Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lo que siempre quise por Aomame

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Lo que siempre quise

—Hola

—Hola

Momento incómodo. Un reencuentro que ninguno esperaba, que ninguno quería. Pero miento. Miento cuando te sonrío y te digo “Hola”. Tú no, tú no mientes. Tu voz refleja que no esperabas verme, que no querías verme.

—¿Puedo sentarme? —parece que no me importa, si dices que no. Pero sé, que no dirás que “no”

—Adelante.

—¿No esperas a alguien?

Niegas.

Me siento, me pongo cómodo, pido una copa al camarero más avispado. Te miro. El periódico a la mitad, la taza de té aún humeante y tus pupilas incrédulas. Aún son terriblemente azules. No es como si el color de los ojos se disolviera con el tiempo. Tal vez, sí, tal vez, pierde brillo. Pero el color de tus ojos sólo se vuelve más intenso con los años.

La copa llega rápido, el camarero debe saber quién soy, porque trabaja muy bien su propina.

—¿Y cómo te ha ido?—pregunto, sólo por abrir conversación. No creo que no puedas contestarme. Es una pregunta simple.

—Bien—dices.

—¿Te casaste?

—¿Qué?

—Escuché que te habías casado. ¿Fue un rumor nada más? Bueno, no es como si me importe—me importa, no hay otra razón para que pregunte.

—Un rumor.

—Ah—bebo un trago de alcohol—, ¿qué fue de esa chica?—frunces el ceño, lo sé, lo sé, no es algo que me importe tampoco.

—Nada.

—¿Siguen juntos?

No contestas, pero entiendo tu mensaje. Aún puedo leer tus silencios, no he olvidado como se hace.  Y ese mensaje es: “No preguntes”. Sonrío. No quiero molestarte. No quiero que te vayas tan pronto.

Sé que saliste con ella después de que tú y yo terminamos. Un año después, para ser exactos. No te culpo. No te juzgo. Tampoco te estoy reclamando. Estabas en tu derecho, en completa libertad.

—Yo me estoy divorciando—te digo, aunque no preguntas nada. Levantas la vista, tu ceño me indica que tampoco quieres oír al respecto, pero continúo como si nada. Te fuerzo a escucharme una vez más, te obligo a soportarme—. Tengo una hija.

—Lo sé.

—Es una niña muy inteligente.

—Era de esperarse.

Tu comentario me hace sonreír, una vez más. Te miro, el té al lado de tu codo se enfría sin que le prestes atención. Supongo, que te he quitado el apetito. Lo siento. Pero no pude evitarlo. No pude evitar volver a estar cerca de ti.

—¿Tú estás bien? En realidad, he sabido muy poco de ti.

—Me gusta mantener un perfil bajo.

—A pesar de ser uno de los héroes solteros de esta nación más codiciados—bromeo, pero tú no ríes.

—Estoy bien—ignoras mi comentario anterior. Intentas cortar la conversación. Sólo quieres que termine, sólo quieres que te deje solo de nuevo. Y yo insisto en quedarme un poco más, en mirarte un poco más, en escuchar tu voz, aunque sea en esas respuestas atonas y simples.

—Me alegro… en serio—añado, para que tus cejas no formen esa figura que bien conozco, esa dónde no me crees.

—Gracias—murmuras  respiras profundo. Sé que estas a punto de decirme: “Stark, lo lamento, tengo que irme. Que te vaya bien. Adiós”

“Adiós” porque un “Hasta pronto” o un “hasta luego”, ya no existen en nuestro vocabulario compartido.

—Steve…—se me sale. Se me escapa tu nombre como se escapa una lágrima.

Hace muchos años aprendí a llorar sin lágrimas, me bastaba decir tu nombre, una y otra vez. A veces, lo decía en voz alta, cuando sólo mi IA me escuchaba, cuando estaba lejos de Pepper  o de Emma. A veces, sólo lo repetía en mi mente, cuando me encontraba rodeado de personas con quienes no quería estar; atrapado en alguna otra fiesta o en alguna aburrida reunión. ¿Sabes? Ya no me gustan. Ni las fiestas ni las reuniones. Hace mucho que no me divierto realmente.

—Dime—dices fríamente. Y sé, que no hay nada que pueda decirte.

Se terminó. Lo que había entre nosotros se congeló e hizo pedazos, de los cuales, no queda rastro; los barrió el tiempo.  No sé qué pretendía con encararte. No sé qué es lo que quería. Bebo lo que queda en mi copa con turbación.

—Nada, yo… lamento haberte molestado.

Dejo la copa sobre la mesa, un billete para el camarero y me levanto.  Es hora de irme. De verdad, de verdad, te lo juro, te lo firmo dónde quieras, hasta con mi sangre si con ello te convenzo, si con ello puedes creerme, que me ha dado mucho gusto verte, hablar contigo. Que me ha dado gusto saber que estás bien. Sólo eso último me importa.

—Tony…

Mi nombre me paraliza. Me paraliza porque lo has dicho tú, porque es tu voz que lo pronuncia.  No puedo moverme, pero te siento detrás de mí, poniéndote de pie, mirándome.

—La verdad es que—dices—no he olvidado.

¿Qué? ¿Lo que pasó? Ya lo sé, por ello es que estamos separados. Por ello es que nuestros destinos están lejos uno de otro. Por eso, durante años, no nos hemos mirado a los ojos ni nos hemos besado ni abrazado ni dicho “te amo”. Ahora sé, que nada de eso volverá. Está bien, está bien. Creo que hoy también diré tu nombre una y otra vez mientras intento dormir con el rostro hundido en la almohada.

—Lo sé—te digo, me giro para mirarte. Sólo una vez más, por favor, sólo una vez más, déjame mirarte. Te prometo que nunca más apareceré frente a ti. Te prometo que después, incluso si te llego a encontrar como hoy, haré como que no—. No te preocupes, está bien. —te sonrío una vez más, estoy dispuesto a que mis ojos abandonen tu imagen.

—No, Tony, no entiendes—dices.

Sujetas mi brazo y tu tacto me electriza. Me conviertes en plastilina, me regresas de golpe todas las sensaciones perdidas. Las cosas tienen más color, hay más aromas en el mundo. Abres mis sentidos. Me devuelves un poco de vida. No debiste hacerlo. No debiste, porque cuando tomemos nuestros caminos de nuevo, me sentiré vacío.

—¿Qué es lo que no entiendo?—Quiero soltarme, pero no tengo la fuerza para hacerlo.

—Lo que quiero decir es que no te he olvidado.

—¡¿Qué se supone que significa eso?!—estallo, porque no entiendo nada. Porque no tengo cerebro para pensar, porque te tengo tan cerca que puedo respirar el aroma de tu colonia. No ha cambiado, usas la misma de antes, es la misma que se quedaba impregnada en mi ropa cuando me abrazabas por horas y horas. Esa colonia me nubla la vista, la mente; y  exacerba mis instintos más básicos, mis deseos más reprimidos.

—¡Eso! ¡Sólo significa eso!—también tú estallas—¡Eso es todo! ¡No estoy esperando nada, ¿de acuerdo?!

—¿¡Si no esperas nada, para que carajos me dices eso?!

—¡No sé! —Me sueltas, también tú estás dispuesto a marcharte, dejas sobre la mesa un par de billetes—¡Tienes razón, no debí decirte nada!

—¡Hey, espera!

Te sigo fuera del café, total, estábamos a nada de que nos corrieran de ahí por escandalosos.

—¡Espera!

—¡¿Qué quieres?!—paras y giras de pronto;  casi me estrelló en tu pecho.

—¡A ti!—digo sin pensar.

Silencio, nuestras respiraciones furiosas bajan su frecuencia. Nuestras miradas se encuentran. Siempre éramos así ¿recuerdas? Levantando la voz por nada, discutiendo por todo, pero al final, siempre, siempre, aquellas estupideces terminaba con un beso, con un “lo siento” seguido de un “No, yo lo siento”. Siempre, siempre, cerrábamos el incidente con un sencillo, pero muy significativo “Te amo”.

Pero hoy, aunque lo tengo en la punta de la lengua, ya no tengo palabras. Creo que lloraré de verdad, con lágrimas reales. Diablos, sí. Sí. Lo único que quiero, lo que siempre quise, antes, después, y ahora, era a ti. Lo siento, lo lamento tanto. Ojalá pudiera decírtelo. Ojalá pudieras leer mi mente y escuchar todo lo que te he dicho, mientras aparentaba lo contrario. Ojalá tú… decidieras quedarte conmigo.

—No dije nada—me doy vuelta.

Intento escapar, pero no hay manera de escapar de ti, ya debería saberlo. Vuelves a atrapar mi brazo, pero ésta vez no te quedas ahí, tiras de mí; y una vez más, después de mucho tiempo, me abrazas. Sus brazos me rodean, siento tu pecho contra mi espalda, tu respiración en mi oreja. Me derrito, he alcanzado mi punto de fusión.

—Yo sólo…—murmuras—, lo único que quería escuchar era eso. Sólo eso. Lo demás, no me importaba.

Lo has logrado, Rogers. Me has hecho llorar de verdad. Puedo sentir mis lágrimas calientes rodar por mis mejillas. Tú, maldito, te las arreglas para hacer lo que nadie. Te las arreglas para hacer de mí, lo que jamás pensé.

Mírame ahora, me deshago en lágrimas. Me giró entre tus brazos, sólo para hundir mí rostro en tu pecho; pero no me dejas, acunas mi rostro con tus manos, te inclinas hacia mí y me besas. Tu beso, el único beso que es real. El único que siempre quise.

—Lo siento.

—No, yo lo siento.

Y un vergonzoso, pero en unísono—Te amo.

Esto es todo, Steve. Es la última vez que te dejaré ir, la última vez que me alejaré de ti. Ya viví en el infierno. Y ahora, sin importar nada, una vez más, pretendo vivir en el cielo que representa tu mirada. 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado. 

Quería hacer algo Hurt/Comfort, no sé si lo logré. Tal vez fue mucho Hurt jaja

En fin, tal vez, haga la versión de Steve. Aunque no contaria nada nuevo mmmh... (pensando, hasta me salga humo de las orejas)  ¿Qué opinan?

En tanto se queda como one shot (por aquello de que no se me prenda el foco) 

Gracias por leer!

Y hasta la próxima. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).