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Moneda de cuatro caras. por contrateMCarey

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ARIEL Y CÉSAR VAN A LA BODA

Había pasado una semana después de la compra de los trajes, finalmente era el día tan esperado por Ariel, al fin su hermana contraería matrimonio con el hombre del que estaba perdidamente enamorada, pero una parte de la emoción también se la debía a las ganas que tenía para atrapar el ramo, al ver que su hermana cinco años mayor estaba tomando un paso tan importante él pensó que probablemente también lo podría intentar con el chico al que amaba.

—¿Ya estás listo amor? —preguntó Ariel a su amado novio, aún conociendo la respuesta por adelantado.

—No, pregunta de nuevo en quince minutos.

—La ceremonia es en una hora y tenemos que salir en cinco minutos o llegaremos tarde.

—Tu hermana me conoce, ella lo entenderá—se excusó César.

—Pero es mi hermana y este es un día importante para ella, quiero verla desde el inicio y no puedo por tus calmas amor.

—Está bien, dame diez minutos y ya, te prometo que valdrá la pena el esperarme.

—Más vale.

Durante esos diez minutos jugó una partida rápida en Overwatch, el evento de verano se acabaría el lunes, sólo le restaban dos días para conseguir los diseños de Sombra y McCree que tanto le habían gustado por lo que no dudó ni un momento en aprovechar los diez minutos que su enamorado le estaba brindando.

Finalmente César salió del baño y Ariel apagó la consola de la habitación, al ver a su novio notó que éste no había mentido, en verdad de algún modo había logrado que aquel traje le sentara bien, tal vez el peinado tan formal con el que lo había acompañado hacía juego y daba el toque de seriedad necesario para vender el atuendo.

— ¡Wow! Luces estupendo —exhaló Ariel embobado por la imagen de su novio.

—Ya lo sé, pero usted no se queda atrás.

—Me veo igual que siempre.

—Pero tu traje me derrite ¿Quién quiere un sugar daddy cuando tiene a un exitoso arquitecto trajeado en su hogar? —preguntó Cesar lascivamente a su enamorado, envolviendo su cuello con ambas manos.

—No me seduzcas de ese modo o llegaremos tarde —respondió Ariel con una sonrisa mientras se desenvolvía de su enamorado—. ¿Estás listo?

—Creo que al fin lo estoy.

Ambos encendieron el auto y emprendieron el camino hacia el lugar donde la boda se llevaría a cabo, un pequeño pueblo a sesenta kilómetros en donde la gente aún criaba ganado y cuidaba cosechas, era lo suficientemente pequeño como para que aún la urbanización no diera demasiadas señales de vida, pero tenía la suficiente riqueza como para contar con una enorme iglesia por la cual el pueblo era conocido y visitado, a su vez de varios lugares para llevar eventos a cabo.

La mitad del camino César hablo sobre “Esposas Desesperadas” y la otra mitad estuvo dormido en el auto, para él los viajes de más de media hora eran agotadores por lo que el sueño lo venció a la mitad. En cada semáforo Ariel daba un vistazo a su novio, era tremendamente feo cuando dormía, ponía las peores caras que una persona pudiera imaginar pero aún así para él era lindo verlo descansar.

Después del largo viaje Ariel logró ver la enorme iglesia rebozando de esplendor con la luz del crepúsculo pintando de anaranjado a sus paredes, el viento soplaba ligeramente pero tenía la fuerza suficiente para mover y hacer sonar las campanas de la iglesia,  el tumulto de gente ya estaba entrando en la parroquia y sólo faltaba él, pues era quien entregaría a la novia.

—Despierta guapo, ya llegamos—dijo Ariel a César tras estacionar el auto en el enorme terreno pastoso frente a la iglesia.

—¿En serio tan temprano y ya molestando? —replicó a Ariel aún somnoliento.

—Sí, será mejor que nos apresuremos, mi hermana ya debería estar por entrar.

—Ya que, ya voy.

Ambos bajaron del vehículo y caminaron hacia la iglesia, la hermana de Ariel aún se encontraba en la cerca que rodeaba el perímetro del jardín del recinto, por su parte el novio y sus amigos se podían ver conversando frente a las puertas de la parroquia.

—¡Hermana! —gritó Ariel al ver a Isabel, la novia de ese atardecer, corrió para alcanzarla y darle un fuerte abrazo que enterneció su vínculo. Sus oportunidades de verse eran pocas a pesar de ser grandes hermanos, pero cuando la ocasión se presentaba siempre anteponían su cariño ante todo y compartían todo lo que podían—. No puedo creer que por fin estemos aquí, me da mucho gusto que al fin un hombre te haga feliz.

—Y veo que tú no te quedas atrás hermano —respondió Isabel terminando el abrazo—, aunque me gustaría que César nos prestara algo de atención.

—¡Oh, perdonen! —saltó César al escuchar el recrimino de Isabel, Ariel no había notado hasta ese momento que César estaba bastante distraído viendo a las puertas de la parroquia, pero ahora su atención se había centrado de nuevo— ¡Cuñada, felicidades!

El viento dejó de soplar poco a poco y las campanas resonaron unas cuantas veces más, Ariel pidió a César que se adelantara y tomara asiento en la iglesia, le alcanzaría tras entregar a Isabel, éste accedió y se adelantó. Los invitados entraron en la iglesia junto al novio, desde la calle se escuchó a la orquesta tocar desde un segundo piso construido sólo para los músicos, Isabel sabía que ya era el momento.

—Al fin es tu momento hermana, desde que somos niños tú me cuidaste y este es el único modo que tengo para pagarte el favor, perdón si no es suficiente pero prometo que aquí estaré contigo toda nuestras vidas como siempre, ahora es turno de otro hombre para cuidarte pero confío en que te dejo en buenas manos.

—No digas eso Ariel, quiero llorar—dijo Isabel conteniendo las lágrimas de emoción.

—No llores, aún no, aguanta que yo me pondré así cuando sea mi turno de llevar a mi hombre al altar.

—¡¿Ya se lo propusiste?! —preguntó la hermana con emoción.

—Aún no, pero tengo reservaciones secretas en el restaurante más fino de la ciudad para hacerlo en una semana, pero ya después hablaremos de eso, hoy es tu día, la orquesta ya anuncia tu entrada ¿Lista hermana?

—Lista.

 

BERNARDO Y DANTE VAN A LA BODA

—Listo amor —anunció Dante a su novio, quien afortunadamente se encontraba en uno de esos días donde su humor estaba totalmente sereno.

—Bien, debo confesar que luces muy bien en ese esmoquin, sabía que te quedaría perfecto.

—Pues bien, será mejor que emprendamos marcha hacia el pueblo y son noventa minutos de camino.

—Bien, por cierto, me parece peculiar que esta vez no estés pretendiendo ocultar nuestra relación ¿Puedo saber por qué? Si no quieres contestarme no lo hagas.

—No te preocupes, pero esta boda es gay friendly, la novia tiene un hermano gay y varios amigos del mismo modo así que no será necesario ésta vez.

—Ya veo, bueno, me adelantaré al auto ¿Ya subiste las copas de tu amigo?

—Así es, espérame ahí que ya voy.

Dante se montó al auto sólo para escapar de Bernardo, quería un poco de paz antes del viaje, no le gustaba viajar tanto tiempo con Bernardo pues a veces el tráfico lo violentaba, éste odiaba el silencio durante los largos trayectos pues interpretaba que cuando Dante no hablaba era porque le estaba ocultando algo o que simplemente ya no lo quería, preparó una larga lista de conversación para el trayecto y puso en su reproductor algo de música, mientras pensaba en cómo sería su vida si fuera libre “Never end tale” sonaba en su lista de reproducción.

Después de diez minutos vio a Bernardo abordar el vehículo, ambos abrocharon su cinturón. Dante agradeció al cielo que no hubiera nada de tráfico ese día, también lo hizo feliz el hecho de que hablar respecto al estilo de vida canadiense y el cine de Jennifer Lee les diera tanto tiempo de conversación, al ver a Bernardo tan sereno recordó por qué se había enamorado de él, deseaba que todo volviera a ser así.

—…Por cierto ¿Aún te duele la espalda? —preguntó Bernardo en algún punto de la charla, esto le sorprendió a Dante pues su novio jamás se preocupaba por las heridas que le ocasionaba.

—Ya no mucho, el moretón ya casi se desvanece ¿Por qué?

—Curiosidad, sé que a veces no te trato como lo esperas, créeme que todos los días intento cambiar pero la ira me consume a diario, en serio lamento que me educaran así y tú lo estés sufriendo, yo de verdad te amo pero muy a mi manera.

—No, está bien.

De algún modo esas palabras habían tocado algunas cuerdas en el corazón de Dante, Bernardo nunca se disculpaba cada vez que le hacía eso y escuchar esas palabras por fin hacía muy feliz a Dante, por un momento creyó que tal vez Bernardo estaba dispuesto a cambiar y empezar una vida mejor, esa era su mayor esperanza.

Al entrar al pueblo ambos quedaron deslumbrados por la limpieza del mismo, además de la belleza de los montes, pero sin duda alguna la iglesia se había ganado su reputación, al ver lo imponente que era y la bella imagen que le daba el horario de la boda los dos quedaron perplejos ante la tremenda arquitectura del templo, simplemente era fenomenal.

Ambos bajaron del auto, Bernardo tomó de la mano a Dante y pasó la cerca conduciéndose por el pasillo de piedra hasta llegar a las puertas de la iglesia en donde se encontraba el novio, Bernardo lo saludaría por cortesía, al verlo su amigo Mario sonrió y le saludó.

—¡Hermano! Ya te estaba esperando —saludó el novio.

—Perdona Mario pero lo importante es que ya estamos aquí, por cierto, te presento a mi novio Dante —respondió Bernardo introduciendo a su pareja.

—Mucho gusto —saludó Dante extendiendo la mano, la cual fue bien recibida por Mario.

—Igualmente, he escuchado mucho sobre ti —dijo soltando la mano.

—¿En serio?

—Sí, Bernardo habla bastante de ti en el laboratorio ¿Verdad hermano? —preguntó Mario a Bernardo, pero notó que él no estaba prestando atención a la plática pues veía detenidamente al cercado de la iglesia, acción que le pareció muy extraña a Dante, pero callaría como siempre—. ¿Bernardo?

—¡Sí, perdón! —reaccionó Bernardo—. Yo hablo bastante de ti en el trabajo.

—Pero basta de presentaciones, pasen, tomen asiento en la iglesia que la ceremonia está por empezar.

—¿No estás nervioso Mario?

—Para nada, cuando sabes que es la indicada los nervios sobran.


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