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Halloween Night por Nova22

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Notas del fanfic:

Este OS participa en el intercambio de Halloween del grupo de Whatsapp KuroTsuki/BokuAka 

Luna Carmesí


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Un jadeo ronco escapó de sus labios. El viento soplaba lanzándole frías bofetadas a su ya helado rostro y traspasando su chaqueta, sus jeans y la piel, hasta alcanzar sus huesos. Dolía. La herida en su pantorrilla pulsaba, haciendo más torpes sus pasos. Tenía las piernas tensas y tropezaba cada tanto con algunas grietas y trozos de escombros sobre el asfalto de aquella vieja y abandonada calle, lo que dificultaba mucho la ya difícil tarea de correr. Pero siguió impulsándose con los brazos y piernas, respirando profundo e inhalando el aire helado que lastimaba su garganta con cada desesperada bocanada.


"Lo hiciste genial, Satori. Definitivamente lo hiciste genial" se dijo mientras corría sin detenerse. Estaba cansado, sus rotulas crujían y tenía frío, mucho frío, pero no sé detuvo. Porque un pequeño segundo podía hacer la diferencia entre la vida y la muerte.


"Sigue corriendo, maldición, ya viene"


Con un pie delante del otro, los pulmones colmados de frío aire, la cabeza gacha, su pelirrojo cabello húmedo y revuelto, los ojos apretados, las piernas doloridas y a punto de ceder, y el corazón bombeando sangre a un ritmo vertiginoso; Satori Tendō corrió sin parar. Escapando de la noche que se acercaba cada vez más, arañándole la espalda con su fría oscuridad.


"Corre, corre, corre"


Sin parar un segundo, sin mirar atrás, sin prestarle atención a la creciente extenuación de su cuerpo y al dolor en sus rodillas, corrió...huyendo de ella. De la noche más larga del año...de la noche de Halloween.


– ¿Donde...? – un callejón sin salida, inundado en oscuridad que era engullida por sombras aún más oscuras ¿Era el final? ¡Por supuesto que no! Como si fuera a rendirse tan fácilmente. Si aplicaba todo el vasto conocimiento que había adquirido gracias a largas hora leyendo manga, entonces este era el momento en el que un héroe anónimo o un monstro bondadoso lo salvaría.


Era poco probable que algo como eso ocurriera, pero precia que ese pensamiento servía para calmar su temor.


Salió del callejón evitando a toda cosa las serpenteantes sombras que se engrosaban lentamente produciendo un extraño eco que repiqueteaba como campanas en sus oídos, quizá no podría volver a la seguridad de su hogar ahora, pero podría encontrar un refugio para pasar la larga noche...un milagro no le vendría mal justo ahora.


Un grito lejano frenó momentáneamente sus pasos, miró hacia arriba; una a una las estrellas en el cielo desaparecían y la luna se transformaba en un rojo sangre destellante, serpientes oscuras abrazaban los edificios…reptaban cubriendo cada uno de sus rincones. Tenía que apresurarse antes de que la oscuridad transformara todo en nada...antes de que no tuviera escapatoria.


Se precipitó hacia el edificio aparentemente más seguro de toda la zona; las paredes estaban marcadas con profundos arañazos y manchas oscuras a las que decidió no prestar atención, carecía de ventanas y la puerta parecía estar intacta. Parecía un sitio lúgubre y bastante sospechoso, pero ¿Qué lugar no era sospechoso en esa calle? Se encontraba en el distrito carmesí, lo que significaba una alta probabilidad de terminar siendo devorado, no podía detenerse a buscar el sitio más agradable ahora…porque ciertamente no lo encontraría.


Todo lo que necesitaba era ocultarse ¡Ya!


Chasqueó la lengua al comprobar que la puerta estaba cerrada con llave y se inclinó hacia la cerradura e introdujo la delgada hoja de la navaja que llevaba para protegerse.


"Tengamos una fiesta de Halloween" "Será divertido" "¿Qué? ¿Tienes miedo?” – Mientras giraba la hoja lentamente de derecha a izquierda, comenzó a repetir con claro tono de burla las palabras que lo habían llevado a esta estúpida situación, ignorando el hecho de que él dijo algunas a otros chicos también.


– Estúpida fiesta de Halloween – espetó con creciente molestia, la maldita cerradura no cedía.


Halloween ¿Quién sabía realmente lo que era? Todo lo que conocía sobre esa época estaba lleno de miedo y desesperación, sentimientos que el mismo había experimentado cuando, a la tierna edad de seis años, una criatura con hambrientos ojos vacíos, dientes afilados y desagradable saliva verde que caía, espesa, de una deforme boca emergió de debajo de su cama, enterró sus largas uñas en la suave piel de sus hombros y lo arrojó contra la pared. No recordaba mucho de ese incidente, un momento la criatura estaba ahí y al otro sus restos estaban esparcidos por toda la habitación y su padre sostenía un arma entre las manos.


– Estúpidos dulces y...estúpida puerta que no se abre – la cerradura debía estar oxidada, era natural, hacía años que ese distrito estaba inhabitado. Era el refugio de criaturas que despertaban durante la noche y que enloquecían durante la luna roja trayendo consigo muerte y desesperación.


Golpeó la puerta con el puño, estaba perdiendo la paciencia. Sentía las manos temblar y la ansiedad corriendo por sus venas; no había ningún otro sitio a donde ir...estaba perdido.


– Al menos la fiesta fue divertida – dijo irguiéndose con cuchillo en mano.


Todo lo que sabía de Halloween era que esa palabra era sinónimo miedo y muerte, pero hubo un tiempo en el que era lo contrario. Su abuela solía hablar acerca de una festividad llena de dulces de colores, disfraces graciosos y bromas divertidas. Una celebración llena de risas y diversión; eso era la noche de Halloween en el pasado. Imposible. Era solo una historia que los padres contaban a los niños, una historia que les servía para olvidar momentáneamente el verdadero terror que esa "fiesta" significaba.


Volteó, inhalando profundamente el aire helado y mientras el oxígeno fresco le llegaba al cerebro calmando su creciente temor, imágenes de la fiesta que había dado inicio horas atrás volvieron a su memoria; guirnaldas en forma de murciélago, calabazas talladas de distintos tamaños y las telarañas en el techo, que era muy probable fueran reales y demás adornos que transformaron ese gimnasio abandonado en un colorido salón de fiestas lleno de dulces y disfraces, que simulaban, de una forma demasiado cómica, a algunas de las tantas criaturas que aterrorizaban la ciudad.


Fue divertido, por un momento todos olvidaron la realidad que los rodeaba y vivieron una realidad ficticia en la que todo era risas, bromas y diversión...perdieron la noción del tiempo y antes de que siquiera pudieran notarlo, la diversión se transformó en horror y las risas en gritos desesperados. Y Tendō, al igual que los muchos jóvenes que se aventuraron a asistir a la dichosa fiesta, corrió con todas sus fuerzas.


Corrió por su vida, sin saber que estaba haciendo exactamente lo contrario. Debía ser el único idiota que terminó en el distrito carmesí.


Abrió los ojos y tragó grueso justo en el momento en que sus orbes rubí se posaron sobre una de las criaturas que emergían, lentas, de la oscuridad. No tenían ojos; una brillante, y aparentemente babosa, capa café obscuro cubría su cuerpo en su totalidad, como carne viva...sin piel.


Un desagradable olor a carne podrida flotó a sus fosas nasales cuando la criatura rugió, mostrando una larga y filosa hilera de dientes amarillentos. Hizo una mueca, era tan desagradable ver el deslizamiento de las vértebras de su columna a través de su casi traslucida piel a cada paso que daba. Sintió su corazón detenerse un milisegundos y después bombear sangre alocado, enviando oleadas de desesperante ansiedad por todo su cuerpo.


Podía contra una o dos de esas criaturas, estaban en lo más bajo de la jerarquía; eran torpes y carecían de inteligencia, sus movimientos eran fácilmente predecibles y cazaban solas...al menos eso era lo que hacían durante las noches. Era una lastima que esa no fuera una noche cualquiera, era la larga noche y todos sabían lo que ocurría durante sus 24 horas de duración; el influjo de la luna roja los enloquecía, potenciando sus sentidos, aumentando su agresividad y dotando de poder a las criaturas de mayor jerarquía.


Ese poder que volvía nulas cada una de sus debilidades y anunciaba el inicio de una larga casería. Esa era la principal razón por la cual todos abandonaban sus hogares para ocultarse en refugios subterráneos estratégicamente esparcidos por toda la ciudad. También debía haber uno en ese sitio, pero ¿Qué sentido tenía buscarlo ahora? Era el fin.


– Supongo que no hay nada que pueda hacer – dejó caer el cuchillo; el sonido metálico de su impacto contra el suelo fue opacado por el rugido de las criaturas que se impulsaron con sus patas traseras hacia Tendō, quien dejó escapar un grito involuntario y  muy poco masculino.


¿Por qué tenía que terminar a manos de esas criaturas? Siempre pensó que moriría de una forma más elegante y a manos de criaturas menos desagradables. Pero no se podía tener todo en la vida...tuvo una buena vida, consiguió hacer muchos amigos y tenía muchos recuerdos divertidos con ellos, incluso se enamoró y, en su opinión, nadie debería morir sin experimentar ese agradable dolor.


“Nunca pude confesarme” ese pensamiento pesaba un poco en su corazón, pero si tenía suerte la imagen de aquella persona podía proyectarse en su mente antes de su muerte…y transformarse en el bálsamo que aliviaría su temor.  


El temblor en su cuerpo cesó y el corazón dejó de latirle al mismo tiempo que todo a su alrededor se desvanecía a través de una cortina negra. Entonces sintió una brutal presión en su brazo izquierdo y su cuerpo se vio bruscamente halado al interior del edificio al tiempo que un jadeo escapaba de sus labios.


– Clava...


Antes de que su mente pudiera procesar lo que había pasado y reparar en el sitio donde se encontraba, un pesado martillo cayó sobre su estómago y sus ojos, que se encontraban observando el oscuro y agrietado techo se enfocaron en la persona que sostenía un tablón de madera contra la puerta, fue entonces cuando su ceño se frunció ¿Era esta una jugarreta de su mente? ¿Ya estaba muerto? No recordaba haber sido devorado…tal vez sucedió tan rápido que ni siquiera lo notó, eso era bueno ¿No?


– Clava – repitió elevando dos décimas su voz. Había escuchado esa voz antes, pero tal vez podía ser una ilusión; nadie conocía el alcance del poder de cada criatura de la noche y, a su parecer, todo era posible.


Un fuerte golpe le hizo levantarse de inmediato y precipitarse a la puerta – No fui en único… – murmuró acatando la petición. El no haber sido el único que corrió por el camino equivocado no lo sorprendía, lo que si lo llenó de sorpresa fue que precisamente “él” también terminara ahí. – Vaya…


Bloquear la puerta no fue sencillo, aquellas criaturas golpeaban la gruesa madera recubierta de metal con tal fuerza que parecía que las oxidadas bisagras cederían en cualquier momento y el sonido de sus afiladas uñas rasparla se incrustaba en su ansiosa mente. Era claro que no resistiría mucho tiempo, la madera era vieja; todo en ese sitio lo era. Tendō examinó el lugar una vez terminaron de clavar los tablones; tal y como lo había supuesto, todo era viejo y una gruesa capa de polvo cubría el suelo y los muebles, o lo que quedaba de ellos. No era el lugar o el momento más agradable para morir, pero al menos no estaba solo.  


Se apartó todo lo que pudo de la puerta, que seguía siendo azotada sin tregua y miró a su salvador; Ushishima Wkatoshi, la última persona a la que esperaba ver, pero que también aquella que ocupaba la mayor parte de sus pensamientos.


− Hey, Wakatoshi-kun ¿Por qué no me dejaste entrar antes? – preguntó ladeando la cabeza – Pude haber muerto ahí afuera ¿Sabes? – aunque tampoco sabía si estaban seguros ahí dentro.


− No llamaste a la puerta – respondió posando sus oliváceos ojos sobre los del ahora boquiabierto Tendō.


Tendō podría haber reído en ese momento. Su respuesta fue una realmente sincera, algo que, dado todo el tiempo que llevaba conociéndolo y había pasado a su lado, esperaba de Ushijima, pero ¡Hey! Pudo haber muerto, todo salió bien al final, pero podría haber pasado.


– Pero te escuche gritar…al principio pensé que se trataba de una chica, pero te vi ahí y supuse que debía ayudarte – continuó hablando ignorando la ligera exclamación que sus palabras le habían provocado, podía haber hecho un par de sonidos poco masculinos, pero pasar por una chica era un poco… – Ahora vamos, este lugar no es seguro.


No lo era tenía razón y si no se marchaban iban a estar verdaderamente en peligro; Sin embargo tenia tantas preguntas que hacerle, quería saber cómo había llegado hasta ahí; el distrito carmesí era enorme y pensar que ambos habían tomado la misma dirección era un poco…Extraño.


– ¿Cómo… ¡AH! – un rugido, seguido del sonido de la madera ser traspasada erizó cada pequeño vello de su piel y llenó su cuerpo de ansiedad lanzando al olvido las preguntas que se habían formado en su mente – ¿A…adónde se supone que vamos a ir? – estaban atrapados y sin salida.


Mantenerse al margen habría sido la decisión más acertada, por muy cruel que pareciera, no hacerse el héroe era una regla no escrita para mantenerse con vida, claro que había idiotas que decidían ignorar eso, pero Ushijima no era de ese tipo...él era de los listos y sabía muy bien que un brillante futuro como cazador de elite le esperaba.


Y por esa razón Tendō no podía concebir la idea de que hubiese revelado su escondite solo para salvar a alguien que, probablemente, solo terminaría transformándose en un obstáculo en su lucha por la supervivencia a la larga noche. Quizá no era tan listo como pensaba; el pelirrojo siempre lo vio como a alguien muy genial, estaba lleno de talento y todos aseguraban, incluyéndolo, que tenían un excelente futuro ¿Por qué arriesgarlo así?


– Al refugio, hay uno en este lugar.


– ¿Lo hay?


– Si, estaba a punto de entrar cuando te escuché gritar.


Como si tuviera todo el tiempo del mundo y como si la puerta no estuviera a punto de romperse para dejar entrar a su inminente muerte, Ushijima cruzó un portal cuya puerta yacía hecha pedazos en el suelo. El pelirrojo siguió detrás de él, preguntándose en silencio las razones por las que había decidido ayudarlo.


Una espesa nube de polvo se formó  cuando el mayor alzó un viejo tapete y, por las marcas en el suelo, parecía que había movido un pesado escritorio minutos antes.


Abrió una gran compuerta rectangular del tamaño suficiente como para que una persona pudiera cruzar por ella y lo miró – Adelante.


Sin replicar o decir cualquier palabra al respecto ante aquel extraño acto de caballerosidad, Tendō bajó por las escaleras del pasadizo hasta una pequeña habitación; en una esquina había pequeño estante de metal con algunas latas y cajas viejas de cartón, y en la otra un camastro de metal con algunas sabanas cuidadosamente dobladas sobre ella. Era realmente un refugio, uno antiguo y que quedó en penumbras una vez Ushijima cerró la pesada compuerta. Buscó a tientas en la pared hasta encontrar el interruptor, que al parecer se encontraba averiado…odiaba la obscuridad.


– Veinticuatro horas – murmuró caminando con los brazos cruzados – Veinticuatro horas – repitió deteniéndose frente al estante. Veinticuatro horas en un oscuro y pequeño cuarto con Ushijima...¿Podría este ser algo así como su día de suerte? No murió y había terminado en una pequeña y obscura habitación con la persona que le gustaba después de todo.


– Ayúdame a buscar una linterna entre las cajas.


Una polvorienta caja impactó contra su pecho, la sujetó por reflejo entre sus manos y arrugó la nariz ante el olor que emanaba de ella; ni un solo rayo de luz penetraban en la habitación, no había ventanas o cualquier otro lugar por el cual aquellas criaturas pudieran entrar o ellos salir. La compuerta estaba sellada por dentro, no había forma de que las criaturas entraran, no eran tan listas como para jabrir esa clase de puertas, pero también existía la posibilidad de que su presencia pudiera llamar la atención de alguna criatura mayor.


Buscó con desgana dentro de la caja, pero no consiguió encontrar alguna linterna, ocurrió algo similar con la segunda caja que logró tomar del estante. Parecía que la habitación permanecería en penumbras durante todo el tiempo que tuvieran que estar ahí, hasta que una molesta luz dio directo a sus ojos, cegándolo...


– Wakatosh-kun, vas a dejarme ciego – se quejó bloqueando la luz con ambas manos; el brillo de la lámpara era lo suficientemente fuerte como para permitirle apreciar toda la habitación. No estaba llena de polvo como en la superficie, pero podía percibir un ligero y extraño aroma flotando en el aire…algo parecido a la sangre – Hey, creo que...– calló un instante – ¿Que te pasó en el brazo?


No era como si hubiese prestado mucha atención a su aspecto cuando se encontraron, en su estupefacción ni siquiera había tenido tiempo de hacerlo, pero estaba seguro que esa herida no estaba ahí hace un momento.


– Entraron, uno de ellos me alcanzó antes de cerrar la compuerta. – alzó su brazo izquierdo dejando ver tres cortes, como profundos arañazos sangrantes. Arrugó la nariz, era una imagen poco agradable...dolorosa – No es nada...No debes preocuparte por eso.


– Espera… – chasqueó los dedos y tomó una de las cajas que había revisado con anterioridad – Debe estar por aquí...estoy seguro de que...¡oh! Aquí está – exclamó haciendo una señal de victoria con los dedos y miró en dirección a Ushijima, quien se había mantenido junto a él siguiendo cada uno de sus movimientos.


– ¿Vas a atender mi herida? – señaló el Botiquín entre sus manos – Ya te dije que no es nada por lo que...


– No se ve muy bien y sería malo si se infecta…además – se sentía un poco culpable, había terminado así por su culpa – Solo siéntate ¿De acuerdo? Soy muy bueno en esto, confía en mí. Somos amigos ¿No? – Ushijima asintió a sus palabras y con ello el pelirrojo sintió una presión en el pecho que decidió ignorar.


No era como si no lo supiera. Él conocía muy bien cuál era su lugar  al menos creía hacerlo. Tendō podría llamarse a sí mismo su amigo, sin embargo Ushijima nunca había dicho nada al respecto, él solo se dejaba arrastrar o quizá solo lo toleraba…Pero todo tenía un límite ¿No?


Suspiró, lo mejor era concentrarse en su trabajo. Vendas, antiséptico y algodón, tomó todo lo que necesitaba del botiquín y comenzó su trabajo en completo silencio...uno que no pudo soportar por mucho tiempo – No esperaba verte en la fiesta… – murmuró – Cuando te pregunte…dijiste que…


– Esos chicos dijeron que sería divertido.


– umm...– Tendō frunció los labios, efectivamente “él” le había dijo que sería divertido, “él” había tratado, con algunas indirectas y otras muy directas, de convencerlo de asistir, juntos, por supuesto. Pero fue rechazado o al menos algo parecido a eso, Ushijima no era un hombre de muchas palabras, sin embargo, dicho o no, el rechazo era algo que podía percibirse y definitivamente él lo había hecho.


Su sorpresa y decepción fue realmente grande cuando lo vio llegar acompañado de persona que no eran él, era como si le anunciará que su amistad no existió jamás y...que toda posibilidad era nula con él.


– Nos separamos durante la conmoción.


– Ya veo…


Igual que él y sus amigos. Nadie esperaba que tantas personas asistieran, celebrar una fiesta en víspera de la larga noche era una locura; por lo general todos se ocultaban horas antes de que cayera la noche, incluso había quienes lo hacían desde días antes por temor. Sin embargo asistieron, ya sea por curiosidad, rebeldía o un arranque momentáneo de valentía.


¿De quién había sido la idea? No lo sabía. Antes de que pudiera notarlo el rumor ya se había propagado y se encontró así mismo entusiasmado por la idea de una fiesta…disfrutando del nuevo ambiente.


– Pero fue divertido – murmuró, pero todo tenía un final y en algunas ocasiones ese final puede llegar a ser catastrófico.


– Es mi turno – le dijo Ushijima.


– ¿Qué? – ¿Turno para qué? Inclinó la cabeza y el cuerpo cada vez más profundamente como muestra de su confusión, en momentos como este Tendō apreciaría si Ushijima pudiera ser más claro – ¡Ah! – no fue hasta que sintió la presión de unos dedos sobre la herida de su pantorrilla que supo a qué se refería – Puedo encargarme de esto por mí mismo – no era una herida profunda, ni siquiera recordaba cuando exactamente sucedió y ciertamente había olvidado que estaba ahí. – ¿Por qué no mejor me cuentas como llegaste hasta aquí mientras lo hago?


Movió la mano despreocupadamente y tomó un poco de algodón y vendas; en otro momento habría estado encantado con la idea de Ushijima cuidara de él, pero ahora esa idea era un gran “No” en su cabeza, no lo comprendía…


– No – la mano de se dirigía hacia la pequeño botella de antiséptico fue interceptada antes de que Tendō lo notara y sus ojos se encontraron fugazmente con los contrarios – Tú me ayudaste así que es justo que haga lo mismo por ti.


– De acuerdo…– murmuró frotando con la yema de los dedos la zona que recibió su efímero contacto, tal vez era solo su imaginación, pero la palma de su mano se sintió inusualmente caliente ¿Su cuerpo no debería estar tan helado como él suyo? Ambos corrieron la misma distancia, así que sería lógico pensar que sería así, sin embargo tampoco se veía fatigado.


Negó con la cabeza, quizá solo se debía a la diferencia entre su condición física, Ushijima era, por mucho, más atlético que él.


Abrió la boca dispuesto a iniciar una conversación, pero ni una sola palabra salió de ella; Tendō no era tímido, había sido llamado ruidoso por sus amigos en más de una ocasión y él mismo admitía que le era muy difícil mantenerse callado. Sin importar que su compañero fuera alguien de pocas palabras, él hablaría y hablaría sobre cualquier tema sin detenerse, hasta obtener una respuesta…porque todos siempre tenían algo que decir, sin importar cuan reservada sea una persona.


Ushijima era un claro ejemplo de eso. Pero ahora simplemente no podía, no era que no tuviera nada que decir, era todo lo contrario y estaba seguro de que veinticuatro horas no bastarían para él. Sin embargo eligió cerrar la boca ¿Por qué? Porque, a pesar de que todo en aquel sitio parecía muy común, había algo que se sentía extraño…fuera de lugar.


¿Por qué no hablar al respecto con Ushijima? Porque, aunque no tuviera pruebas, se sentía como si el origen de esa extrañeza fuera él. No había nada extraño, pero si lo había…era como sentir una extremidad que ya fue amputada, no había nada ahí, pero se sentía como si así fuera.


Quizá solo era su imaginación, estuvo a punto de morir así que tal vez sentir inquietud era normal…solo necesitaba un momento.


Cerró los ojos y reprodujo, como si de una película se tratara, la que fue la primera y probablemente sería también la última fiesta que tenga el gusto de adornar con su presencia. Repasó cada uno de los eventos, cada una de sus acciones hasta que las luces se apagaron y corrió por su vida y entonces reparó en un pequeño detalle.


– ¿Cómo sabías que había un refugio aquí? – ese distrito llevaba más de cincuenta años abandonado y, a pesar de que su estructura era de conocimiento público, la ubicación de los refugios era desconocida.


Ushijima, quien se encontraba poniendo todo de vuelta dentro del botiquín respondió sin detenerse – No lo sabía, fue solo intuición – el pelirrojo entornó los ojos…– La misma que también te llevó a elegir este sitio de entre todos los edificios, tú tampoco sabías que habría uno aquí ¿Cierto?


– Supongo que fue así – eso tenía sentido, si comparaba ese edificio con los demás podía decir, casi con seguridad, que ese era el más seguro. Aun así…


Quizá estaba siendo paranoico, pero quien no lo estaría en una situación como esa y sabiendo lo que sabía sobre esas criaturas; había algunas que no estaban limitadas por la noche y que, a pesar de que su poder era disminuido por la luz del sol tenían la fuerza suficiente como para cambiar su apariencia y...


– Se mezclan – susurró Tendō, sosteniendo la mirada del mayor que de pronto se había anclado a la suya – Ellos pueden adoptar apariencia humana y mezclarse entre nosotros... – recitó las palabras de uno de sus profesores, palabras que se habían grabado en su memoria.


– Y aquellos que poseen una fuerza superior pueden gobernar por sobre los demonios menores – continuó Ushijima – Hacer que irrumpan en una fiesta o que orillen a cualquiera a tomar el camino equivocado es tan sencillo como mover un dedo.


– Es una broma ¿Verdad?


Instinto, fue ese impulso primitivo el que lo había llevado a elegir ese edificio, el que también lo había llevado a elegir descansar al pie de la escalera que daba a la compuerta en lugar del camastro y a no soltar el martillo que el mismo Ushijima le había entregado. El instinto era una cosa realmente maravillosa, pero que también podía ser opacado por otros sentimientos como la curiosidad, porque ahora el mayor había dejado de ser esa reservada y silenciosa persona, y se había transformado en alguien mucho más interesante de lo que imaginaba.


Una persona cuyos oliváceos ojos ahora destellaban cual esmeraldas a la luz del sol, una persona cuya presencia lo envolvió en un extraño trance del que no podía, ni quería,G escapar ¿Era eso parte de su poder? No podía encontrar alguna otra explicación a su tan sobrenatural reacción.


Fue muy tarde, demasiado tarde. Cuando recuperó el control y tuvo conciencia de sí mismo ya estaba acorralado e inmovilizado contra el suelo. Aterrador, no era la persona que conocía; parecía mucho más alto y fornido de lo que recordaba, y estaba seguro de que podría pulverizar cada uno de los huesos de su cuerpo si así lo deseara. Interesante, porque a pesar del peligro que la situación suponía y el horror que debía causarle la perspectiva de una muerte estúpida e inminente, no estaba asustado. No sabía cómo explicar lo que estaba sintiendo, pero la esencia de Ushijima no había cambiado.


– ¿Que eres? – cuando esas palabras salieron de su boca, descubrió que su corazón golpeaba contra su pecho y que había dejado de respirar.


– ¿Importa?


Él estaba tan cerca que la caricia de su aliento contra su oído le hizo estremecer y su deseo de forcejear se vio frustrado por su fuerza sobrehumana – Si...– no tenía miedo, por supuesto que no, pero ahora...solo quería escapar – También me interesa saber qué es lo que quieres.


– Tienes un alma fuerte...las criaturas como nosotros nos sentimos atraídos por esa clase de almas. – sus colmillos rozaron su piel provocándole una pequeña herida que recibió la áspera caricia de una lengua.


No podía moverse o pelear y se mantuvo estático contra el frio suelo a pesar de que el mayor ya lo había liberado – Así que vas a devorarme...


– Sí.


Al pelirrojo le pareció que la habitación daba vueltas, que la luz de la lámpara iba perdiendo intensidad; así que aferró las manos a sus brazos, encontrando su piel anormalmente caliente. Ardía. Y sus orbes rubí buscaron la luz del destello de sus ojos, entonces jadeó, porque sabía exactamente lo que estos buscaban.


– Mierda…


– He visto como me miras...– ¿Lo ha hecho? Su corazón se arremolinó con una mezcla de nervios, temor y anticipación – Lo sé...sé que me quieres.


– Wakatoshi-kun – si es que ese era su verdadero nombre – No sé de qué hablas…– Negarlo no le serviría de nada, pero tenía un corazón obstinado, que también se negaba a dejar de querer a esa persona…incluso ahora.


– Tu sangre huele muy bien – él sonrió dejándole apreciar un par de agudos y blancos colmillos en su boca y permitiendo que sus ojos develaran sus verdaderas intenciones. Bajas y perversas… su hambre, su sed, su deseo por él.


Las almas fuertes y obstinadas eran un exquisito manjar, Tendō era consciente de ello, pues había sido asediado por criaturas menores desde que tuvo conciencia de sí mismo. Sin embargo seguía ahí, en pie, con el alma intacta. La razón; había batallas que no se ganaban con fuerza bruta. Por supuesto esa batalla no iba a ser como ninguna otra, no, está batalla involucraba más que la fuerza de un alma o el poder que ejercería una voluntad sobre otra...era una batalla de resistencia.


– Veinticuatro horas –  Inclinó la cabeza, al tiempo que deslizaba las manos de sus brazos a su cuello, como hipnotizado.  


– O por toda la eternidad – el dulce aroma del deseo ardiente emanó de sus cuerpos y con él la promesa de dos cuerpos envolviéndose en una increíble llama de deseo se abrió paso a sus sentidos.


No podía esperar por ello.


No podía esperar para descubrir de qué forma seria devorado, por conocer la magnitud de su hambre...de su pasión y por saborear el momento en el que Ushijima se rindiera ante él.


Porque no existía alma más fuerte que la suya, porque definitivamente no iba a rendirse ante él…al menos no de inmediato. 

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<


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