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Hello Sweetie por Akuma Arihel

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Notas del fanfic:

Historia nueva, nunca subida a la cuenta anterior

Llegar a comprender la conducta humana

 

Llegar a comprender la conducta humana puede ser posible para científicos y psicólogos. Pero entender los sentimientos del corazón es imposible, exceptuando a algunas personas. Gente especial que puede comprender como te sientes, tus motivos, que se ponen en tu lugar.

Si alguna vez te encuentras a alguien así en tu vida, debes hacer todo lo posible por conservarla.

Todo comenzó el día que mi novia me dejó.

 

***

-           Eres un soso, todos los días me haces igual, quedas conmigo y luego llegas tarde por tus estúpidos juegos y videos frikis.

-         Misa, tranquila, no exageres por favor.

-         ¿Qué no exagere? ¿Eres estúpido o qué? ¡Nunca me prestas atención!

-         Tranquilízate Misa, te prestare atención, lo prometo.

-           ¡No! ¡Siempre lo prometes y nunca lo cumples! ¿¡Acaso te crees que tengo tanto tiempo como para estar perdiéndolo contigo!?

-           Yo no creo eso, de verdad, cálmate, por favor, todos nos miran… “Está haciendo un escándalo público a este paso vendrá la policía”

-         ¡Eres un idiota Mail Jeevas! ¡Que sepas que tendré 17 años pero no soy alguien a quien puedas manejar a tu antojo cuando quieras! ¡ADIOS!

 

La rubia se dio la vuelta enfadada, dejando solo al castaño sin saber cómo reaccionar, ya que aquella escenita no se la esperaba.

 

-           ¿Me… acaba de… dejar?

 

Se quedó ahí parado, de pie, con los ojos abiertos como platos, en medio de la calle, sin poder moverse ni articular palabra. Sus ojos comenzaban a tornarse cristalinos mientras pesaba:

“No… Puede ser. Me acaba de dejar, Misa, acaba de… abandonarme.

No, tiene que ser una broma, si, es eso, ella es una bromista”

 

-         ¡Misa! – El muchacho la llamaba, sentía un nudo en la garganta y un dolor que le oprimía el pecho, pero ella no parecía querer escucharlo, siguiendo así su camino sin darse la vuelta. - ¡Princesa! – Que la llamara de aquella forma hizo que ella le hirviera la sangre, parase en seco y diera media vuelta, volviendo sobre sus propios pasos, acto que causó una sonrisa en la cara del castaño que solo duraría hasta ser abofeteado la muchacha dejándole una marca roja con la forma de su mano en la mejilla.

Mientras todo esto ocurría un grupo de amigos pasaba por la zona para ir a tomar algo.

***

Dos gemelos de pelo azabache, con camiseta blanca y vaqueros azules, ambos despeinados, solo diferenciables por el color de sus ojos, pues los de uno eran negros y los de su hermano rojos. Un rubio vestido de cuero los seguía por detrás acompañado por un muchacho más joven y bien vestido, con una cabellera negra corta y muy bien peinada.

El chico rubio se paró de repente lo que extrañó a sus compañeros.

 

-         ¿Ocurre algo? –Le preguntó el chico de ojos rojos al ver que su amigo se quedaba atrás.

-         Simplemente no me gusta lo que estoy viendo. –Contestó él haciendo una mueca de desagrado mientras la pareja de la acera de enfrente discutía (más bien como la chica le gritaba al muchacho y le daba un guantazo, lo que hizo que al chaval se le cayera una PSP que llevaba en las manos, al suelo) - Se está pasando… –El muchacho avanzó hacia ellos, siendo detenido por otro de los hermanos.

-         No te metas en asuntos ajenos, Mello, no los conoces de nada, deja que lo resuelvan por su cuenta.

-         En fin, ¿Van a entrar o van a quedarse ahí parados en la puerta? –Dijo recobrando su mal humor como de costumbre y empujándolos hacia dentro sin dejar de mirar de reojo al muchacho de las gafas de motocicleta.

 

Si, era cierto que no los conocía de nada, pero aun así, a él le hubiera gustado ayudarlo.

 

***

 

-         ¡Eres un maldito idiota, no me vuelvas a llamar!

-         ¡Misa?.

 

El chico al fin se dio por vencido, agachó la cabeza rezando por no llamar más la atención y que nadie le viese llorar  y comenzó a andar sin rumbo alguno por las calles de la ciudad hasta que tras un rato de caminar llegó hasta un parque.

Caminó por el césped adentrándose en el pequeño bosque, no tan pequeño de arbolitos. Después de andar durante 40 minutos lo que a él le parecieron horas llegó a una zona despejada, un circulo de césped en medio del bosque del parquecito, y decidió quedarse un rato a descansar, aunque más que decidirlo, simplemente se desplomo agotado en el suelo sin fuerzas para seguir ni tampoco ganas.

Tumbado mirando el cielo despejado mientras la brisa le acariciaba la piel y secaba sus lágrimas se quedó totalmente dormido.

Notas finales:

Se agradecen comentarios y opiniones


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