Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Destinatios without destination por Asamijaki

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Fandom: Haikyuu!!
Palabras del capítulo: 1253
Advertencias: Soulmate AU.

1. Tonos Grises.

« ¿Cómo una persona que no se ama a sí mismo, puede decir que ama a los demás?»

El amor es un término muy sobre estimado por la sociedad de hoy en día, a una edad muy temprana incluso puedes sentir a tu "alma gemela", identificarla en un lugar lleno de gente, o incluso escuchar su voz.

Pero, ¿Acaso eso no es demasiado cruel? Es decir, ¿Naces para una persona? ¿Tienes que estar unido a alguien que ni siquiera conoces por lazos invisibles? ¿No puedes si quiera elegir a quien querer?

Hay quienes nacen sin siquiera tener un alma gemela. Comúnmente se consideran casos lamentables, pero Kozume Kenma los envidiaba.

Los envidiaba, porque ellos no necesitan a alguien quien los complete, no necesitan esperar a tener una señal del cielo, no necesitan absolutamente a nadie para depender de él.

Puede sonar egoísta, estúpido, o incluso frívolo, pero es lo que piensa: No quiere un alma gemela, no la necesita, y jamás la buscará, no obstante, no la odia; no sabe quién sea la persona a quién esté ligada, más la compadece, porque nunca podrá darle el cariño que busca.

—¿Kozume-kun? —la voz preocupada de su maestra hizo que despegar la mirada de la pantalla—, ¿Qué haces todavía aquí? ¿No han venido a buscarte? —Negó con la cabeza.

Pudo notar como su expresión se veía afligida, con esa mirada de lástima, la cual ya se había acostumbrado a apreciar.

Volvió su mirar nuevamente a la pantalla de la consola, para ver el juego en pausa, mientras la melodía seguía sonando, aquellos elementos en tonos grisáceos, ya los tenía memorizados por completo.

—Kenma —otra voz.

—Oh, hola Kuro —saludó sin necesidad de apartar su vista del juego aún congelado en el tiempo. 

—Vamos a casa, ¿Vale?

Cerró la consola, y suspiró. Ya sabía que sus padres no vendrían por él, pero daba igual estar en casa o en la escuela. Todo era lo mismo.

Al tener 9 años de edad, se esperaría que fuese más alegre, y socializara mucho más con sus compañeros, pero simplemente ese no era el caso.

En el camino miró hacia el cielo, al parecer estaba despejado, y al no sentir el calor abrazador del sol, supuso que debería estar atardeciendo; Kuroo giraba una pelota de voleibol en sus manos, su padre se la había dado de regalo una semanas atrás, más eso no le llamaba la atención.

—¿Quieres quedarte a cenar hoy? Sabes que mamá siempre tiene un plato para ti —le mencionó, con aquella sonrisa que parecía no desaparecer de sus labios.

—No, aún tengo sobras de lo que hizo mi tía —murmuró desviando la mirada.

—Eso quiere decir que no has comido bien esta semana, ¿No?

A pesar de ser niños, pudo notar que Kuroo era intuitivo y observador, a veces le recordaba a la señora "mamá de Kuro".

—No he tenido mucho apetito. —comentó, jugando con los dedos de sus manos.

Tetsurou suspiró. Sabía que su amigo no se cuidaba como debía, y no había nadie aparte de él, que viera por su bien estar. No entendía porque los padres del niño parecían no estar nunca en casa, y eso era lo que más le preocupaba. Sus comidas diarias yacían acomodadas en trastes sellados en el refrigerador, cada quince días, una mujer, (quien, Kenma le había dicho, trabajaba para su padre) le dejaba alimentos suficientes.

Todo eso, simplemente hacía que su sangre hirviera, tratar al castaño de esa forma, no estaba bien. Tetsurou amaba comer con su familia, comida caliente y deliciosa, recién hecha por su madre y servida por ella con una suave sonrisa.

Y sabía que Kenma no tenía eso.

Pero no podía hacer nada, no era lo suficientemente grande como para poder sacar de su casa al otro, y hacer que vivieran juntos, (incluso les había planteado la idea a sus padres de adoptarlo, pero se negaron por varias razones) gritarles a sus padres, o darle el calor que necesitaba. Y eso era frustrante.

—Oh, por cierto —el azabache deslizó su mirar hasta el menor—, el sábado mi mamá hará una fiesta por mi cumpleaños, ya sabes que estás más que invitado.

—Pero tu cumpleaños es mañana —le recordó, y Tetsurou ensanchó su sonrisa.

Por lo menos había memorizado ya esa fecha, eso era un gran avance, en los años anteriores había sido dolorosamente olvidado.

—Así es.

A los 10 años, la señal de la existencia de tu Alma Gemela debe manifestarse.

Por lo menos, eso le habían dicho, aunque podía variar, a la mayoría de los niños se les presentaba entre los 8 y 12 años. No obstante, su amigo Kenma era una excepción.

Él desde que tiene memoria, vive esperando a su Alma Gemela.

Se había dado cuenta hace ya dos años, cuando Kozume tenía 7, y acababa de entrar a la misma primaria que él. Había llegado a su casa a pasarle los apuntes de alguno de sus compañeros, (Aunque era más por órdenes de su profesora, más que por buena voluntad de los otros chiquillos) y lo había encontrado enfermo.

Al principio, debía admitir que lo que lo llevó a encapricharse por querer ser su amigo, fue empatía. Unos días después, para pasar tiempo con el castaño, llevó las grabaciones de partidos de voleibol.

«—¡Oh! ¡Mira, mira! ¡Los de Karasuno han anotado otro punto! —señaló el azabache, entusiasmado.

—¿Cómo sabes que equipos son? —preguntó Kozume, sacando de lugar al otro.

—Bueno, los colores de sus playeras con características de un equipo —comentó, en un tono no tan seguro, pensaba que aquello era algo obvio en realidad.

—Ah... —sin quitar su mirada ámbar del partido en curso—. ¿De qué color son los de Seijo? —señaló concentrado en el equipo del lado derecho.

Kuroo parpadeó un par de veces. 
—¿No sabes qué color es? ¿No...? —Pausó, analizando lo que diría—. ¿No ves lo ves?

Kenma negó, y Tetsurou sintió un peso caer sobre sus hombros, hizo que el mejor girara para verlo, y tragó saliva con dificultad, sintiendo un nudo que se lo impedía.

—¿De qué color es mi camiseta?

El castaño deslizó su aguda mirada hacia un poco más abajo del rostro del azabache. Kuroo sentía que le faltaba el aliento.

—¿Gris?

Y en ese momento lo comprendió, Kozume Kenma, no sólo tenía una vida solitaria y fría. Sino que, todo su mundo, estaba a blanco y negro, con matices grises.

Había escuchado de ello antes, pero era pocos los casos en los que se manifestaba de esa forma, sin mencionar, que el niño, ni siquiera alcanzaba la edad promedio.

—Kenma, ¿Sabes que es una alma gemela?»

—Pero lo harán el sábado, ya que ese día no tienen trabajo —revolvió los cabellos del chico levemente más bajo.

Tenía la esperanza, de que el día de uno de sus cumpleaños, el mundo de Kozume Kenma tomara color.

Deseaba con fuerzas que él fuera su alma gemela. De esa manera, todo sería más fácil, si el destino y la suerte estaban de su lado, podría salvar a su mejor amigo de su realidad.

Quería salvarlo, y para eso, debía ser él su pareja destinada, tenía que amarle.

—¿Kuro? —El niño interrumpió sus pensamientos—. ¿Estás bien? —sonaba preocupado.

—¿Eh? Claro —afirmó, volviendo su mirada al frente.

Era extraño, su vista por un momento se volvió borrosa.

—¡Kuro! —exclamó Kenma, alarmado.

Tetsurou perdió el equilibrio, de un momento a otro, su cabeza comenzaba a dar vueltas, palpitaba, mientras la sujetaba con ambas mano en un intento inútil de suprimir aquella dolorosa sensación.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).