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La maldición de la sirenita por shiki1221

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Notas del fanfic:

como esta en la sinopsis este one shot y dos más que voy a subr son parte del concurso del grupo de facebook al que pertenezco. Como el tiempo me jugaba en contra no he podido releerlo pero durante la semana editaré para quitarle los errores de ortografia que posiblemente no vi. Así que sepan perdonar mis dedazos pero no he llegado a revisarlo varias veces como acostumbro con otros. 

Notas del capitulo:

Los personajes son de Kishimoto sólo la historia es propiedad enteramente mia.

CAP 1: El regreso a donde todo empezó

Hace mucho tiempo, cuando las personas aún les rendían tributo a sus dioses, estos se manifestaban en diversas ocasiones ante sus súbditos mortales, ya sea mostrando agradecimiento en forma de dones o bendiciones. En caso contrario, si eran ofendidos, hacían uso de sus poderes para lo contrario, es decir, azotando con crueldad sus maldiciones contra aquellos que despertaban su furia. En aquellos tiempos llenos de fantasía y magia existió una historia trágica de amor protagonizada por una ingenua sirena. Esos seres de maravillosa voz que, a menudo eran los causantes del hundimiento de los barcos o trágicas muertes de los marineros. Algunas disfrutaban del placer de usar sus hipnóticas voces para matar a las personas, en cambio otras preferían ser las guías hacia un camino seguro. Ambas versiones eran tan ciertas como opuestas, dando lugar a historias cruzadas sobre la bondad o crueldad de ellas.

La Sirenita vivía en un reino subacuático con su padre, el rey del mar, su abuela y sus cinco hermanas mayores. Cada una nacida con un año de diferencia. Aquel maravilloso lugar estaba en las profundidades del mar. Donde nadie jamás vería el hermoso palacio del rey. Cuyas paredes estaban hechas de mármol y adornadas de corales, junto a oro y piedras preciosas que sólo podían hallarse en las aguas más profundas. Cada vez que algún barco sufría un accidente, las sirenas y tritones mayores se llevaban las cosas a su reino y se repartían lo que creían útil. Sin embargo, tenían prohibido hacer contacto con los humanos para no revelar su existencia. Una cosa era usar sus voces, mas dejarse ver confirmando los rumores sobre ellos, estaba estrictamente prohibido y era penado con dureza si se descubría.

Cuando una sirena cumplía los quince años, se le permitía subir a mirar el mundo de la superficie. Cuando cada una de las hermanas tenían la edad suficiente, visitaban la superficie una vez por cada año. De entre todas las hijas del rey, una era su consentida. Al ser la menor de todas, sus hermanas mayores también la mimaban en exceso. Siendo siempre muy sobreprotegida y amada. Pese a ello, la joven sirenita era de buen corazón, algo orgullosa y caprichosa, pero nunca una mala persona que se pudiera llegar a odiar. De hecho, era un alma tan amable que hacía amistades con las personas equivocadas. Sin importar cuanto se le advirtiera que existían peligros y personas de mal corazón, incluso en las profundidades del mar, ella los ignoraba a todos. Lo último que se rumoreaba sobre ella era que se hizo cercana a la bruja del mar.

Cuando llegó el turno de la Sirenita de subir, se aventuró hacia la superficie en un momento adecuado para ver a quien sería su perdición. Sobre aquel navío vio un apuesto príncipe. Un hombre atractivo de sonrisa afable. Por lo que podía juzgar la joven sirena desde la distancia era alguien como ella. El título de nobleza del joven no parecía tener una gran influencia sobre él, si era capaz de compartir unas cervezas con la tripulación. Vio a los hombres de aspecto más descuidado y robusto, aquellos encargados de trabajar en el barco, jugar cartas y cantar con el príncipe. Hacían bromas entre todos, haciendo que el príncipe riera de vez en cuando por su propia torpeza en algunas cosas. Sin dudas cualidades que cautivaron el corazón de aquella criatura del mar.

Se enamoró perdidamente de quien nunca podría ser suyo.

De repente, mientras ella no perdía detalle sobre aquel príncipe, se desató una tormenta que embraveció los mares en cuestión de minutos. Los hombres comenzaron a correr de un lugar al otro dentro del navío. Usaban las sogas para asegurar no caer mientras guardaban las velas. Si las dejaban desplegadas, los fuertes vientos los arrastrarían a sitios desconocidos y no serían capaces de mantener un rumbo fijo. Sin embargo, a pesar de lo rápido que se forzaban a moverse para mantener todo bajo control, la agitación del mar los golpeaba con toda su furia, causando destrozos en todo el barco. Hecho que causó la caída de muchos tripulantes al mar y fueran golpeados por partes del destruido barco o hundidos por enormes olas. Entre ellos, el príncipe, quien resultó arrojado al mar al intentar socorrer a uno de sus hombres.

La Sirenita actuó rápido para proteger al hombre que amaba. Ella había visto como una enorme ola se irguió sobre aquel joven y lo azotó contra la proa del barco. El principe había intentado combatir el agua nadando con todas sus fuerzas, pero era completamente inútil en esa situación. Inevitablemente fue arrastrado y el fuerte impacto le provocó una herida en la cabeza que comenzó a sangrar. El agua comenzó a teñirse de carmesí mientras él se sumergía en la inconciencia, con el pensamiento que moriría abrazado por el mar que tanto amó durante toda su vida. Mas, la joven mitad pez no dejaría que eso sucediera, salvó al príncipe de morir ahogado en el mar, al besarlo para mantenerlo respirando en lo que lo llevaba a un lugar seguro.

Luchó con todas sus fuerzas para no ser arrastrada también, dado que su padre solía detener ese tipo de acontecimientos con su tridente. Por lo cual, ella como una digna princesa, jamás lidió con ese tipo de dificultades. Era la primera vez que estaba en un peligro mortal sin contar con la protección de sus numerosas hermanas o padre. Varias fueron las veces que estuvo por ser arrojada a las filosas rocas nacientes del borde del risco al que intentaba llegar de forma segura. Luego de superar ese problema, lo llevó a la orilla cerca de un templo que se podía ver desde la costa. En todo ese tiempo el príncipe no despertó, aún permanecía inconsciente cuando ella lo recostó en la playa. La sirena lo acompañó hasta donde su limitado ser pudo. Luego se alejó deprisa para no ser vista por otros humanos, pero se mantuvo oculta vigilando que nada le sucediera a su príncipe. Finalmente vio a una joven socorriendo al príncipe junto a sus compañeras. El joven nunca llegó a ver a la Sirenita y además, él ni siquiera llegó a saber que la Sirenita fue su verdadera salvadora del naufragio. Se quedó con la errónea idea de que la responsable fue la primer sacerdotisa que vio al despertar.

Finalizó el relato una mujer mayor de blancos cabellos, la anciana Chiyo, dueña de una pequeña posada turística en una pequeña ciudad de Japón. Aquel sitio era el favorito de los jóvenes al llegar el verano, todo gracias al hermoso mar que podía apreciarse en las cercanías. Frente a la mujer mayor, se hallaban cuatro jóvenes que recientemente habían llegado para hospedarse. Al ver cómo se quedaron curioseando en la pequeña estatua de sirena que adornaba la entrada, decidió relatarles la famosa leyenda lugareña. Según se decía, fue en el risco que se encontraba cruzando el bosque cercano a la posada, donde se la vio por última vez a la joven sirena.

—Qué trágica historia —afirmó Sakura cuando la anciana mujer terminó de relatar aquella leyenda―. El hombre que salvó se enamoró de otra ―comentó mostrando un poco de tristeza por lo oído.

—Mucho, pobre sirenita —secundó Hinata tartamudeando al hacerlo, ya que ella se encontraba al lado de Haruno. Siendo ambas las más atentas a lo que contaba la mujer de canos cabellos.

—Esta es una vieja historia lugareña ―dijo Chiyo señalando el camino hacia el bosque―. Según se dice, el espíritu de aquella joven sirena consiguió un alma, pero se corrompió y por ello busca venganza de las jóvenes parejas de enamorados que vienen aquí —explicó con una sonrisa que daba escalofríos.

—¿Es un fantasma? —preguntó con terror Naruto con las rodillas temblando levemente mientras su rostro se ponía pálido.

—¿Tienes miedo, gatito asustadizo? —preguntó Sasuke mirando al rubio con una sonrisa petulante.

—¿Cómo crees, idiota? —respondió con otra pregunta el rubio—. Es sólo que eso podría asustar a las chicas ―dijo nervioso intentando cubrir su propio temor ante ese tipo de leyendas que tanto odiaba.

Sin embargo, era ridículo intentar ocultárselo a Uchiha. Él lo conocía de hacía suficiente tiempo como para saber cuándo mentía. Además de que lo hacía muy mal. No había en el mundo persona más evidente al demostrar su sentir que Naruto. Para desgracia del mencionado, a Sasuke le encantaban ese tipo de historias y leyendas. Cosa que no le resultaría para nada molesto o tonto de no ser porque se encargaba de que él no se perdiera detalle de cada presagio de muerte o desgracia que escuchaba. Maldecía infinitamente la habilidad que poseía el azabache al narrar las historias de horror. Lo hacía tan bien que siempre terminaba durmiendo con un rosario en la mano por su culpa.

—Naruto, los fantasmas no existen —afirmó Haruno mientras rodaba los ojos por su infantil actitud—. Siempre eres tan ingenuo que crees en todo lo que te cuentan ―dijo ella mientras levantaba su mochila de viaje al ver que la anciana no les contaría más nada.

—Oh los jóvenes de hoy en día son realmente muy divertidos —comentó riendo la señora mayor mientras con su mano les invitaba mudamente a que ingresaran a la posada—. Por favor, pasen a las habitaciones. Ya los he entretenido demasiado con esta pequeña historia ―agregó mientras reía levemente.

Los cuatro tomaron sus respectivos equipajes y siguieron a Chiyo, mientras apreciaban la posada por dentro. Muy tradicional. Era una típica estancia japonesa con pisos de madera y puertas de papel, viendo eso no les hubiera sorprendido si tuvieran aguas termales también. Sin embargo, según les comentó no había, por lo cual sólo les quedaba ir al mar si querían refrescarse. Para Naruto eso era más que perfecto. Al fin, Uchiha conocería el mar, siempre por un motivo u otro terminaba perdiéndose viajes o excursiones donde tendría la oportunidad de ir a nadar en el mismo. Así que Uzumaki se había prometido a sí mismo mostrárselo algún día y en este viaje al fin conseguiría cumplir esa promesa.

―¿No estás feliz, Teme? ―preguntó el de ojos claros abrazándolo por el cuello mientras caminaban detrás de las féminas.

―Sigo pensando que eres un exagerado ―respondió él mirándolo con malhumor―. No me parece importante conocer el mar ―afirmó aun sabiendo como se lo tomaría el rubio.

―¡¿Pero qué dices?! ―exclamó a gritos mientras dejaba prácticamente sordo al moreno por gritarle tan cerca de su oído.

―Naruto guarda silencio ―ordenó Haruno con el puño en alto―. No deberías gritar de esa manera en un lugar público como este shannaro ―maldijo ella al ver como los demás huéspedes los convertían en una especie de atracción turística.

―Lo siento, Sakura-chan ―se disculpó Uzumaki sonriendo apenado mientras se rascaba la nuca―, pero es culpa de Sasuke ―señaló poniéndolo como el culpable de su escándalo.

―No es mi culpa que tengas tantas ganas de meterte al mar ―dijo Sasuke tapándose la oreja―. Además no hace falta que me destroces el tímpano sólo por no emocionarme por un simple montón de agua.

―Oh jovencito ―llamó la anciana―. El mar no es un simple montón de agua como le llamas, alguna vez fue el hábitat de las sirenas.

―¿Si-sirenas? ―preguntó Hinata mirándola con curiosidad―. ¿Es otra leyenda de por aquí?

―Más que una leyenda es una maldición ―respondió la mujer de blancos cabellos soltando un largo suspiro. Su mirada se volvió nostálgica y observó la foto que estaba colgada en una de las paredes del pasillo.

―¡¿Ma-maldición?! ―exclamó alarmado Naruto mientras volvía a abrazar al azabache buscando protección de lo que fuera que estaba metido en ese hotel.

Chiyo se acercó a acariciar el retrato de su difunto esposo. En aquella foto se encontraba el hombre de cabellos castaños posando orgulloso delante del risco que estaba atravesando el bosque. Ella bien sabía que su marido amaba el mar, pero no pensó que algún día éste llegara a corresponder su pasión arrebatándolo de su lado. Ella sentía su corazón inundarse de tristeza al pensar en que ya no lo tenía a su lado. Su dolor se sentía tan reciente como si hubiera sucedido el día anterior y no hacía tres décadas. Ya había pasado mucho tiempo, pero sus sentimientos de amor y desconsuelo por su ausencia seguían muy frescos.

―Mi esposo fue apartado de mí por una desafortunada tormenta que hundió su barco ―dijo la mujer mayor soltando un largo suspiro―, pero sé que eso no es verdad ―declaró con completa seguridad.

―¿Cómo está tan segura de eso? ―cuestionó el moreno mirándola escéptico. Según lo que la dueña de la posada dijo su esposo tuvo una muerte de lo más normal. Trágica sin dudas, pero nada que ameritara llamarla “maldición”.

―Porque mi esposo murió durante una mañana sin ni una nube de tormenta ―respondió ella mirándolo de reojo con algo de furia, no contra Uchiha, sino contra la responsable de aquel suceso.

―¿Sólo por eso lo atribuye a una maldición? ―cuestionó Sasuke bufando disconforme―. Si no había tormenta alguna significa que algo extraño sucedió. Debió llamar a la policía para que investigaran más o algo por el estilo ―resolvió sin mayor miramiento sobre el efecto que podrían causar sus palabras en la anciana.

―¡Teme! ―regañó el rubio con molestia dándole un pequeño golpe en la cabeza―. Eso fue muy descortés de tu parte ttebayo ―regañó agachando la cabeza ante la mujer mayor en señal de disculpa―. Lamento lo brusco que él es para hablar de lo que no le concierne ―remarcó lo último mirándolo con reproche esperando que también se disculpara.

―No es mi culpa que su relato suene a un accidente común por descuido propio o por algún tipo de crimen sin resolver ―dijo sin ninguna pena cruzándose de brazos―. Atribuirle las cosas raras a maldiciones y encantamientos podría estar encubriendo a un asesino.

―Por supuesto que hay un asesino ―dijo Chiyo dándole la razón mientras asentía cerrando sus ojos un momento―. Y ese es el deseo corrupto de la sirena que maldice este risco.

―Otra vez con eso ―susurró el azabache ganándose otra mirada de enojo del rubio.

―Cuando la luna y el Sol se encuentran juntos en el cielo, en pleno umbral entre la noche y el día aquella sirena canta maldiciendo a cualquier hombre que le recuerde a su príncipe perdido ―relató la mujer con gran seguridad y fe en la leyenda―. Ella no fue correspondida por culpa de aquella sacerdotisa y por ello su corazón se nubló al punto de volverse un ánima vengativa sedienta de sangre.

―¿Qué la hizo llegar a esa conclusión? ―preguntó Sakura sonando interesada en la leyenda de Chiyo.

―No tengo pruebas para que alguien me crea, pero en esa leyenda se cumple sin falta en muchas ocasiones ―relató ella con pesar―. Da igual si son lugareños o si son turistas, no hay mes en el que no se cobre alguna víctima. En ocasiones creo que está especialmente furiosa, ya que hemos tenido incluso cinco casos en tan sólo una semana ―comentó ella alarmando a los jóvenes.

―Eso ciertamente es preocupante ―susurró Sasuke, quien no creía en esas tonterías, pero sí creía que era extraño la cantidad exagerada de personas que morían allí.

Luego de aquello un silencio incómodo se prolongó entre ellos, quienes no sabían que agregar o decir frente a todo eso. Aunque dos miradas se posaron acusadoras sobre Naruto, ¿cómo se le ocurrió llevarlos a un sitio tan peligroso? Al menos debió investigar un poco, porque tal cantidad de muertos en periodos tan cortos y de manera tan constante era algo que no gritaba precisamente “vacaciones”. De hecho, sabiendo eso entendieron un poco más el motivo de que el costo de todo fuera tan barato; hospedaje, hotel, comida. Todo era relativamente barato. Y la accesibilidad a vacantes en hoteles tampoco era ningún problema. Lugares para escoger con un precio regalado habían por montón y eso era porque sólo los aventureros, amantes de lugares encantados o ignorantes, como Uzumaki, iban a parar a ese lugar.

―Sigamos adelante que debo mostrarles sus respectivas habitaciones ―dijo repentinamente Chiyo rompiendo el silencio.

―¿Qué le pasara a la abuela? ―preguntó el rubio en un susurro al oído de Sasuke, quien sólo se limitó a jalarle la mejilla obligándolo a avanzar.

―Quizás es mejor que no lo sepas ―concluyó el moreno con sencillez―. No me dejarás dormir en toda la noche si oyes alguna historia de fantasmas más. Hasta eres capaz de despertarme a mitad de la madrugada sólo para ir a orinar ―acusó molesto de tan sólo recordar aquello.

―Sólo fue una vez ―reclamó avergonzado, ya que en su momento pareció buena idea, pero en retrospectiva quedó como un completo cobarde ante el otro.

―Mentiroso, una vez la que fuiste con la luz apagada en mi compañía ―le recordó haciéndolo avergonzarse por lo que había sucedido en las ocasiones en las que lo hizo acompañarlo en sus maratones de películas de horror.

―Ya, cállate ―ordenó el blondo haciendo un puchero mientras desviaba la mirada con la cara enrojecida por lo que dijo el de ojos oscuros.

La amable señora guio a los cuatro jóvenes a través de los pasillos de la posada hasta llegar a las habitaciones que les correspondían. Las chicas en una y los chicos en otra. Todas las recamaras dispuestas para los visitantes eran de un estilo tradicional japonés; tatamis en el suelo, almohadones para sentarse cerca de una pequeña mesa de centro y demás. Se veía muy cómoda a pesar de contar con pocos amueblados, sólo estaban los más indispensables. Sin embargo, tenía un ambiente acogedor. De esos que incitan a relajarse y no pensar en nada, sólo en consentirse un poco alejados de cualquier problema de la vida cotidiana.

―Es un lugar muy hermoso ―comentó Hinata con timidez entrando a la habitación de las chicas de la mano de Sakura, la cual no tardó en soltar su equipaje y salir a la terraza a admirar la vista.

―Tienes razón ―secundó la de cabellos rosados mientras sonreía al sentir el viento jugando con sus cabellos―. El viento es muy agradable aquí y se siente brisa marina.

―No es justo que las chicas tengan la vista al mar ttebayo ―protestó con un puchero Naruto acercándose también a la terraza.

―Yo prefiero la vista a la montaña ―comentó Uchiha mirando desinteresado como se emocionaban por algo tan tonto como el mar.

―¿No-no te gusta el mar, Sasuke-kun? ―preguntó tímidamente Hyuga alejándose un poco de la terraza, ya que se sintió mareada al estar allí.

―Nunca me ha interesado el mar, me parece que la gente sobrevalora demasiado un viaje a cualquier sitio sólo para ver un montón de agua sucia ―comentó despectivo.

Antes de que Uzumaki pudiera reclamarle, la anciana Chiyo apresuró a los chicos para que salieran de aquella habitación. Sakura y Hinata la secundaron, ya que estaban emocionadas por desempacar sus trajes de baño y probárselos para el paseo a la playa. Estando en una de las más hermosas, una visita al risco de la leyenda era imperdible. A pesar de las numerosas leyendas sobre el peligro y las muertes allí. Mas ellas eran mujeres y según decía la leyenda eso sólo afectaba a los hombres. Por lo cual, ellas se sentían completamente a salvo de cualquier tipo de “influencia maligna”. En todo caso, tendrían que cuidar a sus amigos de que no les ocurriera nada extraño durante su estancia allí.

—A las ocho de la noche se sirve la cena —indicó la anciana en la puerta de la habitación de las chicas antes de llevar a Naruto y Sasuke a las suyas—. Si gustan que los despertemos a un horario específico, por favor avísenme.

—Muchas gracias —dijo Sakura mientras dejaba su equipaje en una parte de la habitación.

—A-así es, muchas gracias —tartamudeo Hinata jugando con sus dedos mientras bajaba su bolso de equipaje en la cama libre, la cual se hallaba en la parte contraria a la de su compañera.

Con un suave asentimiento, la mujer mayor se despidió de ellas para dejarlas instalarse a gusto en la habitación. Llevó a Uzumaki y Sasuke en completo silencio a través de los pasillos. Hasta llegar a otra habitación que se encontraba a unas cinco de distancia de las de las chicas. Ambos iban sin emitir ningún comentario acerca de nada, sólo iban mirando sus alrededores. Mientras Naruto mostraba curiosidad por cada pequeñez del lugar, el de cabello azabache miraba fugazmente las condiciones de aquel sitio y se perdía en sus propios pensamientos sobre la maldición. El rubio pensaba preguntarle a la anciana si había alguna forma de “protección” que necesitara saber. Empero, eso lo consultaría cuando estuviera solo y no corriera el riesgo de ser la burla del moreno.

—Aquí es —avisó con simpleza la mujer abriendo la puerta—, si necesitan algo pueden pedírselo a cualquier miembro de nuestro personal.

—Muchas gracias ttebayo —exclamó el de ojos azules con una enorme sonrisa. Sasuke sólo hizo un gesto con la cabeza, dando a entender que lo agradecía.

Ellos entraron mirando todo con curiosidad, aunque era todo casi una copia exacta del cuarto que les tocó a las chicas. Sólo había un detalle que era muy diferente y era el tipo de cama que había. Allí no tenían una sino futones. Les dio mucha curiosidad ese detalle, pero se lo atribuyeron a que las mujeres serían más “delicadas” y por ello les tocó una cama del estilo occidental. A Naruto eso no lo molesto para nada, es más, sonrió emocionado viendo eso. Una vez dentro la dueña de la posada los dejó solos mientras cerraba la puerta murmurando algo que ninguno alcanzó a escuchar. Restándole importancia a eso, los chicos comenzaron a desempacar. El de ojos oscuros se veía en extremo serio y evitaba cruzar la mirada con Naruto. Sin embargo, el blondo era conocido por no guardar silencio mucho tiempo.

—¿Sigues enojado, Teme? —preguntó sentado en su cama individual, viendo como el otro ni siquiera se volteaba a mirarlo, ni mucho menos le respondía—. Te estoy hablando, no me ignores —reclamó con un gesto de molestia.

—Cómo si te importara lo que yo opino —respondió con frialdad mirándolo de reojo.

—No te enojes, Sasuke —pidió con un tono de voz más suave que el anterior—. Igual la pasaremos juntos —afirmó entusiasmado.

—Pero se suponía que sería un viaje sólo para nosotros dos —reclamó con molestia en su voz dándose la vuelta para mirarlo con resentimiento—. Y tú trajiste a Hinata —reclamó volteando a mirarlo.

—Tú trajiste a Sakura —le recordó el rubio mirándolo con un puchero en los labios.

—Sólo porque tú trajiste a tu “amiga” a este viaje —se defendió el moreno.

—Es que sabes cómo es Hinata. Es demasiado tímida y por eso somos de los pocos amigos con los que cuenta —explicó Naruto soltando un suspiro, ya que ese asunto siempre le traía problemas con Uchiha—. Eso no arruinara nuestro viaje planeado.

—No me gusta que ella venga metida en un viaje que planeamos por tanto tiempo —suspiró con frustración dándose la vuelta nuevamente mientras recordaba la planeación de su viaje.

Sasuke se encontraba en la biblioteca de la Universidad con varios libros abiertos en la mesa. Tomaba apuntes de varios de ellos. Teniendo hojas llenas de anotaciones suyas y se lo veía por completo concentrado en todo lo que estaba leyendo. Era una época difícil, donde pasaba más tiempo estudiando que haciendo cualquier otra cosa. Sin embargo, en esta ocasión no estaba esforzándose tanto por mantener su promedio perfecto, en parte sí, pero tenía otra motivación mayor. A causa de ello es que estaba tan concentrado en ese momento, pero fue abruptamente interrumpido por un torbellino amarillo.

―¡Sasuke! ―gritó a todo pulmón Naruto entrando a la biblioteca de manera ruidosa.

―Uzumaki-san, guarde silencio en esta sala ―regañó la bibliotecaria mirándolo enojada por el escándalo que estaba montando allí―. ¿Cuántas veces voy a tener que recordárselo?

―Lo siento, lo siento ―se disculpó rascándose la nuca con pena mientras se acercaba a Sasuke―. Es que tengo que sacar al Teme de su mundo de libros y esta es la única forma de que no me ignore ttebayo ―dijo mirando con reproche al de cabellos oscuros.

―Te escucho perfectamente, pero sueles ser demasiado desesperante que vengas a contarme de cada estúpida oferta de ramen que sale y quieres que te acompañe a comprar ―se defendió Uchiha cerrando sus libros con tranquilidad. Sabiendo que con Naruto cerca no podría volver a estudiar a gusto.

―¡Esta vez no es por una oferta de ramen! ―exclamó ofendido de que afirmara tal cosa sobre él―. Bueno, en realidad también es en parte por eso… ―admitió avergonzado.

―Lo sabía ―dijo Sasuke sonriendo de lado por haberlo descubierto con tal rapidez.

―Pero te juro que no es sólo por eso ―se apresuró a aclarar mientras ponía sus manos delante suyo haciendo una especie de barrera entre ellos―. También era para hablarte de nuestro viaje.

―¿Qué pasa con nuestro viaje? ―preguntó curioso temiendo que se hubiera cancelado, ya que aunque no le hiciera especial ilusión ir al mismo, sí le interesaba como se sentiría Naruto si tenían que cancelarlo.

―No es nada malo, es sólo que… ―comenzó a hablar Uzumaki buscando las palabras con las cuales decírselo suavemente―. Invité a Hinata…

―¿Esto es una de tus bromas pesadas? ―cuestionó Sasuke mirándolo con reproche por lo que acababa de oír―. ¿Por qué la invitarías a un viaje nuestro? ―interrogó con el ceño fruncido por semejante noticia.

―Es que ella se quedara sola en vacaciones y como sus amigos me pareció buena idea incluirla ―dijo en un tono de voz más bajo esperando la reacción de su novio.

Uchiha sólo guardó sus libros y se marchó de allí ofendido por lo que eligió hacer Naruto. ¿En qué cabeza cabía invitar a una amiga a un viaje de pareja? Claro, en la del idiota que tenía por novio, quien no podía dejar a nadie solo o sufriendo sin armar escándalo. Durante aquellos días había estado preparándose para los exámenes para ir junto a Naruto juntos y ahora resultaba que Hinata los acompañaría. No le gustaba eso. Debido a que alguna vez Hyuga estuvo enamorada del rubio y aunque eso jamás hubiera sucedido, no la aceptaría. Él quería su tiempo a solas con el rubio. Eso no era algo muy difícil de entender, excepto para el de ojos azules. Con el paso de los días su enojo no disminuyó, pero no se negó a ir al viaje por no querer que se arruinara todo, como le aconsejó su amiga Sakura. Ella le dijo que la presencia de Hinata no debía arruinar su viaje y que ella iría a ayudarlo para que todo saliera bien.

Al oír aquel suspiro, Uzumaki se acercó a su novio y lo abrazó por la espalda sacándolo de sus recuerdos previos al viaje. Apoyó su cabeza en el hombro del de piel blanca y se mantuvo pegado a él. El moreno cerró los ojos un momento, necesitaba buscar algo de calma y manejar sus emociones; especialmente aquellos insufribles celos que tenía cuando Hyuga se le acercaba tanto a su pareja. Se suponía que confiaba en Naruto, pero siempre que lo veía cerca de alguien más se sentía adolorido y no sabía como controlarlo. Era una sensación que sólo tenía cuando estaba cerca del rubio y creía que alguien intentaba apartarlo de su lado. Una sensación que lo atacaba también en otro tipo de situación muy rara y especifica.

—Nada evitara que disfrutemos nuestro viaje. Te lo prometo ttebayo —aseguró Naruto dándole un suave beso en los labios.

—Me las vas a pagar si este viaje no es el mejor que haya tenido en mi vida, ¿oíste? —advirtió frunciendo el ceño.

El de cabello rubio mostró una alegre sonrisa pensando en que compartir con más gente su viaje, sólo mejoraría las cosas y lo haría más divertido. Por su parte, a Sasuke no le gustaba que sus planes de un fin de semana a solas con su novio se vieran interrumpido por la tímida chica. Para él era muy evidente que la de ojos color perla aún no renunciaba sus sentimientos por Uzumaki. El problema para el azabache era que su novio la rechazó con amabilidad y la promesa de seguir siendo amigos. Grave error en su opinión. Mas no podía quejarse demasiado, dado que Naruto solía tener el mismo predicamento respecto a Sakura. A su parecer, su amiga de cabellos rosas sí había entendido su relación con Uzumaki. Pues ella fue una amiga de ellos durante mucho tiempo, no era de extrañar que los conociera tan bien.

Mientras ellos se sentaban juntos en el balcón a admirar un poco el paisaje que irían a explorar, en el cuarto donde estaban las fuentes de sus celos mutuos, se encontraban ambas chicas conversando. Haruno durante algún tiempo sintió remordimiento por alentar a Hinata a obtener el amor de Naruto. Creyendo que de esa manera el mencionado se alejaría de Sasuke. Fueron un error sus ideas y se lo demostraron continuando juntos como hasta ahora. Para hacer más amena la tarea de desempacar sus maletas comenzaron a hablar hasta que fuera hora de reunirse con los chicos.

—Sakura-san ―llamó Hinata en un susurro suave―, ¿crees que Naruto-kun es feliz con Sasuke-kun? —preguntó con timidez.

—Yo creo que sí —respondió con simpleza dándose la vuelta para mirarla de frente, extrañada por aquella pregunta—. Si no lo fueran ya se habrían separado.

—Quieres que eso suceda, lo de separarse, ¿verdad? —interrogó con un tono algo serio.

—Sinceramente… sí —afirmó en un tono gélido mientras sus verdes ojos se volvían menos expresivos mostrando gran seriedad—. Ellos no deberían estar juntos, es un error y sólo conseguirán lastimarse.

—Pero parecen tener una buena relación entre ellos —comentó con voz baja.

—Sólo es eso: apariencia —comentó la de ojos verdes mirando hacia el mar con nostalgia mientras soltaba un largo suspiro—. Ellos no están hechos el uno para el otro ―sentenció cruzándose de brazos―. Él no es quien cree, está enamorado de la persona equivocada.

Con un leve suspiro la chica de cabellos negros se alejó de su compañera de cuarto. Pensando en sus palabras y reflexionando en cuanta verdad tendrían en ellas. Naruto se había fijado en Sasuke desde la primera vez que se vieron, casi se le podría haber dicho amor a primera vista. Uno muy inocente. Sólo se tenían como experiencia amorosa mutuamente, puesto que ellos nunca tuvieron otra relación sentimental previa. Por ello, aseguraban que no debían tener claros ni sus propios sentimientos. Empero, ellos les demostraron a todos que eran sinceros con el amor que se profesaban entre ellos… o eso creían hasta ese viaje. Unas vacaciones que prometían romance y cursilerías varias entre ellos, pronto se teñiría con el color del desamor de una sirena vengativa.

“Al fin regresaste, mi amado príncipe”

 

CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

Los que me han leído antes habrán notado que no puse "Fin" ni "Owari" y eso es porque si quieren puedo hacer un extra dandole un final cerrado como acostumbro o puede quedarse en este final abierto libre a la imaginacion :D

 

janne n_n


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