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Sendero de mentiras por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Buenos días a todos (aquí es de día)

Espero que tengan una semana muy linda, muchas gracias por darle una oportunidad al fic y pues aquí vamos con el capítulo n° 2, que trae muchas cosas interesantes, espero que sea de su agrado.

 

Gracias!!!

 

Nos vemos!! :D

Capítulo 2.- Difuso y encantador.

 

En efecto, el estudio estaba vacío, sólo Otabek Altin estaba ahí, practicando lo que parecía ser la nueva coreografía que Yakov había impuesto para él. El Show de Lilia ya había sido anunciado y los personajes elegidos de igual forma. No le entusiasmaba como pensó el ser protagonista de dicha puesta en escena y la razón era sencilla. Básicamente su personaje se la pasaba en otro mundo, danzando a lo estúpido, mientras los villanos destruían todo a su alrededor. Qué patético, pensó el rubio sin remedio mientras entraba y se preparaba para ensayar lo que tenía pendiente.

Otabek le sintió llegar, pero no detuvo su rutina, no iba a importunar a Yuri con su presencia, quería verlo en acción y para ello comprendía mejor que nadie lo solitario que solía ser el muchacho. Continuó en su trabajo recordando los consejos del coreógrafo, dar saltos sin sentido podía hacerlo cualquiera, pero su trabajo era expresar la malignidad de sus intenciones contra el pobre y desafortunado protagonista. Sí, su papel era el villano de la obra, no le satisfacía demasiado por ir en contra de Yuri, pero era lo mejor que le había ocurrido desde que ingresó en el rubro. Muy pocos profesores le daban esa clase de oportunidad, algo debió haber visto Lilia el día de las audiciones como para darle tal responsabilidad.

Y no estaba en contra de ello, al contrario, iba a demostrar que era digno de la misma.

La música se interrumpió como si las baterías hubiesen sido removidas y tanto Yuri como Otabek se miraron confundidos. Detuvieron sus respectivas rutinas y Yuri se acercó al aparato para revisar encontrando el disco trabado y por lo mismo, los ensayos arruinados.

                —Podemos usar mi celular—propuso Otabek con seriedad. Al fin tenía la oportunidad de ver a Yuri actuando para él solo y una estúpida grabadora no lo iba a arruinar.

El mencionado dio un suspiro y asintió sin darle importancia realmente. El más alto conectó el celular a una bocina por medio de bluetooth y la música comenzó, un tono lento y una voz distinta a lo que ambos estaban acostumbrados para ensayar. Yuri reaccionó a la misma con un bufido y en esta ocasión Otabek no pudo frenar su curiosidad.

                —¿Te desagrada? Puedo cambiar la pista si es eso, no me gustaría importunar.

                —Nada de eso—respondió el ruso sin detenerse en sus pasos y dio un salto que casi le cuesta una caída.

Asustado de lo mismo, Otabek se detuvo y no le quitó los ojos de encima. ¿Por qué se aventuraba tanto? ¿Acaso estaba poniendo a prueba su resistencia? Como lo viera, era peligroso, no debía hacer cosas así y menos siendo el protagonista.

                —¿Estás seguro? Yo creo…

                —Otabek… cállate—replicó girando los ojos y deteniendo sus pasos. Quizá no debía ser tan grosero, pero no podía evitarlo, el nuevo actuaba con demasiada ansiedad y eso le fastidiaba en repetidas ocasiones.

                —Lo lamento, no quise distraerte, sólo terminaré esta secuencia de pasos y me iré.

Yuri dio un suspiro antes de negar mirándole directamente a los ojos.

                —Ya te dije que no se trata de eso, es sólo que así me gusta ensayar. ¿Sabes? Esto no es nada, hubo una época de mi vida que me gustaba caer a propósito, quizá mi afán era lesionarme el tobillo y así nunca bailar de nuevo frente a un escenario—observó el rostro de Otabek sorprendido con esa confesión e hizo una ligera sonrisa de suficiencia—. Supongo que al final no me salió tan bien el plan, con Yakov regañándome y Leroy fastidiando, fue imposible.

Tales confesiones sólo acrecentaron sus sospechas, Yuri y Leroy se conocían desde mucho tiempo atrás. ¿Qué clase de relación tenían? ¿Por qué de repente estaba tan interesado? No debía mostrar esa reciente curiosidad que Yuri y JJ despertaban en él, de lo contrario sería tachado como un enfermo extraño. Por lo mismo, optó por indagar otra parte de la confesión del rubio.

                —Entonces… ¿Ya te has presentado en un escenario?

                —Sí, tenía once años. Antes de la presentación, JJ lanzó una bomba de humo en mi camerino. Le pateé tanto el trasero que no se pudo sentar por días—bufó con diversión y malicia, aunque Otabek pudo notar un vacío en sus ojos—. Fue entretenido ver como consolaba su trasero, de pie, mientras yo bailaba para mis padres y mi abuelo.

                —Debió ser emocionante—comentó el otro con genuino gusto, aún si no lo expresó en sus palabras—. Lo que no entiendo es por qué no continuaste actuando en escenarios si ya lo habías hecho.

Fue como si el kazajo pisara sobre un campo minado y con tal pregunta hubiese dado con la bomba. Yuri arrugó el gesto y la frialdad de su mirada se intensificó. Ignoró su duda y volvió a practicar la rutina, Otabek confundido con tal reacción, optó por hacer lo mismo y ambos se vieron ensayando la secuencia de pasos que representaban al mismo tiempo. Otabek con seriedad y firmeza, Yuri con soltura e ingenuidad plasmada en sus pasos. Su talento era único, aún si sus sentimientos no concordaban con el personaje, Yuri era capaz de transmitirlos, pero de igual modo se dejaba desnudo al bailar, lo que hizo que Otabek lo notara después de tantos desvaríos y distracciones.

Yuri no estaba feliz, no lo era en absoluto. Todo lo que reflejaban sus pasos y su mirada era una profunda tristeza. Un vacío que carcomía incluso al más insensible espectador.

Ahora entendía por qué la obra de Lilia se llamaba “Ala rota” y tenía a Yuri como su protagonista.

****

Estaba demasiado nervioso, nunca debió dejar que sus impulsos ganaran. Bien, se enfadó con Phichit y sus padres, aquello era entendible, pero de ahí a ceder hablar con un completo desconocido que sólo le era vagamente familiar gracias a un ramalazo sencillo de memoria, no era precisamente la mejor idea que había tenido. Sintió la característica comezón en las muñecas y lejos de frenarse, bajó los vendajes para rascar las heridas. Esa era una de las principales razones por las que, a pesar de llevar dos meses desde que intentó hacer “aquello”, sus muñecas no sanaban. Siempre que estaba de nervios, angustiado o estresado, optaba por ceder a la comezón, abriendo las cortadas y evitando la cicatrización.

Maldición, se dijo enfadado y ansioso en partes iguales, si seguía así, no tardarían en arderle los brazos, ya lo estaba presintiendo. Gruñó enfadado consigo mismo y trató de pensar en una forma de salir de ese lío. Sí, le dijo a Victor Nikiforov que debían verse para hablar, las medidas drásticas debían ser tomadas, no estaba arrepentido de estar buscando las respuestas. Lo que le preocupaba era el hecho de confiar en un extravagante como Victor.

Lo había investigado en internet y la sorpresa fue inmensa. Un violinista prodigio ruso que comenzó su carrera desde los 8 años dando giras alrededor del mundo. Famoso por sus composiciones y muy popular entre hombres y mujeres por ser un “casanova” sin rumbo. ¿Exactamente cómo era que él, Yuuri Katsuki, un estudiante de violín promedio hubiese tenido contacto con una estrella como él? Era de las primeras cosas que deseaba investigar, pero le daba pánico lo que el ruso podría llegar a decirle. ¿Qué tan grave sería? ¿Qué tanto podría saber él?

Abrió un poco más la herida de su muñeca izquierda y casi podía jurar que ésta sangró.

                —Siento la tardanza, había muchísimo tráfico Yuuri—el astro del violín tomó asiento frente al asustado y tímido pelinegro antes de sonreírle con esa coquetería propia de su carácter—. Me complace por fin verte después de tanto tiempo. ¿Cuál es el motivo de este honor?

                —Deberías saberlo, después de todo tú fuiste quien me ofreció ayuda.

El mayor esbozó una sonrisa nerviosa mientras llamaba con su mano al mesero de tal cafetería. Sabía que no estaba frente al mismo Yuuri que conoció en un bar de forma extraña y sacada de una novela erótica, ese chico estaba apagado, no tenía preguntas, no le interesaba absolutamente nada. Durante su encuentro, fue él mismo quien condujo las cosas, los resultados obtenidos fueron los que él planeó y definitivamente quedó encantado, pero bien sabía que Yuuri no permitiría que se repitiera. ¿Por qué estaba ahí entonces? ¿Por qué se había ofrecido a algo así sin ser su asunto?

Oh claro, ese genuino interés que Yuuri había logrado en él, aunada a la fascinación.

                —Aquí estoy. ¿Qué es lo que quieres saber pecas?

                —No me llames así—puntualizó el joven cruzando los brazos y de reojo pudo darse cuenta que, en efecto, su muñeca izquierda sangraba, no era muy grave, pero sin duda nuevamente tendría que lavar las vendas a escondidas para evitar que a sus padres les diera un ataque.

                —¿Por qué el enfado? Apuesto que tienes muchas preguntas, lanza la bomba Yuuri, responderé dentro de mis posibilidades.

Bien, eso me agrada, al fin se acabaron los secretos, celebró en su cabeza y después de esperar a que Victor pidiera un machiatto caramelo para empezar, decidió que ser franco era su mejor carta.

                —De acuerdo, la primera y más importante. ¿De dónde nos conocemos? ¿Por qué sabes mi nombre?

Victor sonrió con perversión y algo dentro de la mente de Yuuri le dijo que la respuesta no iba a ser agradable. Pero ahí estaba y debía escuchar hasta el final, el ruso seriamente quería jugar un poco con su mente, sin embargo, no tenía nada que perder. Sus recuerdos eran un espejismo y nada estaba claro para él. Si no tengo un pasado… ¿Por qué sufrir por un presente?

                —Nos conocimos en un bar, una noche tranquila, fin de semana. Yo buscaba diversión de un rato, tú llegaste a la barra, te invité una copa, bebimos y después de mucho alcohol, fuimos a un hotel—encogió los hombros como si lo dicho fuese lo más normal del mundo, aún si Yuuri tenía las pupilas dilatadas y el ritmo cardiaco acelerado. Victor continuó—. Antes de que preguntes… sí… pasó lo que imaginas, después de todo, estábamos excitados y una cosa llevo a la otra… ya sabes…

                —Espera, espera, espera. ¿Me estás diciendo que tuvimos sexo? —indagó con tono agobiado y Victor asintió agregando un guiño—. Pero ambos somos hombres… y supuestamente tengo una novia. Oh por Dios, le fui infiel contigo, debe odiarme.

La preocupación de Yuuri le pareció graciosa. ¿Qué tanto le había dicho su familia? ¿De verdad tenía una novia? Apostaba a que no, algo le decía que aquello era un invento más para normalizar su vida, para evitar que los recuerdos le invadieran. ¿Hasta dónde eran capaces de llegar? Victor no conocía a Yuuri, eso era cierto, pero sin duda estaba seguro que no era heterosexual. Esa noche no había ocurrido por nada.

                —Relájate, no creo que ella lo sepa—decidió no contarle aún sus sospechas, entendía que era demasiado pronto—. Además… ¿Cómo iba yo a saberlo? Casi no hablamos mucho, todo fue más en la cama.

                —Basta—pidió avergonzado sacudiendo las manos mientras lo asimilaba—. Si realmente pasó algo entre nosotros y sólo era un momento de diversión… ¿Por qué parece que me conoces tanto? ¿Cómo me encontraste?

                —Bueno, es sencillo Yuuri. Lo nuestro sólo iba a ser una noche, pero digamos que no solo sé dónde vives y quién eres, también sé lo de tu intento de suicidio.

La sorpresa fue aún mayor. Entonces también sabía eso. Poco a poco las cosas cuadraban, era lógico que le hubiese ofrecido su ayuda, incluso si no eran cercanos, sabía más que un desconocido. La pregunta en cuestión era: ¿Por qué? En esta ocasión no se anduvo con rodeos.

                —¿Cómo lo sabes?

                —¿Cómo no saberlo si fui yo quien te llevó al hospital?—el jadeo de Yuuri se escuchó en toda la cafetería, Victor sonrió complacido con su reacción y sin esperar a que el pelinegro preguntara más, se lo explicó—. Las cosas fueron así, lo hicimos, te largaste al baño después alegando que necesitabas una ducha y cuando me di cuenta que tardabas demasiado, derribé la puerta encontrándome la gloriosa escena.

El recuerdo llegó a Victor como si aún lo estuviese viendo. La bañera ensangrentada, los frascos de pastillas regados, un Yuuri Katsuki inconsciente y él mismo maldiciendo a más no poder. ¿Por qué demonios había hecho eso? ¿Sabía acaso el problema en el que lo había metido? Tuvo que sacarlo del hotel, lo llevó a un hospital y ahí fue cuando conoció a Phichit Chulanont y a toda su corte celestial, quienes fueron claros.

“No te vuelvas a acercar a él” recordó la sentencia y Victor se vanaglorió de estar ahora frente al muchacho, ignorando todas esas órdenes. ¿Qué podía decir en su defensa? Era un amante del peligro y las causas rebeldes, además, desde que se había topado con Yuuri definitivamente nada había sido tan interesante. La fascinación y la curiosidad me van a llevar al abismo, se decía cada vez que recordaba a Yuuri Katsuki y el drama de su historia en la soledad de su habitación.

Por su parte, el muchacho protagonista de tales pensamientos sólo podía tronarse las manos. Apretó sus ojos con todas sus fuerzas tratando de recordar, en verdad queriendo que el destino le regalara, aunque fuese un poco de memoria. ¿Por qué cortó sus venas? ¿Por qué intoxicarse? ¿Por qué de todas las soluciones, su mente llegó a esa? Se mordió el labio frustrado consigo mismo, por más que lo intentaba no podía recordar. Qué patético debía resultarle a Victor Nikiforov, deseaba tanto desaparecer de la faz de la tierra y nunca volver, quizá de esa forma podría olvidar un poco la vergüenza de ser tan vulnerable.

Victor contempló el dilema interno del aspirante de los violines y tomando más atrevimientos de los considerados, tomó su mano entre la suya a través de la mesa, tal vez en un afán de calmar su ansiedad y desesperación.

                —Relájate, no te frustres de esa forma, ya podrás recordarlo—Yuuri le miró conmocionado con semejante acto de comprensión sin ningún tipo de doble intención y Victor guiñó un ojo—. No sé nada sobre ti Yuuri, no tengo idea de por qué lo hiciste, pero sin duda puedo ayudarte a descubrirlo. Es una promesa.

Y su voz fue tan sincera que a Yuuri le pareció ver casi a un héroe, dispuesto a enfrentar lo que fuese con tal de ayudarlo.

                —¿Por qué? No lo entiendo. ¿Por qué quieres ayudarme?

                —Porque me agradas y mereces las respuestas que buscas—resolvió de forma demasiado natural y agregó después de darle un sorbo a su machiatto caramelo mientras liberaba su mano—. Además, considero ridículo el utilizar el amor como una excusa para mentir.

Sin debatir nada ante tal respuesta, por primera vez Yuuri se relajó en presencia del ruso y esbozó una ligera sonrisa que cualquiera podría incluso tachar de maliciosa.

                —Sí que tienes una fijación conmigo.

Ante aquella burla, Victor lanzó una carcajada que hizo armonía con la risa de Yuuri. Eran emociones diferentes, facetas nuevas de Yuuri Katsuki, situaciones que ansiaba como un loco repetir, aunque no comprendía el motivo.

                —No negaré lo obvio, de igual forma tú también tendrías una fijación por el chico con el cual tuviste sexo y después casi se te muere en la bañera de un hotel—un “touche” fue expresado con la mirada y Yuuri se avergonzó dispuesto a hacer las cosas de forma correcta.

                —Gracias, en realidad te debo la vida, sin ti seguramente estaría dos metros bajo tierra. Eres como un salvador venido desde lo más extraño.

                —Cortesía del maravilloso destino—ironizó Victor haciendo ademanes—. Oh dulce pecas, cada vez estoy más convencido de lo adorable que eres.

La mala mirada de Yuuri le dijo que en verdad debía considerar el ya no llamarle de esa forma o de lo contrario lo pagaría. Tentado a arriesgarse, Victor terminó su bebida mientras Yuuri contemplaba la carta del restaurante, después de todo, tenían mucho por planear y al parecer en esa ocasión el pelinegro le acompañaría toda la tarde. Glorioso, toda una tarde para mí solo Yuuri, celebró con una sonrisa cómplice para sí mismo.

Esperaba no estarse equivocando al meterse en un asunto que no era de su incumbencia, aunque quizá sus limitaciones eran infundadas, después de todo… ¿Qué tan malo podría ser entrar en la vida de Yuuri de esa forma?

Oh ingenuo Victor Nikiforov…

****

                —Déjame entender entonces esto. Conociste y te acostaste con un extraño el mismo día que intentaste suicidarte—razonó Yuri mientras hojeaba una de las revistas en las que JJ participaba como modelo.

                —Sabes… suena bastante horrible cuando lo dices de esa forma—respondió Yuuri en verdad avergonzado.

Ahora Yuri Plisetksky era todo lo que le quedaba de un amigo cercano, no podía contarle a nadie su encuentro con Victor y mucho menos la forma en la que se habían conocido. Ciertamente, era una nueva pista y le entusiasmaba como nunca admitiría el hecho de al fin estar avanzando con sus dudas, aunque fuesen pasos pequeños, pero ahí estaban.

                —Debió ser muy malo en el sexo como para que decidieras quitarte la vida después de hacerlo con él—se burló un muy maquillado JJ acercándose a los sillones en donde ambos Yuri’s le esperaban.

Yuri adolescente giró los ojos acostumbrado a la estupidez de su amigo y Yuuri Katsuki enrojeció aún más. Al parecer a JJ no le importaba estar en un estudio de fotografía en el cual posaría para la revista deportiva que patrocinaba su estancia en ese país. No, para él seguramente no era vergonzoso que medio mundo se enterara de sus dilemas existenciales. Pero para mí sí, reclamó en su mente y Yuri decidió espantar al idiota antes de que arruinara la poca confianza que se había creado entre ambos muchachos.

                —Te llaman JJ, creo que te hizo falta un retoque… en el cerebro.

                —Muy gracioso Hada Rusa—contratacó el canadiense antes de retirarse con su toque triunfante, una caricia en la cabellera de Yuri y el ceño fruncido de éste ante tal trato.

¿Cuántas veces te debo exigir que no hagas eso? Si no le mostró el dedo de en medio fue únicamente por respeto al estudio fotográfico y su arte. Yuuri sonrió enternecido con la complicidad que había entre JJ y Yuri, quizá debía dejar de hablar sobre sí mismo y corroborar cómo seguía su amigo. Yuri no era de piedra.

                —¿Y entonces? ¿Cómo vas?—preguntó en verdad nervioso y el adolescente enarcó una ceja evadiendo el tema.

                —Hablábamos de ti, el día que te quiera contar cómo lloro todas las noches en la regadera hasta que el agua se va, entonces ese día lo haremos—ante el gesto preocupado del mayor, Yuri giró los ojos antes de explicarse—. Es una broma, idiota. No he tenido un episodio en un buen tiempo, quizá se lo debo a la estúpida terapia, a que estoy derramando sangre en las prácticas, al nuevo amigo que hice o que JJ jode a cada rato.

                —Sea cual sea la razón, estoy contento por ti—celebró Yuuri en verdad agradecido con la vida que al fin le empezaba a sonreír a su amigo.

Fingiendo no escuchar la conversación y posando para las fotografías, JJ no pudo evitar reparar en lo que Yuri había mencionado. Nada que ver con la mejora en su terapia, las prácticas o sus quejas sobre él mismo. Lo que llamó su atención fue la frase brillante “El nuevo amigo que hice”. ¿En qué momento aquello había ocurrido? No era que le molestara el hecho, al contrario, eso significaba que Yuri poco a poco creaba lazos una vez más. El problema radicaba en saber quién era y dejarle en claro que, si iba a tomar el riesgo de entrar en la vida de Yuri, debía hacerlo con todas las de la ley. Sin dudas, sin arrepentimientos y con completa sinceridad.

Quizá deba entrometerme un poco, llegó a tal conclusión, esperando que el rubio nunca lo supiera.

                —No me cambies el tema. ¿De verdad vas a aliarte con ese Don Juan?—interrumpió sus malignos pensamientos la pregunta de Yuri y JJ decidió volver a concentrarse en su modelaje.

                —Es la mejor opción que tengo, por no decir la única. Además, una vez de cerca, Victor es bastante agradable y me va a ayudar desinteresadamente. ¿Qué más puedo pedir?

                —No caer por él, es lo único que te exijo. Para mí que ese tipo sólo quiere volver a tener sexo contigo y va a utilizar tus más grandes deseos para lograrlo.

Aquello logró desanimarlo un poco. ¿Y si Yuri tenía razón? Lo que decía tenía sentido, Victor probablemente buscaba repetir lo ocurrido en esa noche difusa y de perdidos recuerdos. No le agradó llegar a esa conclusión, le había emocionado demasiado la idea de poder resolver sus misterios, incluso habían acordado volverse a ver en la misma cafetería al día siguiente, pues según Victor, le tenía preparada una sorpresa que le haría feliz, además de ayudarles demasiado.

                —Quizá tengas razón, pero debo correr el riesgo—aseveró finalmente el pelinegro con cierta tristeza, pero sin perder la fe—. Haré lo que sea con tal de acabar con este sendero de mentiras que todos a mi alrededor han creado.

Fueron palabras simples, pero cargadas de un fuerte significado que logró, por un instante, hacerle sentir orgulloso de sí mismo. Yuri sonrió con satisfacción ante las resoluciones del cerdo, por fin dejaría la zona de confort. Había mucho en juego ciertamente, pero confiaba en que su amigo estaría bien. Era más resistente y capaz de lo que jamás admitiría, lo cual ya suponía una ventaja.

Tú puedes cerdo, acaba con todo y sé libre, su consejo no fue pronunciado con palabras, pero la mirada de Yuri logró que el mayor se sintiera seguro. No había marcha atrás ahora, con todo y los miedos, ayudado por un extravagante y con el apoyo de un ex-depresivo que tenía a un narcisista en el paquete, Yuuri llegaría a la verdad.

Aún si ésta era más dolorosa que la dulce mentira creada para él.

****

Su apartamento tenía una vista espectacular, le ayudaba en las noches de inspiración. En ocasiones, vivir en el último piso tenía sus ventajas, la más importante era poseer una zote huela donde podía ensayar con su violín todo el tiempo que quisiera. No era un haragán que se dedicaba a perseguir a Yuuri Katsuki, también tenía un trabajo y era demasiado demandante, después de todo, pertenecer a una de las orquestas sinfónicas más importantes del mundo de la música, era todo un honor que requería disciplina y dedicación.

Victor dio un suspiro mientras miraba por el balcón las luces de la ciudad, vería a Yuuri al día siguiente y estaba esperando ansioso el suceso ya que, le daría algo que no creyó de utilidad hasta que analizó la situación. Era toda una joya y sin duda le ayudaría a ganar puntos con el novato violinista. Sería encantador verte tocar el violín por una vez en mi vida, meditó y justo entonces su teléfono celular sonó.

Al contemplar el identificador, la sonrisa de Victor se intensificó mientras tomaba la llamada al instante.

                —¿Cómo está mi picaflor favorito?—preguntó la voz al otro lado de la línea.

                —Chris… es asombroso saber de ti. Ahora estás en Suiza… ¿Cierto?

                —Viaje de placer, ya me conoces—el amigo de Victor utilizó un tono despreocupado, lo que generó simpatía en el ruso.

Christophe Giancometti era un patinador artístico muy popular en todos los sentidos. Lo había conocido en una noche de juerga y alcohol en donde estuvieron a punto de liarse, de no ser quizá por lo ahogado de borracho que estaba Victor. A raíz de esa salida fallida, se volvieron los mejores amigos, Chris sabía todo sobre Victor y viceversa, por lo mismo, para el suizo no era un secreto la reciente obsesión que su amigo el violinista había desarrollado.

                —Eres en verdad horrible, apenas vi una de tus presentaciones en el mundial de Rusia, casi humillas a mis compatriotas—le regañó Victor con severidad fingida y Chris se carcajeó satisfecho de ese cumplido.

                —Estoy seguro Victor que, de haberte dedicado al patinaje, me habrías hecho pedazos.

Asintió de acuerdo a pesar de que no podía verlo y se enfrascaron en una conversación banal acerca de sus planes, proyectos, cuándo se volverían a ver y las posibles visitas que debían hacerse. Queriéndolo y a la vez no, poco a poco se fueron acercando al tema delicado, por lo mismo Chris decidió ser directo y esperar a que Victor no le mintiera.

                —Y bien… ¿Cómo vas con tu obsesión extraña? ¿Ya sabes algo de tu “pecas”?

El escuchar su apodo provocó que la sonrisa en su rostro se ensanchara y mientras se levantaba del sofá para dar de vueltas alrededor de su sala de estar, Victor procedió a contarle todo el drama de Yuuri Katsuki. Conforme escuchaba, Chris se convencía de lo obvio, aunque hubiese deseado con su alma salvar a su amigo, ya era tarde. Estaba atrapado en las redes del entusiasmo y el primer amor. Idiota, se burló con resignación.

                —¿Lo puedes creer Chris? Yuuri está amnésico, no recuerda nada de lo que ocurrió entre nosotros, aquello me habría deprimido de no ser por el hecho de que ahora tengo más oportunidades.

                —Oh claro, porque le inventaste esa tontería de que habían tenido sexo. Maldito mentiroso. ¿Cómo puedes engañar a un desmemoriado tan dulce?—dramatizó Chris y Victor se lanzó a su cama como si estuviese flotando mientras replicaba con sarcasmo.

                —No le mentí, lo único que no aclaré fue el hecho de que no hubo penetración alguna. Discúlpame por creer que, por masturbarnos el uno al otro, ya tuvimos sexo, se me olvidó que sólo cuenta cuando te la meten.

En lugar de indignarse como debió, Chris lanzó una risa sardónica que bien se pudo haber oído hasta Detroit, sin necesidad de un teléfono. Estaba loco, Yuuri lo mataría en cuanto recordara todo, pues se daría cuenta de lo mucho que estaba aprovechándose su amigo de su amnesia.

                —Todo lo que quieres es tirártelo y no estarás satisfecho hasta lograrlo. ¿Verdad? Bastardo pervertido. ¿Hasta dónde eres capaz de llegar por caliente?

                —No, no, no me malinterpretes—rebatió al instante Victor inventando formas en su techo—. Es verdad que me encantaría una sesión de sexo con “Pecas”, no lo niego, pero no es sólo eso, realmente quiero ayudarlo. Creo que me gusta más de lo que pensaba, el Yuuri con el que he platicado es completamente diferente al que conocí hace dos meses. ¿Sabías que es un violinista novato? Es el destino, realmente cada cosa nueva que descubro de él me fascina en demasía.

Ya lo sabía, ironizó Chris sin decirlo realmente. Él fue quien tuvo que soportar sus parloteos sobre Yuuri Katsuki cuando le conoció en ese bar, cuando lo llevó al hospital y cuando se quejó lleno de indignación por las amenazas de sus conocidos. Aguantó las múltiples llamadas del ruso quejándose de que Yuuri no le llamaba para salir de nuevo y también tuvo que ponerle freno cuando comenzó a buscarlo como un desesperado. Una vez que dio con él, Chris le sugirió que fuese prudente, quizá había algo más, una razón por la que Yuuri se había desaparecido de su vida en todo ese tiempo y sin una respuesta. Bien, ahora la tenían, sabían que era por una amnesia producto de ese coma inducido.

                —¿Es real lo que escucho? ¿Victor Nikiforov al fin se ha enamorado?

La carcajada del aludido fue la confirmación de sus teorías. Idiota enamorado y de paso necio. Sabía que lo negaría, por lo mismo ni siquiera lo presionó, las cosas caen por su propio peso, bien dicen por ahí.

                —Tranquilízate, tampoco es para tanto, sólo me atrae un poco. No ha nacido la persona que doblegue y vuelva estúpido a este buen partido.

                —Si tú lo dices, yo sólo me sentaré y esperaré la llamada en la que me invites a tu boda con el desmemoriado “Pecas”.

                —Tendrás asiento en primera fila—se burló Victor dejando al aire todas las advertencias.

Era un disparate, realmente no conocía a Yuuri tanto como para caer embobado por él, además, sabía que esta ayuda hacia sus secretos duraría poco y estaba bien. No busco quedarme para siempre, se aseguró a sí mismo, mientras sonreía al techo como un imbécil enamorado.

Oh dulce amor que ni siquiera anuncias cuando llegas.

Notas finales:

Ese Victor ligón, la va a padecer cuando Yuuri recuerde jaja pero ante todo es un caballero (sí claro)

¿Qué les pareció el capítulo?

Espero que haya sido de su agrado y deseen regalarme su opinión, nuevas teorías y saber exactamente qué pasó con Yuuri (y qué tiene que ver Minami en todo esto)

Sin más les dejo, nos estamos viendo ;) 

 

Bye bye :3 <3


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