Tierra llamando a cielo;
Eres realmente estúpido, ¿o qué coño te pasa? Me has dejado solo, ¿sabes? ¡Tengo 42 años, soy director de una empresa multinacional, tengo más dinero del que nunca podré gastar, un cuerpo bastante deseable, inteligencia para dos y estoy solo! ¡¡Solo!!
¿Por qué? Me enteré por una carta, ¿sabes?
Un día, después del trabajo, llegué a mi apartamento, como cada día, y una carta de tus padres; ha muerto, decía. Simplemente eso. No se la contesté.
Tal vez tuvieras razón. Si pudiera volver atrás en el tiempo, en la vida, créeme que lo haría. Volvería y te pediría que te casaras conmigo, sin esperar a que finalizase la maldita crisis empresarial, porque, como siempre, después de una viene otra.
Soy patético. Escribo cartas a los muertos. En realidad creo que es la única forma de comunicarme contigo… Si es que aún la hay.
He tomado tantas decisiones en mi vida, algunas de muy difíciles, ¡pero ahora! ¿Qué hago ahora? He cogido una baja por depresión. Creo que es la primera vez en mi vida que no voy a trabajar, y ni siquiera son unas vacaciones.
Crees que debería tomarme la vida más relajadamente, ¿verdad? Siempre repetías eso. Era una de las pocas cosas que decías más de una vez. Eras, ¡eres!, perfecto y te necesito. ¡Yo te necesito! Pero tu a mi no. Claro, quizá por eso te llegó la hora, no necesitabas nada de lo que había en este mísero mundo.
Sabes que soy creyente y que tengo muy buena fe, pero ahora Dios me ha quitado lo que yo más amaba. Me lo ha arrebatado. Y me pregunto porque. Él no hace nada porque sí. Necesita una razón de peso, y, precisamente eso, es lo que yo intento averiguar: cual.
Tal vez se lo pediste tu, para enseñarme eso que me dijiste una vez: ‘una empresa es como una vida, mi amor’, decías, ‘como una vida. Tiene sus depresiones y sus años de beneficios pero siempre, repito siempre, en todas las empresas o vidas, hay más de una persona que forman parte de ella y, según mi criterio, en la tuya no. ¿Por qué no me dejas entrar en ella?’
Si te digo la verdad, al principio pensaba que hablabas de mi negocio, ahora veo claramente que no. ¿No te dejé entrar? ¿Esa fue la sensación que te llevaste allí arriba de mi? ¿Qué no te dejaba entrar?
Quizá nunca te diste cuenta pero mi color de piel es ¡negro! Soy un maldito negro de mierda que controla una empresa mundial. ¿Crees que tenía tiempo para mi vida? Des de que era un niño he pasado hambre, mucha hambre y, levanté esto yo solo, de la nada. No quería que llegaras tu, un blanco cachas, y me lo jodieras en un abrir y cerrar de ojos. Te amaba y estaba acojonado, podías joderme con tan solo unas cuantas palabras hirientes.
Mi vida esta repleta de odio. El racismo es odio y mi vida esta puramente afectada por el. Cuando hay tanto odio en un corazón no caben el amor, ni el miedo. Porque una relación de amor incondicional es eso; mucho amor y muchísimo miedo, a perderte, a fallarte, a tantas cosas.
Irónico, ¿verdad? Saber distribuir todas esas financias y acciones a la perfección y, en cambio, no saber distribuirme el espacio de mi corazón para poder ser feliz contigo.
[Años más tarde, este hombre, luchó contra el racismo que se le había impuesto y se enamoró de un hombre enviado de Dios, era él, su hombre, que había vuelto para festejar esa victoria vital; saber distribuir el espacio de su corazón tal y como la vida se lo pedía en cada momento.]
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