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Dramático. por AshleyFujoshi

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Notas del fanfic:

G R E L L I A M

La habitación solamente está iluminada por algunas velas, se alcanza a ver que un delgado cuerpo de cabellera rojiza está hincado, completamente desnudo, esposado con las manos en la espalda y con una venda sobre sus ojos, además de unas pequeñas pinzas puestas en sus pezones.


–William, por favor. –Suplica el pelirrojo, está temblando y su cuerpo duele.


– ¿Por favor qué?


–Por favor, saca esto de mí. –Suspira entrecortado– Quítame todo esto.


–Pero sabes por qué lo estoy haciendo, ¿Verdad?


–Sí. –Murmura.


– ¿Por qué?


–Porque me fui de la sede en horas de trabajo.


– ¿A ver a quién?


–A Sebas-chan.


–Exacto, te fuiste a ver a esa cosa a quien sigues llamando igual sabiendo cómo me molesta, y lo haces después de que acabas de pedirme darte amor a cambio de un buen comportamiento, ¿Es ese un buen comportamiento? Si es así, este es el amor que te voy a dar. –Lo levantó y le puso en cuatro sobre la cama, le dio tres nalgadas que dejaron aquellos pálidos cachetes cubiertos por el color rojo. Grell llora.


–Fue solo una pequeña visita, no hice nada con él, ni siquiera le coqueteé, solo fue para ver qué tal le iba. –Intenta aclarar entre sollozos– Sácalas... las he traído todo el día. Me duele.


–Si pudiera, te las dejaba por toda la semana. –Gruñe el mayor y da otra más suave nalgada antes de sacar ciertas bolas de diferentes tamaños del interior del menor, éste suspira de alivio.


–Gracias. –Murmura y respira profundo– ¿Puedes quitar las pinzas? Me duele todo el cuerpo. –Confiesa con timidez.


William está furioso, más que eso, y lo peor es que todo es a causa de su estupidez, todo es porque confió en el pelirrojo y confió en que éste cumpliría su palabra. Retira las pinzas y libera las manos del menor, aunque inmediatamente lo vuelve a atrapar, esposándolo a la cabecera de la cama.


–Cariño... cariño, a pesar de que me duela lo que me haces, soy feliz. –Sonríe y se muerde el labio evitando sollozar.


–Cállate. –Dice el moreno sin esconder su enojo.


–Estás celoso.


–Silencio Sutcliff.


–Eres lindo... eso quiere decir que me quieres. Yo también te quiero.


*Meses atrás*


–En verdad Sutcliff, ya no sé qué hacer con usted. –William está enojado y a pesar de eso habla con calma– no entiendo por qué es así. –Suspira– Desde que lo conozco se ha encargado de hacerme la vida difícil, pero tenía fe en que iba a recapacitar, ahora me doy cuenta de que eso es totalmente falso, por primera vez me siento decepcionado de usted, y créame que debí haberlo estado desde hace mucho.


–Will... –Agacha la cabeza ocultando las lágrimas que resbalan por sus mejillas, aprieta los puños y espera a que el nudo en su garganta se vaya para poder hablar– Perdón. He estado tanto tiempo buscando tu atención y... simplemente ésta es la forma equivocada, ya lo entiendo.


El moreno suspira pesado y pasa una mano por su cabello– Si te comportaras diferente, quizá ya hubieras obtenido mi total atención. Estoy cansado Grell, estoy exhausto, ya no puedo más con esto, todos los días es lo mismo, problemas, trabajo en exceso y horas extra no remuneradas, incluyendo lo desesperante que es discutir contigo y con los superiores que me piden que te cambie de sede, es cansado aferrarme a la idea de que algún día me tendrás respeto y trabajarás como se debe, que dejarás de sacarme de mis casillas... Me rindo, no puedo contigo, tú y yo no podemos trabajar juntos, es malo para mi salud. –Se escucha decidido, de un cajón del escritorio sacó unos documentos, el pelirrojo los asocio rápidamente a alguna petición para un cambio de sede.


– ¡Will! Espera, espera, William no lo hagas. –Pone sus manos sobre las del moreno, esto tiene dos intenciones, una, hacer un intento por detener al mayor y dos, si no logra su cometido, disfrutar del contacto, que puede ser la última vez que lo haga– Prometo que voy a trabajar bien, no hagas eso, no me quiero separar de ti, me conformo con solo verte.


– ¿De verdad? –Pregunta, sorprendido– Esto es serio Grell, no prometas algo que no vas a cumplir.


–Hablo en serio, yo me voy a comportar como tú quieres, voy a cumplir con lo que me pidas, pero no me cambies de sede. –Suplicó y otra vez las lágrimas emanaron de sus ojos.


–Está bien. –Suspiró y se levantó de su asiento para darle la vuelta al escritorio y sentarse a la orilla del mismo, enseguida de la parca roja– Me gusta ser justo cuando hago tratos así, entonces si tú te comportas como se debe, yo te voy a tratar mejor, no puedo darte amor, alguien como yo no puede dar amor, pero si me esfuerzo puedo ser más amable contigo, ¿Trato?


–Will, ya te dije que con solo estar contigo me conformo, si no quieres ser más amable entonces no lo seas. –Limpió sus lágrimas y volvió a sonreír.


–Es lo más justo, empiezas desde mañana, si no cumples tu palabra yo llenaré esos papeles y haré que te pongan en la otra punta del mundo.


...


Se estira sobre su asiento al mismo tiempo en que bosteza, mira al reloj en la pared, son las 5:40 pm y en todo el día no ha habido ni una queja del pelirrojo, a pesar de acordarse del trato que hicieron él se preocupa, ¿Y si le pasó algo? Pronto sus dudas son disipadas al ver como la puerta se entreabre y de ahí se asoma el pelirrojo quien sonríe al ver a su amado azabache.


–Hola Will. –Habla desde la puerta– ¿Puedo pasar?


–Adelante.


Entra con algunos documentos en mano, los pone sobre el escritorio y espera a que Will le deje sentarse, cosa que hace inmediatamente.


–He acabado tomo mi papeleo pendiente, y éste es el de hoy, lo llené lo mejor que pude y no usé tinta roja donde no debía. –Comenta con orgullo, William toma los documentos y los revisa solo por encima, al parecer todo está bien.


–Perfecto. –Los coloca de nuevo en el escritorio y se levanta– Mañana tenemos algunas recolecciones juntos, si tienes cosas por hacer llega más temprano, procura ser puntual.


–Entendido Will. –Sonríe y también se levanta.


–Una cosa más. –Se acerca al pelirrojo y coloca un mechón de cabello detrás de su oreja– Me gusta cómo te ves con tu uniforme, pero si añadieras un poco de rojo estaría perfecto. –Dijo mientras acomodaba la camisa del menor. Hoy decidió traer su uniforme completo, pantalón negro, saco y chaleco negro y corbata del mismo color.


–Pero modificar el uniforme está en contra de las reglas, y no sería un buen comportamiento. –Murmura mirando fijamente al mayor, estando sorprendido.


–Lo sé, omite esa parte, te doy permiso de que portes algo rojo. Tu listón me parece bien, me gusta tu listón. –William increíblemente sonríe y hace que el menor se sonroje.


–De haber sabido que serías así, hubiera cambiado mi comportamiento desde hace mucho. –Dice tímidamente.


–De haber sabido que te ibas a ver tan bien sonrojado por timidez, hubiera sido así desde que te conocí.


Grell se resiste para no abalanzarse sobre el mayor y abrazarlo, William lo nota.


–Puedes hacerlo. –Suelta un suspiro y cierra los ojos esperando a que el pelirrojo le abrazara eufórica y salvajemente, pero no lo hace, lo abraza con suavidad y se recarga en su pecho.


–Gracias por acceder y no cambiarme de sede. –Deja un beso sobre la camisa blanca del contrario y sonríe– Will, no te molesto más, seguramente ya quieres volver a casa y descansar.


...


Toma su abrigo negro y se lo coloca, ve su reloj y suspira al ver que faltan diez minutos antes de partir; aun tiene fe en que el pelirrojo llegará a tiempo. Faltando tres minutos o menos para que el tiempo se acabe –y la paciencia de Will también– llega el pelirrojo un poco agitado con dos vasos de café en las manos y sosteniendo una pequeña bolsa de papel café con sus dientes.


–Perdón Will. –Dice como puede, aún sosteniendo la bolsa, William la toma para ayudarle.


– ¿Qué es todo esto?


–Lo traje para nosotros, toma, el tuyo lo he preparado como te gusta. –Sonríe como cachorro esperando su premio a pesar de que sabe que no habrá premio alguno.


William prueba su café y de verdad está preparado como a él le gusta; levanta ambas cejas con mucha sorpresa pero rápidamente elabora su versión donde cree que Grell después de tantos años de conocerlo se ha aprendido cómo prepara su café; una teoría que ignoró fue que el pelirrojo le espía, puede ser cierto pero prefiere no pensar en eso.


–Rico. –Felicita y muestra una sutil, casi invisible sonrisa.


–Gracias Will. –Contesta con orgullo.


–Gracias a ti, Sutcliff.


Por la tarde, las dos parcas regresan a su lugar de trabajo, claramente exhaustos pues hasta para dos dioses experimentados, tantas recolecciones en un día son cansadas; luego de una hora terminan el poco papeleo que tenían pendiente ya que entre recolección y recolección le avanzaron.


–Buen trabajo Sutcliff. –William hace un intento de gesto cariñoso y pone su mano sobre la cabeza del menor y da suaves palmaditas, como si fuera un perro, Grell ríe.


–Eres un tonto Will. –Frunce el ceño pero no oculta el hecho de que le divierte.


–Ser amable es nuevo para mí. –Suspira con enfado y se voltea hacia otro lado sintiendo mucha pena.


–Oh Will... –Le abrazó por el cuello– Me conformo con que lo intentes. Gracias. –Seguido a esto dejó un beso en la esquina de sus labios y se alejó rápidamente del azabache esperando el rechazo y algún regaño, aunque quisiera portarse bien eso era algo que no podía evitar; sin embargo William sonrió, ¡esta era una verdadera sonrisa!


–Nos vemos mañana Sutcliff.


...


Pasados algunos días, muy cerca del primer mes desde que empezó el buen comportamiento del pelirrojo, William optó por darle como regalo una pequeña cita, de amigos, que quede claro, y se había esforzado mucho en prepararla, pero ya lo tenía todo listo, sería en su casa para mayor privacidad y menos malos entendidos, él como el buen cocinero que era prepararía algunos platillos y también había comprado unas botellas de vino. Todo estaba preparado para ser una velada agradable, solo quedaba pedirle al pelirrojo la cita, eso sería lo difícil, ¿Cómo hacerle para que no pensara que era algo romántico? William se pasó pensando eso durante todo el día hasta el punto de estar distraído y llenar de forma errónea algunos importantes documentos, tenía que relajarse.


Tardó dos días más en encontrar la manera de decirle, estaba decidido, no tenía por qué temer si solo era por motivo laboral y un poco por amistad.


–Eric me ha metido en un problema bien grande. –Hace el comentario de forma aleatoria el pelirrojo al mayor, ambos están en la oficina del último– Resulta que tiene planeada una cita con Alan pero olvidó por completo que ese mismo día lo había acordado para un reencuentro con una de las secretarias con las que estuvo hace como un año; tengo que ir e interpretar mi rol de macho para decirle que en vez de él voy yo.


William para de escribir.


– ¿Qué día va a ser eso? –Pregunta intentando parecer desinteresado y continua escribiendo; a Grell le parece curioso pero no le toma importancia.


–Hoy. –Responde y se pone a jugar con su listón a rayas blanco y rojo.


No. No puede ser Hoy. Hoy cumple el primer mes desde que ambas parcas se han hecho más cercanas.


–Ya veo. No beba tanto y no esté despierto hasta tarde. –Advierte con un rastro de frialdad. Bien, tanto esfuerzo en vano. Quizá si le hubiera dicho antes no hubiera pasado esto y Grell hubiera puesto a William en primer lugar, o eso es lo que a él le gustaría pensar.


*Por la noche*


Al final William decidió ir junto a Ronald a tomar algunas copas a un bar en el mundo humano, nada malo, de hecho está más tranquilo de lo que recuerda; mujeres se acercan a él y parece tener más suerte que el rubio-azabache, aunque a todas las ha rechazado. Ninguna que le interese. Ninguna que pueda resistir el salvajismo del azabache.


Divertido, ve a Ronald intentar ligar con una de las mujeres que se ha encontrado, también ve el cómo es cacheteado por propasarse con ella, y aunque ríe y se distrae, a su cabeza vuelve Grell; no era nada formal, solo quería felicitar a su compañero por cumplir durante todo un mes con su trabajo correctamente pero de todos modos le duele, se siente solo y hasta tal vez rechazado. Si Grell lo ama, ¿Por qué aceptó ir con esa mujer? ¿Y si lo volvía a dejar como hace tanto tiempo? Debía admitir que tenía miedo de que él le volviera a dejar, era la única persona con la que había llegado a sentir un lazo tan íntimo que les unía.


Por propio instinto voltea hacia el otro lado del tranquilo bar y suspira, ve alrededor para escanear a todas las mujeres en aquel lugar e identificar a una que se vea resistente, pero se topa con una melena pelirroja que bien conoce. Le ve de lejos. Está hablando con una mujer, que seguramente es la secretaria, sobre algo que debe ser interesante porque ella está embobada por el pelirrojo, o tal vez solo es el hecho de que Grell por primera vez en mucho tiempo está vestido de forma varonil y hace que cualquier persona –No importando su sexo– se fije en él. Los observa de vez en vez con intención de no perderlos y cuando ella por fin se va, William saca su teléfono celular y manda un mensaje de texto al pelirrojo.


*Todo un Casanova Sutcliff. Espero que haya disfrutado su cita, ella se veía muy divertida*


Qué se puede decir... estaba ya un poco ebrio.


De lejos vio como el pelirrojo sacaba su celular al sentirlo vibrar, porque probablemente con el ruido que había en aquel lugar no pudo haber escuchado el tono de mensaje entrante.


Grell da un saltito de sorpresa y pestañea varias veces, volviendo a leer el mensaje.


William sonríe con satisfacción. Su paisaje se ve interrumpido por una mujer que se pone frente a él, Mia, una de las pocas amantes que ha tenido durante toda su vida, y que por cierto es la que más le complace siempre. Ríe y se muerde el labio inferior.


– ¡Mia! Años sin verte.


–Sí cariño, es una total sorpresa encontrarte aquí, estos lugares no eran de tu agrado, aunque creo que estás buscando a alguien, ¿No es así? –Pregunta después de darle un beso en la mejilla.


–Lo es, pero no es para lo que tú crees, solo estoy pasando el rato Mia, alegrándome la noche.


–Mmh... Si tú dices William...


–Sí, yo lo digo Mia. –Repite a modo de juego y toma sus manos.


/De lado de Grell/


Recibió ese mensaje, Todo un Casanova Sutcliff. Espero que haya disfrutado su cita, ella se veía muy divertida, ¿Él le había visto? Hace un recuento de todo lo que hizo con ella, no hizo nada malo, aunque poco después de haber llegado y de empezar a beber las primeras copas hubo uno que otro beso... oh... maldición, ¿Y si William le había visto? Se ha esforzado mucho por parecer buena gente ante el mayor, no pudo haberlo olvidado con unos simples besos que ni siquiera le gustaron. Tenía que buscar al azabache.


Comienza a caminar por el bar en busca de su jefe y al levantar la vista en dirección hacia la barra se lo encuentra, pero él está con otra mujer y están tomados de las manos, ¿Qué pasa aquí?


Instantáneamente siente un dolor intenso en su corazón, William le pertenece o eso es lo que siente, no debe de tener a ninguna mujer con él, pero no puede hacer nada, sabía que un día le sería arrebatado y estaba más que claro que sería por una mujer. Lo sabía pero de igual forma le dolía. Se da la vuelta y comienza a caminar a la salida, mientras lo hace teclea una respuesta para el azabache.


*Claro que disfruté mi cita señor, ella era agradable y muy linda, pero usted sabe muy bien que ella no es de mi tipo, nadie lo es, excepto usted. Sobre ser un Casanova, claro que no, solo soy amable, usted es el que emana testosterona y hace que las mujeres caigan a sus pies. La mujer con quien está también parece divertida, no beba mucho y no se desvele.*


Siente la vibración de su teléfono dentro del bolso de su pantalón, lo saca y lee el mensaje.


–Disculpa Mia, pero tengo asuntos importantes que atender, volvámonos a ver algún día. –Se despide con cortesía y corre hacia la salida, volteando a todos lados durante su camino buscando al pelirrojo. Ya no está ahí.


Sale y voltea a ambos lados, está mareado, el alcohol hace efecto en el momento menos indicado, pasa una mano por su cabello y gruñe con enojo.


Decide abrir un portal a la casa del pelirrojo y sin formalidad alguna, aparece en el medio de su sala, corre hacia la habitación del menor de donde provienen sollozos y entra.


– ¡Grell!


–Will... –Murmura– ¿Qué haces aquí? –Limpia sus lágrimas e intenta retomar la calma. Después de todo la dejó por ir con él, algo es algo.


–Oh Grell... –Suspira y se hinca enseguida del pelirrojo que está en la esquina de la habitación. ¿Por qué está ahí? ¿Por qué se preocupó porque el jengibre no pensara mal de él?– Creí que te sentirías mal por no saber lo que pasaba ahí.


–Tienes un buen sentido común Will. –Intenta reír, pero solo le sale un suspiro triste– Así es, hemos estado muy juntos éste mes, me he hecho ilusiones estúpidas sobre nosotros.


Y el moreno intenta replicar, pero no puede, algo poderoso hace que solo se mueva y tome al pelirrojo en sus brazos y le recueste en la cama. Lo besa sobre sus carnosos labios, lo saborea. Grell tarda en contestar pero después toma el ritmo al par que siente como es despojado de su ropa.


–Will... Will... –Jadea cuando el contrario le empieza a besar el cuello– ¿A qué viene todo esto?


Continúa con los besos y sube hasta su oído– No lo sé, pero quiero hacerlo.


Crea un brillante camino desde su cuello hasta la parte baja de su vientre con besos húmedos escuchando los tímidos gemidos del contrario, se detiene y voltea hacia arriba.


–No eres virgen Grell, ambos lo sabemos, no seas tímido. –Sonríe, y aunque agradece que el pelirrojo sea experimentado y que no tenga que ser tan cuidadoso como lo sería con alguien en su primera vez, de alguna forma le molesta que alguien haya tocado al menor, y no, aun no sabe por qué.


–He soñado tantas veces con esto que siento mucha emoción. –Dice con un adorable sonrojo tiñendo sus mejillas que causan a William una sensación extraña que acelera su corazón más.


Disfruta de la piel tan suave y pálida del contrario, es como si fuera una droga que lo mantiene hipnotizado, le roza con la punta de su nariz y adora ver como se eriza, lo muerde y le hace soltar gemidos dulces y sumamente exquisitos. Alguna vez tuvo la curiosidad de tocarlo tan íntimamente, cada vez que se portaba mal William vagamente pensaba en hacerlo recapacitar... sobre su escritorio... y a cuatro... pero no, no usaría esos pensamientos salvajes ahora, él también deseaba esto y no podía arruinar el sueño del pelirrojo, no era tan malo.


–Veo que eres sensible, ¿Te tocan mucho cuando lo haces con otros? –Cuestiona paseando su lengua por sus costillas, Grell jadea.


–No... no me gusta que me toquen... es extraño que me sienta tan bien por ser tocado, creo que es porque tu lo estás haciendo. –Se aferra a las sábanas y reprime un gemido.


William no responde pero siente un alivio raro; llega al miembro del menor y sin pudor ni pena lo mete en su boca, haciendo que el contrario se arquee, succiona sutilmente y lo presiona con sus labios, lo hace con tanta maestría que por un momento Grell se siente celoso, pero no le da tiempo a eso, siente que está cerca, muy cerca... Y se libera dejando los restos sobre su vientre pues el azabache se retiró antes. El mayor se dedica a prepararlo y al sentirlo lo suficientemente dilatado entra en él, Grell grita con dolor y con mucho, mucho placer, no ha visto la zona íntima de su pareja pero presiente que si aun sigue en sus cinco sentidos después de haber bebido un poco, William está grande, bastante... ahem...


Al poco empieza a moverse en un vaivén lento, deteniendo las manos del menor a ambos lados de su cabeza y lo besa con pasión; algunas lágrimas se resbalan por las mejillas del carmín, son sentimientos encontrados, placer, emoción, felicidad, plenitud, se dejaba hacer por el mayor. Sentía como salía y entraba en él, poco a poco con más rapidez, Grell grababa cada expresión de William porque era muy posible nunca más volverlo a ver así, al igual que podía ser que nunca sintiera lo mismo con otro hombre.


Cuando ambos están a punto de terminar se abrazan con fuerza, gritan el nombre del otro y llegan al mismo tiempo.


...


Despierta y sale de la cama sigilosamente, escucha al pelirrojo quejarse por sentirse solo en la cama pero pronto se duerme, suspira con alivio y procede a recoger su ropa y vestirse en silencio.


Sale de la habitación con sus zapatos en la mano para no causar ningún ruido y cuando ya está más lejos de los oídos de Grell se relaja y se dispone a ir para preparar el desayuno de cierto pelirrojo.


Al terminar lo lleva de nuevo a con el jengibre y el plato lo cubre con plástico transparente para que mantenga su calor, deja un vaso de jugo a un lado, una nota y una pastilla para cualquier dolor consecuencia de la noche agitada que tuvieron.


Hecho esto se retira cerrando la puerta por dentro.


...


–Buenos días Will. –Se sienta lentamente frente al escritorio de su jefe y sonríe tímidamente.


–Buenos días Sutcliff. ¿Le ha gustado su desayuno? –Su tono es casi el mismo de siempre, pero hoy no puede ocultar el buen ánimo que se carga.


–Bastante rico, felicite al chef de mi parte. –Dice como broma y ríe como pocas veces lo hace, con dulzura.


–Veo que te ha caído bien dormir más, he tomado una buena decisión al cambiar tu hora de entrada hoy para las 10, si te dejo venir igual de temprano que siempre no hubieras rendido en tu trabajo.


–Seguro que sí.


....


William se siente extraño, no quiere mantener la vista fija en su compañero pero hay algo que le atrae tanto de él que no puede resistirse más, todo el día teniendo que aguantar esto que si no lo tomara ahora podría explotar. Grell, por su parte, se siente tan feliz que en vez de demostrarlo saltando, cada vez se pone más tímido para con su superior y eso termina de matar al azabache; sienta al menor sobre el escritorio y le besa apasionadamente, casi como si planeara comerlo, sus dedos agiles de concentran en retirar la ropa del contrario y éste último lo abraza por el cuello correspondiendo como puede. William tiene una política muy estricta sobre no tener relaciones con ninguna de las personas con las que trabaja, pero Grell... Grell es su mejor error.


Abre un portal a su casa y entra en él cargando al menor quien le rodea con las piernas, sin dejar de besarse en el camino, lo tira sobre la cama y le retira lo que le queda de ropa, Grell gime, y la mayoría no son gemidos por gusto.


– ¿Hay algo mal? –Pregunta el azabache deteniéndose y tomando aire.


–Solo se cuidadoso, ¿Si? –Sonríe con ternura e intenta besar al contrario, pero éste lo evita.


– ¿Seguro que estás bien?


–Sí. –Rueda los ojos y ríe.


Un poco receloso, William continua con sus besos y caricias sobre el menor; piensa en todas las veces que lo ha hecho con otras personas, siempre se dedicaba a darles el mayor placer posible porque eso lo divertía pero no lo tomaba como algo a fuerza, si quería él podía simplemente tomar y embestir a las mujeres y aún así le dirían cuán bueno era, sin embargo, con Grell sentía la necesidad de hacerlo sentir lo mejor que se pueda, y en éste momento sentía que no estaba algo bien. Para comprobarlo, simplemente rozó la entrada del pelirrojo, haciendo que soltara un jadeo e hiciera una expresión de dolor. Inmediatamente se levantó y salió de la habitación dejando al carmín solo e intrigado, volviendo minutos después con un vaso de agua, otra pastilla, y una pomada.


– ¿Con cuántos hombres has estado? ¿Llevas una vida sexual activa?... No debí provocarte eso a menos de que fueras virgen o si solo has tenido relaciones así pocas veces... Qué raro, apostaría a que no eres virgen... –Se sienta enseguida y le mira de forma penetrante, mas no como si le estuviera regañando, solo está preocupado.


–Qué malo eres... –Murmura y hace un puchero– Esto... verás... no he estado con nadie durante un par de...


– ¿Meses?


–No.


–¡¿Años?!


–Décadas.


–¡¿Qué?!


–Si... eh... no era tan agradable tener la fama de fácil y a decir verdad no me gustaba esa forma de vida, era deprimente... y además de eso, resulta que si mi memoria no es tan mala, eres el más grande –Y no de edad ni de estatura– con el que he estado.


–Supongo que eso debo de tomarlo como algo bueno, así que gracias... ¿En serio no has estado con nadie desde hace tanto tiempo?


–Si... ¿Tú... has estado con alguien últimamente?


–Claro que sí, hace como dos o tres... –Al notar que lo que dijera podría afectar al pelirrojo, cambio de tema– En fin, necesitamos hacer que estés bien, toma ésta pastilla y luego te coloco la pomada en la zona afectada.


Grell levantó las cejas ante lo último y sonrió con perversión.


–No voy a tocarte con intensiones sexuales hasta que mejores.


–O sea que me volverás a tocar. –Dijo con un rostro de satisfacción.


–Claro que sí, nadie a quien haya traído a mi casa con esas intenciones y nadie que haya entrado a ésta habitación se ha ido dejándome a medias.


– ¿Así que planeas violarme?


–No creo que sea necesario llegar a eso después de besar en los lugares indicados. –Sonrió con seducción.


– ¿Sigues siendo el mismo William que yo conozco? –Preguntó tocándole la mejilla para ver si era real.


–Claro que sí, y por lo que veo conoces muy poco de mí, Sutcliff. Anda, toma esto, te ayudará un poco con el dolor como en esta mañana. –Le da la pastilla y el vaso y espera a que lo beba, Grell obedece rápidamente.


–Tu habitación no es como pensé que sería. –El pelirrojo mira alrededor, es una habitación con colores elegantes aunque exóticos, no mucho el estilo de William.


–Es porque esta no es mi habitación, aquí es donde paso la noche con personas. –Dice y se levanta de la cama– Todo lo que hay aquí está hecho con el fino propósito de funcionarme para la hora del sexo, como ese espejo de cuerpo completo que está allá... –Apuntó a la dirección donde estaba– Quiero ponerte de frente a él y que veas tus expresiones mientras te lo hago. –Su voz se hace ronca de repente pero niega con la cabeza sacando esas ideas de su mente– Algún día Sutcliff, por el momento, quiero llevarte a mi verdadera habitación, es más cómoda y no te mantiene en un peligro constante de no poder caminar por días.


–Esto... okey... –Contesta un poco extrañado. Grell nunca pensó que William fuera alguien con tanta actividad sexual y hubo ciertas cosas que le molestaron en ese momento, en primera ser llevado a la habitación del sexo como las demás zorras, digo, amantes de Will, y en segunda, el solo hecho de pensar que William tiene amantes le molesta y le hiere, ¿A quién no? Sus pensamientos son interrumpidos al ser cargado por el mayor, Grell se deja trasladar abrazándose a su cuello.


Al llegar le deposita con más cuidado sobre su cama, esta habitación es más linda que la otra, mucho más elegante y con colores oscuros más del estilo de su superior, esta le gusta más y no sabe si es porque es la propia del mayor y no donde comparte con las otras, o si simplemente le gusta el decorado.


–Es la primera vez que traigo a alguien a mi habitación. –Murmura a su oído y besa su frente– Ninguna de ellas ha entrado aquí, pero por ser tú, hasta dormirás aquí conmigo hoy.


Eso es un alivio, tiene algo de William que ellas no tienen, y es confianza y cariño, o eso supone; por el resto del día se mantiene acaramelado para con el mayor, parece que se acostumbran a estar juntos muy rápido, es como si estuvieran destinados a ser uno.


...


Entra sin cuidado alguno en él y le escucha sollozar, sigue muy enojado y necesita dejarle en claro a ese pelirrojo a quién le pertenece.


Comienza con un suave vaivén que aumenta de intensidad hasta convertirse en embestidas fatales que desgarran el interior del carmín causando un doloroso placer, tanto que pide más y más, ruega por más a su azabache, a William, grita su nombre, lo llama con tanta fuerza que sus cuerdas vocales también quedan deshechas, y ambos gozan, William siente como si estuviera dándole la mejor de las lecciones al menor y Grell, aunque no ha hecho nada malo, disfruta de cómo es castigado y de un William con celos a desbordar.


Acaba al fin el moreno justo a la tercera vez que lo hace el carmín, y, sin ocultar necesidad, lo abraza, dejando castos besos sobre su pecho.


–Eres mío Grell. –Sentencia al recuperar el aire, no con amor, es de forma posesiva.


–Siempre lo he sido, cariño. ¿Puedes quitarme las esposas? Quiero abrazarte también. –Pide sonriendo con dulzura, como si William no le hubiera desgarrado cierta parte íntima.


Lo hace casi de forma instantánea, besa sus manos y las pequeñas heridas que se han hecho en sus muñecas, retira la venda de sus ojos e igual besa las mejillas de su pelirrojo.


William, me quieres¿Cierto?


La pregunta toma de sorpresa al azabache, mantienen contacto visual por al menos un minuto y no dicen nada, ¿Lo quiere? Si no fuera así no tendría celos, no tendría meses haciéndolo suyo, porque cabe decir que ninguna de sus ex amantes habían durado con él lo que Grell, ¡Entonces le quería! ¿No?


–Yo... No, Grell, no te quiero. –Dice después de un momento y voltea a otro lado, Grell se aleja mínimamente de él.


– ¿Por lo menos sientes algo por mí? –Si William no le quería, entonces no tenía por qué dejarse lastimar por él... aunque...


Es que... yo te amo.


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