Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una Carta De Amor A Judith por Ayamashi Kame

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Gracias por leer ese Oneshot.

Notas del capitulo:

Gracias por leer este Oneshot, no van a encontrar nada explicíto... Pero si alguno que otro disparate, si aun asi vas a leerlo, o te vayas sin tirar los respectivos tomates al menos (Deja review idiota n.n)

13 de Junio.

A Judith.

La lluvia caer, las tretas, los juegos, y entre muchos, el juego que no he ganado ni he perdido, porque no he entrado a el.

¿Sabes Judith? Es algo bastante alegórico, como el tiempo de caducidad para una flor. Mientras voy caminando suelo imaginar que el corazón cuenta con un reloj que mide el tiempo detonante.

La cosa no es como la bomba detona, sino, ¿quién y cómo la puso?

Pensando en lo que me has contado, me pregunto si es esto un mal necesario, me pregunto lo que tú te preguntas ¿Por qué jugar si sabes que el juego consiste en perder siempre la última partida? Doblas la apuesta, inviertes todo el tiempo, los deseos, el esmero y la ambición en una apuesta imposible, donde si ganas, es casi seguro que vas a por más, si pierdes, vas en busca de la revancha, "Seguro ganaré esta vez", volviéndose un círculo vicioso, y terminarán deslizándose como la arena entre los dedos los esfuerzos que habrás depositado sobre tus deseos presentes pero no abanderados, en una triste pero <<productiva derrota>>.

Perder ¿Qué hace al perdedor, perdedor? Proverbios, frases, libros, pensamientos, todos hablan sobre ganar perdiendo y perder al ganar, ¿Por qué el ganador entonces obtiene el título? ¿De qué sirve ganar perdiendo si al final no obtienes el punto focal? ¿A caso en los casinos no conocen todas las trampas y el único tramposo permitido es el anfitrión? Un juego de dominio, eso creo.

No está permitido ganar, y aun si así fuera, ocurre como los afortunados hombres de los casinos: que al ganar, emplean su suerte en apostar de nuevo y terminan perdiéndolo todo, las trampas solo pertenecen a los casinos y a nadie más, sucede que, nadie es mas tramposo, mas astuto, mas sagaz, hay que perderlo todo.

Es gracioso Yu, nunca entré a un casino. Nunca jugué el juego, al menos no con formalidad.

Puede ocurrir en ciertos casos que quien gane la apuesta en una oportunidad no decida doblarla, es más, prefiera emplear el premio en algo mas satisfactorio. Pero incluso resulta como la algarabía de desafiar la creencia a la que estás sujeto, siempre, y al final, terminarás sucumbiendo a otra mas simple o mas grave, y me pregunto ¿La experiencia es tan justa como la mencionas, como la mencionan? Realmente, creo que los premios del perdedor, resultan ser cosas invisibles, son, las cosas más preciosas y dolorosas.

Mientras caminaba decidí sentarme en la plaza, observé que no existe mucha diferencia entre aquellos juegos y los que vi, es gracioso como es que algunos resultan serios, como un campeonato de ajedrez, habrá alguien que querrá ganar para algo tan simple como mejorarse a sí mismo, y habrá quien a pesar de las reglas estratégicas de este le importará solo divertirse o quizá aprender más. Otros, en cambio, tenían reglas diferentes, como una simple partida al Scrable en donde aunado a las risas, no se juega nada más que el orgullo o la rivalidad entre jugadores, fuera de ello, existe solo entretenimiento.

Al final, los juegos son los mismos, diferentes reglas, distintas intenciones, pero en común, ganar o perder, obtener o tener, estar o no estar, permanecer y marcharse, diferente lugar, miradas furtivas, suspiros, pero al final el mismo núcleo: Propósito.

Cuando veía esto, deseé mientras mi mano derecha se deslizaba sobre el césped que ojalá hubiese podido tener unos anteojos o que mi mano izquierda con un solo batido de dedo pudiera hacerme ver esos engranajes que son encajados lentamente en el mecanismo humano con tanta precisión para mejorarte, empeorarte o destruirte. Me pareció  curioso como muchas personas tomaban de la mano otra mientras jugaban, como dos amigas se miraban la una a la otra con ganas de ganar, todos quieren ganar, me pregunto si se daran cuenta que como dices, con el tiempo, ambos pierden.

Este juego, admito, me parece curioso, hermoso, lozano y enternecedor, perfectamente imperfecto, y es que claro, hay formas de ganar, de hacerle la trampa, pero requiere de la misma precisión con la que debe manejarse un material altamente explosivo, que solo con un leve contacto de la luz, por ejemplo, explota. Por ello creo que este juego ha sido demasiado para nosotros, en primer lugar, porque las reglas son tan ambiguas...Tan distintas e individuales para cada jugador.

Sin embargo, me resulta mágico, colocar cada carta sobre la mesa y observar su contenido, "con suerte una me traerá fortuna" es lo que piensas a recibirla. Creo que, el problema de de esto no es el juego en sí, es en cambio, el modo en el que es jugado, como se espera que cada artilugio o elemento te permita ganar.

No siempre es así.

Conscientes, conscientes han de ser todos de que se pierde, ¡Se pierde Judith!

Con ironía puedo decirte que el problema que ocurre en ti y suele ocurrir en todos lados, es no saber cuando parar, se convierte en un vicio, un salto de fe. Aquello, es lo que me hace ver este juego con ojos deprimentes. He visto ancianos aferrados a la costumbre, exhalando no sin desasosiego frases como: "Me gustaría dejar este juego, pero dudo que haya a estas alturas un nuevo juego al que pueda entrar", "Sin este juego me quedaría sin propósito", es eso la esencia de este fracaso gutural, costumbre o auto misericordia, por citar solo dos.

¡Cuán triste es! Cuantos ojos no he podido ver en mi corto tiempo brillar con el sueño, el deseo y el empeño de mantener el juego, de querer ganar, porque una vez que haz de conocerlo se vuelve sinónimo de estabilidad, madurez y autosuficiencia. Es hermoso, ver florecer las ganas, la bondad de ocuparse de otra cosa que no es uno mismo, pero que irónicamente se vuelve de forma indirecta parte del alma. Los sueños, como vibra el corazón frente al esparcimiento, como emerge el poder de nuestras almas débiles y sumisas al encanto y al placer, es bello e interesante, ver como empieza el camino, lleno de destellos que guardan votos y promesas hacia uno mismo y al vínculo que promueve tal causa.

Allí van Judith, dos manos entrelazadas, apoyándose la una de la otra intentando ganar, jugando y apostando, al final uno termina siempre esclavo de los deseos, de lo que cree que es correcto. Avanza el enemigo mortal de todo ser humano, y el juego gira en torno a una ficha de cambio, desapareciendo el sueño puro de obtener algo más que experiencia
Los ojos terminan vacíos de ilusión, se encharcan de realidad, el juego ya no es satisfactorio, se borra de los lienzos el deseo de intentarlo porque así nuestro mundo es mejor, aquel pensamiento se vuelve algo muy infantil, jugar, al ser sinónimo de madurez debe ser un concepto más adulto, cubriéndose asó de reticencia e interés.

En torno a ello se transmuta a un intercambio frívolo, de quien da más, de recibir lo deseado, ya no es sobre lo mejor para los jugadores, mas bien, crece en una imposición de intereses y voluntades: <<Lo que quiero hacer>>. Impoluta imposición o para variar, una mentira condescendiente, se suicida o tal vez se encarcela la libertad, porque ser jugador mas allá de lealtad debe ser un absurda obsesión o esclavitud legal.

¿Desde cuándo y en qué momento el juego se trata de servir? ¿No se trataba de pura libertad ¿No era estrategia y consenso? Que doloroso resulta que las virtudes y defectos que en un comienzo resaltaban como el mayor obsequio, terminen victimas de la monotonía, mutando a problemas poco apetecibles, envejecidos y maltrechos por culpa de ese enemigo mortal llamado tiempo.

. La interpretación, como dices, es fundamental, el juego pende del ángulo desde el cual ha sido visto. Es una decisión enmudecer o exaltarse, esperar con la ilusión de recordar el magnetismo que te trajo una vez a jugar semejante juego, entonces me pregunto si existe amor, porque así como lo relatas y yo lo veo, parece el deseo egoísta de servir, ambos a su propia forma, y no supone problema alguno hasta que se realiza por un conjunto de promesas basadas en algunos años con repercusión perpetua en nuestras vidas.

  Es así como creo que este juego al que tu llamas amar es un círculo vicioso, en donde alguien atrapa a otro en una búsqueda de ganar o perder afecto, mantener u obtener, que empieza con hermosas promesas e inmensa felicidad, y al final termina resumido en la idea banal de posesión. El sutil veneno afrodisiaco es el deseo de poseer y no poder hacerlo de forma voluntaria si a la vez, no es más libre que el viento.

La funesta verdad es que ocurre como el vicio de aquellos hombres de apuestas, ganas algo, lo obtienes , pero quieres mas y la apuesta se dobla, por la triste razón de que aquello que deseabas te obsequió una efímera euforia que se volvió fúnebre con el paso del tiempo. Es por ello Judith, que el amor me resulta penoso, ¿Cómo un elemento tan inmenso puede resultar una maldición y una bendición a la vez? El comienzo está lleno de curiosidad, como el l libro leído por vez primera, indagas cada página, lo amas, pero hay un final, y en busca de revivir aquellos latidos que alguna vez fueron desbocados conoces que jamás sentirás algo igual leyendo el libro por segunda vez.

De alguna forma me produce tristeza, no haber encontrado la existencia de un amor inmarcesible. Lo que una vez resulta desconocido se vuelve algo mundano Judith, y de pronto, todo resulta ser una gran quimera repleta de costumbre. Esas sensaciones van en descenso, quizá lo sabes mejor que yo. Algo se acaba y no sabes qué, de pronto cesan las definiciones y encuentras un sentimiento lejano al calor, que logra alojarse con lentitud en tu corazón, y que te avisa sobre algo distinto que no has de ver, o tal vez, te niegas a nombrar, por miedo al desamor y soledad.

Dirás que me he sumergido en la locura, pero creo que, aunque no comprendes mi punto, opino que el amor y la muerte son mejores amigos.


La muerte firma la eternidad del amor deteniéndolo en el tiempo, la vida, en cambio, tiene conversaciones con amor donde prevalece el afecto pero faltan los consensos. Vida tiene cambios, amor etapas, etapas delicadísimas ante los cambios sujetos al tiempo, que aunque intentan prevalecer puede más el tiempo y culmina siempre como el rio en el mar, en monótona costumbre. ¿Recuerdas que he dicho algo sobre el más grande enemigo del hombre? Aquel no solo es inentendible a nuestros ojos, sino que resulta ser aquel que no sabemos tratar en lo absoluto, se instala en nuestro cuerpo con extrema fidelidad y marchita todo lo que ha de ver, incluso la memoria. El tiempo se pasea a veces con rapidez y otras con lentitud, ayudándote a olvidar, tanto el dolor como la felicidad, dejando atrás aquel sentimiento llamado amar.

De tanto permanecer en el mismo sitio olvidas lo indispensable, olvidas porqué, las acciones resultan sincrónicas al pasado, e intentas enamorarte a diario para no matar el ideal de aquel fulguroso pasado, en el curso, es dejado de lado el amor a amar y resulta definitivo el gutural dolor.

Acá llueve, de algún me entristeció observar ese final que ha de marchitar mis esperanzas, llueve mientras te escribo, tuve que correr lejos del césped de la plaza, el lugar donde comienza el amor y suele culminar. No creo que entiendas nada de lo que te digo pero, Supongo que hay veces en la que la distancia, lejos de marchitar, conserva el amor. Un poco como yo te amo y tu lo haces también.

Has dicho, a pesar de todo que amar era necesario, y que quizá el amor verdadero estaba lejos de lo que se solía creer, también dijiste, que para llegar con alguien hasta la muerte debían existir numerosas partes porque de ello se trataba vivir. Estoy bastante impertinente con ello, creo que a veces es necesario dejar de lado todo, y pensar tan solo en el presente Judith. Tal vez por eso son pocos los ancianos que mueren solos.


Quien te ama. O intenta hacerlo.

Notas finales:

Está catalogado como "Yuri" porque creo que el narador es alguien muy femenino, y porque ovbiamente a quien le escribe es a una mujer a la que le dice amar... Aunque de hecho podría ser interpretado de muchas maneras, una hija  a una madre, una amiga a su amiga, una hermana... En mi cabeza la idea era esta: Una historia recopilatoria de todos los pensamientos fugaces sobre amar que había logrado tomar de por allí, cuando la terminé ni ganas tuve de arreglarla, parecía un disparate total. De hecho, esto está aquí porque a pesar de ello mi cariño hacia la carta no declina, y por una persona que la ha leído y ha dicho sin más.

"Me encanta".

No sé qué...Pero esto es para él.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).