor a arándanos era tan fuerte en él, que a pesar de odiar aquellas pequeñas bolas azules, me obligaba a comerlas día a día hasta acostumbrarme a su sabor. Porque sabía, que cuando ya estuviéramos juntos, él querría comerlas y yo le acompañaría.

 

¡Qué agradable que es recordar lo esperanzado que estaba! Cada vez que memorias de aquellos tiempo llegan a mi cabeza, no puedo evitar sentirme lleno de una sensación caliente. Las acciones que llevan  al amor verdadero, son casi tan satisfactorias como el vivir el amor en sí.

 

Aun así, debo decir que por momentos me sentía un poco desanimado. Psique me rechazaba constantemente y yo parecía incapaz de hacerle comprender que estaba bien, que estar juntos era correcto. Parecía no existir ningún avance respecto a nuestra situación.

 

Pero ya todo eso es parte del pasado. Ya estamos juntos, hoy por fin me ha aceptado.

 

Por la mañana lo esperé en el camino que sabía que tomaría hacia sus clases. Me había enterado, luego de pagarle dinero a una secretaria, que estaba inscrito para la carrera de gastronomía. ¡Mi Psique! ¡Un chef! Me sentí maravillado, orgulloso, así que le busqué para felicitarle antes de que asistiera a clases.

 

En un inicio las cosas con él fueron complicadas, pero supe enseguida que hoy era el día en que debíamos reencontrarnos, el día en que debíamos entregarnos el uno al otro. Lo supe en cuanto él cruzó miradas conmigo y en sus ojos noté que me reconoció, sin que yo tuviera que decir nada.

 

Fui tan feliz en ese momento y sigo igual de feliz ahora, un par de horas después. ¡Él sabía quién era yo! Y a pesar de que no me sonrió como esperaba que lo hiciera, no perdí mi tiempo y lo abracé. Lo sostuve fuerte y lo llevé conmigo de vuelta a mi casa, donde nos unimos como uno solo. Él lloró y yo lloré también, debido a la alegría que me provocaba. Mas su llanto, fuerte e incesante, terminó solo por provocar puntadas dolorosas en mi pecho.

 

¿Por qué mi Psique lloraba con tanta angustia?

 

Intenté subirle el ánimo, incluso le di arándanos, pero no había forma de hacerle comer de hacerle sonreír. Él solo respondía con mordidas, de una manera aparentemente juguetona, y yo le imitaba más por instinto que por decisión propia. Mordí su cuello y su cuerpo y él se quejaba. Al principio fuerte, sin embargo, eventualmente todo sonido abandonó sus labios cuando me puse a jugar con las cuerdas.

 

Tal parece que no le gusta ser atado, pero eso está bien, podemos divertirnos con otras cosas. Tenemos toda la eternidad para probar nuevas actividades que nos agraden a ambos.

 

Después de todo, ahora estamos juntos, por fin, en este maravilloso día soleado de Marzo.

 

Y somos felices, aquí sentados uno junto al otro en mi sofá marrón.

 

Y aunque su cuerpo se siente frío y tieso, sé que mi amor por él lo volverá a entibiar. Mis besos traerán de vuelta el color de sus mejillas, y el brillo de sus ojos negros renacerá con mis caricias.


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