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Centinela por Mascayeta

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Hiyori abrió el relicario que Yokozawa le había regalado el día anterior. La fotografía mostraba a sus padres en su boda. Alzando la mirada, busco entre los presentes al hombre que estaba en la imagen. Allí, al lado de su abuelo, Zen se veía como si los años no le hubiesen pasado. El cabello castaño y los radiantes ojos, así como la fingida sonrisa que mantenía haciendo sentir a los de su alrededor especiales. Su oniichan lo describió tal cual como era. Cerró el dije mientras en su cabeza giraba una sola pregunta ¿por qué su ojiisan le mintió?

La fiesta continúo apegada a las tradiciones familiares y las propias de los onomásticos. En el momento de cortar el pastel, Kuro llamo a su nieta pasándole una caja roja con una hermosa joya, el brindis se hizo felicitando a la adolescente, los amigos de la chica la llenaron de crema de la torta, y tomaron las fotos de rigor. No obstante, aunque el hombre trato de mantener la mascarada frente a todos, en su expresión se reflejaba el disgusto por lo que catalogo como una traición.

Colgándose de su cuello, la niña busco su permiso para ir a la casa de Yuki. No pudo negarse, ella hasta hace poco era su razón de existir…la dejo ser, mañana tendría que averiguar que era todo el espectáculo que había montado.

Mientras observaba la escena, Kirishima decidió retirarse del salón por lo estridente de la música. Gustaba del rock pesado, pero no lograba acostumbrarse a los nuevos ritmos juveniles. Los chicos comenzaron a brincar y bailar al compás de la banda contratada para la ocasión. Al salir al balcón, la fría brisa que anunciaba la próxima llegada del invierno le golpeo de lleno en la cara; colocando un cigarrillo en su boca, alcanzo a divisar la figura recostada en el barandal.

-        No sabía que ahora te gustaban las niñas – Yokozawa lo miro de reojo irguiéndose para darle la cara. Antes de poder responder, la mano de Zen lo tomo de la solapa para encender su cigarrillo con el de él. El peliazul solo logro enfocar la mirada en los labios que tanto lo desestabilizaban.  Liberando el humo, se quedó a su lado cuestiono – ¿Desde cuándo lo sabías?

-        Te lo intente decir, pero resultaste muy torpe para entender mensajes cifrados – su centinela rio por lo bajo. Tenía razón, prefería que le dijeran las cosas de manera directa – Es una buena chica… antes de juzgar siempre estudia las opciones.

-        ¿Qué paso con Sakura? – devolvió como respuesta a la frase que de alguna manera lo acusaba por las decisiones tomadas en los últimos meses.  Los ojos azules lo miraron con nostalgia. Recordó la primera vez que ataco a Kirishima. En ese instante tomo la apariencia de su esposa, el sentimiento que aún estaba en el corazón del castaño le sirvió para generar la fantasía. Para mal de sus desgracias, la ilusión se fue perdiendo en la medida que el hombre manifestó el dolor y la rabia contra ella. Por alguna razón, regreso durante una semana, el día que su víctima pudo observar su aspecto, abandono sus sueños. – En verdad no lo sé - respondió apoyando su espalda en el barandal, quería poder manifestar lo que vio con seguridad, pero le era difícil acusar a Hiromi sin una prueba fehaciente.

El publicista sonrió. Ese día parecía otra persona, pero bajo esa pose de “príncipe de cuento de hadas”, se encontraba el hombre que lo atraía. Se acercó acariciándole el cabello, los ojos de Yokozawa lo siguieron, de repente apreció los labios de Zen sobre los suyos, primero como un roce ligero, luego con un profundo y necesitado beso. 

Le fue imposible negarse a las emociones que le brindaba, pasó sus brazos por el cuello contrario acentuando la unión. Tal vez impulsados por un acuerdo tácito se separaron, ambos sabían que era necesario irse lo antes posible del lugar.

 

El embarazo de Sakura avanzaba con normalidad, a pesar de estar en estado vegetativo, la mujer respondía ante cualquier estimulo negativo que pudiera afectar a su bebé. Los mejores obstetras fueron contratados con la meta de que su nieta naciera sin ningún contratiempo.

Abandono la clínica sin dejarse ver de su hija, su último encuentro provoco en la mujer una reacción agresiva que sorprendió a los médicos. Resolvió marchar a la oficina, aunque era tarde, lo prefirió a encontrarse con la patética imagen de su esposa. La mujer se había aficionado al alcohol y a los somníferos, según ella era la única forma de sentir la presencia de su amada hija. Durante esos meses la había escuchado llamarla entre sueños en la medida que las lágrimas caían por sus mejillas. Varias veces pensó en decirle la verdad, pero al final se arrepentía, sabía que sería peor que la viera en el estado que se encontraba.

El punzante dolor en sus dedos, le obligo a detener el automóvil. Desde hacía un tiempo la molestia en sus articulaciones se volvía más intensa. Una vez logro controlar el malestar reanudo su viaje. Sonriendo se dio animo con la imagen de la pequeña Hiyori en sus brazos.

No pasaron muchos días cuando fue llamado de urgencia al hospital, Sakura había tenido una crisis, la decisión tomada debía ejecutarse incluso, si era necesario, antes de que él llegar. Al abrir la puerta de la habitación de la castaña, la enfermera cubría su rostro con la blanca sabana. Quedo inmóvil junto al cadáver de su hija, quiso decirle tantas cosas, pero ya no era necesario.  Se encamino a la incubadora donde la recién nacida dormía profundamente, al verla supo que sus acciones no habían sido en vano.

 

En esos trece años su vida se redujo a una carrera contra el tiempo para poder disfrutarla con el único tesoro que poseía: Hiyori. Ahora sentado frente a un salón vacío con los restos de una recepción del todo desagradable, cavilaba si su karma se limitaba a ser traicionado por las mujeres que amaba. Primero Sakura, luego su esposa y por último Hiyo…

Levantándose del suelo, observo en el espejo que adornaba el salón su imagen, recogió su saco del suelo y subió las escaleras con calma. Su otrora cuerpo carcomido por la osteoartritis se encontraba completamente sano. Se sintió estúpido, pero el único pensamiento que rondo su cabeza fue la necesidad de obtener al “futuro esposo” de su nieta. La maldita criatura era la única llave para obtener su verdadera felicidad, el resto era una quimera de una vida perfecta que nunca tuvo.

Ya había pasado por encima de su hija, su nieta no iba a ser un obstáculo.


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