No hay ninguna historia de amor que no empiece con un encuentro, una mirada y un poco de valentía.
Ves un día a una persona, es un día como cualquiera. Te levantas, tarde como siempre, comes lo más rápido posible un tazón de ramen – benditos sean los tres minutos de cocción – y lo vacías rápidamente al estómago, puedes escuchar a tu madre gritar sobre buena alimentación en tu cabeza – la habanera pelirroja haciendo honor a su nombre – pero tu madre y padre están muy lejos de Tokio. Estás aquí solo, tu vida universitaria inicia ahora.
¿Cómo eran tus planes? Hacerte amigos de todos, llevarte bien con tus profesores, no dormirte en clases, pasar todos tus exámenes, hacerte de una novia…y tal vez en cuatro años licenciarte en leyes, el sueño que de niño gritabas a voces.
Tres meses después, de todos los puntos de tu lista… tal vez puedas decir que te has hecho de amigos… Llegas tarde todos los días, te duermes en todas las clases – solo las que son aburridas – has reprobado tres evaluaciones de cuatro que has hecho…..y tampoco tienes novia.
A este paso… necesitaras más de cuatro años para egresar.
Sales corriendo esperando que este día sea mejor que el anterior.
Saludas a todas las caras conocidas. No es por alardear, pero eres bastante popular. Ves a lo lejos una cabellera rosa, y corres más rápido. Tus largas piernas y los músculos desarrollados por las horas que dedicas para ejercitarse te han salvado de la mayoría de tus tardanzas.
Sakura está cerca, casi la alcanzas, con suerte deje que copies la tarea que tenían que entregar hoy y que se te olvido hacer, es la última vez que te vas de fiesta un día antes de entregas de tareas y exámenes importantes. Esta noche hay una fiesta, y sin duda no faltaras.
Gritas el nombre de Sakura, y cuando esta voltea te detienes en seco.
No está sola.
Has oído de aquellos momentos, aquellos que te dicen que son especiales y solo pasan una vez en la vida. Ese algo que cambia tu vida, para bien o para mal es difícil precisar. En la vida, uno nunca está solo, siempre conoces a alguien nuevo, un día a la vez, este día no parecer ser diferente. Aunque el latido de tu corazón te dice lo contrario.
Una sola persona puede cambiar toda tu vida.
Esos ojos negros se apoderan de todos los rincones de tu alma.
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Su nombre es Sasuke, según pudiste entender de los suspiros de tu amiga.
Estas apunto de sonsacarla con toda la información que tiene de él, pero no es necesario. Sakura habla por los codos, y prácticamente te enteras de toda la vida del chico en menos de cinco minutos. Tal vez toda la vida es decir demasiado, pero se vale resumir.
Sasuke Uchiha. Segundo hijo del conglomerado Uchiha. Estudia Ingeniería – lo cual explica la razón por la que es la primera vez que lo has visto – vino a dejarle un libro a Sakura.
Al parecer sus padres son amigos.
Lo demás lo obvias, no lo necesitas. Tu corazón no ha dejado de latir, eso es todo lo que necesitas saber.
Cambiemos la palabra novia de tu lista motivacional.
Novio es lo más adecuado.
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Del querer conocerlo y hacerse amigo de él, al acoso, dicen que hay una pequeña línea de diferencia.
Tú puedes asegurar que te mantienes alejado de esa línea. Vas a la facultad de ingeniería todos los días, te sientas a un metro de distancia de donde suele sentarse en la biblioteca. Pasas horas viéndolo leer esos grandes libros estructurales que no entiendas nada de nada, mientras fijas leer algo sobre física cuántica – o eso dice el libro que siempre escoges para ocultar tu presencia de su punto de enfoque-.
Vas a almorzar a la misma cafetería que él, aun cuando tus amigos dicen que es muy cara para gastar su dinero, te toca incluso ir solo a veces. Pero no importa, es mejor solo. Puedes ver cada movimiento que hace, sin que te interrumpan a cada momento. No importa tampoco que ya casi no tengas dinero para este mes.
Necesitas verlo tanto como necesitas respirar.
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Un día oíste su voz a los lejos, esta con dos chicos y una chica. La chica es muy escurridiza, te dices mientras te ocultas tras un árbol y observas como ella se pega a su brazo. Sientes tu cuerpo hervir, para el siguiente momento querer saltar de alegría. Sasuke – tan hermoso nombre para tan hermosa persona – aparta sin delicadeza a la chica hasta que lo suelta.
“Karin…” dice con esa voz profunda y hermosa. Y la mirada que le dedica puede matar a mil ejércitos y congelar el mismo infierno. Pero para ti es como el fuego, te quema por dentro, de evapora casi todas las neuronas.
No puedes dejar de reproducir su voz, una y otra vez. Pero en lugar de decir el nombre de la chica, es tu nombre el que pronuncian esos labios, esa voz…
… te corres con el sonido de “Naruto” haciendo eco en tu cabeza, con la voz del Sasuke de tus fantasías.
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Conoces a alguien y tu vida cambia para siempre, ya no comes bien – tampoco es como si comieras bien – ya no duermes, ya no sales con tus amigos, estas por reprobar el semestre.
Sabes que necesitas ayuda, pero no sabes cómo pedirla. Mucho menos si eso significa dejar de verle, de no tenerle cerca, de no escuchar su voz al menos en la distancia.
Lo llaman intervención, queremos ayudarte, necesitas ayuda. No sabemos cuál es el problema, pero somos tus amigos y sabemos que estás mal.
Ellos no saben nada, no necesitan saber nada.
Pero eso no los detiene. Tienes buenos amigos, y sin importar lo hiriente que tu desesperación pueda ser, te acorralan y no te dejan salir de tu apartamento para ir a verle otra vez.
No hay clases, así que va a la biblioteca de ciudad, nunca has podido acercarte a su casa, de alguna manera esa línea nunca te has atrevido a sobrepasar.
Pasas todo el fin de semana acorralado por tus amigos, escuchas lo que tienen que decir, ellos te consuelan en los momentos de desesperación, cuando no verlo por más de dos horas es demasiado para ti.
“Estamos aquí para ti.”
Son palabras que se repiten por 24, 48, 72 horas hasta el momento. Siempre hay alguien contigo.
“Hasta que el viejo Naruto regrese.”
Es lo que dicen, es lo que piensan. Pero el viejo Naruto sigue aquí, siempre está aquí. Tan solo necesita verle a él. A Sasuke, solo un poco, es lo único que pide.
Entonces mientes, engañas. Mejoras. Eso es lo que le haces creer.
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Se reanudan las clases, vas mejorando. Aun no duermes por las noches, pero te alimentas mejorar. Duermes cuando puedes, aunque tus sueños estén plagados con su nombre. Sasuke.
Empiezas a creer que estas mejorando.
Y hay días en que olvidas el sonido de su voz, y gritas, pero siempre hay alguien a tu lado, así que eso va mejorando. O eso te dicen. Todo va a mejorar.
Tus notas suben, duermes mejor, comes mejor.
Ríes, vas a ver películas, vas a la casa de tus amigos. Nunca a la de Sakura. De alguna manera ellos saben, siempre han sabido.
Vas mejorando.
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Hay una fiesta, todos irán. Tú también. Una fiesta te entusiasma más que nunca.
Bailas con tus amigos, con Sakura e Ino, una a la vez, las dos al mismo tiempo. Estas extasiado. Bailas con esa chica linda de cabello negro y ojos color perla – Hinata es su nombre y estudia medicina – te diviertes, ella quiere seguir bailando contigo. Tienes que ir al baño y le dices que ya regresas.
Vas solo, tus amigos confían en tu recuperación. Tú confías en tu recuperación. Ya ni recuerdas el rostro que no abandonaba tus noches en los últimos meses.
Caminas con tranquilidad, tu cuerpo relajado y con energías al mismo tiempo.
Subes con tranquilidad por la escalera, saludas las caras conocidas, te señalan el baño. La última, al fondo a la izquierda. No hay nadie cerca.
Alzas la mano para abrir la puerta pero esta se abre sola… te congelas.
Ojos negros como el ébano te saludan y te endurecen. Tu corazón empieza a palpitar, con una vida que creías olvidada y perdida. Tu respiración se detiene y sientes como todo tu cuerpo empieza a sudar.
Sasuke te sonreí.
Y de repente todo vuelve a empezar.
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Un solo momento, una sola persona, cambia tu vida para siempre... tan rápido como el pasar de una estrella fugaz.
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Pero hay un cambio esta vez.
La fiesta no ha terminado…. Pero tú no te quedas más. Tú y Sasuke salen.
Él habla contigo.
Se presenta, como si hubiera una necesidad, dice su nombre como si tú no lo supieras. Dice cosas sobre sí, como si tú no las conocieras ya. Creías que habías olvidado, pero recuerdas más que nunca, más que nada.
Le dices tu nombre, y por primera vez puedes escuchar “Naruto” viniendo de esos labios, de esa voz. Puedes correrte con solo el sonido de esa voz.
Él dice que recuerda, y por un instante sientes miedo. Se ha dado cuenta, sabe de ti, sabe de tu necesidad de verle todo el tiempo, de querer conocerle y aquello que no se puede llamar acoso ni obsesión. Hay una línea muy delgada entre ambas, y te has asegurado de siempre estar en el lado correcto.
Y por sobre, tus amigos dicen que la terapia está funcionando.
Quienes por cierto, empiezan a preguntarse dónde estás.
“Eres el amigo de Sakura.”
Te recuerda de ese primer encuentro, de aquella primera vez que marco el resto de tu vida, de tu existencia.
… Y es lo único que sabe…o eso esperas.
Hablan toda la noche, las horas pasan con rapidez a su lado.
Van a la cafetería que tanto le gusta, pide el mismo café negro que le has visto pedir cientos de veces. Hablan más y más.
Te dice que fue obligado por su hermano para venir a la fiesta, y estaba a punto de irse cuando se topó contigo.
“Es bueno ver una cara conocida.”
Le recuerdas a Sakura, aun cuando no tienes muchos deseos de nombrarla. De repente la sientes la culpable de todas tus desdichas. Ella podría haberlos presentado, ella podría haberle dado la oportunidad que tanto necesitabas. Ella sabía a quién necesitabas, y en lugar de dártelo, te lo arrebato. Lo alejo de tu lado. Lo quiso para ella. Siempre lo quiso para ella.
Sientes como el enojo va controlando todo tu cuerpo. Deseas destruir, hacer daño. A aquellos que lo alejaron de ti, aquella que lo quiso todo para ella.
Entonces lo ves sonreír, como un “hm” de por medio. Es medio burlón. Peina su cabello para atrás, sus ojos taladran cada pequeño espacio de tu cuerpo, y todo pensamiento se borra de tu mente. Su sola presencia es lo único que te interesa y acapara tu atención.
“Sakura es… muy molesta.”
Entonces sonríes, te reís, y Sasuke sonríe de medio lado. Como si comparten un chiste de antaño, una vieja broma familiar, de aquellos amigos que se conocen desde hace tiempo.
No es la última vez que se reúnen. Y te tienes que asegurar de ello.
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Sorprendentemente es Sasuke es quien da el primer paso.
“Vamos a estudiar juntos.”
Estudian dos carreras muy diferentes, pero has descubierto que Sasuke es muy bueno en todo lo que hace. Hasta como profesor en materias que nunca ha cursado.
“No piensas lo suficiente.”
Es lo que te dice, y tal vez tenga razón.
Nunca piensas, es lo que repiten tus amigos.
Tus amigos te acorralan con preguntas, siempre quieren estar pegados a ti.
Tú los esquivas esta vez.
No los necesitas.
Tus notas mejoran, comes mejor, pareces estar bien. Aun te reúnes con ellos, pero también te reúnes con Sasuke.
Es cuando estas con Sasuke que ellos empiezan a impacientarse. Tienen miedo a que vuelvas a recaer. De perder a su amigo. Pero ellos no lo entienden, no entienden tu deseo de estar a su lado, tu deseo de verle.
Y ahora que puedes verle de cerca, de sentir su calor, de sentir su respiración pegando en tu mejilla cada vez que se acerca a explicarte algo que no entiendes; de oír su voz – no a lo lejos como antes – sino cerca en tu oído, hablándote solo a ti.
Ellos no entienden, no saben la diferencia de tu que solo sabía anhelar, al tu que lo tiene y no se rendirá para mantenerlo a tu lado.
No quieres compartirlo, aun no. Lo necesitas solo para ti un poco más.
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Van a citas.
Bueno Sasuke no las llama citas.
Es para compartir pasa tiempos.
Y aunque la mayoría de sus encuentros son en la biblioteca y en la cafetería, hay veces que has logrado que vaya contigo a otro lugar.
Fueron al parque una vez.
Pero te diste cuenta que Sasuke es muy popular, tanto como mujeres como hombres.
Has tenido que espantar con la mirada de un amigo muy sobreprotector – no de un obsesionado que cae en la categoría de acosador, ya no más – a aquellos que han tenido la sola idea de acercarse a lo que es tuyo.
Sí, deseas que Sasuke sea tuyo.
….pero no lo es, y ese pensamiento no te deja dormir por algunas noches….
Hasta que Sasuke te invita al cine… - entonces piensas, esto es una cita.
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Nunca lo has visto reír.
Oh, lo has hecho sonreír infinidad de veces. Pero reír nunca.
Entonces, sucede. Mientras le cuentas una ocasión en que tu madre te perseguía con un trapeador por toda la casa, y entonces tropiezas con tu padre que estaba solamente entrando a casa, y ambos caen al suelo, con tu madre tras de sí. Trapeador en mano. Los tres caen, en una posición muy incómoda, y con el palo del trapeador golpeando tu nariz. Tu padre se torció el tobillo, lo cual no fue tan gracioso después.
Pero sin importar lo que haya sido después, la imagen ha sido muy graciosa, y Sasuke se ha reído.
Es el sonido más hermoso que alguna vez hayas escuchado, quieres capturarlo para ti. Quieres atraparlo para siempre.
Y sin pensarlo dos veces, te acercas y lo besas.
El sonido se detiene.
Esa es un rostro que nunca antes has visto en Sasuke.
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Sasuke te devuelve el beso segundos después.
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Todo cambia después de eso.
Siguen las reuniones, siguen hablando, siguen pasando juntos como siempre. Sigues huyendo del lado de tus amigos para ir con Sasuke, con la promesa de una próxima vez, con la desconfianza de ellos aun pintando sus rostros.
Nada cambia, excepto una cosa.
… ahora sabes cómo es su casa.
Sabes cómo es su cuarto… sabes cómo se siente su cama.
Hay diferencias, sí. Ahora puedes tocar, ahora puedes besar. Puedes apoderarte de todos sus pensamientos, como él hizo desde la primera vez.
Puedes escuchar su voz con ese toque de éxtasis que solo tus besos y toques producen.
Sabes cómo son su piel, sus manos cuando toca tu cuerpo y te despoja de tu ropa. Haces lo mismo con la suya. Quedan desnudos frente a frente. Dos corazones unidos, apunto de volverse uno.
Ruegas su nombre, suplicas una y otra vez.
Llama tu nombre, la desesperación pintada en su voz.
Es una desesperación diferente a la que tú conoces, a la que tú anhelabas en aquellas noches cuando su sola existencia era una fantasía que te cobijaba por las noches.
Fuiste suyo, y él fue tuyo.
Es tuyo. Finalmente es tuyo.
Lo abrazas con desesperación toda la noche, queriendo desaparecer la separación entre ambos cuerpo.
Finalmente son solo uno.
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Te encuentras con Sakura en tu camino de regreso.
La sorpresa pinta su rostro, pero tú solo sonríes, sin presunción ni vanagloria.
Solo con la dicha de alguien que encuentra la felicidad y desea aferrarse a ella el resto de su vida.
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Por supuesto, es cuando todo sale mal.
Has quedado en esperar a Sasuke en la cafetería de siempre, aquella que se ha vuelto la habitual. Aquella que para Sasuke fue el comienzo de todo – en realidad ha sido la fiesta, pero a esa casa no pueden volver –. Y sin embargo sabes que el comienzo de todo fue mucho antes. Pero eso no se lo puedes decir a Sasuke, aun no. De todas formas.
Entonces lo esperas en la cafetería.
No en mi casa, te dice Sasuke. Tu hermano se ha puesto muy pesado, y quiere conocer al “amigo que le ha quitado lo huraño a mi hermanito.” Sasuke no trata de ocultarse, no, quiere mantener lo suyo solo para sí. Mientras puedan. Aún hay mucho tiempo para que conozca a su familia.
Y estás de acuerdo, porque piensas lo mismo. No deseas que nadie acapare la atención de Sasuke, no mientras su solo existencia significa para ti el respirar.
Tienen toda una vida por delante.
Los minutos pasan, y Sasuke no llega. Sasuke es siempre puntual.
Pasan las horas, y te congelas en el mismo lugar.
Un peso enorme se abre paso en tu pecho, y se queda estancado.
No sabes lo que sucede a tu alrededor hasta que uno de los meseros te avisa que es hora de cerrar.
No hay señales de Sasuke.
Empiezas a correr.
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“Un accidente.”
“Un terrible accidente.”
Te dicen los vecinos.
Los Uchiha no están en casa, han salido corriendo al hospital.
Pero nada cambia lo que está pasando, no tus gritos, no tus llantos.
Sakura se acerca a ti, te aleja de aquellos que te miran con miedo.
Te abraza con fuerza, ella es fuerte, siempre ha sido muy fuerte. Y de alguna manera te doblega a pesar de que deseas apartarla, alejarla de tu lado y salir corriendo en busca de Sasuke.
Necesitas a Sasuke.
Entonces ella te susurra al oído:
“Está muerto…”
Y llora, y grita, y te abraza, y dice tu nombre mientras repite que lo lamenta. Lo lamenta tanto.
Pero tú no escuchas nada más.
Tu mente está congelada en la mirada de esos ojos, de esa voz que hace un solo día era todo para ti, es todo lo que necesitabas.
Y ya no está.
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Un solo momento, una sola persona cambia tu vida para siempre…
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Te has encerrado del mundo entero. No abres la puerta a tus amigos, no contestas el teléfono. Sabes que son tus padres, tu madre amenaza con ir a Tokio por ti si no levantas la bocina y escucha tu voz.
No quieres escuchar a nadie, no deseas estar cerca de nadie.
Solo quieres a Sasuke.
Nadie sabe de Sasuke, nadie sabe lo que Sasuke significo para ti. La vida que Sasuke cambio esa primera vez, cuando no habían frontera entre la cordura y la locura; la segunda vez cuando te dio todo lo que siempre anhelabas y todo lo que nunca pensaste que podrías tener.
Tenías una nueva lista, nuevos deseos. Y en todos ellos figuraba Sasuke.
Sasuke, Sasuke…Sasuke. Una vida con Sasuke.
Y Sasuke ya no estaba.
Y gritas, gritas y lloras, duele respirar. Duele, cada movimiento que hace tu cuerpo duele, como el peso de miles rocas que aplastan tu cuerpo y te impiden moverte.
No abres la puertas, no contestas ante la suplicas de tus padres, el llanto de tu madre.
Necesitas a Sasuke.
Sin Sasuke no sabes vivir… sin Sasuke… no deseas vivir.
…. Y la siguiente decisión es la más fácil.
Hay ochos pisos de diferencia de tu departamento y el suelo.
Horas después es lo mismo lo que dicen a tus padres al darles la noticia… eso y:
“Una muerte instantánea.”
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Un solo momento, una sola persona, puede cambiar tu vida para siempre. Tan rápido como tardes en ver una estrella fugaz. Tan rápido que si pestañeas te lo puedes perder… Nada vuelve a ser lo mismo, todo cambia. Tu concepto de felicidad, tu concepto del amor, tu concepto… de la vida.
Y todo cambió, sí, cambió para bien… o para mal.