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Un problema muy problemático por LittleAyla

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Notas del capitulo:

¡Un nuevo fanfic! Se me ocurrió este fin de semana así que de momento solo tengo esto escrito.

¡Nos leemos!

- ¡Oh Dios! Más... más fuerte - gemía un omega rubio mientras agarraba con fuerza las sábanas bajo sus manos.

- Mierda, eres demasiado estrecho - murmuró el alfa apretando con fuerza sus caderas para poder embestirlo con más fuerza y rapidez - eres el mejor, Yuri.

- Deja las gilipolleces y dame más fuerte - el omega giró el rostro sobre su hombro y lo fulminó con la mirada - si sigues así mañana podré correr una maratón como si nada así que haz el favor e intenta dejarme en silla de ruedas - lo provocó.

El alfa le dedicó una sonrisa ladeada y aceleró el ritmo, arrancándole más gemidos y gritos de placer al rubio. Oh, cuánto tiempo había deseado eso, cuánto tiempo había soñado con eso, se había masturbado pensando en eso. Llevaba casi medio año insinuándose ante el chico de pelo rubio y ojos jade pero él solo lo ignoraba. Hasta hacía unas horas. De pronto, y por razones que desconocía completamente, el omega lo había esperado en la salida del instituto y lo había arrastrado hasta su casa, empezando a besarlo con fiereza en cuenta la puerta de entrada se cerró. Y, por supuesto, él no desaprovechó la oportunidad de tener su primera vez con el omega más irresistible de todo el instituto.

- ¿¡YURI?! - se oyó un grito agudo e inmediatamente el nombrado miró hacia la puerta de su habitación para identificar al dueño de esa voz.

Terror. Eso fue lo que sintió el joven omega al ver a su madre allí parada en medio de su habitación, con los ojos abiertos como platos y las manos cubriéndole la boca. Y su padre a su lado sin expresión alguna en su rostro.

En cuanto reaccionó empujó al alfa fuera de su interior y de su cama y este no lo pensó ni un segundo para salir huyendo antes de que los padres del omega se lo impidieran.

Yuri se cubrió con las sábanas, tragó saliva y los miró asustado. Y no era para menos. Sus padres, completamente controladores y creyentes, lo habían encontrado a cuatro patas, desnudo, con un alfa follándolo descontroladamente por atrás y él gimiendo como un loco.

Volvió a tragar saliva.

- Yuri Axel Ostberg - que su padre dijera su nombre completo y utilizara ese tono de voz tan espeluznante  lo asustó aún más - ¿¡Qué se supone que significa esto?!

- P-Papá... mamá... yo no... yo solo... - no podía poner ninguna excusa ante eso.

Los ojos del omega se llenaron de lágrimas pero no se permitiría llorar, no, nada de eso. De hecho sus padres ya lo habían pillado en el acto así que no había nada que pudiera decir que pudiera mejorar su condición. Así que decidió ser él mismo de nuevo y contestar, a su manera, con la pura verdad.

- Pues, - empezó volviendo a ser él - como habéis podido notar estaba follando - suspiró con indiferencia, sacándole importancia - lo cierto es que ya he perdido la cuenta de las veces que van... en esta semana - sus padres lo miraron escandalizados - aunque, si mal no recuerdo, empezó hace un poco más de un año - se encogió de hombros - y debo reconocer que me he vuelto bastante adicto - finalizó.

La mujer lo miraba con horror, si bien su hijo siempre había sido un poco rebelde, bueno, muy rebelde, lo que acababa de ver y escuchar superaba por mucho sus límites. De no ser porque su esposo la sostenía por la cintura ya habría caído desmayada al suelo. El hombre miró a su mujer y esta asintió, contestando una pregunta no formulada. Llevaban un tiempo planteándoselo pero después de lo que acababa de suceder ya no había duda alguna.

- Yuri - habló otra vez el padre y el nombrado lo miró con arrogancia - Haz tus maletas, en dos días cogerás un vuelo para ir a un internado de omega en Inglaterra. No voy a discutir sobre esto - agregó al ver la mirada de su hijo - ya está decidido.

Yuri abrió los ojos como platos. No, no podían hacerle eso. ¿Un internado para omegas? ¿para omegas? ¿es que acaso querían que se suicidara o algo? Estaban locos si pensaban que él aceptaría ir allí. Locos de remate. No sobreviviría ni un mes dentro de ese infierno, nunca se había llevado bien con los demás omegas de su curso, todos eran débiles y sumisos, obedeciendo cualquier cosa que les dictaban. Justo lo contrario que él.

- Estáis locos - soltó anonadado - no pienso ir.

- ¡No eres tú quién decide! - escupió su progenitor con la voz - ¡Esto ya es demasiado! Nunca habría esperado esto de ti, Yuri, nunca pensé que te abrirías de piernas ante cualquier alfa dispuesto a follarte - dijo su padre con rabia - Nos has decepcionado.

Yuri ni se inmutó ante esas palabras. No le importaba "decepcionar" a sus padres porque ellos en ningún momento des de que su primer celo había llegado habían hecho algo para hacerlo feliz.

En cuanto se quedó solo en su habitación se lanzó contra la almohada y gritó con rabia. Estaba enfadado, muy enfadado con sus padres. En esos momentos podría incluso decir que los odiaba con toda su alma. Nunca lo habían respetado por ser un omega. Lo habían controlado y monitoreado como a un títere. Yuri nunca tuvo la sensación de ser amado en casa, nunca, y sabía que era por su condición de omega. Sus padres, dos alfas orgullosos, no soportaban que su único hijo fuera de la casta más inferior, más vulgar.

Golpeó el pobre colchón con todas sus fuerzas. Él no se avergonzaba y nunca lo haría de ser un omega porque en su corta vida había averiguado que si jugaba bien sus cartas podía llegar a tener mucho más poder que un simple alfa. Al contrario que sus padres, se enorgullecía de ser lo que era.

No cambiaría por nada ser un omega. Aunque siempre a su manera. Se negaba con todas sus fuerzas a someterse ante un alfa, un beta o cualquier otra persona, su orgullo era más grande que nada.

Decidido a no ir a ese internado se sentó en el colchón y pensó - ni siquiera se dio cuenta de que seguía desnudo -. Tenía que irse de allí, eso estaba claro. Sus padres harían cualquier cosa para mandarlo a ese sitio y él tenía que estar preparado. Llegó a la conclusión que tenía que irse lejos, a otro país.

¿A qué lugar sus padres nunca viajarían? ¿Dónde nunca lo buscarían? Al instante la respuesta se presentó en su mente.

Corea del Sur.

Sus progenitores eran unos malditos prejuiciosos y lo metían todo en el mismo saco, pensaban que Corea del Norte era lo mismo que Corea del Sur. Oh, que equivocados estaban. Nunca se imaginarían que su queridísimo hijo, por más rebelde y descontrolado que estuviera, se atrevería a viajar a ese país. Bueno, pues claramente estaban equivocados.

No necesitó pensarlo más, en menos de cuarentaiocho horas estaría en Seúl.

Se sentó frente a su portátil y se tronó los dedos, poniéndose manos a la obra. Lo primero que hizo fue comprar un billete de avión, solo ida. Para su suerte había estado trabajando des de inicios de año - y ya estaban en septiembre - y sus padres le habían dado una tarjeta de crédito, así que tenía suficiente dinero. Cuando el billete estuvo listo - había cogido un vuelo que salía al día siguiente a las cinco en punto de la tarde - buscó lo segundo más importante. Un sitio donde dormir.

No necesitó mucho tiempo para encontrarlo. Al cabo de veinticinco minutos se había topado con un anuncio de un estudiante de intercambio italiano que buscaba un compañero de piso para no tener que pagar tanto alquiler. Perfecto. Y encima el chico estaba bueno.

Sin tener en cuenta que en Seúl ya era de madrugada, marcó el número que indicaba el anuncio. El chico respondió justo al último tono.

- ¿Diga? - respondió con voz adormilada y en italiano, para su suerte Yuri era un genio con los idiomas y sabía hablarlo, aunque prefirió contestar en inglés.

- Llamo por el anuncio de internet - empezó - para compartir piso.

- ¡Oh! - pareció despertarse al instante - eso es fantástico, ya empezaba a rendirme - contestó en un perfecto inglés - entonces, ¿quieres venir a ver el piso antes de decidirte y así nos conocemos un poco?

- Aún no estoy en Seúl, llego mañana, pero por las fotos me hago una idea de cómo es - cuando debía serlo, Yuri era bastante educado - y el precio está bien.

- Perfecto - el otro parecía bastante emocionado - No sé si lo habrás visto en el anuncio pero me llamo Andrea y soy un estudiante italiano de intercambio. Voy a estar en el piso por un año pero cuando me vaya es posible que se mude un amigo mío, así que no te quedarías sin compañero.

- Yo soy Yuri, omega, vengo de Noruega y también soy estudiante - de instituto, pero eso no hacía falta decirlo - cogeré mañana un vuelo que sale a las cinco de la tarde aquí en Noruega así que contando el cambio de hora y todo seguramente llegaré pasado mañana por la mañana... ¿podrías recogerme en el aeropuerto? Voy a estar bastante perdido... - puso su mejor voz de inocente.

- B-Bueno, lo cierto es que mañana tengo un examen en la universidad y tal vez coincida con - el rubio lo interrumpió.

- Vamos, por favor, prometo recompensarte como es debido - dijo provocadoramente y sonrió orgulloso al oír como el otro cogía aire. Podía seducir a alguien incluso por teléfono.

- B-Bien, intentaré estar allí, ¿llevo un cartel?

- Que ponga Yuri Ostberg.

***

Al día siguiente, en cuanto sus padres se fueron a trabajar, Yuri empezó a hacer las maletas. Cogió la más grande que tenía y puso toda la ropa que le cupo - tanto de invierno como de verano - además de un neceser con todos sus productos de aseo - bastantes cabe decir -. Luego apiló todos sus objetos más esenciales - portátil, apuntes del instituto, nunca se sabe cuando los puedes necesitar, todos sus libros, sus utensilios de pintura y su equipo de ballet - pero frunció el ceño al ver que ocupaban toda su cama. Necesitaría una maleta tan grande como la otra.  Se encogió de hombros y fue hasta el trastero, de donde sacó la inmensa maleta - de marca - y empezó a poner todos sus objetos de valor. Tuvo que sentarse encima para que cerrara.

Tardó cerca de diez minutos en bajar ambas maletas por las escaleras intentando no matarse. Ahora solo le faltaba coger dos cosas, que por cierto no necesitaba, solo las iba a coger para putear a sus progenitores.

Volvió a subir las escaleras y fue hasta la habitación de sus padres, dirigiéndose directamente a la caja fuerte escondida detrás de un cuadro. La abrió sin problemas y sonrió con maldad al ver su interior. Metió sus zarpas dentro y cogió el preciado collar de diamantes de la mujer y el amado rolex de oro del hombre. Lo guardó en la maleta de la ropa.

Después, con el transportín en manos, cazó a la bola de pelos que su madre tanto adoraba y lo metió en la jaula. Se lo llevaría con él tan solo para imaginarse la cara que pondría la mujer al descubrir que esa pelusa ya no estaba en casa.

Por último, dejando todas las cosas en la entrada - el gato maullando -, fue hasta la cocina y dejó una nota a sus padres para que no denunciaran su desaparición:

"Papá, mamá, me las piro, ni de coña voy yo a ir a ese internado. Podéis buscarme pero no creo que me encontréis aunque si lo hacéis podéis estar seguros de que no volveré con vosotros. Antes muerto.

PD: me llevo la bola de pelos."


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