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Habitual irony por FumiSaho

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Notas del fanfic:

Hola personas!! Es mi primera vez publicando un fic en para el fandom de HQ y es que como acabo de ver por segunda ocasión todas las temporadas, se me vino a la cabeza la idea de una historia de estos chicos beios. :)

Los personajes no son de mi autoria, sino de Haruichi Furudate

Notas del capitulo:

Pues espero les guste.

CAP. 1

 

 

El mundo está compuesto por tres tipos de personas. Aunque no sea una diferencia notable, hombres y mujeres se dividen entre quienes poseen la facultad de dar a luz, aquellos que tienen el deber de embarazarlos y aquellos, en su mayoría, que se mantienen en el promedio como seres humanos comunes.

Para el año en que ellos nacieron, los ultrasonidos solo decían si el feto venía bien o si tenía alguna malformación congénita que necesitara de cirugía, mas no decían si el bebé sería una mujer alfa, beta u omega. Por eso mismo, en las escuelas realizaban pruebas sanguíneas como revisión médica periódica. La mayoría de los estudiantes sabia su género al entrar a la preparatoria, de esta manera sabrían si enfocar sus estudios en una escuela particular o una regular.

Viniendo de una familia de betas, Kei se preguntó con sarcasmo si podía llegar a destacar más. Todo el mundo actuaba diferente con él al enterarse que era alfa, a excepción de una persona, la única que siempre estuvo para apoyarlo y mantenía una mano hacia él en caso de que trastabillara. Conocía a Tadashi tan bien que creía poder hacer lo mismo por él; tenderle una mano cuando se viera en aprietos. Lo conocía casi tan bien como él se conocía, sin embargo, se preguntó si Yamaguchi lo conocería de igual forma, pues en todos esos años no se daba cuenta de lo que Tsukishima sentía por el pecoso. No lo culpaba, después de todo, un beta no puede hacer mucho al no percibir las feromonas alfas u omegas.

Tsukishima constantemente se lamentaba. Al contrario de causarle una gran satisfacción, se preguntaba por qué no podía ser normal, ya que siendo alfa probablemente llegase su pareja destinada. Quería tanto a Tadashi que temía olvidarle y, aun así, sin darse una oportunidad, no planeaba confesarse. Tenía el presentimiento de que, si le decía a su amigo lo que sentía, este accedería a salir con él solo porque se lo pedía.

—Tsukki…

—¿Hmm?

Sin querer abrir la boca, caminando hacia sus casas, escuchaba atentamente lo que Tadashi siempre soltaba. Sin embargo, hoy era curioso, dudaba en sus palabras y entrelazaba sus dedos con nerviosismo.

—¿Sabes? Hay alguien que me gusta desde hace tiempo y antes de graduarnos…

—¿Vas a confesarte? —interrumpió con su monótona voz. Tadashi no contestó, así que lo miró por el rabillo del ojo, notando cuan colorado se encontraba el rostro pecoso. Sus ojos brillaban mirando el suelo, esperando un concejo del rubio. —Heh… —ciñó con fuerza la correa de su mochila e inmediatamente después, acomodó la montura de sus lentes. —¿Cuándo lo harás?

—M-mañana. —balbuceó inseguro. —¿Crees que deba hacerlo, aunque tenga muchas posibilidades de que me rechace?

—Haz lo que te deje satisfecho. —farfulló deteniendo el camino. En ese punto se detenían, pues técnicamente vivían uno frente al otro a solo una casa a la derecha.

—Gracias, Tsukki. —se despidió con una gran sonrisa.

Con una mano sobre la rejilla, Kei lo observó darse la vuelta e ir directamente a su casa. La rabia se instaló en su pecho. ¿Por qué si era un alfa no podía tener el valor de confesarse? Se suponía que los alfas eran superiores, ¿por qué no se sentía así? Le faltaba valor y le sobraba miedo. En un par de semanas, en diciembre, sabrían si habían sido aceptados en la universidad. Irían juntos, ese era el plan. ¿Qué haría entonces? Continuar reprimiendo sus sentimientos para no alejar a Yamaguchi, porque no quería alejar esa torpe sonrisa de su vida.

Entrando a casa, su madre lo recibió dándole la bienvenida. Subió a su habitación dejando salir un pesado suspiro. Tomaría un baño y se iría a dormir. No tenía hambre y el agotamiento era increíble. No obstante, su madre lo llamo para después entregarle un recipiente con un contenido caliente.

—Llévalo por favor a casa de Yamaguchi san. — Pidió la mujer sin darle tiempo de negarse. Kei le dedicó una mirada de suspicacia y ella le regresó una sonrisa.

Avisando su regreso, salió por la puerta que acababa de cruzar. No tenía ganas de ver a Tadashi y probablemente fuese él quien le abriera. Se dio ánimos pensando que solo entregaría lo que su madre hizo y después se retiraría de ahí rápidamente para no toparse con la nerviosa sonrisa del pecoso, porque lo que más le molestaba era no ser la causa principal de las reacciones de su amigo.

Presionó el timbre sin recibir respuesta. El auto estaba cuando llegaron de la escuela, pero ahora no estaba. Pensó en volver después, pero eso sería una molestia doble, así que tomó la llave de repuesto detrás del marco de la puerta, la introdujo y una vez que la llave giró, la volvió a dejar donde estaba. Se disculpó por entrar y llamó a Tadashi en vano, así que se descalzó los zapatos y entró completamente hasta la cocina. Conocía la casa porque de niños, Tadashi lo invitaba a jugar. Una sonrisa sutil decoró su serio semblante al recordar los temas tan infantiles que llegaban a tratar. Depositó el recipiente sobre la mesa, descubriendo también la cena caliente que probablemente le dejó apenas. Era probable que saliera a comprar algo para el almuerzo de mañana, por lo que se apresuró a salir de ahí… por lo menos eso intentó.

El aroma que llegó desde las escaleras lo dejó helado. Nunca fue fanático de los dulces, pero ese efluvio que le inundó los pulmones al inhalar con más fuerza, era increíblemente suave, como crema de coco dulce, que le hizo agua la boca. Por primera vez, desde que empezó a disfrutar el vóley, su corazón latió desenfrenado, su respiración agitada por algo que no sabía y la necesidad de ver a Tadashi se volvían insoportables con cada segundo que se quedaba plantado en el pasillo.

Olvidó sus modales y girando sobre sus talones, corrió escaleras arriba, tragando espeso. Buscó cual perro hambriento la fuente del fuerte aroma, deteniéndose al ver una silueta recargada en la pared, queriendo caminar hacia su habitación. Volvió a tragar saliva y su instinto le dijo que fuera precavido. Era como estar desesperado por comer algo, pero saber que estaba en peligro de perder la oportunidad de probar bocado.

—Yamaguchi. —no reconoció su voz. Era grave, ligeramente ronca, casi suplicante.

—¿Tsukki? —oyó el jadeo gentil del muchacho. Tuvo que morderse el labio con fuerza. Su mente se vio nublada; deseaba ver a Tadashi gritando su nombre, retorcerse de placer. —Te-tengo fiebre… no es bueno que estés aquí…

Sin embargo, a Kei no le importó su excusa. Cerró sus ojos dejándose llevar por la esencia. Se acercó a Tadashi, abrazando su torso para pegarlo a él. Su nariz acaricio el cuello perlado en sudor del moreno y su lengua siguió su camino saboreándolo.

—No. —gimoteó. —No, Tsukki…

Tsukishima pegó su frente a la nuca, sintiéndola fría, pero húmeda. Trató de contenerse, pero el aroma era intenso y su erección lo era aún más. Con fuerza innecesaria, tomó a Tadashi del cuello, empotrándolo contra la pared. Su cabeza dio un golpe a la pared, mas no le importó la estabilidad de su amigo. Yamaguchi carecía de energías para defenderse y aun si tuviera la fuerza, no sería capaz de negarse al alfa que lo exigía. Instintivamente elevó la cintura sosteniéndose de la pared. Lloraba y gemía ante el tacto de Kei, cuyas manos se deslizaban por su cuerpo, recorriéndolo con agilidad, incluso su pantalón. No quería ofrecer su cuerpo, pero su cuerpo anhelaba ser devorado.

—Tsukki… Tsukki, no… —sollozó restregando su cadera contra la del rubio al tiempo que este masajeaba su miembro erecto.

Era embriagador. Sus dientes cosquilleaban y su pene ardía. No supo cómo fue que pudo hacerlo con una mano, pero bajó el pantalón de Tadashi dándose la oportunidad de penetrarlo sin premeditación.

Las piernas de Yamaguchi temblaban, su ano mojado apretujaba deliciosamente el pene que se deslizaba dentro y fuera de él. Mentiría si dijera que no se sentía bien, pero no era lo que quería. Su voz desgarraba su garganta para salir ruidosamente, estrellándose contra la pared, sintiendo el aliento entrecortado de Tsukishima en su nuca, susurrando su nombre. El miedo que sintió desde que llego a casa se había incrementado con creces, estaba teniendo sexo con su mejor amigo y su padre estaba en la farmacia comprando supresores.

Deslizó su lengua por la nuca de Tadashi y sus dientes cosquillearon aún más. Su pene fue succionado cuando sus dientes tocaron la piel de canela, tensando ambos cuerpos. Yamaguchi se vino entre sollozos sobre la pared, y Tsukishima que continuaba dentro, todavía no. La electrizante impresión que recorrió su organismo fue adictiva y por mucho placentera. Para poder volver a sentirla, Kei enterró los dientes en la piel de la nuca de Tadashi, pellizcándola con tal fuerza que saboreó la sangre entre sus dientes, viniéndose en el acto. Era deliciosa, cálida y extrañamente dulzosa. Jamás probó algo similar y no creía poder probarlo en otro lugar.

Pudiese ser que para Tsukishima esa fuese una experiencia sin igual y totalmente placentera, pero Yamaguchi no lo resistió, el placer lo hizo desfallecer; la fuerza de sus piernas flaqueo, su mente se vio desprovista de consciencia, desvaneciéndose en la oscuridad. 

 

 

 

 

Notas finales:

Les agradó? C:

Bueno, quizas no tanto por el comportamiento de Tsukishima, pero bueh...

Espero verlos en la siguiente actualizacion


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