Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Together por Deka2min

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

:)

Aún recuerdo la primera vez que lo vi.

Aquel entonces cuando todo desapareció a mí alrededor; los sonidos provenientes del exterior, las bulliciosas voces de mis compañeros que hablan de temas demasiado aburridos a mi parecer, las imágenes que mi vista periférica captaba e inclusive mi molesto amigo que desde que me había sentado no había dejado de hablarme sobre esa nueva conquista, y de la cual no tenía ánimos de ser participe porque al final nunca terminaba escuchándome.

Todo había dejado de tener sentido y coherencia cuando él, aquel extraño, cruzo por el marco de la puerta, captando inmediatamente mi atención, ‘imponente y atractivo’, fueron las dos palabras que se me vinieron a la mente mientras tragaba la saliva que se había vuelto repentinamente espesa cuando nuestros ojos se encontraron por una fracción de segundos, solo unos segundos bastaron para que todo se volviera extraño dentro de mí y, porque no agregar también, por fuera.

Mis mejillas ardieron, mi estómago sintió un cosquilleo que casi me hizo tener náuseas y mi corazón latió a un ritmo que yo nunca antes había sentido (ni siquiera en las clases de educación física con el exigente Park), mientras mis torpes manos dejaron caer el lápiz con el que me había estado distrayendo porque el “creo que me enamore, lo juro. Estoy seguro que él es indicado” ya lo había escuchado tantas veces en un mes que ya no tenía sentido hacerle entrar en razón y sinceramente estaba un poco cansado, claro, hasta que él apareció. Activando un algo dentro de mi cuerpo que no me dejo quitarle la vista de encima en ningún momento.

Y cuando hablo, con voz grave y profunda -que solo logro hacerme derretir en mi asiento-, mi fantasía se rompió y la nube que me sostenía se desvaneció haciéndome caer fuerte sobre el concreto más duro que puede haber, trayéndome a la realidad cuando supe lo incorrecto e imposible que se habían vuelto mis pensamientos hacia esa persona.

Y luego de eso, todo comenzó a pasar demasiado rápido.

Creer que las constantes y discretas miradas (que de discretas nada tenían) que le daba nunca iban a ser correspondidas, solo me hacían pensar en lo equivocado que estaba. Varias veces me encontraba mirándolo, girándose en mi dirección y sonriéndome porque él si se había dado cuenta que alguien lo mirada cada vez que se le cruzaba en su camino, y para que hablar cuando era la catedra, donde las miradas se multiplicaban y más que tomarle atención a lo que decía solo podía perderme en su alta figura que dejaba demasiado a mi imaginación. Y yo, al saberme descubierto, solo hacía que me dieran más ganas de seguir y llevarnos hasta el límite, porque si el hacía que mi sonrisa no desapareciera durante lo que duraba la jornada, era porque algo estaba pasando. Y no solo de mi parte.

“Creo que alguien se ha enamorado y esta vez no he sido yo” No creía que la palabra enamorado fuera la más acertada porque era algo que nunca había sentido, pero para mi aquel sentimiento conllevaba a mucho más que unas simples miradas o conocerse hace tan poco tiempo; sin embargo, si sabía que estaba comenzando a sentir algo más que atracción por él (y a él le ocurría lo mismo, su mirada y esa sonrisa de lado me lo habían confirmado).

Pasó un mes y ya no era necesario ocultar las miradas y coqueteos recíprocos cargadas de un algo más que ninguno podía ignorar. Y, nuestro primer roce bajo las cómplices hojas de mi examen, fue el detonante de aquello que ya no se podía evitar.

Un ‘te veo en el estacionamiento’ escrito en el borde de mi examen fue suficiente para saber que era el comienzo de… ¿de qué? No sabía, tampoco sabía si lo descubriría cuando llegara ahí. Solo quería llegar y encontrármelo sin importarme nada más.

Quizás… ese había sido mi primer error.

*

Un roce se volvió una caricia. Un tembloroso e inexperto primer beso apoyado en su auto se transformó en algo eufórico al terminar el día. Y una mirada, fue lo que dio comienzo a esos encuentros furtivos donde nadie pudiera vernos y decirnos que aquello estaba mal. Cada que encontrábamos un lugar donde estar solos las palabras dejaban de existir, nos volvíamos dos mudos que solo hablaban un lenguaje no verbal donde entregarnos a esa necesidad que nuestros cuerpos exigían era lo primordial, y que también exigían un lugar más privado donde pudiéramos expresar con libertad aquello que no tenía nombre y que tampoco tenía interés de nómbralo ya que así estábamos bien.

Y luego de dos meses aplazándolo, aquel día llego. Cuando ya no pudimos seguir posponiendo lo inevitable, porque los besos habían subido de nivel y las caricias se volvieron toques bruscos casi desesperados por sentir la piel ajena, volviéndose un tormento ante las ansias por sentir y tocar más. Mucho más.

Después de clases, con las piernas débiles y temblorosas, me subí a su auto por primera vez sabiendo el destino hacia donde se dirigía, porque esa mano sobre mi muslo me pedía silenciosamente que me tranquilizara, o eso era lo que quería creer, pero era algo que no podía evitar sentir ya que sabía que esta vez íbamos a dar un nuevo paso a esto que teníamos.

Sin embargo, todo aquel nerviosismo quedo olvidado cuando la puerta detrás de mí se cerró, dejándonos encerrados en ese cuarto del motel.

Diferentes tipos de emociones que nunca había sentido me erizaron la piel cuando me toco, suave, gentil, tomándome como si supiera que era la primera vez que realizaba este acto de intimidad con alguien. Su cuerpo sobre el mío, moviéndose dentro de mi a la vez que nuestras pieles se friccionaban en una danza a la que me había vuelto un adicto, su voz gruesa y profunda mesclada con la mía ahogada de gozo cuando llegamos juntos al límite, combinado con aquel casto beso, me hizo saber que esta primera vez nunca se me olvidaría mientras viviera.

Pero también supe, después de terminar aquella lucha entre las sabanas, lo incorrecto que había sido aquello, porque ese anillo en su dedo que siempre había logrado ignorar, hizo que una parte de mí, por primera vez, se desilusionara y que mi inconsciente me gritara que me retirara, que esto estaba mal y que quien terminaría sufriendo seria yo porque tarde o temprano este extraño juego que habíamos comenzado sería descubierto, y que cuando eso ocurriera él no lucharía por mí y me dejaría, olvidándome como si nunca me viese conocido. Siendo solo un capítulo más de su monótona vida.

Pero… a pesar de saber todo eso…yo… yo ya no podía detenerme.

Los encuentros después de clases se hicieron más constantes de lo que esperábamos (o de lo que yo esperaba) era como si desde aquella primera vez, hace dos semanas atrás, algo viese comenzado a arder entre nosotros, algo que sabía eran los vestigios del comienzo de nuestro fin, era algo que se iría apagando hasta que tomáramos lo que necesitábamos del otro hasta volverse nada. Pero como siempre, era algo que olvidaba cuando nos encerramos en nuestra burbuja, donde cualquier lugar era correcto cuando necesitábamos apagar la chispa que se encendía con tan solo vernos.

 Estábamos jugando un juego demasiado peligroso, pero yo no tenía interés de retroceder.

*

Al tiempo después algo comenzó a cambiar.

Si bien nuestros encuentros siempre comenzaban en un pasillo, una sala o el baño donde nadie pudiera vernos, ahora ya no terminábamos ahí (tampoco en un motel). Ahora existía un lugar, la intimidad de una habitación de hotel donde la cama, los muebles, la ducha e inclusive el suelo y/o paredes se volvieron nuestros mejores cómplices del secreto mejor guardado que teníamos. Me sentía bien, feliz al saber que teníamos un lugar donde pudiéramos encontrarnos sin necesidad de ocultarnos, pero otra parte de mí, la que siempre trataba de callar e ignorar, se sentía diferente y yo no quería saber el porqué. “Lo que pase aquí, las palabras y promesas que digamos, nada de eso saldrá de esta habitación” y yo sabía, cuando salíamos de la habitación o cuando él se iba después de copular, cuanta razón tenían sus palabras.

Pero yo lo acepte si esa era la condición para poder estar un poco más a su lado, porque aquel sentimiento que tanto me había costado reprimir había salido una tarde, cuando por primera vez escuche una muestra de afecto que sonó demasiado sincera como para no creerle, pero como siempre, mi inconsciente me decía que no era verdad, que solo fue algo del momento como todas aquellas veces que me las había dicho mientras teníamos intimidad, pero esta vez no estábamos en el hotel, si no en un parque sentados en una banca mirando como los niños jugaban, disfrutando de la tarde cuando él, sin previo aviso, había susurrado en mi oído un ‘te quiero’ que hizo que mi tonto corazón no dejara de latir a ese ritmo que ahora se había vuelto demasiado conocido, aferrándose a esas dos palabras e ignorando a mi raciocinio que le decía que no se ilusionara porque no era posible que fuera verdad.

*

Cinco meses y yo me había acostumbrado a nuestras rutinas; vernos día por medio en el hotel, pero la diferencia era que ahora hablábamos. Un ¿cómo estuvo tu día? Se había hecho una pregunta frecuente que nunca habíamos imaginado que nos diríamos, porque ahora ya no todo era llegar y tener sexo, no, ahora cenábamos, salíamos a caminar, veíamos alguna que otra película en el cine e incluso pasábamos horas mirándonos sobre esa cama que antes no había tenido otro uso que no fuera de nosotros enredando nuestros cuerpos desesperadamente. El sexo había cambiado, todo se volvió más lento y delicado, las caricias eran suaves y ya no buscábamos nuestro propio placer sino también el del otro, porque el sexo había pasado a hacer el amor sin darnos cuenta.

Y eso era lo que más me asustaba.

Porque después del clímax las caricias no se detenían hasta él tenía que irse, porque a pesar que él nunca me viese hablado sobre eso, yo sabía que no se podía quedar, porque él no era mío y era algo que siempre me estaba diciendo y que lograba deprimirme más que en un comienzo, porque él me había robado más de lo que yo le había entregado a alguien antes, y yo no sabía si le había robado aunque sea una milésima de ese algo que sentía. Porque yo tenía bastante presente que solo era el otro, el ‘Sexo fácil’ como me había tachado mi amigo cuando le conté de la relación que tenía con él, con nuestro profesor de catedra.

Y así paso un año desde que comenzamos con esta relación.

Nuestros encuentros no se detuvieron y menos ese acto carnal que no sabíamos cómo frenar. Todo iba bien, hasta que apareció ella, su esposa.

Una vez mi amigo me había dicho que las mujeres tenían un nosequé que sabían cuando algo estaba ocurriendo, volviéndolas demasiado intuitivas y ahora, comenzaba a darle la razón. Porque era extraño que ella viese comenzado a parecer así nada más.

Sus apariciones en los pasillos hacia la sala de profesores se hicieron frecuentes, haciendo sonar tan estrepitosamente sus tacos de una forma casi amenazante que me hacían retroceder cuando pasaba al lado mío, logrando encoger un poco mi cuerpo porque había algo en su aura que decía peligro. Ella sabía o intuía que algo o alguien —mejor dicho— había comenzado a tener algo más que amistad con su esposo y por eso ahora lo iba a buscar, haciendo que nuestras rutinas se rompieran de un día para otro y que ya no pudiéramos frecuentarnos como antes, y aunque yo lo esperaba en el hotel con la esperanza de que apareciera por esa puerta, él nunca aparecía.

Durante una semana su celular permaneció apagado y la única vez que me había contestado no había sido su voz la que escuche del otro lado, sino la de ella, preguntando que quien era y que hacia llamando a su esposo a esas horas, porque a mí no se me había ocurrido mejor hora para llamar que a altas horas de la madrugada creyendo que al fin me contestaría y podríamos hablar, pero cuan equivocado estaba. Solo pude cortar rápidamente antes de que algún reclamo saliera de mis labios, un ‘él es mío, déjalo en paz’ que me tuve que tragar porque sabía que era mentira, porque yo solo fui su amante, con quien se acostó durante un año, donde no había promesas ni sueños ni un futuro juntos, y quien no le exigía más de lo que podía dar.

Un verdadero idiota. En eso me había convertido.

Un iluso que cuando se lo encontraba en los pasillos de la universidad tenía la esperanza que este le saludara o siquiera le diera alguna explicación (que sabía no tenía derecho de exigir), pero nada de eso ocurría. Él solo pasaba, ignorándome, sin detenerse a darme siquiera una mirada, logrando así destruirme un poco más porque no creía que aquella indiferencia doliera tanto.

Un mes pasó y nada volvió a ser igual.

Ya no había miradas cargadas de segundas intenciones, tampoco roces bajo las hojas y menos caricias y besos al acabar la jornada; supe que habíamos llegado a nuestro punto culmine hasta que vi aquella nota en el costado de mi prueba que hizo latir mi corazón y revivir aquellas esperanzas que creía muertas, haciéndome sentir vivo después de lo que había parecido tanto tiempo y no solo un mes. Un simple ‘nos vemos en el hotel’ lleno de gozo mi ingenuo corazón.

*

Como siempre había sido, la cama termino deshecha y las sabanas en el suelo mientras nuestros cuerpos se enredaban de todas las formas posibles, y yo creí que todo volvería a ser como antes, pero solo me basto ver su rostro para saber que no sería así. Que había alguna razón mas para volver a vernos y cuando hablo, luego de algunos minutos, sentí como la cama, la habitación y el mundo desaparecía dejándome perdido porque no sabía si lo que había escuchado había sido verdad o solo mis pensamientos me habían jugado una mala pasada mientras veía como se vestía, dándome la espalda pero, como si quisiera lastimarme más de lo que ya estaba, se volteó y la volvió a repetir, más fuerte, más directo llegando a lastimar mis oídos y apagar toda esperanza que había logrado revivir.

“Está embarazada”

Dos palabras que me hicieron sentir un tonto al creer que en todo este tiempo el solo tenía relaciones conmigo, que yo era el único que lo podía satisfacer porque por algo había buscado un amante ¿no? pero ya no podía seguir engañándome. Porque yo nunca supe el verdadero motivo por el que comenzó a corresponder mis coqueteos y termino por acostarse conmigo no solo una vez; además tampoco sabía si él la amaba o no. Yo era un completo ignorante en su vida fuera de estas cuatro paredes.

Y ahora, él me estaba dejando claro que se había terminado aunque no me lo viese dicho con palabras concretas y explicitas, pero yo comprendí porque ¿quién era yo? Nadie. Yo solo había sido el amante que dejaría cuando se aburriese porque yo nunca podría darle una familia como la que le iba a dar esa mujer porque yo era un hombre, haciéndome odiarme por algunos segundos pero me di cuenta que de nada servía porque siempre supe que esto iba a terminar, pero nunca espere que tan ponto.

No dije nada, solo asentí aunque él no me mirara y comencé a vestirme rápido porque necesitaba salir de ahí antes de que todo se volviera más caótico y sobre todo, difícil. Aunque escuche su voz llamarme, no me gire, menos cuando salí de la habitación y casi corrí por el pasillo cuando las lágrimas habían comenzado a caer porque ¡Dios! yo me había enamorado de alguien imposible, de alguien casado con el que nunca podría estar porque desde el principio supe que esto era un error y que nunca estaríamos juntos, sabía todo eso pero no sabía qué me iba a costar tanto admitirlo como ahora.

La brisa me golpeo el rostro cuando logre salir y recién ahí pude sentir como el frio aire ingresaba a mis pulmones a una velocidad que solo lograba herirme más; caminado sin mirar atrás, sin mirar ese lugar donde por un año, Lee TaeMin había logrado ser tan feliz.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).