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After the time por LaMueRtHeSitHa

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After the time


 


“Peu importe”


Por LaMueRtHeSitHa


 


 


 


Iba una carreta jalada por un par de caballos oscuros por el desierto bajo el cielo estrellado y una luna menguante. En su interior había un par de ataúdes, equipaje personal, comida, especias e incluso un par de cerdos durmiendo.


Dentro y con vestimentas de algodón para no sufrir calor, que para ese momento se había apaciguado, estaban nuestros dos “jóvenes” protagonistas. El azabache conducía guiado de una brújula mientras el rubio iba relajado, meciendo sus pies colgados y descalzos, tocando la guitarra. Trataba de recordar una canción del año 2016. Y recordaba bien el año porque esa había sido la última canción que había sacado al aire su banda favorita antes del apocalipsis.


Tarareaba la canción en voz baja, mientras en su mente cantaba el poema de amor. Pero llegando a la cuarta estrofa se maldijo. Había olvidado que decía en esa parte. Repitió un par de veces la melodía mientras mencionaba la letra para ver si así recordaba la letra, pero en su lugar sólo había un eco inentendible. Entonces, para su sorpresa, Sasuke cantó la estrofa para ayudarle a recordar.


—¿También te gustaban sus canciones? —preguntó Naruto curioso y emocionado a la vez. Ya llevaban poco más de un siglo juntos, ya sabían demasiado uno del otro, pero nunca se termina de conocer a una persona.


—Fue muy popular, la ponían en todas partes. Sólo un tonto no se la aprendería. —respondió en tono burlón.


—No me llames tonto, idiota. —le contestó Naruto alzando el puño a sus espaldas, pero el otro sólo le ignoraba. Entonces al de ojos azules se le ocurrió una idea que hizo dibujar una sonrisa zorruna en su rostro. —Sasuke, ¿Qué día es hoy?


—¿Y para qué quieres saber eso? —inquirió Sasuke con fastidio mientras entraba al camino de la carretera que se escondía entre las dunas. Y es que Naruto sabía muy bien que eso le molestaba.


—Sólo es curiosidad. —respondió de forma juguetona, acercándose a Sasuke sin quitarle la mirada de encima. Y aunque el azabache lo sentía, lo ignoraba.


—Eso ya no importa. —respondió con fastidio.


—Quiero saber. —suplicó Naruto jalándole del hombro, lo que hizo a Sasuke sacar un suspiro.


—Está bien, pero en lo que se enciende, ya toca la canción bien —diciendo esto para hacer que olvidara el tema.


En un principio a Sasuke no le molestaba decirle la fecha porque Naruto necesitaba saber si podía consumir el contenido de alguna lata. Pero conforme fue pasando el tiempo ya no encontraban latas y también se le hacía más complicado a Sasuke darle batería al iPhone 6s de 128 GB que tenía.


¿Por qué lo guardaría? El celular era inútil ya que los satélites habían dejado de funcionar. Aunque podía usar su calculadora. Pero el azabache ya se había acostumbrado a hacer cálculos en su mente.


—Maldición —dijo el mayor en voz baja, pero logró ser escuchado por el otro.


—¿Qué pasó?


—Me dice que no tiene batería y antes de que lo apagara tenía la batería llena.


—¿Eso cuando fue?


—Todavía estábamos en verano.


—Eso fue el año pasado, es obvio que ya no tenga. Los celulares consumen energía aunque estén apagados.


—Qué ineficientes. —se quejó el azabache.


—Tranquilo, ya llegamos a la ciudad. —y el rubio le señaló la ciudad de Dubai al horizonte que pudo reconocer por el viejo hotel vela a lo lejos. —Ahí podrás cargarlo.


Escogieron el mejor hotel que no estuviera tan derruido. En la entraba había una enorme cantidad de arena y todo lo demás  estaba en perfectas condiciones a pesar de la capa de polvo. En las zonas desérticas, sin humanos que las mantuvieran limpias, la arena invadía.


Ambos se pusieron manos a la obra: Sasuke se encargaba de regresar la electricidad y de componer los sistemas de ventilación y demás aparatos eléctricos mientras que Naruto se encargaría de adecuar el lugar para poner los ataúdes y hacerlo parecer un “hogar” práctico para ellos.


Y mientras Naruto sacaba los frascos con vinagre y se ponía a limpiar recordó la primera vez que Sasuke se negó a contestarle la fecha. Al rubio se le ocurrió robarle el aparato de forma de broma. Terrible idea.  El azabache no se lo tomó de esa forma. En cuestión de segundos, y antes de que el de marquitas pudiera pestañear, ya estaba en el suelo, con el pie del otro sobre su pecho, acorralándolo. En una mano había electricidad amenazante mientras que en la otra pedía que le devolviera el teléfono. Desde esa vez prefirió sólo preguntar, pero dejándolo con una duda: ¿Qué había en el celular tan valioso para que se comportara de esa manera?


Para declarar el hogar listo siempre tenían una cena. La cual tuvo que preparar Naruto solo, pero cuando el otro no apareció, fue en su alcoba, una suite presidencial, que aunque era pequeña tenía acabados de lujo: suelo de mármol, iluminación ámbar, cuadros exquisitos y muebles tapizados a mano. Pero al entrar los muebles estaban destruidos, los cuadros rotos e incluso había un pequeño incendio mientras que Sasuke estaba en rincón sentado dándole la espalda.  Naruto de inmediato apagó el incendio con sus poderes de agua que sacó de las tuberías. Ya a salvo y en penumbras fue hacia él para ver que le pasaba.


—Es el maldito cable. Ya no carga. —le contestó con simpleza con su frustración dentro.


—Pues déjalo ya. —exclamó el de marquitas, tan fácil que veía la solución. —¿Para qué lo quieres si ni lo usas? Ni que tuvieras con quien hablar de todos modos, de veras. —pero el otro sólo le volteó a ver con enojo, tanto que incluso estaban sus iris color rojo. Y eso sólo pasaba cuando el de piel nívea no podía controlar sus emociones.


—Cierra la boca, uzurantocachi. Tú no entenderías.


Al recibir esta respuesta el rubio se enojó y tuvo ganas de responderle, pero Sasuke sólo se levantó y se fue a su ataúd a dormir.


Así pasaron las semanas sin hablarse. Naruto por estar enojado y Sasuke por su tristeza. Saliendo este únicamente para sacar frascos de sangre del refrigerador para llevarlos a su habitación y beberlos solo y volver a dormir.


En una ocasión Naruto tuvo que entrar a la suite por los frascos vacíos que estaban por todo el suelo junto con los muebles rotos. A escondidas fue al rincón a ver el cable. Estaba desecho entre tanta cinta negra sobre las aberturas blancas. Solo eso. El aparato estaba bien.


Naruto volvió su vista al ataúd y lo pensó un poco por lo que iba a hacer. Tomó un gran maso, sus tenis naranjas, su capa de piel negra, una linterna de alcohol y unos cuantos bocadillos; y se fue en busca de algún centro comercial. Encontrando uno que estaba casi cubierto de arena, tanta que entró directamente al segundo piso.


Eran pasillos y pasillos de tiendas con sus anuncios con letras caídas, algunas con escaparates vacíos y cristales rotos por doquier. No la habían saqueado, pero algunas tiendas habían llegado a ser abandonadas a tiempo. No pudo evitar sentir lastima por lo que alguna vez fue un lugar muy concurrido. Pasó puestos coloridos de bocadillos y las impenetrables joyerías, seguro de que en todas sus bóvedas todavía estaban llenas de oro y diamantes, pero eso ya no importaba.


Entonces encontró una zapatería y se le iluminaron los ojos. Los zapatos eran tan necesarios, porque se gastaban rápido y no era nada sencillo hacer unos. Y el par que llevaba puesto ya estaban en sus últimas. Y se resistió a romper el cristal, ya después traería a Sasuke para que la saquearan juntos.


Siguió un par de pasillos más y encontró la afamada tienda de la manzana. En lo que buscaba la forma de como tirar la cortina de acero pensó en lo exagerada que se le hacía la reacción del azabache, aunque él era un tonto por lo que estaba haciendo por el mayor.


Él ya había perdido su teléfono durante el apocalipsis, pero después de que había dejado de funcionar la señal lo dejó de extrañar. Todo en algún momento deja de funcionar. Ya iba siendo hora de que Sasuke lo dejara ir.


Tardó casi dos días en abrir esa reja y porque todavía no era muy hábil con sus poderes y ni siquiera había podido descubrir sus poderes terciarios. Cansado después de la proeza se puso a comer sus bocadillos, pensó en la situación y supuso que simplemente el celular era algo muy importante para el mayor, aunque era extraño. Más de una vez Sasuke le había dicho que no le agradaban los inventos de 1980 en adelante y que no sabía usarlo del todo ¿entonces por qué tanto apego?


Pero lo que el rubio no sabía era que en una aplicación se guardaba un tesoro como una caja fuerte en la que era casi imposible acceder y no sólo por la carga, sino por necesitar la huella dactilar del azabache.


Cuando regresó a la suite estaba exactamente como la había dejado y Sasuke ni en cuenta de que había salido. No debía despertarlo a menos que fuera muy necesario, pero no le importó y tocó con fuerza la tapa del ataúd.


—¿Qué pasa, dobe? —y el de ojos azules extendió su mano llena de cables blancos. Los ojos negros se abrieron impresionados y se quedó mudo por lo mismo y el menor se los volvió a acercar, insistiendo. Cuando el otro los aceptó, de sus bolsillos sacó otros cubos blancos que eran parte del mismo cargador, pero el azabache seguía sin hablar.


—Con un simple “Gracias” me basta.


—¿Funcionarán? ¿No es solo un cable para cada uno?


—No seas tonto, puedes agarrar cualquiera que tenga la misma entrada.


—No lo sabía. —contestó con simpleza y al instante se salió de su ataúd para cargar su aparato y cuando la pantalla se iluminó mostrando que estaba cargando soltó un suspiro aliviado. —Pensé que nunca volvería a encender. —comentó dejando al aparato cargar. —No eres tan dobe como pensaba. —para el de marquitas un alago un poco inusual, pero aun así no era un agradecimiento.


Sasuke volteó a ver al rubio quién en ningún momento dejó de observarle, expectante de lo que haría. El mayor se sintió en deuda con su acompañante y un “gracias” era muy simple después de que le había calmado el alma.


—Prepara las cosas. Nos vamos. —declaró el mayor levantándose del suelo y saliendo.


—¿Irnos? ¡Pero si acabamos de llegar! —expresó Naruto incrédulo siguiéndole hasta la cocina improvisada en el recibidor del hotel. Sasuke preparó agua caliente y empezó a buscar utensilios de cocina y revisó las pocas provisiones que llevaban. Suficientes para una sencilla cena. Pero Naruto no podía negarse a lo que pidiera. —¿A dónde vamos?


—A Francia.


—Tardaremos meses en llegar.


Peu importe. —“No importa” contestó Sasuke en francés, entonces se detuvo y volteó a verlo. —¿O acaso tienes algún compromiso con alguien más? —Naruto rodó los ojos y lo dejó solo para a empacar las cosas.

Notas finales:

Espero que le haya gusstado, no olviden dejar su opinió en la cajita de comentarios!! :D

 

Atte. LaMuerthesitha


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