— ¡Mierda! — exclamó Katsuki Bakugou cuando la mujer parecía evitar nuevamente su estrategia para atraparla— . Es tú culpa, ¡eres muy lento! No se porque tenia que terminar contigo en esto— reclamó el chico de cabellos claros al otro, que estaba observando la ruta por donde la mujer se fue.
— Terminemos esto— señaló Todoroki hacia donde se había ido la sospechosa. Katsuki vio vio un callejón, y una coladera abierta.
Ambos chicos entraron por la coladera, Todoroki solo arrugo la nariz ante la esencia, y Katsuki dijo alguna que otra maldición por lo complicada que se había vuelto la situación. Sin ganas de entablar una conversación con el estoico, como exasperante— según Bakugou—- , Todoroki, continuaron buscando.
Les sorprendía que la mujer, a pesar de no tener un Quirk ofensivo, parecía bastante fuerte y ágil. Ninguno de los dos esperaba, los resultados que precedieron después; solo entonces, Katsuki se daría cuenta del error que cometieron al decidir separarse.
— ¿Que demo…? — el rubio junto sus cejas al ver a Todoroki inconsciente, frente a una mujer; la cual estaba sonriendo, algo que hasta en la oscuridad de las alcantarillas podía ver.
— Interesante— dijo la mujer, acercándose a Katsuki, quien formó unas bolas de fuego cuando la sospechosa dio unos pasos—. Oh, no es necesario llegar a la violencia. ¿sabes? Puedo ver en ambos un deseo común, aunque este chico de aqui ya lo ha logrado, ambos quieren a la misma persona: Izuku Midoriya.
—- ¡Que idiotez dices! — Lanzó las esferas de fuego hacia la mujer, quien las esquivo. Katsuki sintió esa frustración que siempre le acompañaba, una que se acrecentó cuando Shouto e Izuku comenzaron a salir.
Cuando dejó de ser un pilar en la vida de la persona que amaba, pero fue incapaz de demostrar.
— Yo puedo cambiar todo— La mujer no se movió más de su punto— , puedo darte el deseo a ti. Mi Quirk es diferente, puedo cambiar los recuerdos de las personas, reconstruirlos a favor de otra; solo tendría que ver a Izuku Midoriya a los ojos después, y será tuyo.
Katsuki se quedó paralizado, el no entendía como un Quirk asi podia existir.
¿Su deseo?
— Por eso puedo ver también lo que quieren, pero, hay una condición, más bien un castigo: todas las noches tendras pesadillas.
Katsuki había perdido a Izuku sin posibilidad, al menos hasta ese momento. Entonces se acercó a la mujer, quien le sonrió sutilmente.
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Unos ojos de color verde se cruzaron con los suyos— ¡Kacchan! — saludó Izuku al dia siguiente, cuando lo vio entrar a clases.
Bakugou observó como Todoroki lo saludaba de manera formal, como meros compañeros de clases, al igual que Izuku.
Su deseo había sido cumplido.
De la mujer nadie volvió a mencionar nada, ni las autoridades, ni Todoroki; eso solo seria sabido por Bakugou.
— ¡Ka-kacchan! — reclamó en un susurro, cuando en una esquina solitaria de la escuela fue jalado por Katsuki, quien le beso sin decir nada; el chico de cabellos claros no escuchó, había querido eso desde un tiempo— , estamos en la escuela, creo que no es bue…
— Callate Deku— se alejó del rostro del más bajo, pegando los labios en la mejilla del otro; al recibir un estremecimiento en respuesta sonrió— . ¿que no decias que querias que fuera más cariñoso?
— Si, pero no aquí...no quiero— Deku le sostuvo de la camisa con la mirada baja, pero con voz firme, demostrando que no era el mismo niño que podía manejar a su antojo, irónico era, que en cierta forma estaba a su disposición.
Y el siempre agresivo chico decidió ceder, al final tenía todo el tiempo del mundo; Izuku era suyo, aun si en el fondo, se sintiera humillado por tener que depender de un Quirk.
Pronto comenzó a odiar la noche.
Las pesadillas eran variadas, desde personas sin rostro devorandole; o el vagando por ´pasillos sin fin, con algo persiguiendo a sus espaldas, que se acercaba con paciencia y constancia, cuando lo alcanzaba, sus recuerdos de lo que le pasaba no le dejaban dormir en días.
A veces, las paredes se oscurecían en un tono escarlata, el piso se convertía en una fosa oscura donde algo lo jalaba, la penumbra lo engullía; sin poder ver qué era lo que comenzaba a destrozar su cuerpo.
La muerte en sus sueños era uno de los finales más indulgentes en ocasiones.
Pero estaba bien.
Estaría bien.
Eran las cosas que pensaba, no aceptando su miedo, y dejando que la satisfacción de su deseo opacara el tormento de su mente. Con el cuerpo de Deku en sus brazos, mordiéndose el labio cuando las sensaciones eran estremecedoras, podía olvidar sus pesadillas.
Podía vivir con un innegable descenso a la locura.