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Mi niño pequeño, inocente hombre-lobo por Shinjimasu

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-Hideki ¡Apresúrate!- exclamó Heroine tomándome del brazo con fuerza.

-Trato de ir lo más rápido que puedo- sonreí mientras sentía pequeñas gotitas de lluvia cayendo sobre mi rostro –Si no te hubieras puesto esos tacones, llegaríamos más pronto. Te podrías romper una pierna-

-Muy gracioso- se quejó –¡Es tu culpa por no haber venido en la camioneta!-

-Debes hacer más ejercicio, cariño- reí.

Aquella noche habíamos ido a cenar para festejar nuestro primer aniversario como pareja, pero la lluvia de temporada nos sorprendió justo a la mitad del camino de regreso a casa y solo nos protegíamos con el pequeño paraguas que tuve a bien traer con nosotros por si acaso.

Caminamos entre las calles alumbradas solo por las lámparas públicas hasta llegar al departamento, pero una silueta poco común en una noche como esa me distrajo.

-¿Qué haces?- preguntó molesta cuando me detuve -¡Vamos, me estoy congelando!-

-Espera Heroine, creo que hay alguien ahí-

-¿Y eso qué? Será un indigente ¡Vámonos ya!-

-Espera- dije mientras le daba el paraguas y cruzaba a la acera opuesta, acercándome al pequeño bulto que se ocultaba junto a un buzón de correo.

-¿Hola?- llamé mientras me acercaba –Hey…-

Entonces se movió. Al principio creí que se trataba de un animalillo cualquiera, pero para mi sorpresa resultó ser un niño pequeño cubierto por lo que parecía ser una enorme bolsa de plástico negra que ocultaba todo su cuerpo. Me miró entonces; nunca olvidaré esa expresión en su rostro.

-Hola…- le sonreí mientras trataba de cubrirnos con mi gabardina.

-Hola- respondió con su débil voz.

-¡Hideki! ¡Vámonos ya!- me gritó Heroine desde el otro lado.

-Espera un momento- le dije, volviendo la mirada al pequeño –No deberías estar aquí solo ¿Cómo te llamas?-

Él me miró  con cierto temor –Shin…- contestó.

Sonreí -Hace demasiado frío y está muy oscuro como para que estés aquí solo-

Él no me respondió, lo cual era entendible al ser yo un perfecto extraño. Sin embargo no podía negar que no tuviera razón: parecía estar protegido por nada más que esa bolsa y su ropa empapada.

-¡Hideki! ¿Qué demonios haces?- me llamó Heroine al llegar a mi lado, asustando al chico frente a mí -¿Quién es?-

-Shin- respondí mientras me quitaba mi gabardina.

-¿Shin? Espera ¿Pero qué haces?-

-Lo cubro del frío- le dije mientras envolvía al pequeño en ella y retiraba la bolsa negra que llegó a salpicarme los zapatos.

-¿Acaso estás loco? ¡Es un lobo!-

Entonces fue cuando lo miré con detenimiento. Era cierto, había un par de pequeñas orejas en su cabeza y su despeinada cola se movía por debajo de la gabardina. Entonces dudé.

En la ciudad existía una mermada población de hombres-lobo. Había una serie de leyendas que trataban de justificar su origen, pero nadie se había interesado en descubrir la verdad. A fin de cuentas ellos eran los renegados, los que no valían la pena. Pasaban desapercibidos porque físicamente parecían humanos. Los adultos eran capaces de ocultar su cola y orejas a voluntad, pero los niños no poseían esa habilidad tan necesaria; por ello no era raro verlos deambulando las calles, abandonados por sus propias familias y dejados a su suerte.

Tan lamentable…

-Sí, sé lo que es- respondí cargándolo –Solo es un pequeño que está asustado-

Lo abracé contra mi cuerpo y miré a Heroine –Vamos a casa-

-Estás loco- se quejó mientras se daba la vuelta.

-No, no lo estoy- contesté siguiéndola. Ella no me dirigió la palabra en todo el camino y no paramos hasta llegar a casa.

Heroine se encerró en la habitación y yo me contenté con llegar a la de huéspedes. Entendí la molestia de Heroine conmigo, pero no podía ignorar mis principios. Me dediqué a preparar una tina con agua caliente para el chico y acoplé el baño, metiendo los hasta ahora inservibles juguetes de goma con forma de animales que había comprado por impulso en un venta de bazar, en la bañera. Él parecía asustado en un principio, y se aferraba a mí para sentirse seguro (o al menos esa impresión me daba) aunque realmente no podía esperar otra reacción de su parte. Retiré su ropa con cuidado para que no fuera a pensar que quería hacerle daño y comencé a bañarlo.

-No te preocupes, todo está bien- le dije –Que no te asuste Heroine, ella es así-

Shin no dijo nada, apenas se distraía con las figuras coloridas flotando en el agua.

Él en verdad era pequeño y delgado, tenía la apariencia de un niño de seis años y un par de pequeños colmillos. Su cabello era de un tono negro azuloso, tenía un par de orejas sobre su cabeza (mismas que tuve cuidado de proteger para que no entrara jabón en ellas) y sus ojos eran de un peculiar tono violeta, de piel clara y suave; parecía estar asustado, por lo que traté de seguir con la conversación para que se sintiera mejor.

-Después de esto te vendría bien algo de alimento. Parece que estás hambriento- le dije -¿Qué prefieres comer? Puedo prepararte cualquier cosa deliciosa que quieras y…-

-¿Pan tostado?- preguntó de pronto.

-Sobre todo pan tostado- sonreí por haber logrado hacerlo hablar un poco –Se puede acompañar con muchas cosas, puedo hacerlo dulce o salado ¿Te gustaría comer eso en la cena?-

Él asintió con pena.

-Bien, entonces dejaré que te vistas mientras lo preparo ¿De acuerdo?- le dije mientras me levantaba y colocaba unas prendas sobre un pequeño mueble para que se vistiera.

-Esa no es mi ropa-

-Lo sé- sonreí –La que traías estaba muy vieja y sucia, así que encontré ésta para que puedas usarla. Era mía de cuando era niño, espero no te moleste-

Me miró un poco confundido –Gracias-

-Te esperaré abajo- le dije antes de salir.

Era increíble como un niño tan pequeño como él podía estar solo en la calle y con tan poco para taparse, incluso parecía como si alguien se asegurara de que él muriera en esas condiciones. Fue entonces cuando pensé, en verdad había personas así que solo se limitan a sentir lástima por criaturas que necesitan ayuda, pero solo eso, no se molestan en tratar de apoyarlos, de darles algo que saben que necesitan… es por eso que la sociedad esta tan jodida.

-¿Qué pretendes?- me preguntó Heroine cuando entré a la cocina. Ya se había cambiado de ropa y la expresión en su rostro era la misma que ponía en sus peores días.

-Preparar la cena, supongo. El niño no ha comido-

-No me refiero a eso- dijo recargándose en el marco de la puerta –¿Cuánto tiempo más fingirás ser un buen samaritano?-

-Heroine, tú misma viste como estaba allá afuera, no podía dejarlo solo así- le dije mientras comenzaba a sacar un poco de pan para ponerlo en la tostadora –Moriría si lo hubiéramos dejado-

-Ese no hubiera sido problema tuyo-

-Lo hubiera sido porque yo lo vi y no hice nada para solucionarlo. Con sentir lástima no se arreglan las cosas-

-¿Y qué si está enfermo? ¿Acaso no te das cuenta? Ni siquiera puede ocultar esas orejas y esa cola. Debe tener alguna infección-

-No puede hacerlo porque aún es un niño. Lo llevaré con un doctor para que lo revise-

-¿Y si tiene algo contagioso?-

-Si lo fuera, ya estaríamos infectados… los dos- me burlé.

-¿No te preocupa que quiera robar algo?-

-Por favor Heroine, escucha lo que dices, es un niño. No creo que quiera robar algo- contesté sacando el pan –Además no tenemos nada de valor-

-¿Nada? No seas modesto, este departamento tiene más valor que todas las casas de la cuadra juntas-

-Aun así no hay nada que realmente tenga un valor sentimental para mí-

-Creo que en verdad estás perdiendo la cordura-

-¿Y lo dice la que quería dejar a un niño asustado en medio de la lluvia? Tienes razón, debería ir con un psiquiátrico-

-Gracioso…- me reprochó molesta sin quitarme la vista de encima -¿Y qué? ¿Pretendes alimentarlo y vestirlo por siempre? ¿Lo llevarás a la escuela? ¿Harás que encuentre un trabajo? ¿Lo integrarás a la sociedad?-

Todas sus cuestiones me hicieron ponerme a pensar un momento. Por supuesto que no había considerado en lo que iba más allá de solo haberlo protegido del frío y alimentarlo con pan tostado esa noche. Pero aun considerándolo, no dejaría a Heroine arruinarme la noche.

-¿Y por qué no? Sería como si fuera mi hijo-

-¿Tú hijo? ¡Qué tontería más grande! Un lobo no puede aspirar a ser más que una mascota-

Aquello me irritó -Escucha Heroine, Shin no es una mascota, por lo que te voy a pedir que no lo trates como si lo fuera ¿De acuerdo?-

-Haz lo que quieras entonces- me respondió dándose la vuelta, topándose con Shin en las escaleras.

No tenía ni idea de en qué momento había aparecido, pero ahí estaba, de pie frente a Heroine, quien lo miraba sin decir nada. Parecía estar asustado, pero no mostraba intenciones de escapar. Ella suspiró molesta y se pasó de largo.

-Ven Shin- lo llamé mientras colocaba la cena sobre la mesa dentro de la cocina. Lo cargué y senté –Espero te guste-

Le había preparado algo realmente muy simple, apenas unas rebanadas de pan tostado con miel y algo de fruta fresca picada, pero él parecía estar en verdad fascinado.

-¿Te gusta?- pregunté al verlo devorar todo casi de inmediato.

-¡Es muy sabroso!- exclamó feliz.

-Me alegra- sonreí satisfecho, pero las palabras de Heroine no me permitieron quedarme tranquilo. Sabía que era mal momento para hablarlo, pero tampoco quería meterme en problemas por precipitarme sin medir consecuencias –Escucha, Shin, no quiero que me mal entiendas y si no me explico por favor dímelo, pero… ¿Tú tienes algún lugar en donde vivir? ¿Alguien que te cuide?-

Él me miró. Tenía unas migas en su mejilla –Vivo en la caja-

-¿La caja?-

-Cerca del barrio sur… mi papá me dijo que me quedara ahí-

-¿Tu padre te cuida?- pregunté.

-Algo así… hace muchos días que no lo veo-

Eso ya no me estaba agradando. De por sí ese barrio era de mala muerte, parecía más un basurero -¿Hace cuánto tiempo no lo ves?-

-No sé- respondió con calma –Han pasado muchos días-

En ese momento me di cuenta que era tonto pedirle un dato como ese, pero no dejaba de pensar en que seguramente lo habían abandonado.

-Shin, dime ¿Qué hacías oculto en esos botes de basura? Dices vivir en el barrio sur, eso está muy lejos de aquí-

-Buscaba a mi papá- dijo agachando sus orejas –Él... me dijo que lo esperara, pero…-

-Pero han pasado muchos días desde eso ¿Verdad?-

Shin asintió, haciéndome sentir realmente muy mal en ese momento. No podía imaginarme a ese pequeño niño esperando a que alguien regresara por él después de tanto tiempo…ahora menos que nunca podría dejarlo ir ¿Pero cómo convencerlo para quedarse conmigo si aún tenía la esperanza de encontrarse con su desaparecido padre?

-Yo ya tengo que irme- dijo de pronto bajando de la silla, tomándome por sorpresa.

-Ah, Shin, espera, no puedes irte ahora, aún sigue lloviendo- lo detuve –Yo… ah, quiero preguntarte si tú quieres… quieres quedarte aquí a…-

–No puedo- respondió en un tono triste.

-¿Por qué no?-

-Porque no es correcto que un hombre lobo esté con humanos-

Al escuchar esas palabras me inquieté -¿Quién te dijo eso?-

Se quedó en silencio unos segundos –Las personas…-

Entonces lo entendí mejor -Shin, escucha, eso es algo que las demás personas piensan, por supuesto no todas. Yo no pienso eso, yo pienso que cada quien debe estar al lado de quien quiera, con quien se sienta feliz, y nadie tiene derecho a interferir en asuntos ajenos. Si tú quieres algo debes hacer que se cumpla, porque lo que en verdad importa es que estés bien- le dije con las palabras más simples para darme a entenderme –¿Tú crees que estarás feliz esperando a tu papá en la calle? ¿Crees que él volverá pronto?-

Sus ojos se llenaron de lágrimas, haciéndome sentir culpable por ser tan duro con él -No voy a obligarte a nada- le dije, pero entonces pensé que no sería buena idea seguir molestándolo con cosas como esa, después de todo debía estar cansado y yo comenzaba a actuar como un completo idiota –Escucha ¿Por qué no mejor descansas un poco? Ha sido un día duro y necesitas dormir-

El pequeño en verdad parecía inseguro sobre sus deseos, quizá porque aún tenía la esperanza de que su padre en verdad fuera por él o quizá porque yo seguía siendo un completo extraño. Entendí entonces que no debería apresurarlo.

Terminó de cenar mientras yo preparaba una pequeña cama improvisada en el sofá y una vez de vuelta a la cocina, lo llevé hasta la sala.

-Si necesitas ir al baño, sabes que está subiendo las escaleras y si tienes hambre, te dejaré algo en la silla para que puedas tomarlo ¿De acuerdo? Aun así, si necesitas cualquier cosa solo tienes que llamarme y…- tuve que callarme al sentirlo asirse a mi pierna con fuerza -¿Shin?-

-¿Puedo esperar aquí?- susurró con pena.

-Puedes esperar aquí… todo el tiempo que quieras- respondí aliviado acariciando su cabeza.

Curiosamente me sentía muy feliz con esa respuesta.


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