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Overflowing smoke por kunzitedoll

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Notas del fanfic:

Gracias por leer <3

Notas del capitulo:

<3

 

Él es una obra de arte.

 

RenJun todo el tiempo es una obra de arte, probablemente tenga que ver con el hecho de ser dotado con unas manos de oro, capaces de crear ilustraciones que si bien no era profesionales, cautivaban a todo espectador. HaeChan y el resto de personas en esa pequeña ciudad –que bien podría considerarse pueblo-, han escuchado hablar de Huang RenJun alguna vez, como el artista pequeño, es más, era fácil reconocerlo. Era fácil tomarle cariño.

 

HaeChan vive en una ciudad gris, donde los días son nublados casi siempre; el humo industrial y el del monocromático cigarrillo saturaban el aire a menudo, convirtiendo el acto de inhalar y exhalar en algo profundamente melancólico; la gente solía ocultarse tras colores neutros, en las mismas gamas monótonas que atravesaban la línea de lo anticuado. No había nada fuera de lo normal, nada que ameritara utilizar emoción verídica, nada digno de la atención de HaeChan. Sin embargo, RenJun…

 

Es fácil reconocer a RenJun porque en medio de esa devastadora monotonía gris, él era rojo.

 

 

 

Es un martes por la tarde cuando todo parece tornarse lábil, delicado como un diente de león, de esos que hay en los bordes de la carretera, hecho de humo desbordante.

 

El salón estaba inmerso en la homogeneidad de columnas alineadas uniformemente, señaladas por cabezas de cabellos oscuros. Al menos esa era la vista que tenía HaeChan desde su asiento al fondo del aula.

Excepto uno.

 

RenJun tiene el cabello de un color llamativo, es pelirrojo; un rojo distinguible en cualquier circunstancia.

 

La mirada de HaeChan cae en él como incontables veces previas a esa, se centra en él, en los mechones rojos que cubren ligeramente su frente, sus labios delgados con el inferior atrapado entre sus dientes en un acto de nerviosismo, su piel clara y tersa, llega a sus ojos vulpinos en donde se detiene a memorizar el cómo sus pupilas tiemblan imperceptiblemente. Está nervioso, pero ¿por qué?

 

El nervioso aquí es HaeChan, quien por poco ya está por morder sus uñas, ante el mínimo tiempo que lo separa de una confesión.

 

—Hoy es el día. — Se dice a sí mismo en cuanto el estruendoso sonido de la campana se digna a importunar su tranquilidad.

 

Los alumnos abandonan con rapidez el salón, no obstante, RenJun está ahí, estático con la vista fija en la ventana que muestra el pasillo.

 

—RenJun. — Vocaliza con el corazón palpitando en su garganta. El mencionado se gira a verlo por unos míseros segundos.

 

—Ah… ¿Necesitas algo, DongHyuck? — Se escucha ocupado, habla rápido y tiene su mirada casi adherida al vidrio transparente.

 

Quizá no es el mejor momento, pero es su momento. Es el momento del gris fluorescente, HaeChan.

 

—RenJun, me gustas desde hace mucho y quería saber si…

 

Un cuerpo conocido pasa por el pasillo en ese instante. Sonrisa dulce y encanto misterioso. RenJun parece un manojo de sensaciones a punto de explotar. Es un tacaño del tiempo, pues no vuelve a utilizar esos míseros segundos para girarse a verlo por segunda vez.

 

—Lo lamento. — Le escucha decir antes de retirarse a toda prisa.

 

HaeChan está ahí, estático con la vista fija en el asiento vacío que antes ocupaba el pelirrojo. Acaba de rechazarlo, la única persona que ha llamado su atención acaba de rechazarlo. Los latidos en su garganta ahora son dolorosos, saben a decepción con una mezcla de desdén acaramelado.

 

Inhala vapor de agua con ácido carbónico, exhala desencanto dulce, que se desvanece instantáneamente y aun así deja los resquicios de un corazón que acaba de recibir una paliza de sentimientos. Al salir del salón es fácil distinguir a unos metros el cuerpo conocido de Jeno, cabello negro en concordancia con el ambiente dramáticamente vacuo. Jeno es su amigo, eso hace que sea más difícil de procesar.

 

—Me gustas. — Escucha con claridad, y siente algo retorcerse en su interior al reconocer la voz de RenJun pronunciando esas palabras.

 

Vuelve a inhalar, en tres zancadas está atravesando el pasillo, sumido en la tristeza. Sin embargo siente una mirada en su nuca, hay pasos tras él segundos después.

 

—Lo lamento. — Exhala. Es la voz de Jeno, son los pasos de Jeno; es Jeno quien detiene su paso al colocar una mano en su hombro, obligándole a girarse sin tener que ser brusco del todo.

 

—HaeChan, te estuve buscando para confesarte algo que…

 

—No estoy de humor, Jeno. — Escupe DongHyuck. Acomoda su mochila, y continúa avanzando. Lo envuelve el entorno en gamas grises al caminar por las calles de cimiento plomizo, casas blancas, marcos negros. Hasta el cielo oscuro parece burlarse de él al dejar caer sobre su cuerpo gotas incesantes de lluvia descontrolada.

 

Es realmente un motivo para mofarse. Porque a HaeChan le gusta RenJun, a RenJun le gusta Jeno y a Jeno le gusta HaeChan.

 

 

 

-----

 

 

 

Se le llama “fade”, la pérdida de colores. Hay una carretera en el extremo de la ciudad que determina el final de su extensión, antes de internarse a la completa nada que dirige a ciudades más grandes. A esa carretera se le llama fade –lo que es irónico-, viene de las palabras FAst suiciDE; fue denominada así hace ya mucho tiempo, por el simple hecho de ser el suicidio rápido intentar pasar. Por ahí transitaban automóviles que estaban en transcurso de un camino largo, no paraban en esa insignificante ciudad y al carecer de semáforos -por obvias razones de limitación-, no reparaban en detenerse si había un accidente. Se le llama descolorarse, fade porque es un requerimiento tener precaución extrema al cruzar esa carretera; en menos de nada un auto aparece y desaparece, así haya dejado como estela un cadáver.

 

El suicidio rápido es donde está HaeChan. Fade tiene como característica ser desolado, nadie se arriesgaría a frecuentarlo, es tan sólo una carretera después de todo, una peligrosa.

HaeChan está ahí porque le urgía un momento a solas, cruzando la carretera, donde nadie pudiese irrumpir a menos que fuese veloz como para cruzar fade, alguien tan rápido como él. Eso es casi imposible.

 

Otra característica de la carretera fade es que como línea paralela, asimilando las vías de los ferrocarriles, tiene un río. No es nada grande, este río se alimenta de la lluvia frecuente de un lugar tan nublado. Vive del cielo oscuro que HaeChan odia y a pesar de ello, a HaeChan le gusta perderse en sus pensamientos, observando las tranquilas aguas del río correr en dirección a los autos que abandonan esa ciudad.

 

La carretera fade es su lugar favorito, por más extraño que suene, ahí es donde varias personas han perdido la vida y por consecuencia, todos en su ciudad tienden a evitarla, mas él lo ve como algo oportuno. Nadie se va por accidente, muchas personas mueren cada día y no por eso el mundo se desintegra. Todos son intermitentes, momentáneos, se desvanecen en lo que dura inhalar y exhalar.

 

—HaeChan. — Escucha una voz suave a su izquierda, y se gira a comprobar si los dientes de león en el borde la carretera, esos que parecen vivir de humo desbordante al igual que todos ahí, le han dirigido la palabra. De ser así cuestionaría su cordura y el efecto que tiene sobre él estar tanto tiempo solo. Pero no es así, ahí no hay voces de dientes de león, o tal vez sí; ve a Jeno parado a centímetros de él, con una ligera sonrisa cómplice en sus labiales. Él, al ser su amigo, es el único que sabe que siempre va a parar ahí.

 

—Ah… ¿Necesitas algo, Jeno? — HaeChan frunce su ceño al instante, saboreando el deja vu en su boca. Niega con la cabeza y se limita dirigir su vista nuevamente al río. r13; ¿Cruzaste la carretera fade? Debes sentirte como un terrorista.

 

—Quiero hacerte una pregunta. — Suelta Jeno. Viene de la nada, HaeChan es otro tacaño del tiempo, y tampoco le ofrece a Jeno míseros segundos por segunda vez.

 

—Adelante. — Farfulla inestable, cansado de soportar la presencia de otra persona en su lugar desolado favorito. Es el único lugar gris del cual disfruta.

 

—¿Por qué te gusta RenJun?

 

La pregunta flota en el aire por segundos eternos que percibe como horas; todo se ha congelado; inclusive el humo monocromático de los cigarrillos, que son el producto más vendido en esa ciudad contaminada de nicotina. Todos son fumadores indirectos al aspirar aire lleno de muerte sin esperanza. Todos sin excepción, incluso la obra de arte, RenJun.

 

Porque sí, él sigue siendo una obra de arte.

 

—Porque destruye el gris. — Responde al fin el gris fluorescente. Se hunde en la monotonía y resalta de forma más brillante. Es fluorescente y no lo sabe, no sabe que no pertenece al oscuro ambiente al que se ha anexado. — RenJun no es como el resto de personas en este lugar, RenJun es rojo y todos los demás son grises. Me gusta RenJun porque supera la esencia anticuada y lúgubre de esta ciudad sin mostrarse impertinente. Sigue perteneciendo al aire cargado de nicotina, a las gamas tristes de personas que pasan por su lado admirando con increíble facilidad la gracia con la que vive. Es rojo, es llamativo y a la vez simple, RenJun es una obra de arte porque expresa más sensaciones de lo que las palabras pueden; ni la luna roja con sus matices le hace justicia, es él. No lo sé, Jeno, solo me gusta. Destruye el gris, el rojo es más divertido que el gris.

 

 

 

-----

 

 

 

Es el siguiente día tras ser rechazado. HaeChan no está listo para enfrentar a RenJun porque le recuerda lo frágil que puede ser, con su mirada podría rememorar el instante en que algo se derrumbó dentro de él. Es injusto, es completamente injusto que HaeChan deba ser la víctima de encantos en tonos escarlata, cuando al pelirrojo no le afecta en lo más mínimo si siquiera existe.

 

La mirada de HaeChan cae en él como incontables veces previas a esa, se centra en él, en los mechones rojos que cubren ligeramente su frente, sus labios delgados entre abiertos en un acto de sorpresa, su piel clara y tersa, llega a sus ojos vulpinos en donde se detiene a memorizar el cómo sus pupilas tiemblan imperceptiblemente. Está anonadado, pero ¿por qué?

 

—¡¿Jeno?! — Se oye al unísono, todos los alumnos de la clase se han girado en orientación a la puerta, deshaciendo las columnas alineadas uniformemente. La homogeneidad se pierde en ese instante.

 

RenJun tiene la mandíbula caída, sus ojos tienen en su interior fuegos artificiales explotando insistentemente. Brilla, y HaeChan al fin levanta la vista para ser testigo del porqué la monotonía se ha roto.

 

Ahí, descansando en el marco de la puerta, está un chico de sonrisa dulce, encanto misterioso y resplandece por sobre los demás al tener un color distinto a las gamas anticuadas. Es verde, hay mechones del cabello de Jeno que son verdes.

 

RenJun no puede dejar de pensar que Jeno es verde, y que flagela la línea de la perfección con su mirada.

 

Esto realmente es otro motivo para mofarse. Porque HaeChan no le quita la mirada a RenJun, RenJun no le quita la mirada a Jeno y Jeno no le quita la mirada a HaeChan.

 

 

 

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—¿Por qué te gusta Jeno? — Pregunta esa misma tarde HaeChan. RenJun está en la biblioteca de su institución educativa, fundiéndose entre letras atropelladas de comics, en la sección de entretenimiento. RenJun nunca ha visto directamente a HaeChan, y a HaeChan le parece bien, quizá una de sus miradas podría desarmarlo, no quiere descubrirlo, no aún.

 

RenJun suspira con picardía, haciendo que esa simple pregunta explote como palomitas en su estómago. ¿Tan increíble es Jeno? HaeChan se pregunta a sí mismo aquello, al ver las mejillas del pelirrojo adquirir un rubor débil.

 

Es una obra de arte, aun cuando le está haciendo daño.

 

—¿Qué clase de pregunta es esa? — Pronuncia con reticencia, prolongando un silencio innecesario. Para cuando HaeChan quiere agregar algo, RenJun le toma el turno, completando su respuesta. — Me gusta Jeno porque tiene un encanto único. No es del tipo de chico que se lanza sin haber analizado las cosas, es delicado, paciente, razonable, todo lo que hace parece ser correcto. Me transmite una sensación tranquilizadora, es fácil tratar con él; con frecuencia consigue ese efecto en las personas, me refiero a que cuando cometes algún error en su presencia, te hace sentir como si todo estuviera bien, te confiere seguridad. Es brillante y es muy guapo. ¿Que por qué me gusta? — RenJun cierra del golpe el comic entre sus manos, y aunque el sonido es sordo, HaeChan se estremece. Tal vez, y sólo tal vez, el estremecimiento no viene del estímulo inesperado, tal vez se estremece porque su corazón le ha obligado a hacerlo. Lo complicado de esto es saber si lo ha hecho por felicidad o tristeza. — ¿Por qué a ti no te gusta Jeno?

 

—¿Qué? — HaeChan tiene que tomarse un par de segundos para entenderlo. Jeno es su amigo, por eso no le gusta, ¿no es así? No obstante, ve el perfil de su obra de arte, el rojo perfecto, el rojo distinguible en cualquier circunstancia, y tiene la respuesta clara. — ¿Por qué me gustaría Jeno cuando tú estás aquí?

 

El rojo de RenJun es una obra de arte, convirtiendo a HaeChan en un gris fluorescente apagado.

 

 

 

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Fade presenta la misma melancolía de la descoloración en el aire; el humo industrial y el del monocromático cigarrillo, están saturando el ambiente. El suicidio rápido está a unos metros de donde Jeno está sentado.

 

HaeChan avanza lo más rápido que puede al cruzar la carretera, no sin antes verificar que no hay un sonido que anuncie un automóvil en las cercanías. En insulso de todas formas, esos vehículos suelen pasar tan rápido que ni siquiera sabes de dónde han venido.

 

—¿Qué haces en mi lugar gris favorito? — Dice HaeChan, ya a un lado de Jeno, ambos en medio del pasto verde que es intermedio de fade y el río.

 

Jeno despliega su sonrisa, es tan lábil como los dientes de león. A veces Jeno es como un diente de león hecho persona, viviendo por medio del aire contaminado de nicotina, aspirando decepción acaramelada y procurando ofrecer seguridad salada.

 

—Sabía que vendrías aquí. — Dice con simpleza. Es cierto, HaeChan afirma en silencio las palabras de RenJun. Jeno es tan fácil de tratar, con frecuencia consigue ese efecto en las personas. Ese encanto misterioso y atrayente es el que obliga a HaeChan a sentarse junto a él en el pasto.

 

—¿Por qué te teñiste el cabello? — La brisa mece los pastizales ya altos de las lejanías, dando un espectáculo más pacífico, mientras a sus espaldas está una ciudad gris, llena de tonos desvaríos del anticuado intermedio entre el negro y el blanco. La duda latente en esa pregunta ha estado atormentando ligeramente a HaeChan, intrigado hace la cuestión. No es sólo por el hecho de haber visto a RenJun atontado ante la presencia de Jeno y su aplastante belleza.

 

—Oh… — Jeno baja la mirada, incapaz de elevarla y exponer el rubor que se ha instalado en sus mejillas. Es suave, es como un diente de león aun sonrojado. — ¿Destruye el gris?

 

HaeChan siente algo pesado caer en su interior, admira el perfil de Jeno con cuidado y atención, como si tratara de descifrar lo oculto tras esas palabras. No había nada fuera de lo normal, nada que ameritara utilizar emoción verídica, nada digno de la atención de HaeChan. Sin embargo, en ese instante Jeno tiene el alma de HaeChan colgando de un hilo.

 

—¿El verde es capaz de destruir el gris? No es rojo, pero… — Jeno parece un manojo de sensaciones a punto de explotar. Inhala vapor de agua con ácido carbónico, exhala desencanto dulce, que se desvanece instantáneamente y aun así deja los resquicios de un corazón incrédulo, desenfrenado al máximo nivel posible. Jeno, cabello negro con mechones verdes en discordancia con el ambiente dramáticamente vacuo. Jeno es su amigo, eso hace que sea más difícil de procesar. — Creo que el verde también puede gustarte.

 

—¿Por qué no te gusta RenJun? — Masculla, HaeChan se siente diminuto en ese instante. Muy internamente sabe a qué se refiere Jeno, pero debe confirmarlo de la forma más baja, usando al rojo. No es común ver un gris fluorescente, HaeChan no es común, sin embargo se ha ahogado en un mar de personas aburridas y su comportamiento anticuado ha borrado partes de él que no dejan que resplandezca por completo; por lo mismo, no puede procesar tan a la ligera lo que Jeno le quiere insinuar, no es porque no lo crea -ya que es fiel creyente de sus encantos-, sino porque es casi imposible fijarse en algo más cuando RenJun está ahí, Jeno no pudo haber evitado el rojo perfecto para mirarlo, ¿o sí?

 

—¿Por qué me gustaría RenJun cuando tú estás aquí?

 

—Jeno. — Vocaliza con el corazón palpitando en su garganta.

 

—Me gustas, HaeChan. — Quizá no es el mejor momento, pero es su momento. Es el momento del verde, Jeno.

 

Inhala. HaeChan tiene un extraño revoltijo en su interior, en ese instante sólo puede ver a Jeno, sus miradas se encuentran por unos segundos y es igual a observarse en un espejo. La única cosa que pasa por su mente entonces, en medio del terrible desconcierto, es cuánto deseó que RenJun lo besara tras su confesión; HaeChan esperaba ingenuamente que tras dedicarle algo de sí al pelirrojo, este le correspondiera.

 

Exhala. Y para cuando se ha dado cuenta, tiene los labios unidos a los contrarios, en un beso incandescente, forjado por el picoso aire a nicotina pesada, y colores lúgubres que se han arremolinado para crear combinaciones irreales. Al sentir los labios de Jeno moviéndose a la par con los suyos, HaeChan no tiene la suficiente coherencia para reaccionar; le gusta el verde, en ese instante le gusta el verde aunque el rojo sea una obra de arte.

 

Es todo tonalidades con esencia a azúcar, olor a melar misterioso, y sabor a verde fluorescente. Labios conectados por un sentimiento mutuo que si no es algo referido con amor, es comprensión, cariño, confusión y finalmente, dulce capricho. Jeno y HaeChan son como el humo industrial y nicotina contaminada, juntos se respiran hasta acabarse, hasta destrozar y romper en algo, a veces en alguien.

 

RenJun tiene el cabello de un color llamativo, es pelirrojo; un rojo distinguible en cualquier circunstancia. Es fácil reconocer a RenJun porque en medio de esa devastadora monotonía gris, él era rojo.

 

Él está ahí, parado a un metro de Jeno y HaeChan cuando ellos se separan tras quedarse sin aire, tras acabarse en un beso. La mirada de RenJun por fin tiene contacto con los ojos del gris fluorescente, sus orbes vulpinos penetran en el alma de HaeChan en microsegundos cargados de lábil torpeza. HaeChan no quería ver los ojos del pelirrojo porque lo sabía, confirma entonces que es cierto, una sola de sus miradas está más que capacitada para derrumbarlo, para rememorar el momento exacto en que algo dentro suyo se quebró.

 

No se pregunta: ¿Cómo ha cruzado la carretera fade? ¿Cómo sabe siquiera que estábamos aquí?

Se incorpora con las piernas temblorosas y el alma casi saliendo de su cuerpo, transmigrando en vida. Siente una presión en su muñeca, es Jeno, Jeno es quien lo sostiene para evitar que caiga, que se desplome como si la frágil presencia siempre hubiese sido él. RenJun corre, él nunca fue veloz, pero corre.

 

RenJun todo el tiempo es una obra de arte, probablemente tenga que ver con el hecho de ser dotado con la capacidad de ser querido con una increíble facilidad.

 

 

 

Se le llama “fade”, la pérdida de colores, viene de las palabras FAst suiciDE; fue denominada así por el simple hecho de ser el suicidio rápido intentar pasar. Se le llama descolorarse, porque es un requerimiento tener precaución extrema al cruzar esa carretera; en menos de nada un auto aparece y desaparece, así haya dejado como estela un cadáver. Nadie se va por accidente, muchas personas mueren cada día y no por eso el mundo se desintegra. Todos son intermitentes, momentáneos, se desvanecen en lo que dura inhalar y exhalar.

 

Inhala y exhala, en un acto de profunda melancolía. La tortura flota en el aire por segundos eternos que percibe como horas; todo se ha congelado; inclusive el humo monocromático de los cigarrillos. Todos son fumadores indirectos al aspirar aire lleno de muerte sin esperanza. Todos sin excepción, incluso la obra de arte, RenJun.

 

Está destruido, y aun así es una obra de arte.

 

 

Ahora los tonos escarlata yacen aplastados en el pavimento gris. Como la estela de un accidente; todo parece tornarse lábil, delicado como un diente de león de los que hay en los bordes de la carretera, hecho de humo desbordante.

 

—¡RenJun!

 

Hay más razones para mofarse, porque mientras el verde y el gris fluorescente pierden el color, el rojo parece tomar más tinte, absorbiéndolos. Se ha convertido en un rojo sangre.

 

Notas finales:

¡Espero hayan disfrutado de la lectura!

 


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