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El amor de un muerto [NaruSasu] por Arashl

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Notas del fanfic:

Los personajes pertecen a Masashi Kishimoto.

El viento rugía con fuerza, haciendo volar algunas hojas, parecía como si se aproximara una tormenta, pero en realidad, al parecer eso no ocurriría. Este clima no era mucho de esperar de un pequeño pueblo de la época victoriana.
Naruto, un joven hijo de una familia de pescadores, los cuales ahora habían ascendido, siendo nuevos ricos.

— ¿Por qué debo venir?

— Silencio, se educado.

Eso último, hizo callar al chico, quién, aunque fingía ignorarlo, sabía que estaba ahí para practicar para su pronto compromiso.
La puerta principal de aquella gran casa, se abrió dejándoles paso a la gran mansión.

— Buenas tardes. — saludó su madre, cortésmente.

— Buenas tardes.

La expresión en el rostro de los padres de la chica era sería, no cambiaban esa expresión de desagrado aunque lo intentaran, siempre mantenían el semblante serio.
Sus padres comenzaron a conversar, caminando hacia la sala, dejándolo solo atrás. El chico suspiró, mirando a su alrededor. Entre todo, algo llamó especialmente su atención, un gran piano al centro, con una banca frente a él, sólo para que comenzara a tocar. Este no quería ser descortés, pero aquello era tentativo, especialmente si es que siempre le ha gustado la música.

— Sólo... Un poco o no hará daño. — dijo para si mismo.

Se acercó y se sentó en el asiento que había frente al piano. Observó las teclas detalladamente, notando el cuidado y la limpieza que mantenían en él, parecía recién comprado, aunque por el modelo de piano, se notaba que este era algo antiguo.
Acarició las teclas con lentitud, eso, justo antes de comenzar a tocar una canción que conocía desde hace tiempo, aquella canción le traía recuerdos.

— E-es una hermosa canción.

Escuchó una voz a su espalda. …ste, con miedo se volteó, levantándose con ánimos y una gran sonrisa de oreja a oreja. Observó a la chica, notando al instante quien era, Hinata Hyuga, su prometida.

— Gracias, de veras.

— D-de n-nada, N-naruto-kun.

La chica era muy tímida y siempre hablaba entre cortado, eso le desagradaba de ella, le hacía perder su tiempo con tantos tartamudeos y eso lo ponía algo nervioso, pero no era que la chica le disgustara, al contrario, le agradaba, pero sólo como una amiga, nada más.

— ¡Que osadía la suya! — escuchó una voz reconocible a sus espaldas. — Ustedes no deberían de estar en una habitación solos.

— Si, disculpe mi atrevimiento.

Se disculpó Naruto, haciendo una pequeña reverencia, lo habían educado, enseñándole a ser respetuoso, aunque aún no se acostumbraba del todo a hablar así, lo consideraba algo molesto e innecesario.  La madre de la chica hizo un mohín de desagrado y aceptó la disculpa.

— Vamos, tenemos trabajo que hacer.

Si, eso era el ensayo para la boda. Todo el camino transcurrió en silencio, sin el más mínimo ruedo más que el de sus pies chocando con la fría cerámica que cubría el brilloso piso.
Llegaron luego de unos largos minutos. Cada uno tomó la posición que

El ensayo transcurrió normal, sin contar que Naruto quemó el traje de su futura suegra y que fue tan estúpido y le echó licor encima, haciendo que el fuego encendiera todavía más. Definitivamente, no se llevaría bien con sus suegros. El rubio no aguantó más la vergüenza y salió huyendo hacia el bosque. Jadeando por la huida y el cansancio, se dejó caer en el frío y sucio suelo.

— No sirvo para esto. — suspiró el chico mientras veía una rama, la cual se asemejan a un dedo humano sobresaliente del fuego.

Naruto sonrió, ese era un buen momento para practicar, debía asegurarse de no hacer el ridículo en la boda. Pensó unos segundos en cuáles eran sus votos. Al recordarlo, sonrió y tomó el anillo.

— Con esta mano yo sostendré tus anhelos; tu copa nunca estará vacía, pues yo seré tu vino... — Tomó una pequeña rama y la encendió con un encendedor que traía oculto en su bolsillo. — Con esta vela alumbraré tu camino en la oscuridad… — Sacó el anillo de su bolsillo y lo puso en la rama, similar a un dedo huesudo. — Y con este anillo yo te pido que seas mi esposa.

El rubio sonrió alegre al notar que había dicho los votos bien, sin embargo esa expresión de felicidad no tardó en cambiar a una de asombro y algo de miedo al ver un esqueleto vestido de novia emerger de la fría tierra, cubierto de arena y suciedad, pero eso no afectaba la imagen que presenciaba.
Su sorpresa aumentó aún más al notar quien era aquel esqueleto, le costó un poco reconocerlo al principio, pero luego de unos segundos estuvo seguro, no había manera de que no fuera él.

— ¿Sasuke? — lo nombró, esperando respuesta.

— Tardaste un poco en notarlo, usuratonkashi.

— ¿Q-que?

Naruto cayó al suelo, creía que estaba soñando, ver a Sasuke de esa forma, vestido de esa forma, era algo extraño, especialmente porque lo último que escuchó sobre aquel chico era que estaba muerto.

— Que ni se te ocurra desmayarte. — el cadáver se acercó a él. — Ahora estamos casados, exijo mis derechos como novia. — dijo la última palabra con cierto desagrado, no le gustaba ser la novia, era un chico.

— ¡Sasuke!

— ¿Qu-?

El cadáver lo miró sorprendido, esperaba miedo, confusión, sorpresa, lo que menos se esperaba era ser abrazado.

— ¡Creí que no volvería a verte!

Naruto era extraño, definitivamente no conocía a una persona igual, que actuará de esa manera ante una situación tan... Rara.

— Dobe, suelta me.

— Claro que no, como tu amigo, tengo el derecho.

Directo a la friendzone, otra vez. Sasuke frunció el ceño, ¿Cuántas veces había escuchado lo mismo?

— ¡No eres mi amigo! ¡Estamos casados!

— Ah, cierto.

Naruto sonrió, ¿Como era posible que estuviera alegre ante tal situación? Era simple, prefería estar con Sasuke a casarse con una total desconocida.
De pronto, el ojo de Sasuke cayó, dejando ver a un gusano, el cual había empujado el ojo.

— Oh, así que es él. — dijo el gusano.

— ¡Ah!

Naruto, esta vez sí muy asustado, cayó de espaldas, desmayado.

— Dobe. — suspiró el cadáver.


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Naruto despertó un poco confundido, creyendo que todo había sido un sueño, sin embargo se dio cuenta que no era así al ver a Sasuke frente a él. Sonrió feliz.

— ¡Sasuke!

Se levantó con rapidez, viendo a su alrededor, muchos cadáveres, cabezas sin cuerpo, cadáveres que aún conservaban un poco de piel.

— ¿Donde estoy?

— Ya deberías saberlo.

El azabache miró a su alrededor, buscando algo con la mirada.

— Por cierto, ¿Teme, cómo has muerto?

— Oh, esa es una trágica historia. — respondió alguien quien no era Sasuke.

— Yo te contaré una historia que te hará estremecer...

Comenzó aquel cadáver, cantando. Sasuke frunció el ceño y cortó la canción, algo aburrido.

— Me ahogué con el vino de la ceremonia.

Naruto rió burlón al escuchar eso.

— Teme, ¿en serio?

— Al menos no era yo el que estaba hablando solo por el bosque y creyó casarse con una rama.

— Al menos soy lo suficientemente inteligente para saber tomar vino.

— Al menos tengo dignidad para no teñirme el cabello.

— ¡Mi cabello es rubio natural!

— Son una gran pareja. — sonrió una mujer.

— Si, lo son.

Naruto sonrió por el halago, al contrario de Sasuke, quien frunció el ceño, algo avergonzado por sus palabras.

— ¡Mis padres! Lo había olvidado. Debo presentarte.

— ¿De que hablas?

— Debo decirles que me he casado contigo, Sasuke.

— No es necesario.

— ¡Claro que sí! Pero... ¿Como vuelvo a la superficie?

— Ven conmigo. — suspiró el azabache, comenzando a caminar, sabiendo que el rubio lo seguía.

Ambos emprendieron rumbo a un lugar desconocido para Naruto. Mientras caminaban ambos charlaban del pasado, realmente el rubio lo extrañó mucho a él, su mejor amigo.

— ¿Recuerdas la historia que nos contaban? Esa, el cadáver de la novia.

— Ah, si.

— Nunca creí en ella ni que los muertos vivieran bajo nuestros pies.

— Si.

— Aunque nunca me gustó mucho el final, sentí algo de pena por Madara, aunque se fue feliz, ¿No?

— Es cierto, Hashirama igual lo hizo, fue feliz.

— Tus padres, ellos siguen vivos, aunque aún les duele la pérdida de sus dos hijos.

Y así continuaron con su conversación hasta llegar al lugar. El lugar estaba rodeado de varios libros, los cuales dirigían un camino hacia el centro, en donde había un alto escritorio y se podía ver a un hombre de cabellos largos y negros, Uchiha Itachi.

— Nii-san.

— Oh, Sasuke, ¿Qué les trae por aquí?

— Necesitamos ir a la superficie.

— ¿Quien es él?

— Es mi esposo, Naruto.

— Pero... es un vivo.

— ¿Eso que tiene de malo? —  Naruto frunció leve el ceño al terminar de preguntar.

— Creo que hay un pequeño problema con su matrimonio.

— ¿Qué quieres decir?

— La muerte ya los separó, ustedes ya no están casados.

Sasuke lo miró sorprendido, pero tenía razón. Además, Naruto era un vivo.

— ¿Qué debo hacer para casarme con él? — preguntó Naruto mientras tomaba con fuerza la mano del azabache, como si temiera que fuera a irse.

— Naruto debe renunciar a su mortalidad, para eso deben ir a la superficie y repetir sus votos, tras eso Naruto debe beber el vino del tiempo.

— Bien, lo ha-...

— No lo hará. Solo vinimos porque necesitamos ir a la superficie.

— Pero Sasuke...

— Bien, les daré la información.

Itachi comenzó entregando la información sobre cómo debían ir a la superficie, sin embargo Naruto se sintió excluido ante esa situación.

— Itachi, no te preocupes, nos casaremos en la superficie. Ya convenceré al teme, prepárate porque hoy nos vamos.

— Oe Dobe...

Sasuke no puso decir nada más, ya que se sintió jalado por Naruto hacia afuera. Vio que se paraba al centro y llamaba la atención de todos, para luego anunciar su boda en la superficie.

— ¡¿Qué rayos estás haciendo?!

— Sólo lo anuncio.

Sonríe y se acerca a Sasuke, quien sinó fuera porque estuviera muerto, tendría un gran sonrojo en sus mejillas.

— Te dije que no me casaré contigo.

— yo nunca dije que iba a aceptar esa decisión.

Todos los muertos comenzaron a preparar el pastel y las cosas para subir a la superficie, estaban alegres de que Sasuke se estuviera casando, aún más por el hecho de que se casaría con Naruto, al que consideraban sin duda un buen chico.
Y así todos partieron rumbo hacia la superficie, aunque aún Sasuke seguía algo molesto.

— ¿Por qué rayos dijiste eso?

— ¿Qué tiene de malo? Si nos vamos a casar.

— Naruto ya te dije que no lo haremos. — frunce el ceño.

— ¿Por ir no quieres casarte conmigo?

— No quiero que renuncies a tu mortalidad.

— Awww te preocupas por mí. — Bromeó, soltando una suave risa.

— Tsk.

Cuando los muertos llegaron a la superficie, comenzaron a entrar a las casas solo con una razón, encontrar la iglesia en donde se llevaría a cabo la boda. Familiares encontrándose con sus seres queridos ya muertos y muchas reconciliaciones se vieron ahí, pero lo mejor estaba por venir. Todos los muertos entraron a la iglesia, acompañados algunos de humanos.
Itachi se puso en la posición del Papa y ambos comenzaron a decir sus votos, este era el turno de Sasuke.

— Con esta mano yo sostendré tus anhelos; tu copa nunca...

Se detuvo al ver a una humana que miraba a Naruto algo dolida, como si por poco fuera a llorar, también veía sus ojos de preocupación.

— No, Naruto. — volvió a dejar el vino encima de la mesa. — Ya te dije que no me casaría contigo.

— Pero ¿Por qué?

— Lo único que no puedo pedirte es que sacrifiques tu mortalidad por mí.

— Pero yo quiero hacerlo, quiero irme contigo, teme.

— Estoy muerto, mi corazón ya no late, no puedes hacerlo por algo como esto.

— En serio que eres terco, si te dije que lo voy a hacer es por una razón. — sonríe.

— Tsk, que terco, ¿Cuál?

— Te amo, Sasuke. Me hiciste amarte, nuevamente. ¡Qué egoísta has de ser al pedirme que mantenga mi humanidad, teme.

— Idiota... — sin querer, se le escapa una pequeña sonrisa.

— Sasuke, ¿Recuerdas nuestra promesa?

— Sí.

— La hemos cumplido, aún después de la muerte, ¿No te parece? — ríe.

— Hump, Dobe.

Lo miró, sin poder evitar una suave sonrisa. Sasuke terminó de decir sus votos, haciendo que Naruto finalmente tomase el vino del tiempo, lo cual en pocos segundos terminó matándolo.
El cadáver tomo el cuerpo sin vida de Naruto  y caminó la entrada, saliendo por la puerta para así mirar el cielo.

— Gracias. — le susurró.

Luego, el cuerpo de ambos comenzó a desvanecerse entre flores y mariposas que guiaban al cielo. Sólo unos pocos pudieron ser afortunados de observar como dos espíritus, caminaban de la mano hacia en cielo, ambos ya habían cumplido su objetivo en la tierra, era momento de irse.

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