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Nieve y Sangre: Un adiós por Aneko Seishuu

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Notas del capitulo:

- ¬¬ ¿Navidad?

- ñ.ñ Ehhh, sipi. No tiene mucho que ver pero...espero que lo disfruten (El original estaba muy corto, tuve que aumentarle). Ah, si, si alguien leyo el mensaje que puse en profile, es en serio, pero mi sempai me ha dejado publicar esto como regalo de navidad para mi.

- En fin, lo mas que veran sobre navidad sera la nieve Uù.

- ñ.ñ Lean y comenten, pero sobre todo: ¡Felices Fiestas!

Era una blanca noche de invierno en la ciudad, la paz lo inundaba todo...el paisaje era sin duda alguna hermoso, siempre y cuando se mirara desde el bosque cercano a ella; porque ahí estaba el, y ahí era donde todo parecía una mentira de fantasía. Todo blanco, la ciudad convertida en un cuadro mágico por la mano de la madre Gaia, una vista que alegraría cualquier corazón...como el suyo. Escucho lentamente como se acercaba a su posición, leves pasos de pies descalzos; una sonrisa se escapo de sus labios al girarse para ver de frente a su amado guardián.

 

- ¿Seguro?

- Si...supongo que si.

- Será mejor que cierres los ojos...

- Quiero verte.

 

Suspiro resignado ante aquellas palabras, corrió hacia el y arremetió con todas sus fuerzas; tenia los ojos cerrados, pero no pudo evitar percibir el olor de la sangre y el sonido de un hueso que se rompía tras el primer impacto. Una y otra vez repitió el movimiento, intentando convencerse de que era lo correcto, de que no tenía nada de malo lo que estaba haciendo...pero las lágrimas lo traicionaban, después de todo, estaba dañando a quien mas quería.

Pasaba el tiempo, era casi el plenilunio cuando sintió que su blanca piel impactaba contra el frío suelo, eso ya era una gran diferencia, algunos momentos antes habia estado a casi un metro del suelo. El dolor de sus múltiples huesos rotos lo mantenía de cara al piso; pero no lloraba, no necesitaba hacerlo, le dolía...pero solo era eso.

Alzo la vista, y miro dulcemente a su ángel guardián….tanto tiempo lo habia protegido y ahora él mismo se encargaba de quitarle la vida. Forzó una sonrisa  en sus rotos labios, tenia tanta paz…. Tanta tranquilidad ante la muerte.

El ser alado lo miro con una infinita tristeza en sus azules y profundos ojos, puesto que habían sido muy unidos desde que se conocieron. Pero una orden era una orden, y debía obedecerse. Su dulce amo levanto el rostro…

 

-Mátame.

 

Cerró los ojos de nuevo, intentando negar lo que estaba por hacer. Veloz y mortal, la divina espada que empuñaba el arcángel se clavo hasta lo más profundo de su dolido y siempre cariñoso corazón. Solo gimió una vez, una sola lagrima rodó de sus ojos… acogió a la muerte con la tranquilidad de un santo.

Fue solo un instante…pero su encantadora sonrisa afloro nuevamente en su boca, un gesto que solo dedicaba a su amado protector.

 

-Perdón.

 

Un amago de llanto se hizo presente, pero fue sustituido por su celestial brillo en los ojos…lo entendía. Si un demonio se había albergado en su cuerpo, entonces prefería morir y evitar tener que convertirse en el enemigo de alguien tan preciado para él.

 

-Gracias.

 

Llorando, el joven y hermoso enviado divino abrió sus alas, después desapareció en la lejanía, dejando sobre la nieve de un triste día invernal, a quien fuera su amo y protegido.

A ese delicado cuerpo que, bañado en sangre, sirvió de alimento a los lobos…y el único recuerdo que quedo de él, fue una lágrima sobre la nieve, convertida en cristal.


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