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Notas del fanfic:

Otra historia corta y empalagosa XD

Notas del capitulo:

No pregunten sólo gózenlo XD

 

 

El viento era fuerte y removía sus cabellos con constancia, pero no se fijaba mucho en su propia persona sino en quien estaba a su lado. Las rojizas hebras de Enma revoloteaban sin reparo, revolviéndose un poco, dando un espectáculo curioso mientras cruzaban aquellas calles hasta el departamento del menor de ellos

 

 

—Estás temblando — Skull miraba sin interés el trayecto que faltaba por caminar — te dije que te colocaras algo más abrigado para salir

—No fue mi intensión — se abrazaba a sí mismo para tratar de ganar un poquito de calor. Sólo llevaba una sudadera delgada encima, el clima estaba un poco opaco y la brisa fría no ayudaba demasiado, así que inevitablemente parecía gelatina — salí de apuro

—Toma — No dijo más antes de lanzarle su chaqueta al más pequeño. Su prenda cayó encima de la cabellera rojiza y él sonrió divertido

—Gracias — suspiró mientras, sin quejarse, se la colocaba con rapidez, sintiendo casi al instante el calor del ajeno que estaba impregnada en la prenda — pero me dolió — con sus dedos tocó su nariz levemente rojiza, uno de los adornos metálicos de esa cosa lo golpeó

—Ugh — Skull se tensó al ver la mueca de dolor de Enma y sólo una palabra se le vino a la mente: “culpa” — yo… — nunca se fijaba en lo grosero que actuaba ocasionalmente, así que debía reivindicarse, pero ¿cómo?

—Skull… tu perfume me gusta — sonrió suavemente mientras elevaba un poco aquella chaqueta y la olfateaba

—¡Enma! — hundiéndose en sus pensamientos indagó una solución para su culpa y se le ocurrió algo bastante sencillo. Aunque tal vez levantó demasiado la voz porque el mencionado dio un saltito

—¿Sí? — lo miró un poco extrañado, tal vez dijo algo raro

—¡Yo! … — Era tan difícil disculparse, pero tenía que hacerlo. Deslizó sus dedos por la mejilla del pelirrojo y se acercó hasta que podía perderse en esos bonitos ojos rojizos y brillantes — yo… — pero perdió el valor y simplemente posó un beso en la nariz respingada de Enma

—… — el pelirrojo se quedó un poco impactado por aquel acto gentil y sin poderlo evitarlo sonrió con dulzura, sintiendo sus mejillas acalorarse — estoy bien

—Hay que apurarse — ¿se podía contagiar un sonrojo? Al parecer sí porque apenas vio a Enma así, sintió su propia vergüenza subir. Sin poder evitarlo tuvo que alejarse dos pasos para disimular un poco su cara color de tomate. Proteger su orgullo era importante

—Está bien — rió bajito por la reacción de aquel muchacho de cabello e iris lila, el cual podía ser muy tierno cuando quería

 

 

¿Cómo terminaron así? Skull recordaba a la perfección el cómo conquistó al pelirrojo usando solamente su fantástica humanidad. Nadie se podría resistir a su belleza, porte, garbo y bondad… Enma lo recuerda diferente, pero siempre es divertido escuchar a Skull presumir sobre su primer encuentro. No fue raro, pero tampoco fue normal. Ambos se habían visto mientras hacían la fila para comprar unas entradas para el cine, cada uno iba con un grupo de amigos, pero tenían algo en común: la elección. Una película de terror. Y claro, todos “acordaron” que sería divertido verla con amigos, para no tener miedo.

Mala elección, tal vez.

Su primer encuentro fue en esa fila, donde estaban con su propio grupo pero que, en un momento dado, y atraídos por un perfume especial, se giraron al mismo tiempo y cruzaron miradas. No dijeron nada, obviamente cada uno sintió una atmósfera un poco inapropiada como para siquiera darse una sonrisa; para ser específicos: estaban en grupos diferentes, sus amigos se burlarían sin piedad o harían otra barbarie de la que ni Skull ni Enma querían participar. La segunda mirada se dio en la fila donde debían comprar las palomitas, gaseosas y golosinas, parecía coincidencia que la misma situación se diera. Un aroma atrayente, un giro y una mirada, pero en esa ocasión, al reconocer al contrario sonrieron en correspondencia aun sin decir nada.

El uno era alfa, en su bastante peleonero, extravagante, gritón grupo de alfas y betas. El otro era un omega en su grupo de explosivos, tétricos y alborotadores amigos de las tres clases, alfa, beta y omegas. Nada raro, tal vez solamente por un detalle y es que llamaban demasiado la atención debido a la culpa ajena, y por ese mismo motivo se sentían algo incómodos como para que el uno hablara con el otro por cualquier cosa, incluso para preguntar la hora.

La tercera y definitiva coincidencia fue en la sala donde se proyectaría la dichosa película. Una fila entera dispuesta para alrededor de veinte personas, en las cuales dos grupos bastante especiales se encontraron de frente, como si estuvieran siendo empujados a toparse cuantas veces fueran necesarias ese día hasta que alguno pronunciara algo. Y en medio, justo en los puestos número 10 y 11 estaban ese par. Un pelirrojo que usaba una bandita en su nariz debido a un accidente menor en esa mañana al salir de su hogar, y el otro, un muchacho extravagante de cabello lila que estrenada una nueva perforación en su ceja izquierda. No pudieron evitar mirarse y sonreír justo antes de que se unieran a la plática de su respectivo grupo alborotador que exigía un susto bien dado.

Algunos dicen que una película de terror se convierte en una comedia cuando estás con amigos… pero en esa ocasión… no pasó. Cada imagen era interesante, de tal forma que todos estaban callados, expectantes por cada escena, saltando cuando algo aparecía de repente o un grito los sorprendía, incluso dejaron de comer las palomitas y snack y se quedaron embobados por la historia… hasta que… ¡una cara deformada apareció en toda la pantalla mientras un grito resonaba por los parlantes! Todos gritaron por el susto, algunos se mordieron el labio para no perder su porte de “valiente”, pero al final todos se asustaron

Ellos dos no fueron la excepción. El uno recogió sus piernas hasta que sus rodillas pegaron a su pecho y agarró lo que tenía más cerca. El otro se espantó tanto que derramó sus palomitas y en vez de su paquete agarró lo que pudo. Después del susto todos volvían a su posición original, soltando un par de risas nerviosas, emitiendo un «no dio tanto miedo» para disimular, y ahí fue que dos pares de ojos se encontraron. Sus manos sujetas fuertemente, las unas más pequeñas que las otras, el uno más alto que el otro, el uno un omega y el otro un alfa. Sintieron una corriente extraña surcarles toda la piel de su cuerpo y a pesar de eso no dejaron de mirarse

 

 

—Ah… yo… yo lo siento — el más joven –después descubrirían que por cinco años de diferencia–, habló primero, sonrojándose hasta las orejas, devolviendo sus piernas al suelo y no sobre el asiento

—No… no te preocupes — susurró quedito para que sólo la persona que interesaba, lo escuchara — fue sólo un… poco impactante — el de cabellos lilas rió bajito mientras soltaba la mano que tenía entre las suyas — me refiero a la película

—Lo fue — sonrió antes de volver a mirar la pantalla

—Hum… puedo sostener tu mano si quieres — Skull no supo por qué dijo eso mientras ofrecía su mano, pero tampoco le importó mucho cuando el otro aceptó el gesto

—Aún queda una hora de esta tortura — Enma se encogió un poco mientras sentía como el desconocido entrelazaba sus manos — te lo agradezco

 

 

Un sentimiento de calma, paz, una distracción, porque en el resto de la función pasaron más centrados en el contrario que en la pantalla, aunque reían cuando todos saltaban y ellos también lo hacían. La oscuridad de la sala fue su cómplice, sus miradas las causantes de sus repentinas vergüenzas, la película su excusa para tomarse de las manos y así empezó todo. Hablaron un poco al final, se reencontraron después de despedirse de su propio grupo pues ambos retornaron sobre sus propios pasos para, tal vez, tener la oportunidad de un “casual” encuentro, y platicaron un par de horas mientras caminaban por las calles levemente concurridas. El mayor acompañó al jovencito hasta la estación, sonrieron como idiotas cuando se iban a despedir y antes de dejar de verse, intercambiaron números para platicar virtualmente.

Actualmente estaban cursando su segundo año de relación estable, cordial, divertida, tal vez llena de citas extrañas que terminaban cuando uno de ellos debía volver a la realidad. Tuvieron muchos tropiezos ocasionales, pero finalmente ahí estaban: cocinando en la casa de Enma, riéndose porque alguno dijo una tontería, teniendo un tranquilo sábado de descanso. Pero claramente algo estaba cambiando entre ellos dos. Skull lo notó desde hace dos días, dos raros días en donde perdió alguna cosa de su pertenencia y donde el aroma de Enma era mucho más dulce de lo normal

Extraño.

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Otra historia cursi, pero de una pareja crack… creo… pero a mí me gusta, los shipeo con fuerza XD

Besos para todos~

Mañana subo la otra parte~

 


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