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Cicatrices por Yahaira998

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Notas del capitulo:

Es sólo el comienzo, no pienso tardar mucho en actualizar, aunque también depende de ustedes, mientras más me digan que les gusto este capítulo, más pronto traeré el siguiente. 

Un pequeño castaño corría de un lado a otro junto a sus primos y amigos, todos con manchas de pastel en sus boquitas, era el cumpleaños número seis de Kyuhyun y sus padres habían decidido darle la mejor fiesta de su infancia no reparando en gastos, al pertenecer a una familia adinerada esto no representaba un problema.

-¡Intenten atraparme! –gritó emocionado subiendo a un gran inflable.

-¡No te subas ahí enano! –el mayor de entre todos estaba agitado, su primo se aprovechaba de que era su cumpleaños.

-Calma Hee, sólo es un juego

-Si Hyung calma, hazle caso a  Wonie

-¡Tú cállate jirafa!

Ryeowook obedeció, no quería que su hermano se pusiera de genio y menos ahora que se divertían, sintió como le apretaban la mano, no pudo evitar sonrojarse en cuanto se dio cuenta de quién era.

-No le hagas caso Wookie, sigamos jugando –Sungmin sonrió cuando vio las mejillas rojas de su amigo favorito.

-Si…

No eran los únicos que se agarraban de sus manitas, otra parejita se ayudaban el uno al otro a escalar ese gran juego.

-¡Vamos Hyukie tú puedes! –dijo el menor de ellos al soltarse y resbalar.

-¡No subiré sin ti Donghae! –le contestó el otro actuando de manera dramática y graciosa para los mayores.

-Estos niños… -susurró el señor Cho negando con la cabeza, le alegraba que sus hijos tuvieran amigos con quien divertirse.

-¡Dejen la cursilería para otra ocasión y atrápenlo! –Kibum se exasperó, le gustaba que sus amigos se quisieren y todo eso, pero a sus 5 añitos, la diversión era lo primordial.  

-¡No los necesitamos a ellos, tu y yo podemos con él! –un Kangin se acercó a él y lo tomo de la cintura,  para después lanzarlo directo a Kyu que brincaba de la felicidad.

-¡Cuidado!

Aunque Siwon le advirtió a su hermano, esté no tuvo tiempo para analizarlo, en un segundo veía a un pelinegro en lo que él creía, volando y para el otro ya lo tenía encima.

-¡Te atrapé!

Y la diversión siguió, todo era felicidad en ese momento nada importaba, ni los gritos de sus padres diciéndoles que bajaran o la lluvia que amenazaba con caer, nada. Para Kyuhyun el mundo era perfecto.

-¡Oye Kyunie!

-Umm, ¿qué pasa Wookie?

-Vamos a estar siempre juntos todos nosotros ¿verdad? –sonrío ante la ternura de su primo, por algo a Sungmin lo volvía loco.

-No

-¿No? –su hermano menor hizo un puchero, uno que avisaba un llanto intensó, se apresuró a arreglar las cosas.

-No pececito, conoceremos a más amigos y entonces sí, estaremos todos juntos, como los mejores amigos -vio a todos sus amigos y luego sonrío macabramente. –Incluyendo a Heechul     

.

.

.

Apretó su mochila verde contra su pecho mientras se dirigía al salón donde tomaría clases, el jardín de niños era un lugar público en su colonia y por lo tanto podía estudiar y aprender a leer, cosa que lo emocionaba. El clima se tornaba cada día más frío y le calaba hasta los huesos, sus suaves y desgastadas ropitas no lo protegían de mucho.

-Este será tu salón de clases niño –el hombre que al parecer era el guardia de la escuela lo sacó de su trance. –Más vale que te hayas aprendido el camino porque no pienso volver a traerte

-Yo… no recuerdo muy bi...

-Ese no es mi problema –le interrumpió, sintió como este lo escaneaba con la mirada.

-¿Sucede algo señor? –preguntó algo incómodo y nervioso.

-Sin duda alguna serás el juguete

Y se fue, dejándolo con el miedo infundido.

Vamos Yeye tu puedes, solo se positivo y harás amigos.

Se auto-ayudo, miro la imponente puerta frente a él y toco dos veces esperando un permiso para pasar.

-¡Adelante! –y ahí estaba lo que necesitaba.

Compuso su mejor sonrisa y entro al lugar, unas miradas curiosas provenientes de otros niños de su edad lo hicieron entrar en confianza, ver tantas personitas lo alegraba de sobremanera.

Por fin haré amigos.

-¿Piensas quedarte todo el día como tonto? –la pregunta de la que parecía ser la maestra lo hizo volver en sí.

-Lo siento –hizo una reverencia y se acomodó delante de todos. –Mucho gusto, me llamo JongWoon, tengo así de años–mostró su diminuta mano dejando en claro sus cinco dedos. –Me encantan las tortugas y el color verde porque me recuerda a ellas, espero ser amigos de todos.

Termino de manera animada y se sentó en la única mesita que tenía un banquito disponible, sus demás compañeros lo miraban raro, uno en especial le sonreía en lo que él consideraba de manera amigable, la mañana siguió su curso y aunque no tuvo conversación con ninguno de ellos, esperaba el recreo para entablar una amistad.

Todos los niños de su curso salieron de forma apresurada al escuchar el timbre del descanso, con sus respectivas loncheras cada uno se acomodaba en el sitio que se les hiciera más cómodo, al no tener un lugar donde guardar el lonche que él mismo había creado con lo poco que tenían, salió con la gran mochila e inspeccionó el patio.

-¿Te gustaría comer conmigo? –su compañero de mesa le extendía la mano esperando una aceptación. 

-¡Me encantaría!

Tomados de las manos se dirigieron a la parte trasera de la escuela, Yesung no cabía en su felicidad, aquello era un logro increíble. Inspeccionó el lugar que aparentaba estar en completa soledad, hasta que otros tres niños se dejaron ver.

-No puedo creer que lo trajeras con nosotros Ángel –exclamó el más gordito de ellos.

-Te dije desde que entró el salón que sería nuestro juguete Alex

¿Juguete?

De repente las palabras que le dijo el guardia lo pusieron en alerta, recordó las veces en que su padre lo llamaba de esa forma y tembló.

-No… -susurró asustado.

-No ¿qué?

-No seré su… juguete

-¿Eso crees? –intensificó el agarre en su mano y lo tiro directo al suelo, lo que ocasiono que soltara lo que traía consigo

-Esta cosa malgastada es tuya –pateó su amada mochila y Yeye comenzó a lagrimear.

-No la maltrates por favor, es muy preciada para mí

-¿Preciada? Pero si se nota que la sacaste de la basura

Aquél comentario no estaba lejos de la verdad, cuando sus padres le informaron que entraría a la escuela inicio una búsqueda para dar con todo lo necesario para sus estudios, desde lápices y colores hasta libretas en medio uso, encontrar la mochila fue lo más difícil, pero el alivio le llegó cuando en un basurero vio algo verde que sobresalía, sus ojitos brillaron y la emoción por tener todo listo lo lleno por completo.

-No la rompas –suplicó, no se atrevía a gritar por ayuda, no sabía las consecuencias que este acto traería.

-¿No quieres que la rompa tortuga tonta? –negó como respuesta. –Bien, no dañaremos tu amada mochila.

-¿De verdad?

-Sí –se arrodillo hasta quedar a su altura. –Te dañaremos a ti

El timbre volvió a resonar por todo el sector, todos a excepción de un pequeño pelinegro entraron a sus aulas. Yesung se puso de pie a duras penas, agarró el objeto que había protegido y se fue al baño para limpiarse su ropa, se detalló en un espejo y ahogó un gemido, sus compañeros le lanzaron la comida que con tanto esmero preparó, se odiaba, odiaba ser tan poca cosa que hasta ni sus padres lo querían, odiaba que los demás niños no quisieran ser sus amigos y lo maltrataran lanzándole piedras.

-Tran…tranquilo Ye –se limpió las lágrimas con la manga de su sudadera mientras se intentaba estabilizar. –Sólo hay que… dejarnos hacer y todo saldrá… bien- tartamudeaba por el dolor en su pecho, no quería seguir llorando, pero no era más que un niño debilucho, como le recordaba su madre.

Espero unos minutos más hasta tranquilizarse y volvió al salón de clases, al finalizar la jornada salió como rayo directo a su casa, eran alrededor del mediodía, las gotas de agua hicieron acto de presencia, poco a poco la lluvia fue subiendo de intensidad así que intensificó el paso, a unas cuadras de llegar a su hogar vio a su padre discutiendo con otro señor, pasaron de los gritos a los golpes tomándolo por sorpresa.

-¡Papito detente! –el hombre se distrajo con ese grito y el otro aprovecho para quitarle un fajo de billetes y salir huyendo.

-¡Tú! –lo apuntó con evidente odio, tragó grueso y comenzó a retroceder. -¡Viste lo que hiciste estúpido!

Corrió en cuanto vio a su papá abalanzársele, no prestaba atención al camino, lo único que quería en ese momento era huir, podía sentir los pasos detrás de él cada vez más cerca, el viento calaba en sus mejillas, el aire no se calentaba lo suficiente por lo que al respirar el frío llegaba a sus pulmones, luego de varios minutos se detuvo. Cayó en un parque intentando retomar la respiración, fue hasta ese entonces cuando vio la realidad, se había alejado tanto que ahora estaba en el centro de la ciudad, palideció, aquello no podía ser real. En sus pocos años de vida jamás piso esos territorios, todo se remontaba  a su barrio. Caminó y detalló más a profundo el lugar, era bonito sin duda alguna, la tormenta no parecía afectarles a ninguna las personas, pudo distinguir sonrisas y miradas cálidas. Una par de risas captaron su atención, se escondió tras un árbol y miro hacía la dirección de donde provenían aquellos sonidos tan alegres.

-¡Mira como salto hyung!

-¡Deja de hacer eso Donghae, mamá va a regañarnos!

-¡No seas aguafiestas Teukie, aprovecha que volviste a Corea y diviértete con nosotros! 

-¡Si, ven! 

Un rubio que aparentaba ser el mayor de ellos, no tuvo más remedio que seguirles la corriente a los otros dos niños. Vio como sonreían, como saltaban sin preocupaciones sobre los charcos de agua.

-¡Kyunie, Hae vayamos a los columpios!

-¡VAMOS!

-¡Ningún vamos! –su vista se volvió con la señora que surgió de la nada, una mujer realmente hermosa y que los miraba de manera desaprobatoria, la larga melena castaña la hacían ver radiante aún con aquel tono. -Ya vieron como lucen

-Umm, yo me veo bien –el comentario del menor fue tan tierno que  ocasionó una risa en Yesung, los tres habían arruinado su atuendo con lodo y agua, pero eso parecía no importarles.

-Leeteuk, te dije que los cuidarás un momento

-¡Ay mamá! Sólo nos divertíamos

-Sí mami, sólo era eso, ¿qué no nos quieres?

Eso sobresaltó al pelinegro, ansiaba saber la respuesta de aquella mujer.

¿Acaso será como mamá y les dirá que no?

Fue el pensamiento que le cruzó, sin embargo, muy dentro de él deseaba con toda su alma que les dijera que sí, quería creer que existían mujeres que amaban a sus hijos, pero lo que hizo lo dejo mudo. La mujer en un abrir y cerrar de ojos tomó a sus tres hijos entre sus brazos y comenzó a repartirles besos en todo el rostro.

-¡Claro que no los quiero! ¡Yo los amo!

-¡Y nosotros a ti mamita! –respondieron al unísono.

Esa escena lo mato lentamente, su madre nunca lo había besado ni abrazado, mucho menos le había dicho un “te amo”, todo lo contrario, golpes y palabras de odio. Se alejó del lugar adentrándose en las calles solitarias aún bajo la lluvia, la gente lo ignoraba, tenían cosas más importantes que hacer como para detenerse a ayudar un niño de la calle que no valía nada.

Notas finales:

Diferentes vidas...

Si les está gustando, me encantaría saberlo. 

¡Gracias por leer!


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