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Broken Souls (HunHan) por AnnaKIM

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Notas del fanfic:

Necesitaba sacarlo de algún modo. Espero que les guste y les ayude a descargarse un poco como a mi, me ayudó al escribirlo

 

Tan sutil y doloroso como el sonido que hace un alma al romperse…

 

Aún era temprano, el Sol brillaba en lo alto del cielo y la cacofonía de la metrópoli consumía la escaza tranquilidad.

 

Sus manos temblaban.

 

De pronto aquel suave Sol de otoño, dejo de ser tan amable y comenzó a sentir que este le arrancaba la piel a pedazos.

 

No podía respirar.

 

<< No puede ser cierto. >> pensaba, pero entre más indagaba sobre el tema más razones existían para confirmarlo.

 

Se sujetó de la baranda, al punto del desmayo.

 

No podía sentir su corazón latir, el mundo le daba vueltas.

 

<< No puedes hacerme esto...>>

 

Se llevó la mano al pecho y trató de calmarse, mientras sentía como empezaba a hiperventilar.

 

No, no podía ser cierto, tenía que creerlo, Dios por su bien debía creerlo.

 

Llevó sus manos temblorosas hasta el bolsillo trasero de su pantalón y tomó su móvil. Sus rígidos dedos marcaron por instinto la secuencia de dígitos que habían marcado tantas veces antes.

 

Uno, dos tonos…

 

Sentía sus ojos llorosos y su pecho se comprimía un poco más a cada respiración que daba.

 

Seis, siente tonos…

 

Su garganta se cerraba y el temblor de sus manos aumentaba en intensidad.

 

Diez, once tonos…

 

Sintió el contacto de su espalda con la pared tras de sí, el móvil cayó de sus manos cuando saltó la contestadora.

 

Su cuerpo derrotado se deslizó hasta el suelo por la pared.

 

-Dime que no es cierto, sólo miénteme un poco más y dime que no es cierto.- estaba tan desprotegido y vulnerable que sentía que el más ligero de los roses le mataría.

 

El eco de los pasos tras él, resonaba como golpes dentro de su cabeza. Apenas escuchaba.

 

-¡Dios, SeHun!- gritaba alguien a la lejanía, pero todo en él dolía tanto que casi no podía oírlo.

 

La muerte nunca había sonado tan dulce…

 

***

 

 

Todo era tan brillante.

 

Cuando abrió de nuevo sus ojos nada tenía color, todo resplandecía con un cegador brillo incandescente que le hería sin piedad los ojos, el aire olía pesado y en la atmósfera flotaba el más frío aroma a dolor.

<< ¿Si todo brilla porqué está tan obscuro?>>

 

¿Acaso la tristeza tiene un color?

 

Parpadeó unas cuantas veces antes de lograr enfocar bien y poder distinguir lo que le rodeaba.

 

Se escuchaban murmullos lejanos y cada maldita cosa en la habitación era de color blanco, el tiempo transcurría con normalidad, mientras la cálida luz dorada ser reflejaba despiadada en cada brillante y lustrosa superficie.

 

Dolía demasiado.

 

Probó mover un poco los dedos, hasta que poco a poco fue capaz de mover su brazo y retirar la mascarilla que le cubría la nariz y la boca, sus pulmones ardieron ante la falta de oxígeno, pero el dolor físico no tenía punto de comparación con el que sentía en el alma.

 

Cerró sus ojos por un momento, tratando de calmar su desesperación y negar su realidad durante unos segundos, pero sus demonios lo siguieron incluso allí.

 

Sus cansados ojos de noche se centraron en la mesilla junto a su cama, su móvil estaba justo allí… y la luz roja parpadeaba.

 

Usando todas sus energías logró llegar a él. Había un texto sin abrir.

 

El remitente lo decía todo.

 

Frente él estaba la respuesta a todas sus dudas, pero no estaba tan seguro de querer saberla de cualquier modo.

 

Su corazón gritaba en agonía.

 

Presionó dudosamente el icono y el mensaje se abrió.

 

Tres palabras que destrozaron todo su mundo.

 

“Todo es cierto.”

 

No hizo falta mucho más para que cada resquicio de su alma fuera devastado, no hicieron falta más que tres palabras para dejarlo muerto en vida.

 

La máquina conectada él hizo algún sonido, pero todo el jodido mundo había dejado de importarle. Era incapaz de hacer que le importara.

 

Su mirada cayó en un par de redondos ojos obscuros que lo observaban desde el umbral de la habitación. La expresión compungida en su rostro le dijo todo.

 

…l lo sabía.

 

-¿Cómo te sientes?- preguntó suavemente, como quien le habla a un pequeño niño.

 

Sus ojos profundos lo miraron fijamente, pero su destrozado cuerpo no halló las fuerzas para responder.

 

Los ojos redondos se ahogaron llenos de preocupación y el cuerpo diminuto se aproximó tan rápido como era humanamente posible hasta la camilla donde él yacía.

 

Sus cortos brazos se envolvieron en torno a él, lo aferraron hasta su pequeño pecho en un intento por evitar que se hundiera, pero era demasiado tarde, estaba hundido hasta el maldito fondo.

 

-No llores, no llores, Hunnie, debe haber alguna explicación.- el contrario le sostenía con delicadeza y él deseaba simplemente tener fuerza con la cual responderle para así evitar arrástralo hasta el foso en el que se encontraba.- Todo estará bien, ya lo verás.

 

Como deseaba poder creer en sus palabras, pero este había sido el final.

 

-KyungSoo…- logró suspirar el nombre de su mayor. Los brazos del bajito se ajustaron más entorno a él antes de que rompiera entre sollozos descontrolados, llorando como un niño. Las dulces lágrimas de su Hyung goteaban incansables contra sus hebras obscuras, mientras este intentaba brindarle un poco de consuelo.

 

 

“LuHan confirma su relación” recordaba haber leído.

 

 

Como le hubiera gustado poder hundirse sólo.

 

 

***

 

 

Los días transcurrían lentos e increíblemente monótonos.

 

Era como si el Sol hubiese dejado de brillar, pero estaba perfectamente consciente de que era sólo él, sabía que él Sol brillaba para todos los demás y que incluso lo hacía para él, sólo que había perdido la capacidad de sentirlo.

 

Se sentía prisionero en su propio cuerpo, no sentía, no veía, no escuchaba, no había nada. Como vivir dentro de una burbuja de acero. Todo era tan frío.

 

Su estómago se contrajo con fuerza, pero él tragó su propia bilis.

 

Rodó insípidamente hacia un costado y comprobó que eran pasadas las tres de la mañana. Una noche más en vela.

 

Del hombre que había sido antes no quedaba nada, su brío y candor juvenil habían muerto con su corazón aquel día, dónde antes habían estado las ricas líneas de su sana y seductora figura, ahora sólo existían escalofriantes y angulosos contornos que se aferraban a las costillas y el resto de su cuerpo, como un cadáver viviente.

 

Los círculos negros de sus ojos bajaban hasta sus marcados pómulos y su pálida piel se miraba translúcida y delgada como papel de cebolla.

 

Lamió sus labios resecos y dejo escapar un suspiro, resignándose a no poder dormir esa noche.

 

Colocó una bata mullida sobre sus huesudos hombros y salió al balcón, donde el frío invernal de la noche le recibió implacable. La semi-obscuridad que le envolvía no diferenciaba con la cálida luz de la lámpara de noche del interior de su alcoba, el frio despiadado no era distinto a la tibieza bajo sus cobertores.

 

Nada hacía una diferencia.

 

Pasaron horas y él sólo se quedó allí, con sus ojos negros fijos en la nada y sin ningún propósito real más que el de seguir allí. Poco a poco la luz del alba comenzó a despuntar, mientras él sólo se quedó allí, sin notar la diferencia.

 

Su mirada viajó hasta su abandonado móvil en el rincón más alejado de su habitación, había deseado verlo tantas veces, llamarlo, aunque fuese sólo para escuchar su mensaje de voz pre-grabado en la contestadora.

 

Había anhelado con cada fibra de su ser una explicación, pero sabía que ya no tenía las fuerzas para soportarlo. De hecho dudaba haberlas tenido alguna vez.

 

Sus dedos se habían entumido por el frío hacía algún tiempo y ahora apenas podía moverlos, sopló su helado aliento sobre ellos en vano y contempló la cuidad frente a él.

 

Si todo transcurría con aparente normalidad ¿Por qué sentía que su mundo se había detenido?

 

Navegaba como un náufrago en un bote sin remos, surcando un mar de aguas obscuras, sólo a la espera del golpe mortal.

 

-¿SeHun?- la puerta de su habitación se abrió con lentitud y la obscura mata de pelo de KyungSoo apareció tras ella.

-Estoy aquí, hyung.- susurró, entrando por fin a la calidez del interior.

 

KyungSoo, se preocupó al notar el ligero tinte azul que poseían los labios de su pequeño SeHun y se apresuró hasta él, despojándole de la bata y el pijama humedecidos por la nieve. Secó su cabello lo mejor que pudo y con manos temblorosas frotó la gélida piel para infundirle un poco de calor.

 

Su niño, sólo se dejó hacer y permaneció quieto como un bello muñeco de porcelana. SeHun sólo permanecía allí con la vista fija en la nada, sin demostrar reacción alguna, como si no estuviera vivo.

 

-¿Recuerdas aquella vez, Hyung?- susurró SeHun, sonriendo por primera vez en lo que parecía una eternidad. Con el corazón hecho pedazos y los ojos llenos de lágrimas KyungSoo se forzó a sonreír.

 

-¿Qué aquella vez, Hunnie?- preguntó acariciando una de sus mejillas.

 

SeHun sonrió como un niño.

 

-Aquella vez en el estadio de futbol en Hong Kong.- SeHun sonreía con tan sólo recordarlo, clavando una estaca en el pecho de KyungSoo.

 

Besó su frente acalorada por la fiebre.

 

-La recuerdo, Hun.- lloró ahogadamente.

 

-…l lucía tan hermoso…- susurró con su vista fija en el techo.- No esperaba verlo aquel día, pero algo dentro de mi ansiaba demasiado que apareciera en aquel partido.- la mano de KyungSoo instintivamente tomó la del menor, lo recordaba perfectamente y sabía que su historia no tenía un final feliz.- …l prometió que algún día iríamos al estadio juntos, que compraríamos salchichas y refrescos, nos sentaríamos en primera fila para ver el partido y que justo en el medio tiempo nos besaríamos, frente a todo el mundo.- sus ojos de cachorro se llenaron de lágrimas.- Pero el hizo todo eso con ella.- por primera vez en el día, SeHun lo miró a los ojos.- ¿Por qué rompió su promesa, hyung?

 

-Oh, pequeño.- abrazó fuertemente a su frágil maknae.

 

-Deseé muchas veces que no fuera feliz ¿Sabes, hyung? Deseé tantas veces que lo lastimaran, que su pecho doliera tanto como él mío.- más lágrimas corrieron por la piel tersa de sus mejillas.- Pero ahora me arrepiento, Soo-Hyung, no quiero que él sufra como yo lo hago, lo quiero demasiado como para eso.- sus puños se aferraron a Soo.- Pero ahora él está feliz ¿No?- sus ojos desesperados.- ¿Lo está no es así?

 

KyungSoo lloraba como un pequeño, abrazado a su delirante niño.

 

-Lo está, Hun.- limpió sus lágrimas con los pulgares.- …l está feliz.

 

Hun volvió a sonreír con alivio y aferró sus manos con el móvil en su pecho.

 

La puerta de la habitación se abrió, dejando ver a un contrariado JongIn, que no tuvo tiempo de sentir celos por el hecho de que su lindo Soo yaciera en la cama del maknae con la cabeza de este apoyada sobre su pecho. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver la desesperación con la que su pequeño novio aferraba el cuerpo inconsciente de SeHun al suyo.

 

SeHun escuchó los sollozos de sus compañeros, mientras escuchaba el acelerado corazón de KyungSoo contra su oído.

 

Todo dolía.

 

SeHun se sentía caer en un hoyo tan profundo que temía demasiado arrastrarlos a todos con él.

 

 

***

 

 

 

Su vuelo arribó con un ligero retraso y ahora debía darse prisa, tenía sólo algunos minutos para recoger sus maletas y abordar el transporte que lo llevaría hasta las locaciones de la película.

 

No llegaría tarde el primer día.

 

Como pudo se hizo con su equipaje y pasó discretamente entre la multitud del aeropuerto, hasta la van de vidrios polarizados que lo llevaría hasta su destino.

 

Con un fuerte resoplido se dejó caer sobre el asiento y sacó su celular del bolsillo.

 

No tenía mensajes.

 

Una parte, pequeñísima dentro de sí se sentía decepcionada por ello, pero en su mayoría él sabía que se lo merecía, era obvio que no le respondería ¿Por qué habría de hacerlo?

 

Y de cualquier modo ¿Por qué él mismo quería verlo?

 

Se mordió con fuerza el labio inferior. No podía fingir, no podía mentirse a sí mismo y decirse a sí mismo que era sólo por cortesía, lo extrañaba a pesar de todo y sólo quería comprobar que él estuviese… bien.

 

-Llegamos.- anunció el conductor y LuHan se bajó del auto.

 

Sacó su maleta del portaequipaje y echó a andar por la recepción y se detuvo a pedir la llave de su cuarto.

 

Revisó su teléfono una vez más.

 

No había una respuesta.

 

Algo muy dentro de su pecho dolió, no sabía por qué aún tenía la esperanza de que él le respondiera.

 

Cuando fue a guardar de nuevo su móvil, la pantalla se iluminó y los pixeles formaron el nombre que tanto deseaba leer.

 

Tuvo un breve ataque de pánico y por un momento quiso desviar la llamada, pero recupero la cordura un segundo antes de que la persona al otro lado de la línea decidiese colgar.

 

Suspiró.

 

-Hola…- susurró con voz ahogada.- ¿SeHun?- preguntó.

 

-¿LuHan?- respondieron al otro lado y LuHan frunció el ceño con extrañeza.

 

-¿KyungSoo?- preguntó con cautela.

 

-Sí, soy yo LuHan.- confirmó sin más, mientras el otro trataba de pararle los pies a su cerebro, que no podía dejar de pensar en los peores escenarios en los que KyungSoo tendría el teléfono de SeHun.- ¿Estás en Corea?- preguntó el menor, haciéndole recordar a LuHan que estaba allí.

 

-Llegué hace una hora.- susurró algo confuso, un peso instalado en su pecho.

 

Un incómodo silencio prevaleció en ambos extremos de la línea, hasta que el menor de los dos habló.

 

-Lo mejor sería que vinieses.

 

 

***

 

 

Subió las escaleras tan rápido como pudo.

 

Al ver que la dirección que KyungSoo le había dado era ni más ni menos que un hospital, LuHan había sentido su corazón detenerse, tuvo que comprobar la dirección dos veces antes de decidirse que no era un error y bajar del taxi.

 

Caminó como un autómata hasta la recepción donde preguntó por un paciente.

 

La enfermera lo miró con tristeza y le dijo que le estaban esperando. Al llegar al ascensor sentía que cada segundo que pasaba esperando era un segundo perdido. Sin poder resistirlo más subió corriendo los diez pisos de escaleras todo lo rápido que le fue posible.

 

Al llegar al piso indicado, sentía que sus pulmones quemaban, pero no se detuvo, no podía hacerlo.

 

Entró como un huracán en la sala de espera y las expresiones de todos en la sala decía todo, pero LuHan no quería creerlo así, quería creer que era otra persona, que sus rostros mentían y que en cualquier momento saldría él con una cámara para decirle que estuvo en cámara escondida todo el tiempo.

 

Rogó por ello, pero no sucedió.

 

KyungSoo fue el único que se le acercó, los demás prefirieron sólo ignorar su presencia.

 

-¿Dónde está él, KyungSoo?- preguntó con voz temblorosa.

 

KyungSoo negó y derramó más lágrimas con sus enormes ojos.

 

-KyungSoo ¡Dime dónde está SeHun!- sacudió al bajito por los hombros y JongIn se puso de pie. Soo hizo una pequeña seña a su moreno y este volvió a sentarse, sin quitarle un ojo de encima a LuHan.

 

-Pasó fuera toda la noche fuera y estaba nevando.- LuHan se alejó un paso y luego otro de KyungSoo.- Pescó una pulmonía.- los ojos del bajito estaban tan llenos de lágrimas como los del ciervo.- …l no comía, no dormía, no vivía desde…- miró hacia el suelo y calló por un momento.- Estaba demasiado débil y su cuerpo no lo resistió.- lloraba como un niño.- …l…

 

-¡No!- LuHan, negó con la cabeza, alejándose cada vez más con los ojos desesperados.- ¡No puede ser, tú mientes!- le acusó.- …l no quiere verme y tú estás escondiéndolo ¿Es eso?

 

Le dolía el pecho.

 

-Ojalá así fuera, LuHan.- susurró KyungSoo roto por el dolor.- No tienes idea de cuánto desearía que tuvieras razón.

 

-¡No, mientes, eres un mentiroso, un mentiroso KyungSoo!- salió huyendo del lugar tan rápido como pudo, corrió por las calles con el frío quemando sus mejillas y no se detuvo, hasta llegar a su hotel, donde pasó por la recepción empujándolos a todos en la fila del ascensor, para después cerrar la puerta y presionar el botón del doceavo piso.

 

Sentía que la cabina se hacía cada vez más y más pequeña, sentía que las paredes lo asfixiaban y quería vomitar.

 

Las puertas del ascensor se abrieron en su piso y LuHan difícilmente fue capaz de contener su estómago antes de vaciarlo en el florero de la entrada.

 

El televisor se encendió en automático en un canal de noticias donde ya se daba el comunicado de la horrorosa noticia.

 

Ya no podía resistir. Sus manos comenzaron a rasgar y destrozar todo cuanto estuvo a su alcance, sus nudillos sangraban, cuando abrió el último compartimento de su maleta y extrajo de allí un celular sencillo con una línea y un solo número en la memoria.

 

Había comprado aquel teléfono sólo para ellos, era su línea personal y privada, era solamente para LuHan y SeHun, nadie más. Nunca.

 

Apegó el aparato a su pecho y contempló es fondo de pantalla de ambos sonriendo a la cámara con la boca llena de kimchi el último día que pasaron juntos.

 

SeHun sonreía tan feliz y tan grande como un niño, lo abrazaba posesivamente por un hombro, con su bella cabeza ligeramente inclinada en su dirección. Había sido tan feliz, aquella vez que SeHun le había llamado para quedar antes de que volviera a China, lo había extrañado tanto.

 

Sollozó incontrolable.

 

Desearía tanto volver a ese momento, abrazarlo y acurrucarse en él, frente a todo el mundo, como él siempre quiso hacerlo, cumplir su promesa y besarlo a mitad de un estadio lleno de gente, caminar de su mano por las calles ¡Dios, quería hacer tantas cosas!

 

Daría su vida por unos segundos más.

 

Pero era imposible, nadie tiene otra oportunidad y la suya había pasado hacía demasiado tiempo. Jamás pensó en el devastador efecto que sus estúpidas acciones tendrían en él, tan dulce y frágil SeHun.

 

No estuvo allí cuando lloró, no estuvo allí cuando él sufrió, incluso sabía que él fue la razón de todo el dolor, que él lo había matado en vida. …l le había roto el corazón.

 

Para entonces gritaba con todas sus fuerzas, no podía parar. Su niño se había ido creyendo que no lo quería, se había ido sin saber cuánto lo amaba.

 

Nunca habían sido nada, se amaban, pero nada más, nunca aceptó propiamente sus sentimientos, ni las múltiples confesiones de SeHun. Nunca.

 

En la pantalla borrosa por las lágrimas resplandecía una ventana, él tenía un mensaje de voz y sólo una persona tenía aquel número, sólo una.

 

El mensaje era del día anterior.

 

La voz se oía débil y cansada, pero sabía que era la suya´.

 

Sólo habían grabadas tres palabras en el mensaje.

 

LuHan corrió y salió al balcón, se apoyó sobre el barandal y gritó su dolor.

 

-¿Recuerdas nuestra última cita, SeHunnie? ¿Lo haces?- preguntó mirando al cielo con los ojos llorosos.- ¿Recuerdas tu promesa? Dijiste que me cumplirías un deseo, cualquiera y yo te dije que lo guardaría, para que fuésemos juntos a mirar el futbol al estadio, me prometiste lo que yo quisiera.- lloraba sin consuelo.- Olvida el estadio Hunnie y sólo vuelve, si quieres no vuelvas a hablarme, no respondas mis mensajes, incluso puedes fingir que nunca existí, que no me conoces.- se acurrucó en posición fetal en el piso cubierto de nieve.- Pero, vuelve, por lo que más quieras, vuelve… Vuelve mi niño.

 

“Te amo, Lu” decía aquel mensaje.

 

-También te amo, mi ángel.

 

Tan sutil y doloroso como el sonido que hace un alma al romperse…

 

 

Notas finales:

Me gustaría saber su opinión al respecto. Dejenme un review.


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