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Centinela por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Gracias a los que han leído hasta ahora esta historia.

El apartamento era hermoso, no muy grande, pero no necesitaban más. Recién casados y con todo aquello que cualquier egresado quisiera obtener: El trabajo de su vida en la compañía que admiraba.

Tomándola por la cintura la hizo girar para besarla con toda tranquilidad, la amaba con locura, nunca entendió porque había sido tan torpe para buscar su reconocimiento, si por él hubiese sido, tal vez no estarían ahí. La admiraba por su decisión, su fuerza, pero, sobre todo, por estos momentos en los que parecía una parte de él, jadeantes se recostaron en la alfombra, aparto como pudo las cajas que todavía quedaban sin desempacar. La ropa hizo estorbo después de unos minutos, casi a medio vestir, el timbre de la puerta sonó con fuerza mientras las voces de sus amigos llamaban insistentes.

Kirishima Zen tapo la boca de Sakura para que no respondiera, sin embargo, ella no aguanto la risa y colocando de nuevo su blusa en orden, se dirigió a la puerta dando ingreso a la alegre tropa que traía comida y bebidas. Rodo los ojos, organizo el desorden de la sala, y cuando la tuvo otra vez cerca susurro una suave amenaza por dejarlo iniciado. Ella rio robándole un beso.

Mientras esperaba noticias por parte de alguien del hospital, no entendía porque de todos los recuerdos de su pareja, solo ese se repetía en su mente en ese momento. Las lágrimas rodaban sin parar por sus mejillas, sabía que no era bueno tanta demora, pero no podía hacer nada. De repente, las puertas se abrieron dando paso a un hombre cansado que se quitaba el tapaboca mirándolo resignado, eso fue todo, luego un "lo siento, hicimos todo lo que pudimos por los dos" ... ¿dos?

Si en algún momento se sintió fuera de lugar, fue sin duda ese. De repente, el hombre que lo miraba tan atentamente desde hacía horas se acercó presentándose como policía. Al fin y al cabo, había sido un accidente, un asalto, quizás por eso necesitaban hablar con él. Pero todo era lejano, como en cámara lenta escucho lo que decía sin entender una palabra, ¿qué le pasaba a ese tipo? ¿Acaso no entendía que su esposa y su hija, de escasos cuatro meses de gestación, habían muerto?  Asintió y se fijó en la pareja que se le aproximaba. Sus suegros se mostraban tranquilos, por lo menos alguien tendría más cabeza que él para hacerse cargo de las cosas. Saludándolos, se dejó abrazar por la mujer y suavemente lloro. En ellos extrañamente solo sintió una terrible resignación.

Los días pasaron sin pena ni gloria, con una taza de café en la mano se dirigió a la puerta, el policía del hospital lo saludo amablemente, lo invito a pasar. Sentados uno frente a otro, escucho la narración sobre parte de la vida de su compañera que desconocía por completo. Aparentemente la dulce mujer que tenía a su lado era mucho más de lo que le mostraba. Así que había sido tan estúpido que no había visto como ella trabajaba en algo más que el Diseño Gráfico. Miro las fotos, oyó la historia sobre su excelente desempeño, pero después de unos minutos solo pensaba que había sido engañado. Ella le había mentido durante cinco años de matrimonio y quien sabe cuántos de noviazgo, igual estaban juntos desde secundaria.

A partir de ese día Zen se perdió. Por dos años su vida se convirtió en un ir y venir entre peleas callejeras, problemas en bares de mala muerte, noches de prostitutas y trabajo como acompañante de mujeres y hombres que por un rato de placer le pagaban lo que pedía. Cuando perdió el apartamento lo mismo que su empleo, sus pertenencias fueron embargadas para pagar las cuotas que debía del que había sido su hogar. Poco le importo, tomo solo algo de su ropa y se marchó, igual era una forma de terminar completamente con la mentira que hasta ese instante había sido su vida.

Esa noche necesitaba conseguir algo de dinero, acababa de salir de la comisaria por lo cual estaba limpio. Como pudo se aseo y trato de lucir como en sus mejores tiempos. El alcohol y la mala comida le estaban pasando la cuenta. Una de las meseras del lugar, sonrió con tristeza, pasándole una camisa limpia y una chaqueta, le indico donde cambiarse. Si hubiese podido ver más allá de un simple gesto de camaradería habría entendido que esa mujer se había enamorado de él desde la primera vez que lo vio entrar con uno de sus compañeros al bar, pero estaba cerrado a cualquier emoción, nunca volverían a engañarlo de esa manera, y a robarle su existencia.

Salió renovado. Estudio las personas que allí estaban, pero no había nadie de su agrado, así que buscaría en la calle. Encendió un cigarrillo y se dirigió hacia una de las vías principales, antes de llegar a esta, de uno de los callejones cercanos, dos chicos corrían, alcanzo a escuchar las frases que lo hicieron encaminarse al lugar: "la jodiste" "no debiste matarlo". Ahí en el suelo estaba un hombre tratando de buscar infructuosamente algo en sus bolsillos, tiró la calilla aproximándose al joven de cabellos negros, en su estómago un cuchillo sobresalía. Como pudo lo ayudo, trato de mantenerlo despierto, siguió las indicaciones que entrecortadas le daba el varón. Quitándose la chaqueta rasgo la camisa mientras hacía presión alrededor del mango del arma blanca, sabía que quitarla era peor. Antes de que el hombre se desmayara, sintió como era rodeado por la policía.

En menos de tres horas volvía a la comisaria, pero esta vez acusado de intento de homicidio y robo a mano armada.


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