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Mariposas por Kyasurin W

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Notas del fanfic:

Drabble ganador del concurso de Verano junio 2017 del grupo Taller para escritores de fanfiction.

 
Me gusta tu sonrisa. Hacerte sonreír es de las cosas que más disfruto en la vida, incluso cuando no puedo ver tus labios. También me gustan tus ojos, cuando tus pupilas se vuelven diminutas a mi llegada y cuando tus iris se transforman en dos carbones ardiendo, cuando tu rostro amanece salpicado por el rocío y al caer el crepúsculo tus párpados traslúcidos caen como un velo rasgado, apagando esa luz mortecina de tu mirada. Esa mirada cansada, que añora… que no sé qué añora. Quiero creer que a mí.
 
No he dejado de pensar en ti desde que te conocí. Incansables madrugadas me vi velando tu ausencia, extrañando ver tu grácil silueta deslizarse por las calles, intercambiando palabras con otras personas y esperanzado a que aquella voz tan modulada y correcta tuviese algo para mí. Y ahora, en la entereza que conforma tu existencia, puedo disfrutar de ti a mi merced. 
 
Tus manos delgadas reptan por mis piernas, lánguidamente tanteas entre mis bolsillos, pero en un movimiento ágil te devuelvo y me hinco frente a ti. Con los párpados entornados miras a la lejanía, como si acariciaras lo intangible y escondes el rostro en tus hombros,  entonces acaricio tu cabello, algo enredado, quizá un poco seco, pero así eres tú cada mañana, cada tarde, cada día. Tu belleza no marchita, nunca lo hará.
 
—Te traeré el desayuno. 
 
Es verano y lo sé porque, aunque pocas veces me abandone a la vida citadina para corroborar novedades, el sol abrasa los matorrales y empaña el horizonte, aún así logro discernir un par de destellos bicolor intermitentes en la lejanía. En la cocina atisbo a una avispa flaquear en el alfeizar de la ventana, con un desesperante zumbido lucha por recuperar el equilibrio para emprender vuelo, en seguida me acerco y me doy cuenta que le han cortado las alas, condenándola a una incierta existencia. Decido no acabar con su miserable vida y dejar que la naturaleza se encargue de ello.
Cuando vuelvo dentro me doy cuenta que te has vuelto a dormir, a veces noto leves espasmos en tus miembros y varias gotas de sudor perlan tu frente, entonces me pregunto qué sueñas, amor mío. Qué pesadilla será, porque viviendo este sueño a mi lado no podrías desear algo mejor.
 
Deposito la bandeja con el desayuno a tu lado, te había preparado un par de tostadas con mermelada de arándano casera, esa que tanto te gusta. La taza de café ya lucía insípida y helada. 
 
Al acostarme a tu lado advierto de lo inminente y cruel que es el verano, de lo incierto y superficial que son las quejas sobre la estación más gélida del año, sin darse cuenta que la verdadera atrocidad sucede en el verano. Ahí, donde las sequías se presentan y los incendios florecen, donde las plantas marchitan y la tierra bajo tus pies arde, escoce, sí, aquella estación donde las mariposas eclosionan antes de tiempo y están destinadas a morir. Nunca tuve el valor de decirte que si nunca las viste, es porque nunca las hubo.
 
Por eso cuando irrumpen en la habitación y las esposas se ciñen en mis muñecas, sé que todo es culpa del verano. 
 

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