Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dudas por Chocoshawol

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡En poco tiempo subiré el siguiente capítulo mis amores!

Me sentí tan mal de verle herido.

Con moretones cubriéndole el rostro y sin permitirme acercarme a su magullado ser para envolverlo con el calor de mi amor y llenar de besos su cuerpo que aún lleno de cicatrices y marcas sigue siendo perfecto.

"¿A qué le tienes miedo Bruce? No voy a dañarte." Le dije después de ponerle a salvo, cuando un ataque del Joker le hizo poner un pie en su tumba. Si yo no hubiese estado ahí, cuando una explosión detonada por el maniático estalló, él habría desaparecido de este mundo.

"¿Miedo? Yo no le temo a nada. No seas ridículo Clark." La respuesta que salió de sus labios logró enfurecerme. Apreté mis puños hasta que mis nudillos se pusieron blancos.

"Temes que te hiera si me dejas entrar a tu corazón." Le dije, sin levantar el tono de voz, si lo hacía, todo estaría perdido. "No quiero sólo entrar a tu cama, algunas noches y después desaparecer de tu vida, hasta que tus deseos carnales vuelvan a apoderarse de ti y me llames." Sentí mi tono de voz subir al tiempo que le decía ese deseo.

Observé su rostro, intentando respirar y calmarme, sentía mi vista arder y en la oscuridad observé el resplandor rojo que iluminaba su hermoso ser. No quería dañarle por ningún motivo y menos en un arrebato de ira.

"Si así lo dices, entonces será mejor que no vuelvas a entrar a mi cama." Su respuesta fue tan seca que parecía realmente no importarle.

Sentí mis mejillas arder con fulgor, a la par que su rostro mantenía una calma que me estaba enloqueciendo.

¿Por qué no le importa? ¿Nuestra relación sólo se limitaba a eso? No... ¿Acaso sólo fuí un pedazo de carne para él? Tiene sentido. Él, siendo un hombre que tiene todo lo que desea, ¿Qué podría tener que otro millonario no tuviese? Al estúpido de Superman como una concubina, tan sólo un capricho para demostrarle al mundo que él podría tenerlo todo.

Soy un imbécil. Pero no iba a darle el gusto de verme llorar o siquiera afligirme.

"Bien. Entonces consíguete otro al que le guste ser tan sólo un trozo de carne." No pude soportarlo más, si no me iba de su mansión en ese momento, me derrumbaría en llanto. Salí por el cancel de su habitación, volé tan lejos como pude.

Necesitaba hablar con alguien, y sólo una persona podría conseguir calmar la tormenta que mis sentimientos estaban generando en mi pecho.

Diana.

.

.

.

Me dirigí hasta la ciudad donde Diana residía. La llamé por teléfono y bastaron sólo unas palabras para que me dijera que la vería en el techo del edificio que usabamos comúnmente para charlar cuando lo necesitaba.

Salí hacia ese lugar, con la esperanza de que Diana no tardase mucho en llegar y así ocurrió. Tan sólo unos minutos bastaron para que ella estuviera vestida como la Mujer Maravilla y con dos conos de helado en las manos.

"Cuéntame todo cariño." Me dijo con su melodiosa voz y entregó a mí uno de los conos. Nos sentamos en la marquesina del edificio y procedió a probar su cono.

Después de escuchar atentamente lo que habíamos hablado Bruce y yo, sumado a mis pensamientos que me llevaron a irme, ella habló de nuevo.

"Bien. No debes precipitarte, sabes lo difícil que es para él, el entregarse a otras personas." Posó una de sus manos sobre mi mejilla. "Él teme que lo hieras sí, pero sobretodo teme a perderte, teme a que una vez que te de entrada a su amor, le abandones sin quererlo, como ocurrió con sus padres." Terminó su discurso besando mi frente.

"¿Cómo lo sabes Diana? ¿Por qué estás tan segura de eso?" Empezaba a cuestionarme qué de verdad sabía ella, pues las palabras que le dije a Bruce fueron las que ella utilizó en nuestra conversación anterior.

"Debes guardar el secreto ¿Sí?" Asentí mirándole a los ojos. "Él me lo dijo hace unas noches. Vino a mí, como tú hoy lo has hecho. Él prometió intentar abrirse a ti, porque sí. Te ama, él te ama cariño." Sentí mi cara iluminarse. "Para él, no eres un pedazo de carne, como tú lo dijiste. Tan sólo que, para él fue más fácil dejarte entrar primero físicamente que entregarse emocionalmente."

Cabizbajo asentí. Tal vez si estaba presionandole demasiado.

Escuché el teléfono de Diana vibrar. Ella también.

"Dame un momento ¿Sí?"

"Sí." Respondí. Sonriendo se levantó de la marquesina.

Se alejó un poco, respondió a un mensaje y volvió a mi lado.

"Debo irme, pero recuerda lo que te he dicho esta noche. Él te ama. Sólo dale tiempo."

"¿Cuánto tiempo? No creo poder resistir de esta forma mucho más."

Diana asintió pensativa.

"Si le amas tanto como me has confesado, entonces sabrás esperarle. Estoy convencida de que tu espera será bien recompensada." Dio un beso en mi frente. "Tranquilo, él es complicado, pero recuerda que nada bueno es fácil."

Me quedé en la marquesina en soledad. No deseaba volver a mi departamento. Ahí todo era un fiel recordatorio a Bruce, tan sólo me sumiría más en la miseria en la que me encontraba.

El gélido frío que envolvía la ciudad en ese momento me dio una reconfortante idea.

"La Fortaleza de la Soledad..." Susurré al viento.

.

.

.

Avisé a Lois que no asistiría unos días al diario, sabía que Perry se pondría como loco, pero en esos momentos no tenía la cabeza suficiente para trabajar o soportar sus gritos.

A ella tampoco la soportaría en ese momento, así que tenía que jugar bien mis palabras, decir que me iría en una oración y sin darle la oportunidad a decirme más.

"Lois, tengo que irme unos días, no me encuentro muy bien emocionalmente y he rentado una pequeña cabaña para sobrellevar mi crisis. Estaré bien, sólo necesito unos días. Por avisa a Perry." Fue lo que dije cuando ella respondió su teléfono. Antes de colgar pude escuchar su voz para decir algo. Inmediatamente apagué mi teléfono.

Sabía que Bruce no me llamaría, no era la primera vez que teníamos esta clase de disputas y en las ocasiones anteriores, no se había molestado en llamar. Ésta no sería la excepción. Ni siquiera pisé mi departamento. Volé de un tajo hasta mi refugio.

Mi fortaleza.

Debo admitir que había elegido ese destino porque el camino me ayudaría a abandonar mis penurias. El volar por los cielos me tranquilizaba de sobremanera y me llenaba de una paz que tanto ansiaba en ese momento.

Al llegar, decidí descansar un largo rato, necesitaba dormir y soñar, tal vez en mis sueños el hombre que amo tanto por fin se abriría conmigo.

.

.

.

Calculo una semana habría pasado de mi aislamiento. Y he de decir que no me había funcionado en lo absoluto. Mi corazón estaba igual o más alterado que cuando partí.

Incluso había perdido unos kilos de haber sólo dormido y dormido, sin probar alimento alguno.

No tenía ganas ni de revisar mi celular. ¿Qué objeto tenía? Sólo lograría decepcionarme más.

En mis sueños, Bruce aceptaba mis cariños, mis besos, mis abrazos. En mi reino intangible yo era el dueño de todas las palabras dulces y demostraciones de amor que Bruce podría ofrecer.

Por eso dormía tanto, en esos momentos, mi corazón se tranquilizaba y lograba verme envuelto en la paz que tanto había buscado, aunque al momento de regresar a la cruda realidad, mi condición empeoraba.

.

.

.

No sé decir cuánto tiempo ha pasado esta vez. Estoy despierto, mirando al techo, con las lágrimas recorriendo los costados de mi cara.

¿Qué es eso? Un estridente ruido proviene de las afueras de la fortaleza.

Al asomarme observó que es el batiavión. ¿Bruce?

¿Qué está haciendo aquí? ¿¡Viene a buscarme a mí!?

Sentí que mis pómulos se abultaron para dar paso a la primera de mis sonrisas estando despierto.

Batman bajó del vehículo. Se veía sumamente adorable. estaba seguro de que portaba prendas extras para aguantar el desolador frío que inundaba el lugar. Nisiquiera llevaba una parte de su cuerpo descubierta.

Notaba ciertas diferencias en su traje, éste estaba adaptado para soportar grandes cantidades de frío.

Bajó junto con él un par de maletas. Me acerqué a su ser, tomé las maletas y sin pronunciar una palabra entramos.

Elevé la temperatura de mi refugio, a mi no me molestaba el frío en lo absoluto, pero a él, podría causarle la muerte.

Al sentir el aumento de temperatura, habló. Si yo no hubiese tenido mi desarrollado oído, no habría percibido ningún sonido.

"Perdón." Lo miré asombrado. Era la primera vez que él me pedía disculpas. "No pensé en las cosas tan hirientes que te dije."

Asentí a la par que él se retiraba una especie de máscara sobre la suya, por fin vi sus labios pálidos. Ese color que tanto había aparecido en mis pensamientos. Se deshizo de su máscara. Había estado luchando hace poco, tenía severos golpes en su varonil rostro.

Sentí mi corazón latir rápido al ver su mirada, estaba triste, podía ver un ligero enrojecimiento en sus ojos ¿Había llorado?

"Sé que has hablado con Diana y le has contado de nuestras discusiones y formas de reconciliarnos." La saliva que estaba pasando al momento en el que dijo eso, se me atoró. Tosí con fuerzas en ese instante, mi cara ardía en vergüenza.

Estaba seguro que si no moría de pena en ese momento él mismo me mataría por ser indiscreto.

"Calma. Yo también lo hice. Necesitaba alguien que no me dijera lo que deseaba escuchar, sino lo que tenía que escuchar." Lo volví a mirar. Se veía abatido. "Ella me habló de tus angustias y tus sentimientos. Lo que ella te dijo de mis sentimientos es cierto.” Me dijo desviando la mirada.

“¿Qué me dijo?” Tenía que escucharlo de su voz. Lo necesitaba.

“Clark. No lo hagas.” Su mirada aun no volvía a mí.

“Por favor. Necesito escucharlo. Si no me lo dices tú, sé que desfalleceré.” Lo escuché suspirar.

“Bien. Tengo miedo de que una vez que te deje entrar en mí ser, te pierda. Aunque qué más da, estás tan dentro de mi ser como nadie lo ha estado jamás.” Hizo una pausa. Supe que estaba a nada de desbordársele el llanto, sus latidos así me lo indicaban. “¿Sabes qué sentí en este mes que no estuviste? ¡Me sentí morir Clark!” ¿Estuve fuera un mes entero? No sentí haber estado fuera tanto tiempo.

“No sabía nada de ti. Nadie lo sabía. ¡Incluso tuve que tener un round con Lois Lane! Que déjame decirte que no es nada como tú la habías pintado. ¡Es una insolente!” Tengo que admitirlo, imaginarlo hablar con Lois me mata de risa, ambos con un carácter tan dominante. “¡No te atrevas a reírte Kent! Lo único que supo esa burda mujer fue que estabas en una cabaña.” Recobró el aliento. “¡Me tuviste como un estúpido buscándote por cada maldita cabaña que pude encontrar!” Se sobaba las sienes con su mano derecha.

“Y después me sentí tan estúpido. ¿Qué cabaña puede existir en tu cabeza antes que la fortaleza de la soledad?” Reí un poco ante ese último comentario mientras lo observaba embelesado. “¡Y tú sin contestar tu teléfono!” Gruñó y al mismo tiempo la sonrisa que mantenía en mi rostro desapareció. “¡Y si te hubiesen sometido con kriptonita! ¿¡Sabes todo lo que pasó por mi cabeza al no saber de ti!?” Sobó sus sienes con más fuerza y a la par que lo hacía bajaba su cabeza. Entonces percibí una pequeña lágrima recorriendo su hermosa nariz.

Me acerqué a él. Lo tomé entre mis brazos y él se dejó hacer. ¡Por primera vez en nuestra relación él se dejó abrazar fuera del sexo!

“Lo diré una maldita vez Clark, sólo una.” Susurró con su cara en mi pecho. “Te amo.” ¿Había escuchado bien? ¿Bruce me había dicho te amo? “Sí. Te he dicho que te amo idiota. Ahora… No vuelvas irte, o te juro por lo que más quieras, que nunca tendrás otra oportunidad para entrar en mí.”

Me estrechó contra su cuerpo. Eso era todo lo que necesitaba saber.

“¿Entonces eres mi novio Bruce?” Gruñó.

“Sí.” Suspiré a la par que recargaba mi mejilla sobre su cabello. “No has estado comiendo bien Clark. ¿Por qué?” Me preguntó mientras acariciaba mi espalda.

“No sentía hambre.” Le respondí, aunque comenzaba a entrarme un hambre bestial.

“¿Entonces qué estuviste haciendo este mes?” Se separó un poco de mí. Miró mi rostro y acarició mi mejilla.

“Dormir.” Me miró con reproche.

“Dichoso tú. Desde que te fuiste esa noche, he dormido escasamente 6 o 7 veces.” Sentí le necesidad de estrecharlo con más fuerza entre mis brazos y así lo hice. Suspiró estando así y de pronto sentí que aumentó su altura un poco. Estaba posándose sobre la punta de sus zapatos, puso sus manos en mi cuello, obligándome a bajar un poco. Juntó sus labios con los míos en un beso casto, dulce, suave.

Poco a poco se movía entre mi boca, dándome el cariño que tanto había anhelado en este infierno que estaba pasando.

Ya no había nada más. Amaba a este hombre con locura y pasión y él me ama de la misma forma. ¿Qué más podía pedir en este mundo? No importaba nada más.

.

.

.

Un estruendoso ruido me hizo abrir los ojos. Mis ojos se inundaron de lágrimas al ver la realidad. Ese había sido tan sólo otro sueño… Ahora lo entendía, el repentino cambio de Bruce… Sólo un hermoso sueño.

 

Pero el estruendo no lo fue.

Notas finales:

¡Espero les haya gustado mis personitas hermosas!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).