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La vida de los Súper Soldados por amerikita12

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Notas del fanfic:

¡Gracias por entrar! Espero que les guste :D

(Por cierto, ya los extrañaba uwu)

Notas del capitulo:

¡Espero que les guste! Por favor, deja un rw

Steve se levantó al alba, siendo alentado por los débiles rayos de sol que se colaban a su habitación, el movimiento creado por él al cambiarse de prendas y hacer diversas cosas no tardó en perturbar el sueño de su compañero.

-Hola, Bucky- Saludó Steve, sin dejar de abrocharse las agujetas de sus zapatillas deportivas. A espaldas del rubio, un somnoliento Bucky se estiraba desganado entres las sábanas tersas de la cama. No se molestó en ahogar en bostezo ruidoso que salió de su boca. 

Cuando Steve terminó lo referente a sus zapatillas, se volteó en dirección a su pareja, a quien tenía intensiones de despertar completamente. Cuando lo vio envuelto entre la tela, cubierto con las almohadas y frazadas tuvo que esforzarse por no dejarse caer de nuevo en la cama y dormir plácidamente con el castaño.

-Vamos, despierta Bucky- Le susurró, con un tono que incluso él aceptaba era muy bajo. Al recibir murmullos ilegibles tuvo que hablar más alto contra el cuerpo del castaño.

-Está bien, Punk- Declaró derrotado, sentándose en la orilla de la cama, imitando todo lo que el rubio hizo unos minutos antes.

Una vez ambos estaban listos, salieron de su habitación, se dirigieron con poca prisa hacia la cocina. En el camino compartieron algunos comentarios ocasionales, referentes a qué harían en el día, qué futuros eventos tenían planeados y la ida a comprar despensa que necesitaban hacer con urgencia.

Una vez llegaron a la cocina se detuvieron volteando su mirada a la de su pareja al unisono, compartieron una mirada entre ellos, como si supiesen lo que pensaba el otro. 

-¿Piedra, papel o tijeras para ver quién prepara el desayuno?- Propuso Steve, con esa sonrisa ligeramente manipuladora que hacía imposible a Bucky negarse.

Y cuando Bucky le ganó a Steve dos veces seguidas, no pudo soportar las ganas de darle un beso dulce en los labios como premio de consolación. 

[...]

-¿Qué dices Bucky? ¿Compramos para preparar camarones mignon o para preparar lasagna?- Preguntó Steve, sosteniendo entre sus manos una caja de pasta y en la otra una lata de crema de champiñones, sus cejas levantadas creaban ligeras arrugas y mostraban su rostro pensativo. 

Bucky se volteó y dio una ojeada rápida a todo el escenario, desde la comida hasta el ceño de su pareja- Bueno- Se apresuró a decir una vez advirtió la aparente urgencia de Steve- Yo diría que lleváramos para ambas comidas, para no tener que volver mañana, ¿No lo crees?-.

El rubio asintió pensativo, metiendo los alimentos al carro de compras, y uno que otro alimento básico que ya escaseaba en su hogar. Una vez tenía el carro repletó con los ingredientes necesarios para mantenerse al menos una semana más, se dirigió junto con Bucky a la caja para pagar. 

-Sabes, Bucky, con toda la comida que llevamos pareciera que vamos a alimentar a toda una familia- Comentó, sin poder aguantar la risa ligera que salía de sus labios, pero cuando se volteó hacia donde se suponía estaba su pareja, su sonrisa se apagó y dio lugar a una mueca sorprendida, pues no había nadie a su lado.

-¿Bucky?- Articuló el rubio, con un volumen que estaba entre bajo y alto, una ligera preocupación se dejó leer en su tono. 

Steve aceleró su paso para dirigirse hacia donde creía que su pareja podría haber ido. Con su ritmo rápido no tardó más de un minuto en llegar a la sección de golosinas, galletas y demás cosas dulces, él conocía a Bucky, y sabía que si se separaba de él, sería solo para conseguir algún producto que le había causado antojo.  

No se equivocó en lo absoluto, justo enfrente de las cajas coloridas de galletas, un castaño con sudadera negra se encontraba observándolas con una mirada hambrienta. Steve negó con la cabeza, riéndose un poco por la situación, después de rodar los ojos caminó con poca rapidez hacia su novio.  

-Te encontré Bucky- Comentó con tono juguetón una vez estaba detrás del castaño, no se sorprendió cuando Bucky no reaccionó, sabía perfectamente que él había notado su presencia desde hace metros. 

-Stevie, ¿Podemos comprar galletas? Tengo un gran antojo de ellas- Le suplicó, sin tomarse la molestia de girarse para verlo, siguiendo aparentemente hipnotizado por las galletas.

-Claro, Buck, lo que tú quieras- Dijo el rubio, apenas esperando a que Bucky terminará su petición. Estaba más que claro que Steve haría muchas cosas estúpidas para complacer a su novio, así que comprar galletas para su antojo no era una molestia.

Cuando el castaño giró su rostro y mostró su sonrisa reluciente y sus hermosos ojos azules vibrantes de alegría, Steve juró que compraría todas las galletas de la tienda, de la ciudad, del mundo, o incluso el mundo mismo si eso significaba que Bucky sonriera siempre para él.

Como era de esperarse, tomó al castaño de la cintura, sujetándolo con recelo, como si temiera que le fuese arrebatado, apenas esperó a que su pareja mostrará una mueca sorprendida antes de darle un beso en los labios que casi rozaba lo casto. Ambos se separaron con un leve sonrojo y una sonrisa en sus rostros. 

[...] 

Era tarde y la falta de luz se hacía presente cada vez más, el brillante color rojizo con algunos toques violetas del arrebol eran reconfortantes ante la inminente oscuridad. El cielo se tornaba oscuro, acompañado celosamente con unas nubes grisáceas que escondían parte del firmamento, aun con ello la luz de la luna era terca y se filtraba para brindar un poco de claridad. 

En la comodidad que brindaba la habitación de ambos súper soldados, la sensación de frío era ajena a la pareja que melosamente se acomodaban uno cerca del otro. La pieza estaba llena de un silencio reconfortante que ninguno de los dos quería romper, un ambiente perfecto que pocas veces se presentaba en la vida de Steve y Bucky. 

Los únicos ruidos que perturbaban ligeramente el mutismo, era el sonido suave que hacía el grafito del lápiz que usaba Steve y el continuo "tic" de las teclas de la computadora de Bucky.

El rubio estaba demasiado concentrado detallando con delicadeza el dibujo que hacía de Bucky, que apenas notó que éste se había levantado de la cama, dejando el computador a un lado e interrumpiendo el sonido que lograba al escribir. 

-¿A dónde vas, Bucky?- Interrogó, despegando la vista de la hoja para concentrarse en su pareja, Steve no podía describir lo mucho que le gustaba ver a Bucky.

-Voy por un café- Se talló la mejilla con su dedo pulgar- ¿Quieres uno?-.

Después de una breve negación por parte del rubio, éste meneó la cabeza y rió un poco-¿Hoy no tenemos inspiración?- Steve sabía muchas cosas de Bucky, una de ellas era que él no era muy fanático del café "El café sabe como si alguien hubiera podido quemar agua" Repitió el castaño más veces de las que su pareja podría contar, por ello Bucky solo lo tomaba cuando estaba estresado, faltó de inspiración o porque no había dormido en días. Steve sabía que su razón hoy era al menos una de las dos primeras.

-Sí, más o menos, estoy enfrascado en un párrafo y simplemente no puedo parar de escribirlo-borrarlo-reescribirlo- Otra de las cosas que Steve sabía, era que el castaño escribía cuando no podía sacar una idea de su cabeza y se cansaba de rondarla continuamente. 

-¿Puedo leerlo?- Preguntó, aunque sabía la respuesta de esa pregunta. Esperó el asentimiento con la cabeza de su pareja para tomar la computadora y contemplar las letras escritas en Word. 

"Hay relámpagos, y hay truenos, ruidosos y ensordecedores truenos. La noche es húmeda, se siente las gotas de agua pesadas, faltan horas para el alba pero las nubes parecen no saberlo y se tornan de rojo. La oscuridad es permanente, abraza todo con su manto.

"Hay breves segundos de luz cuando algún rayo impacta en el suelo y crea el caos, ese preciado lapso de brillo hace posible vislumbrar lo que hay detrás de la ventana, hace esclarecer las figuras lejanas.

"Los corazones laten excitados, usando el miedo y la adrenalina como impura fuente de energía, la luz acelera su ritmo irregular, la oscuridad los obliga a mesurarse hasta reducir sus latidos a distantes sonidos apagados.

 "Se sentía como si cada latido bombeara funestos litros de veneno por las venas, recorriendo todo el cuerpo. La sensación de golpeteo detrás de la cabeza no era ajena, menos aun cuando el terror invadía el cuerpo. La existencia duele más que un profundo corte con una cuchilla caliente.

Al final nos aferramos a la luz, porque tememos a la oscuridad."  

Steve frunció el ceño mientras leía el texto pseudo-poético de su pareja, sin dudas no era un relato de lo más positivo o afable, pero era claramente el estilo de escritura de Bucky. No veía nada malo con él, las palabras que usaba eran lindas y no demasiado maquilladas, aunque bueno, no era un crítico de literatura, solo quería que su pareja tuviera una forma de desahogarse como él tenía la suya. 

-A mí me gusta, tiene tu toque, ¿Qué le ves mal?- Preguntó.

-No lo sé, el último párrafo no me convence, siento que es muy corto, demasiado brusco, no creo que refleje lo que yo quiero- Expresó, con un pequeño toque de puchero en su voz que no pasó desapercibido. 

-¿Sabes? Es la parte que más me gustó- Declaró el rubio, recibiendo una mueca confusa y ligeramente incrédula de Bucky- Es simple, dejas claro tu mensaje sin necesidad de analogías, concreto y profundo en cierto sentido-.

-¿Lo crees?- Murmuró el castaño un poco inseguro.

-Sí, lo creo- Le brindó una sonrisa que animó el semblante de su Bucky. 

Después de eso el castaño simplemente apago su computador y se escabulló entre las mantas para quedar a un lado del rubio. Una vez Steve dejó su cuaderno de dibujo hizo lo mismo que Bucky.

-¿Quieres ver caricaturas?- Susurró el castaño. Cuando pudo ver la afirmación con la cabeza de Steve, se apresuró a prender el televisor y rebuscar entre los canales el que transmitía dibujos animados antiguos y uno que otro actual.

Entre las risas de Bucky, las constantes caricias y los mimos, ambos tuvieron una de las mejores noches que pudieran recordar. Era simple y era perfecta.

[...] 

Cuando Steve se levantó, la luz potente del sol reflejaba que eran al menos las nueve de la mañana. Gimiendo adormilado y sin despegar su cara de la almohada, su brazo tanteó la mesita de noche buscando el reloj digital que debía estar allí, cuando lo tuvo entre sus manos pudo verifican que realmente eran las nueve.  

Los sonidos de fondo que no había captado antes, llamaron su atención en cuanto pudo despertarse completamente, el primero era indudablemente una fastidiosa canción pegadiza de algún comercial proveniente del televisor, el otro era de una corriente de agua que venía del cuarto de baño. 

Apenas con esa información cayó en cuenta de que Bucky no estaba a su lado.

Tomó el control remoto del televisor con la intención de apagarlo, pero su inminente acción fue detenida cuando las noticias comenzaron a transmitirse y la nota principal relucía en la pantalla acompañada de un arcoíris. 

"El día domingo dio lugar una marcha en protesta por activistas LGBT [...] La inconformidad se debe a la suspensión de una orientación federal que apoyaba a los estudiantes transgénero [...] El presidente republicano también rompió la propuesta de emitir una proclamación en honor del Mes del Orgullo.
En una nota más positiva, en el pasado mes de junio, se registró un aumento de aprobación hacia el matrimonio igualitario"

"Matrimonio igualitario" Esas palabras resonaron con fuerza en la cabeza de Steve. Su boca se abrió con sorpresa y casi no podía creerlo, "¿Matrimonio entre personas del mismo sexo?" El rubio sabía que las cosas habían mejorado, pero no sabía qué tanto. 

Sintió una punzada de felicidad casi dolorosa, sus ojos se llenaron de alegría y no podía borrar la sonrisa de su rostro. 

"¿Y si todavía es una propuesta?, ¿Si apenas se está considerando y no es un hecho?" Pensó, logrando entristecerse un poco él mismo. Con la cabeza llena de dudas tomó la computadora de su compañero y se dispuso a googlear: "Matrimonio igualitario en New York".

Lo primero que apareció fue un enlace a una página de Wikipedia, pero Steve sabía que no era lo suficientemente confiable, al seguir viendo las entradas que aparecieron, una luz de esperanza se prendió en el pecho de Steve, todas eran de noticias sobre la aprobación del matrimonio igualitario. 

Cuando entro a la página más confiable lo primero que leyó fue: "El matrimonio entre personas del mismo sexo en el estado de New York fue legalizado por el Senado Estatal de New York el 24 de junio de 2011" Steve quiso golpearse y golpear a alguien. 

¿Por qué diablos nadie le había dicho que las parejas del mismo sexo podían casarse? Incluso antes de que él hubiera despertado ya podían hacerlo, había vivido 5 años en el Siglo XXI y nadie en una plática casual se molestó en decírselo, ni siquiera un "Oh, el viernes mi hermana se casa con su novia" o "Mi primo al fin se va a casar con su novio". Nada. 

Steve iba a reclamarle a alguien por eso.

Cuando buscó en sus contactos a alguien para hacerlo, la primera que apareció fue Natasha, el rubio no tardó en marcarle. 

-Hola, Steve, ¿Qué s...-

-¿Por qué no me dijiste que las personas del mismo sexo podían casarse?- Interrumpió Steve, sin siquiera decir un "Hola" en primer lugar. 

-Pensé que ya lo sabías, todo el mundo lo sabe, no es un secreto, Steve- Por el tono que usaba, el rubio estaba seguro que su amiga estaba sonriendo como el Gato de Cheshire.

Unos segundos después un “Tardaste más en enterarte de lo que pensé”, por parte de la peliroja llegó a los oídos del rubio, éste no pudo evitar sentir una pequeña pizca de molestia.

Steve respiró profundamente tratando de tranquilizarse ante la tormenta de información que lo había atacado, pensó que serenarse era la mejor decisión que pudiera tomar -Está bien, y-yo, agh, te hablaré más tarde- Dijo lo menos brusco posible, colgando sin molestarse a esperar el inminente siguiente comentario de su amiga,

Con un montón de pensamientos rondando por su mente no podía pensar con claridad. Era una noticia que lo llenaba de felicidad y ansiedad al mismo tiempo, quería casarse con Bucky en ese mismo instante, pero no quería ser torpe y arruinar algo tan especial.

Después de meditarlo por un momento, Steve tomó la libreta y el lápiz de la noche anterior y dejó una pequeña nota en una parte blanca de la hoja. 

Voy a compra unas cosas, regreso pronto. Te amo. 

-Steve.

Las palabras estaban pegadas y gracias a la rapidez con la cual había escrito las letras parecían estar en cursivas, Steve tuvo que calmarse para hacer un poco más legible su escritura y que se pareciera a su modo de letra normal. 

Seguido de eso se vistió con una velocidad que no le pedía nada a la de Quicksilver, tomó su cartera, celular y todos sus accesorios habituales, y salió con prisa de la habitación. Una oleada de energía lo golpeó cuando se subió a su auto y vio la magnitud de lo que quería hacer. 

Dentro de unos días James Buchanan Barnes se convertirá en su esposo. Su Bucky.

[...] 

Después de unos kilómetros, una joyería excesivamente cara y un cheque firmado, Steve había comprado un par de anillos. Estos estaban hechos de oro blanco con decoraciones en relieve, una gema de Zafiro poco modesta levantada por cuatro pilares y unos brillantes incrustados en vertical en los lados de la piedra preciosa. 

Para la vista de Steve era quizá un poco ostentosa, pero no veía lugar para unos anillos sencillo cuando estaba pensando en proponerse ante el amor de su vida. Sí, sin dudas eran las sortijas perfectas, o bien, serían las sortijas perfectas cuando estuvieran en sus manos. 

Steve estuvo dudoso cuando estaba comprando los anillos y le dijeron que las inscripciones tardarían un día en estar listas, casi al punto de preferirlas sin frase alguna. Pero después de sopesarlo unos segundos decidió que preferiría esperar un día si con eso conseguía la joya perfecta para él y para su Bucky. 

Cuando salió y subió a su auto, se mantuvo en un trance por varios minutos, como si no supiera qué debía hacer a continuación. Deseó poder adelantar el tiempo un día para por fin casarse con Bucky y cumplir el deseo que tenía desde los años cuarenta. Lástima que no podía y solo le quedaba esperar. Ser paciente como solo él sabía hacerlo. 

Si ya había esperado 70 años, ¿Qué tan difícil sería esperar un día más? 

[...]

Fue difícil, bastante más de lo que pensó que sería. 

Él siempre fue un buen mentiroso, podría convencer y mentir de manera convincente, pero no podía mentirle a Bucky, solo no podía, se ponía nervioso al pensar que su pareja lo cuestionara, viéndolo con sus ojos penetrantes y su ceño de autosuficiencia. Estaría acabado si Bucky preguntara algo tan simple como a dónde había ido.  

Sabía que quizá podría ser sospechoso de su parte, pero no pudo evitar comprar un gran ramo de rosas intercaladas con crisantemos cuando iba de vuelta a casa. Y bien, por qué no, también una caja de chocolates en forma de corazón que incluso a él le pareció cursi. Quizá así su pareja podría obviar o simplemente ignorar a donde había ido y qué había comprado.  

-Steve, ¿A dónd...?- Antes de que el castaño pudiera terminar su pregunta, un ramo de flores se puso a centímetros de su rostro, al estar tan cerca de sus ojos, lo único que podía distinguir era el blanco entre un mar rojo.

-¿Steve?- Interrogó con tono dudoso, alejándose apenas lo suficiente para poder ver las flores de una mejor manera. El primer pensamiento que corrió por su mente fue lo hermosos que se veían los crisantemos blancos al contrastar con las rosas rojas.

-Sé que los crisantemos son tus flores favoritas- Hizo una pausa para darle el ramo a su pareja- ¿Recuerdas que siempre me contabas la historia de tu abuela? ¿De cómo se volvieron tus favoritas debido a ella?- Siguió hablando sin dejar de mirar los profundos ojos grisáceos de su pareja. 

-Ella siempre los plantaba en su jardín- Comenzó a narrar el castaño, inundando su nariz con el dulce aroma de las flores blancas- Recuerdo que se ponía triste cuando una se secaba, yo lloraba cuando ella se entristecía, así que nunca dejaba que ninguna muriera, incluso quité los caracoles que comían sus raíces y los llevé a otras plantas para que sobrevivieran. Ella me ayudó a sembrar mis propias flores, pero las mías jamás crecían como las suyas, decía que era porque no les hablaba y eso las ponía tristes,  ella les solía cantar para que fueran bonitas, todos los días movía su tierra y las regaba, le gustaba hacer arcoíris con el chorro de agua para hacerme reír. Las amaba mucho, y con el tiempo yo comencé a amarlas igual-. 

-Adoró cuando lo cuentas, ¿Recuerdas cuando ella nos cuidaba? Nos pasábamos el día completo jugando. Tu abuela Obdulia era la mejor- Ambos mostraron una risa nostálgica después de eso.

Era bueno recodar su pasado.

Pero también era bueno comer chocolates cursis y ver una película igual de cursi.

[...]

Al día siguiente el rubio despertó lentamente, sin apresurar a su cuerpo, tomándose el tiempo para estirarse entre las sábanas con suaves y tranquilos movimientos. Prontamente sintió la presencia de su pareja a un lado suyo, con los ojos apenas abiertos giró su rostro para contemplar a Bucky, algo dentro de él se encendía con solo verlo, un tamborileo en su pecho, acompañado de una sensación cálida y cómoda que le resultaba casi adictiva. 

No podía dejar de ver a Bucky, su vista estaba fija en sus facciones apenas tensas por su despertar, su sedoso y castaño cabello ondulado que caía cubriendo parte de su rostro, sus ojos azules grisáceos que se comenzaban a abrir, o sus tentadores labios rozados. Todo era casi perfecto, tanto que temió por un segundo estar soñando. 

"Bucky es todo un sueño", pensó, riéndose un poco por lo contrario de sus pensamientos. 

No le sorprendió que su primer pensamiento al despertar fuera Bucky, pensaba continuamente en él, pero de improvisto un segundo pensamiento ajeno a lo perfecto que consideraba a su pareja golpeó su mente. 

"Los anillos" Recordó, tensando su cuerpo por segundos ante el entusiasmo y la impaciencia que aquello le causaba, era como si su piel quemara con excesiva energía acumulada dentro de él.

Con ligera ansiedad se apresuró a vestirse y cumplir el ritual diario de su mañana, intentando ser lo más rápido posible sin llegar a resultar sospechoso. Pronto descubrió que era más fácil pensarlo que hacerlo. 

Podía sentir los movimientos de su pareja justo en su espalda, por los sonidos leves pero presentes de una cremallera podría decir que Bucky se estaba poniendo su típica sudadera gris, otro sonido de fricción podía tomarse como el que alguien hace cuando se coloca unas zapatillas deportivas, después de no escuchar nada durante unos segundos, un nuevo ruido y una oleada de aroma a Bucky le avisaron al rubio que se estaba cepillado el cabello, al final por el olor característico a desodorante Steve supo que Bucky ya estaba listo. 

El rubio parpadeó y tuvo que mover la cabeza ligeramente para despertar del aparente trance en el cual se había sumido. Estuvo tan enfocado en lo que su pareja hacía que no se percató del momento cuando él terminó todo lo que se suponía que haría.

Luego de pensarlo unos segundos, Steve solo podía reír ante todo lo que la simple presencia de Bucky lograba en él. Al terminar con su risa el rubio advirtió que había olvidado el asunto de sus sortijas por estar pensando en su pareja, de nuevo.  

Después de su desayuno (Que está vez Bucky tuvo que preparar) Y su ejercicio matutino, Steve se dio una rápida ducha. Luego de unos minutos apagó el chorro de agua y enrolló una toalla blanca alrededor de su cadera. No le importó que su cuerpo aún estaba cubierto de gotas de agua y dejaba un camino mojado detrás de sí.

Estuvo a punto de retirar la toalla que cubría la parte inferior de su cuerpo, hasta que unas manos conocidas lo sujetaron de la cintura. La temperatura contrastante de cada mano que lo tocaba lo hizo estremecer con goce, un gemido se escapó de sus labios ante el ligero frió que se sentía en su lado izquierdo, mientras que en el derecho una tibia sensación suave lo abrazaba. 

Amaba que Bucky lo tocara.

El castaño subió sus manos hacia el pecho desnudo y húmedo del rubio, rozando sus dedos sobre todo su torso, bajando de nuevo a su cintura, después un poco más abajo, lo suficiente para escuchar los quejidos agudos de Steve. 

Giró a Steve con gran facilidad, sin perder tiempo juntó sus labios en un beso que no se podría considerar húmedo, pero sin dudas no era casto, en un segundo la lengua caliente de Bucky presionó contra su pareja, la boca de Steve se abrió casi de inmediato, dejando que ambas lenguas intensificaran el beso. 

En un el balanceó inconsciente de su cuerpo ambos se iban acercando cada vez más, hasta que no había separación entre ellos. Sin notarlo caminaban en dirección a la cama.

-Bucky...- Gimió con vehemencia cuando el castaño enterró su rostro en su cuello, besando toda la extensión de piel que el rubio ofrecía, los labios dulces y tersos del castaño no se molestaba en ocultar sus actos, pues dejaban marcar sutiles pero visibles de chupetes rojizos, que para molestia de Bucky desaparecerían en unas horas. 

-Stevie, ¿Qué te parece si te quito está toalla?- Ronroneó el castaño justo en la oreja de su pareja, quien ya estaba más que sonrojada, los movimientos de Steve y sus palabras se volvían torpes rápidamente, dejándolo con la única opción de asentir con su cabeza, cosa que hizo rápida y enfáticamente. 

En un momento ambos se encontraron en la cama, cosa que les sorprendió de cierta manera, pero que no los detuvo ningún segundo en seguir con sus caricias. Bucky se encontraba de nuevo detrás de su pareja, sosteniéndolo recelosamente de la cintura, pegando su notable y dura erección contra los glúteos de Steve.

Steve no sabía decir cuándo es que su pareja se había quitado la ropa. 

El rubio no podía dejar de gemir ante la excitación que consumía su cuerpo, tener el miembro de su pareja duro, caliente y palpitante golpeando detrás de él no lo ayudaban en nada. Sin pensarlo comenzó a frotarse y presionar en dirección a Bucky, deseando sentir un mayor contacto.

No sabía por qué Bucky aún no le había arrancado la toalla de una vez por todas. No iba a admitirlo pero comenzaba a desesperarse.

Mientras él estaba en cuatro, el castaño apoyaba su pecho contra su espalda, con su brazo de piel sobre su cintura y el metálico en su cadera, en busca de quitar al fin la estorbosa tela que impedía su contacto. 

Justo cuando Bucky iba a tirar la tela blanca y dejar desnudo a su Stevie, el celular de éste comenzó a sonar ruidosamente, interrumpiendo todo y cortando el ambiente lascivo y excitante de manera brusca.   

-Ignóralo, Steve- Dijo el castaño, con un tono suplicante que solo usaría cuando de verdad deseará algo.

Steve estaba por hacerlo y seguir con lo suyo, pero el recuerdo de las sortijas y de la llamada que tenían que hacerle cuando estuvieran listas lo obligó a pararse a recoger su teléfono. Estaba molesto por la interrupción justo en ese momento, pero no podía negar la inherente felicidad que venía con el pensamiento de los anillos y la boda que se aproximaba.

Cuando escuchó la voz de su interlocutor, éste no dijo nada que no le hubieran dicho en la tienda, aparte de la afable noticia de que las joyas en cuestión estaban listas y que podía recogerlas en cualquier momento. Steve se serenó internamente para poder agradecer de manera educada y después colgó.

-Tengo que recoger algo que pedí en una tienda- Dijo, una vez su excitación había bajado y le dejaba coordinar, pronunciar y pensar correctamente.

El ceño fruncido de su pareja y su cara de obvia molestia lograron sacarle una pequeña risa al rubio. Su novio era tierno cuando se enojaba. 

-Terminaremos esto más tarde, lo prometo- Habló con su tono suave, reconfortando a su pareja lo suficiente para que su semblante fuera menos irritado y más como un puchero. Steve le dio un suave beso en los labios y se alejó para cambiarse. Bucky solo podía ver con mala cara como su pareja se vestía frente a él sin que pudiera detenerlo. 

Tendría que darse una buena ducha fría en cuanto Steve se fuera.

[...]

Steve estaba, ¿Cómo podría decirlo?, ¿Excitado?, ¿Extasiado?, no sabría describir su sentimiento con cualquier palabra ramplona que pudiera pensar. Su sentir era latente y le ardía deliciosamente en el pecho, era tan satisfactorio, había un cosquilleo en su piel que le hacía desear algo indefinido. 

En sus manos estaba la razón de sus intensos sentimientos, era una pequeña caja color negro, de un brillante material reflejante que Steve no sabía discernir si era plástico o alguna especie de cristal. La caja era de poca importancia, lo que daba lugar, resguardada dentro de ella, era lo de verdaderamente relevante. El anillo de Zafiro con inscripción en su circunferencia de oro blanco era lo que hacía latir errático el corazón del rubio. 

Y todo lo que éste significaba, sin dudas.

Steve sintió el camino de vuelta a su hogar como si fueran otros 70 años en el hielo, maldijo la relatividad del tiempo. Estando a pocas calles de su esperado destino, la velocidad de los autos ajenos disminuyeron hasta quedar quietos, gracias a algún embotellamiento, con un tic nervioso en su párpado derecho, el rubio considero bajar del auto y correr el resto del camino, así podría llegar más rápido. 

Pero, para su sorpresa, logró guardar la compostura y llegar a su casa junto con el auto. Después de dejar éste mal estacionado se apresuró a entrar, deseoso de verse con su pareja. 

-Bucky- Dijo, usando un tono de voz que le parecía lejano, se escuchaba tan esperanzado. Su pareja le estaba dando la espalda y parecía no haber captado aún su presencia -Quiero decirte algo muy importante para ambos-.

Justo antes de que el rubio se arrodillara y sacara de su bolsillo la valiosa joya, su castaña pareja se volteo hacía él, mostrando como su mano sujetaba recelosamente un celular contra su oreja.

-Hola, Punk- Dijo, una vez había colgado la llamada que lo había mantenido distraído. El castaño se acercó a Steve y le dio un suave beso en los labios. Cuando se separaron Steve había sacado las manos de sus bolsillos y ahora las mantenía en la cintura de su pareja. 

-Antes de que me digas esa cosa tan importante: Natasha nos invitó a una cena en ese famoso restaurante francés al cual muero por ir- Le explicó, moviendo el celular entre sus dedos con un ligero aire emocionado. 

-Y-yo, ah, está bien, suena genial- Sonrió el rubio, intentando disimular la pequeña sensación de decepción que nació en su pecho. Él de verdad quería proponerse ante Bucky en ese mismo instante, alargarlo no era más que una latente tortura. 

-Genial, vamos a cambiarnos, por lo que sé es un lugar muy elegante- Bromeó el castaño, jalando con delicadeza a su pareja por el cuello de su camisa, en dirección a su habitación. 

-Pero antes de eso- Hizo una pequeña pausa para besar el cuello de Steve- Tú me debes algo...- 

[...] 

Notas finales:

¡Bueno! ¡Bueno! ¡Volví! Perdón, súper perdón por tardar eternidades en actualizar. Y bien, esta es la primera parte de una serie de historias, la verdad ésta capítulo es la mitad de uno, que decidí cortar para hacerlo más digerible, por ende, la continuación la subiré en unos días, ya que pues ya está escrita. 

¡Mil gracias por leer! Ya sabe, voten, comenten, compartan y critiquen que me ayuda a mejorar. Por cierto, planeo que este sea mi fic más largo, algo así como 15-20 mil palabras, así que esperen al menos dos capítulos más.

¡Adiós y besos!

Hail Stucky


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