El manto oscuro, abarcaba en su totalidad, todo el cielo. Aunque la luna, enorme y brillante, le daba un color azulado muy hermoso. El frio, mientras tanto, iba abriéndose paso en las calles de dicha ciudad, ganando terreno, haciendo que todos buscaran el calor del fuego.
No todos parecían huir del frio, aunque, si alguien le viera, correría a ocultarse pues la presencia de tan gran, y llamativo hombre, ameritaba tal acto.
Su paso lento y raro, acompañaba al sonido del viendo, frio y gélido, que recorría caminos y callejones. El reloj marcaban las 11:15, hora adecuada para regresar a su nave, aunque… ¿por qué no quedarse a descansar allí?, si regresaba, iba a escuchar el alboroto de su tripulación y la fiesta que le habían preparado. No le molestaba, y estaba agradecido, pero quería tranquilidad en ese momento.
Camino por las calles en busca del hotel más lujoso, y cuando estuvo a punto de encontrarlo, algo lo detuvo… La espalda de una persona que conocía muy bien, y que hace no más de 3 meses, volvía a ver.
-Oi… Corazón- le hablo -¿Qué haces tan tarde y fuera del barco? ¿A dónde vas?- le pregunto mientras se acercaba.
El hombre casi tan alto como él, le miro sin pronunciar palabra, haciéndole la misma pregunta con la mirada.
-Quería tranquilidad- respondió, intuyendo la pregunta de su hermano menor –¿A dónde te diriges?-
El otro solo le mostro un panfleto de una posada, que no estaba muy lejos de allí.
-¿Piensas ir a ese lugar? Ay hermanito- se mofo- te hace falta vivir de otro manera- dijo mientras jalaba a su hermano al otro lado.
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Doflamingo no solo había llevado a su hermano al hotel más lujoso, y pedido la habitación más cara del lugar, había ordenado que le llevaran el mejor vino. Pues había visto que su hermano no se sentía como en dicho ambiente, y por lo tanto había decidido, por los dos, relajarse con algo de licor.
Aunque Corazón decidió irse a dormir, en cuanto vio a su hermano hablar, tan amenamente, con la chica que había llevado el pedido. Lo que este no se dio cuenta, es que en toda la habitación solo había una cama.
Obviamente Doflamingo se percató de la falta de su hermano menor y mando a la chica a volar. Y aunque no tardo ni un minuto en encontrarlo, lo observo por un largo tiempo.
Esos ojos cerrados, la respiración lenta y pausada, esa cabellera que caía tan sexy y descuidada por su rostro… y al darse cuenta de sus pensamientos, fue cuando rompió el silencio.
-¿Piensas irte a dormir sin acompañarme a beber antes?- dijo acercándose a la mesa que se encontraba cerca del ventanal –Eso es cruel de tu parte, teniendo en cuenta que aún es mi cumpleaños- dijo con esa sonrisa sarcástica que siempre usa.
El otro, acorralado, se levantó y acerco a su hermano, sentándose frente a su hermano.
-Espero que no te moleste, pero me tome la molestia de pedir una cama para ambos- causándole gracias, el respingo de su hermano, que al escucharlo se giro a observar mejor la habitación –Vamos Corazón, como si no hubiéramos dormido de pequeños- rio.
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Bebieron hasta acabar la botella, y así muchas más. Y cuando la razón estuvo nublada por el vino…
Corazón no sabe cómo llego a esa situación… Con las manos sostenidas, con su hermano en su cuello y durmiendo sobre él. No podía hacer ningún movimiento, pues al hacerlo, su Doflamingo se pegaba más a él, inmovilizándolo.
Y eso no era lo peor, lo más crítico, era que el mayor parecía estar teniendo una especie de sueño, solo Dios sabe que sueño, pero esta parecía estar intuyéndolo por sus acciones.
Doflamingo daba pequeños besos en todo su cuello, mientras movía sus caderas de una manera que al menor parecía volverle loco, pero que jamás aceptaría.
Todo empezó a ponerse más crítico, en el momento en el que Doflamingo comenzó a dar pequeñas mordidas por todo el cuello, y empezaba los movimientos mas fuertes. Tales actos, estaban matando a Corazón, que comenzaba a jadear a regaña dientes.
Y no pudo mas…. Como pudo, enredo sus piernas a la cintura del mayor, girándolo.
Ahora él sobre Doflamingo, repartía besos y pequeñas mordidas sobre el mayor, tratando la manera de no despertarlo. Moviendo lenta y fuertemente, reprimiendo sus gemidos. Disfrutando el tacto, aun a pesar de la ropa.
Y aunque su cuerpo pedía tacto si ropa, mas mordidas, más besos, algo más profundo… como pudo lo reprimió.
No podía, era su hermano…. Su enemigo.
Cuando estuvo al límite, se pegó al cuello de Doflamingo, ahogando con la almohada el sonido. Quedándose un buen rato allí, sin hacer nada. Regulando su respiración…. Y oprimiendo las lágrimas.
Cuando se controló, se levantó como pudo, poniendo algo en el gran abrigo del mayor, algo que sabía jamás encontraría, y que de hacerlo, no tardaría en regalar, por la simpleza de dicho objeto… un anillo.
No era como los que usaba Doflamingo, pero el diseño de este le había gustado bastante. Luego de esconderlo en el abrigo, se quedó observando al mayor por un rato, pensativo. Se armó de valor al final y con cautela se acercó al rostro del otro, depositando un casto beso en los labios.
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A la mañana siguiente, la tripulación de Doflamingo preparaba todo para regresar a los mares. Todos se encontraban realizando sus tareas. Con la resaca de la fiesta anterior, en la que por cierto, el cumpleañero no estuvo la mayor parte.
Mientras que el capitán de la nave, salía de darse una ducha. Se sentó al borde de la enorme cama, y comenzó a secarse el agua que estilaba. Aunque al poco tiempo paro y se recostó, viendo hacia el techo y viendo lo que había encontrado en su abrigo.
Siempre había tenido esa atracción hacia su hermano, y aun después de mucho tiempo, al encontrarlo de nuevo, supo que la seguía teniendo… incluso más. Pero nunca dijo nada, siempre se lo cayó.
Sonrió.
¿Cómo contenerse después de lo de anoche?, nunca imagino la reacción de su hermano, nunca imagino ser correspondido, y aunque lo que más le sorprende, es que pudo controlarse.
Aunque es más que obvio, esa fuerza de contención no durara para siempre. Y el solo imaginarse a Corazón, sumiso ante él, sin juegos sobre ropa, llegando hasta el final… eso le prendía, pero debía esperar.
El movimiento del barco lo hizo regresar a la realidad, se vistió y fue afuera. Aunque así como salió, entro.
¿La razón?, Corazón estaba sin cambiándose la camisa a plena vista. Por lo que comenzaba a dudad de su fuerza de voluntad.
Aunque… ¿Por qué contenerse?....
¿Fin?