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Mi león blanco de ojos negros por TkDoll

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Notas del capitulo:

UFF! espero que les guste


 

Los años no pasan en vano, aquello me dijo mi abuela en el tercer año de mi pequeño hibrido. Mi dulce, dulce león blanco, mi único hijo con él.


Ver recostado a mi pequeño me hace viajar a mi pasado hace exactamente 3 años atrás, antes de que mi pequeña luz viniera a mis brazos, a los brazos de un simple conejo.


 


El mundo fue avanzando a grande rasgos los humanos ya no existían, los animales mucho menos. Al ver que pasaban los años muchas enfermedades atacaron a los humanos y por desesperación comenzaron a crear seres con ADN animal. Cuando nació el primer hibrido comenzaron sus experimentos oficiales.  De ahí la era humano- animal había llegado y la extinción de estos seres habían quedado en las memorias de aquellos científicos


Los Híbridos tenemos por genética muchas cosas positivas, si nos hacemos una herida esta se cierra a los pocos minutos o segundos de haberla causado, tenemos los sentidos mucho más desarrollado y según la especie de cada hibrido son sus características y fortaleza, ser rápido, fuerte, astuto etc.


Pero a lo mismo, hay un porcentaje no menor de híbridos masculinos que pueden procrear, no está más que decir que aquello se ve cuando alcanzan una edad madura y pequeños lunares aparecen en el estómago, entre más cerca del ombligo es mucho más fértil.


Mis padres me habían abandonado al darse cuenta que venía un conejo a la casa, a la vida de ellos. No es que ser conejo fuera malo pero, ante esta maldita sociedad éramos los más débiles;


Mi pecho se contrajo ante la soledad, nosotros los conejos somos muy frágiles emocionalmente y nos encariñamos mucho.


 En aquel entonces apenas tenía 10 años y era un salvaje que vivía en el basurero, tres panteras aproximadamente de mi edad se acercaron para molestarme, herirme y humillarme. Los golpes no cesaban hasta que sentí solo dos impactos cuales sus sonidos se asemejaron un trueno.


 


Un chico, pelo castaño oscuro, no más de 15 años,  aplastaba la cabeza de uno de los otros niños que me molestaban, como si fuera una masa. No le importó mancharse de sangre, no le importó hacer aquello con los otros dos.


Tenía miedo, demasiado.


El chico de cabello castaño, se volteó a verme cual fuera una basura en su camino. Sus ojos negros eran posos, posos sin fondo pero yo, un simple conejo, podía ver a través de esas capas de odio un ápice de sufrimiento, de falta de cariño.


El chico solo se fue sin decirme nada, ante sus ojos, suponía, que era una escoria.


 


 


 


 


 


Pasaron 3 años de aquel suceso, y una de esas que estaba vagando por la ciudadela en busca de comida, una bella mariposa de ojos azules, cabello canoso y un bastón en su mano izquierda, fueron mi salvación.


Mai, era su nombre, una mariposa ya anciana que se estaba haciendo cargo de un chiquillo, de un conejo. Ella me enseño que era el amor materno, paterno pero sobre todo, de una abuelita cariñosa.


 


 Pero era el comienzo de mi infierno.


 


Con trece años comencé a ir a una escuela para ponerme al corriente, era bastante inteligente.


Cuando cumplí los 14 e ingresé a preparatoria una de las mejores de la ciudad de la Luna. Mi cuerpo había tomado forma de un adolecente, uno bastante coqueto a decir verdad, mi cabello rubio de aquel entonces me llegaba hasta debajo de los hombros, mis ojos bicolores resaltaban con un brillo sin igual, no tenía abdominales ni mucha musculatura pero algo tenía.


Al llegar a la puerta de ingreso a todos los estudiantes se les dan una pulsera con su registro, su especia y edad. A mí me pidieron mi carnet y luego de alguna que otra palabra cruel me dieron mi brazalete. Ingresé por una puerta enorme donde a cada lado resaltaba las flores silvestres, un pequeño camino de cemento te indicaba hasta las puertas del instituto. Las puertas eran de vidrió polarizado, la fachada del instituto te hacía sentir de dos formas, o muy débil o muy fuerte.


Al ingresar me dieron un papel con el mapa del edificio no me costó llegar hasta mi aula 1-A, al ingresar unos cien pares de ojos se voltearon a verme y justo el profesor, que era un rinoceronte, ingreso.


-          Matsumo Takanori   


Me miró de pies a cabeza, y sentí que me hacía aún más pequeño de lo que era


- Hibrido, de joven edad, padre y madre, no hay registro, especie, conejo-


Lo dijo con desdén y tiró los papeles en lo que era su mesa de profesor, no agache la cabeza, porque todos odiaban a los conejos si nosotros no molestamos a nadie… ¿por ser débiles?


-           ¡Ve a sentarte, conejo!- Gritó el profesor y acaté su orden sin decir mayor palabra.


No dije nada y avance hasta un puesto vacío y un jalón me hizo sentarme al lado de un muchacho de hermosa sonrisa, su cabello castaño, ojos color miel y unos peculiares labios, le sonreí y se presentó en voz baja, puesto que el profesor ya estaba dando su materia-


-          Takashima Kouyo, soy una alpaca – Sonrió aún más amplio y mi corazón se agitó era demasiado tierno, le estire la mano y al igual que él le salude-


-          Matsumoto Takanori y soy un conejo – He iba añadir algo más pero me interrumpió abrazándome inesperadamente a lo que el profesor nos riño por ello.


 


Shima, como le gustaba que le dijeran sus personas queridas, me mostró todo el instituto y un gruñido de parte de mi estómago nos hizo dar la vuelta e ir al comedor.


 


-          Pero no traje dinero… - Susurre con vergüenza a lo que sima me jalo y me compró él un poco de comida, solo papitas fritas y mucha ensalada.


-          No te preocupes, ahora somos amigos, nuestra especie son compatibles


Sonreí amplio y por primera vez en mi vida tenía un mejor amigo y aquello hacía que me pusiera a saltar y de alegría.


Las conversaciones con Shima, eran de lo más graciosa, me reí bastante hasta cuando su novio vino, una pantera de gran poder, besó los labios de Shima y se fue.


-          Él es Aoi, mi novio


Lo dijo mientras que sus mofletes se teñían de un rosa intenso, pero aquello se esfumó de un momento a otro haciendo que su cara se pusiera tan blanca como un papel, Shima se levantó, me tomó del brazo y me jaló tan fuerte para salir de la cafetería, me torne rígido sin saber que era lo que ocurría, hasta que sentí una mirada tan penetrante, que me hizo voltear y conectar mis ojos con los de un joven.


Un joven de cabellera negra hasta debajo de los omoplatos, ojos color negros, tal pozos sin fondos eran los que me miraban y escudriñaban.


 


Observé incluso como su nariz respingona se fruncía para inhalar suavemente el oxígeno que recorría la cafetería.  Su mirada tan potente hizo que recorriera un suave escalofrío por toda mi espina dorsal, siendo aquello el pacto silencioso que hizo aquel joven al soltar el aliento contenido.


 


Aquellos nanos segundos en los cuales conecte con aquel ser se esfumaron tan rápido por la caminata intranquila de, Shima.


 


-          ¡Esto es muy malo, Taka!


Me grito una vez que hubiésemos estado en el patio del ala izquierda de la preparatoria, nos sentamos y ahí fui que sin querer me había metido en un problema gigante. 

Notas finales:

Bueno, es mi primer desafío y mi primer fanfic con mis OTP favoritos. 

 

 


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