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EN EL DESTINO por Mariposa23

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Porque no importa q espeluznante sueño sea o de q universo alterno se trate. No importa cuántas veces se reescriba el mundo Bruce Wayne, su esencia siempre será la misma. Sus inmutables ojos azules, o la piel color marfil, el cabello negro tinta. Son cosas q ni el orden temporal pueden cambiar, aun q cambien toda la historia en general. Aun q todo se trate de vidas y muertes, Bruce en sus demás reencarnaciones, seguirá siendo él mismo.
Es destino.
Algo de lo misterioso siempre tendrán sus ojos azules, algo de lo inexplicable perfumara su piel y algo de lo q nadie sabe coronara su frente.
Un vez, Bruce reencarno en una hermosa dama. Tan alta q intimidaba, pero esas dulces curvas eran todo lo gentil q ella no quería ser. En esa realidad, Clark siguió siendo fotógrafo. Al cual la señorita iba constantemente para ser fotografiada. Con su garbo y su distinguida presencia, con el rostro hermoso y natural, de ojos profundos y azules de cejas espesas y perfiladas, el fotógrafo; consideraba un arte el retratarla.
En otra ocasión, Bruce fue un animal. Un felino mimado de la casa de unos ricos. Gato tan engreído q rasgaba cortinas de seda china y nunca recibía un regaño. En esa realidad, Clark fue un simple cocinero. Que miraba interesado, las aventuras de un gato rico y mimado. Un gato cuyo pelo brillaba en negro, sedoso, algo esponjado, de movimientos encandilantes de un cola larga y suaves patas q arañan. Y los ojos azules, q no se van por nada. Un gato mimoso cuando se lo observaba a la distancia, y muy huraño cuando alguien se le acercaba.
Bruce también fue un niño. Un niño muy pobre, cuya ropa gris, avejentada y teñida de tierra, solo resaltaban más la inexplicablemente fina piel, tan clara q hasta luces parecía desprender, también destacaba su seriedad, la experiencia en dos enormes zafiros en un cuerpo pequeño, el ingenio la habilidad en sus movimientos. En esa vida Clark era un hombre prominente de negocios q siempre pasaba por el mismo barrio, un barrio pobre y marginal. Donde con facilidad, en las aceras de las calles veías gente durmiendo, gente q no tenía casa. Entre ellos, el señor Kent, siempre distinguía a un pequeño, de cabello negro y piel blanca, de ojos azules, q dormía en las azoteas, de las “casas” de ese barrio. Una vez tuvo el valor de hablar con él, le dio unas monedas, el chico, desconfiado y precavido a duras penas las aceptó, con el tiempo Clark le llevo comida y ropa. Un día le propuso q se fuera con él. Lo q le sorprendió, fue la inmutable expresión q tuvo, para llamarlo, pervertido, en la cara sin hacer un escándalo. Sus ojos color mar a media noche, le hablaron sin palabras del orgullo y dignidad q podía mantener, aun en pésimas condiciones.
Bruce también supo ser un anciano. Un hombre en el ocaso, cuyos cabellos eran más blancos q negros, pero ese poco de hebras ónix sonaba a q el cielo nocturno una vez fue de satén sobre esa testa savia. Su piel aun q arrugada no era pasposa como toda la de los otros viejos, era suave como si de una tela enrollada se tratara. Pero sus ojos, sus ojos resplandecían en colores jamás nombrados como los destellos de diamantes, sus ojos relucían jóvenes en un cuerpo acabado. Clark en esa vida fue un enfermero a cargo del acilo de ancianos. El anciano Wayne, era un hombre reservado, q podía pecar de mal geniado. Pero q era muy muy sabio. Los días sobre su cuerpo no eran ninguno en vano. …l podía hablarte de tantas cosas, y tu sabias q eran ciertas, él no era ningún viejo bonachón q inventa historias para los nietos. …l era un hombre vivido q en su juventud había visto y había hecho de todo. A Clark le gustaba hablar con él, porque era como tomar un trago de conocimiento. Solo entonces notaba lo sediento q estabas, de su voz ronca pero aterciopelada, de su vida pasada, de todo él en general. Sus ojos atemporales hacían al anciano Wayne, fascinante.
Bruce también fue un bebe. De una matrimonio muy ocupado, y Clark el niñero universitario, q necesitaba dinero extra y tenía tiempo libre. Clark ya tenía experiencia con niños, había cuidado a sus otros tres hermanos menores y cuando estuvo en la escuela también trabajo de niñero. El matrimonio ni siquiera reparo en sus antecedentes. …l bebe Bruce tenía seis meses y necesitaban con desesperación a alguien q pudiera cuidarlo mientras ellos hacían turnos extra en su maravilloso trabajo. Lo q extraño a Clark es q ni en todos sus años, ni con sus hermanos. Había visto a un niño como Bruce. Tal vez por q era un bebe, pero Bruce tenía la piel muy delicada, era como tocar algodón, las delgadas hebras negras, y las cejitas formándose, delataban aun niño q podría ser de anuncios de lo muy hermoso q desde ya, era. Y los ojos como vastos matinales oscurecidos, ojos neutros con una mirada profunda, fija y certera. Clark nunca conoció a un bebe q mirara así; todos los niños tenían chispas brillantes en los ojos, y no podían mantener la mirada fija en nada mucho tiempo. Pero los ojos de ese bebe eran distintos, Bruce le miraba y le miraba sin desprender sus ojos, de él con pequeñas pausas para pestañear, sus ojos no estaban teñidos de chispas de luz como la de todos los bebes, sus ojos brillaban, sí, en una curiosidad, francamente insólita, para un niño q no lloraba, ni se movía demasiado. Clark aprendió q Bruce era un bebe muy inteligente. Que solo lloraba un poco, para ser cambiado o movido, aprendió q Bruce miraba muy fijo, muy desafiante a todas las personas, y q tenía un sueño muy frágil, aprendió q no era muy dormilón, pero q odiaba q lo despertaran. Un niño extraño, un niño q ya pintaba ser increíble. Para un matrimonio al q no le importaba nada más el trabajo.
Bruce fue una adolecente también. Una señorita hermosa en sus 15 primaveras. Cotizada por todo chico q la conociera; pero ella podía ser tan fría, tan racional y tan lista q su sola y azul mira te intimidaba. Cuando Bruce fue una quinceañera en un instituto, Clark fue su maestro de biología. Y aun q en esa vida Clark q era un hombre mayor, respetado, amante de su profesión y muy bueno con los chicos. Clark sintió perder todo, cuando conoció a la devastadora niña del pelo negro y la piel heladamente blanca. Todos sus años, su ética. Se esfumaron cuando pensó q podía amar a una de sus estudiantes, pero no, no de manera filial como ama un padre a su hija, sino rotunda y exclusivamente como un hombre ama a una mujer, en el total sentido sexual también. Cuando sintió q se iba enamorando de verdad de una alumna suya a la q le llevaba 30 años. Clark sintió q no podía resistirse, la chica era la mejor alumna de todo el instituto, en todas las materias, era una atleta medallista, con un rostro y un cuerpo tan bellos q cualquier concurso de reina de belleza lo ganaba, era buena en todo lo q se propusiera hacer. No era precisamente dulce, pero ella siempre hacia lo correcto para los demás, lo q era bueno, y su cuerpo. Su delicado cuerpo joven. Los pechos todavía pequeños pero firmes, las piernas largas y pálidas de piel suave. Las caderas, la cintura, el trasero, el despótico rostro. Y ojos bravos, ojos azules q no cocinan limitaciones. Clark renuncio a enseñar, cuando su propia alumna, esa q era su debilidad. Le dio un beso en la boca. El beso más inocente, el beso más joven y extraño q recibió. Porque no era un beso como el de una chica de su edad. Porque para empezar los labios de la señorita estaban desnudos. Por lo generar las chicas de su edad se llenaban la boca de labial, ella no. Y su beso era tan suave q chocaba con su estilo, dominante y exigente. Era como el beso de un chico, o más bien de un hombre adulto y experimentado en el juego de la seducción. Claro un buen beso, pero aun así uno casto q tenía el cuerpo más hermoso y delicado q hubiera conocido. Después de ello, Clark pensó q estaba trastornado y dejo de enseñar para siempre.
En alguna vida, Bruce fue un hombre adulto q trabajaba en servicios sociales. Viendo los peores maltratos q el mundo le podía ofrecer a un niño. Su trabajo le llevo a una impróspera granja, muy alejada de Kansas, donde le habían notificado explotación infantil. Asique él y un equipo más, se desplegaban por los terrenos buscando a los niños en un operativo de emergencia. Bruce fue el primero en encontrarlos, cuatro niños. Kon el menor, Kara la única mujercita, Lex el del medio y Clark el mayor. Los cuatro hijos de una pareja de granjeros q los obligaba a trabajar en las estériles tierras, en las peores condiciones. Sin los derechos básicos para todo niño. Como el derecho al estudio, al cuidado de la salud y al buen trato. Los niños obviamente fueron separados de los padres y llevados a una casa hogar en lo q se desidia su futuro. Durante ese tiempo y para el juicio de responsabilidad hacia la pareja de granjeros. Bruce fue todos los días, a hablar con el mayor de los Kent y preguntarle sobre detalles q podrían usar en el caso de explotación, testimonios. Bruce descubrió con agrado q aun a pesar de todo lo q el chico había sufrido, era amale y de buen corazón, virtudes q los chicos de maltrato perdían. Y ya posteriormente cuando todo acabo, cuando adoptaron a los 4 niños, una familia q gracias a dios los quería a todos juntos. Clark pidió habar con el señor q trabajaba en servicios sociales, el q los encontró. El hombre q parecía severo pero solo era serio, endurecido por q le trabajo así lo condicionaba o se derrumbaría a la primera de cambios al saber las historias horribles de los niños. El hombre con místicos ojos azules, de cabellos siempre bien peinados y del color de la noche, el q tenía la piel más clara y suave q hubiera visto el chico Kent, en toda su vida. Cuando hablaron, Clark juro crecer muy rápido. Para poder casarse con él.
En una vida, Clark y Bruce tenían doce años y eran monaguillos en una escuela de curas allá por Italia. En ese entonces al calor de la muy pronta juventud, en el naufragio de la duda. Clark y Bruce, experimentaron. Primero un abrazo muy largo, luego un beso. Lo q hacían, les enseñaban q estaba mal. Y ellos mismos, en algún momento se arrepintieron, eran horas de rezar arrodillado con el rosario en mano, o una tras otra herida del látigo. Pero al final del día siempre se preguntaban ¿Por qué estaba tan mal? Si se sentí bien, si les hacía bien y no dañaban a nadie con ello. El estar encerrados en el mismo cuarto no ayudaba. Ninguno podía evitar pensar en el otro. En los labios, en el color del pelo, en el color de ojos, o en la sensación de la piel ajena. El escándalo estalló cuando se supo q una moja estaba embarazada. Entonces Bruce y Clark pensaron q no era por lo menos, tan, malo lo q hacían. Y aquella silenciosa noche, mientras la escuela estaba patas arriba por la última noticia. Clark y Buce, experimentaron su amor. Primario, inseguro, húmedo o mojado. Eran niños explorando las diferentes reacciones de su cuerpo. Como aquello, se erigía, o como es q hacían ruidos tan raros al tocarlo. Como sus cuerpos ardían y algo extraño precipitaba de toda su pelvis cuando estaban juntos, rosándose, tan cerca uno del otro. No sabían muy bien q hacer con su cuerpo, y pese a q tenían tantas dudas, hicieron todo lo q su mente se preguntaba, durante toda la noche. A la mañana siguiente, los dos no podían sentarse adecuadamente, y sus vientres, aun sin desayuno estaba lleno eh hinchado, y sus labios rojos, todavía sabían bien condimentados con aquellas cosas q probaron, uno del otro. La vez q no se castigaron por aprender, lo q significaba. La palabra deseo.
A lo q quiero llegar, con todo el recuento sobre las historias de otras vidas. Es q en todas ellas. No solo Bruce siempre es el mismo. Sino q siempre esta con Clark de una uh otra forma, no importa cuán diferentes sean sus condiciones, siempre acaban encontrándose. Es como si Clark siguiera a Bruce, en cada nueva vida. Para encontrarlo, y enamorarse de él. Como si sus nombres, en la larga lista de las reencarnaciones estuvieran uno junto al otro. Y así todas sus reencarnaciones, se vuelven a encontrar. Como si hasta lo imposible los quisiera juntos.
Porque también, es destino, el q se amen.
Una vez, en un mundo alterno. Clark y Bruce, fueron hombre de casi la misma edad. Uno periodista el otro un empresario. Ambos héroes q salvaban el mundo. En esa realidad se amaron.

Fin.

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