°oO°~ Descarado… ~°Oo°
.
.
.
Enterró las uñas en las palmas de sus manos con una faena aún mayor que la del joven unos años mayor que él, al tomarlo con brutalidad, que para qué mentir, realmente le gustaba de esa manera sobrecogedora con la que descaradamente le hacía mantener las piernas separadas. Su respiración se entrecortaba al mantener los labios fuertemente apretados, con el marcado sonido de su respiración al son del tintineo de las caderas, que antes habían de estar ocupadas en restringir su bicicleta, en ese momento solo retenían el impulso que palpitaba poderosamente en la punta de cada uno de sus dedos al querer presionar la melena morena que se encontraba completamente entregada a su enhiesta virilidad al ser engullida.
Abrió los ojos al escuchar los sonidos de succión de manera más marcada y fue cuando notó la profunda mirada plomo clavada en su rostro—.«Jodido pedazo de mierda.» —Fue su transitorio pensamiento antes de volver a apretar con más fuerza sus parpados, y de tensar sus piernas. Joder, que hombre tan más cabrón.
Sai era especial cuando se trataba del sexo oral. Claro que Menma lo tomó como una broma la primera vez que le pidió no le empujara la cabeza para marcarle un determinado ritmo, diciendo que podría seguir el propio sin necesidad de fuesen contundentes al forzarlo en el proceso. Él, simplemente se pasó por el arco del triunfo la amable oración y le hizo clavar su erección de manera tan sátira con una intención que simplemente iba en plan de ser contradictorio y de sobreponerse a ese hombre.
—¿Yo, siguiendo instrucciones? —Le amenizó una carcajada burlona la frase para completar esa pregunta retórica—, que buenas bromas puedes decir de vez en cuando, viejo.
El arrepentimiento posterior, que jamás le declaró con franqueza, fue el hecho de que limitara constantemente y ya de manera permanente el movimiento en los miembros superiores. Sai siempre encontraba una manera de atarlo, ya fuese con prendas, lazos, cuerdas y en el peor y más doloroso de los casos, cadenas. Aunque pudiera gritarle o pedir con exigencia que lo soltara jamás sería escuchado, así que se resignaba a simplemente prohibirle, en venganza, el lascivo sonido de su boca, ese mismo que sabía le encantaba y por el cual se esmeraba. Aquello se volvía un reto complejo, por lo jodidamente bueno que era en aquella tarea, a la que le dedicaba grandes espacios de tiempo haciendo insufrible la espera por el orgasmo; mismo que le hacía derretirse en ese breve espacio de segundos, donde su mente parecía abandonar su cuerpo y se entregaba de lleno a las sensaciones complejas que abrazaban su ser de manera tan deliciosa.
Con la adrenalina a flor de piel por lo fácil que se estaba rindiendo a sus toques y caricias por todo lo largo del falo, se atrevió a soltar una brecha corta de palabras altisonantes. Ni siquiera el miedo de que los atraparan en pleno acto, por ejecutarlo en un espacio público donde las personas transitaban con poca frecuencia, le hacía querer morderse la lengua para moderarse, al menos le distrajo la coqueta risilla que alcanzó a escuchar.
—Jodido viejo descarado… —espetó con el poco respeto que podía tenerle, mientras su cuerpo temblaba con suavidad. Lo había hecho correrse—. No te atrevas a dejarme solo así, más te vale seguir. —Amenazó apenas pudo recuperar una bocanada de aliento.
A veces Menma siente que está completamente jodido. A veces Menma piensa que puede dejar a Sai tan pronto termine de usarlo. Sí, porque quien es el ente maleable es él. Es una lástima que Menma sea tan ciego consigo mismo y no se da cuenta de que lo que lo tiene atado a Sai son cadenas, y no precisamente las que sujetan sus muñecas en ese instante.