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CAMINANTES DE SUEÑOS por Kitsune Nishizono

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                La blancura lo devoraba todo de manera espeluznante. No existían los bordes o las vueltas. Ni siquiera el arriba y el abajo. Tan sólo un blanco deslumbrante que le envolvía. Aquello era lo más terrorífico que había presenciado en toda su vida.

 

“Esta es la peor idea que has podido tener, MingHao…”

                Se decía a sí mismo que lo más importante en aquel momento era no entrar en pánico, porque el pánico conducía a la desesperación y la desesperación ofuscaba la imaginación. Y, todo lo que tenía mientras estuviese ahí era su persuasión y su imaginación.

 

“No puedo perderme al menos porque no hay nada aquí”

 

                Pero sabía que aquello resultaba incorrecto. Si no había nada, entonces no tenía referencia alguna. Y sin referencias, se encontraba totalmente perdido. Ni siquiera estaba seguro si se encontraba parado en el suelo o flotando; pero dada su situación, flotando sonaba a respuesta correcta. Después de todo, para encontrarse en el suelo, debía existir un suelo. Miraba hacia sus pies y, lentamente, movía primero uno y luego otro, asegurándose de al menos estar él en sus completas capacidades físicas. Entonces daba uno, dos pasos. Incluso aquello se sentía raro, como si sus pisadas resultasen amortiguadas por un algo invisible.

 

                Llevaba ahí tan sólo un par de minutos, pero era suficiente para que ya desease salir de ahí. Así que cerraba los ojos y meditaba como escapar de aquel lugar. Tenía que matarse, eso seguro. Como no había nada de paisaje, ya podía olvidarse de aventarse de algún edificio o precipicio. También de ahogarse en algún lugar.

 

“Sólo debo ser imaginativo. Una gran arma y ¡Bang, bang!”

 

                Concentraba toda su imaginación en una pistola de bajo calibre. Tenía una cacha de marfil, de aquellas armas antiguas que raramente conseguían matar sin pasar por muchísimo dolor primero. Siseaba de sólo pensarlo. De inmediato cambiaba la imagen por una Beretta semiautomática, con un cañón largo y una mira telescópica de mucha precisión. Recordaba justo entonces que dispararse con esa cosa le volaría la cabeza por completo y, por mucho que se tratase de un sueño, era uno que no pensaba tener.

 

“Bueno, menos bang, bang y más honor ancestral”

 

                Entonces enfocaba toda su imaginación en una katana. Larga, esbelta, preciosa, con un filo capaz de cortar el acero. ¿Qué importaba que no fuese de su cultura? Igual resultaba fantástica. Al menos en su mente. Abría un ojo, esperando encontrarla entre sus manos incluso si no la sentía. Fruncía el ceño y dejaba que su labio inferior descendiese un poco a modo de puchero al ver que no aparecía nada.

 

“Concéntrate, concéntrate, concéntrate…”

 

                No había mejora alguna en el segundo ni en el tercer intento. Para el cuarto optaba por pensar en un cuchillo, y para el doceavo, se conformaba con un cutter. Dejaba de importar si dolería o no para enfocarse en algo que lo matase y le librase de aquél sueño blanco. No conseguía que se formase siquiera una cuerda para poder ahorcarse. Aunque tampoco tenía de dónde colgarse.

 

-¡MALDITA SEA! ¡YO ERA EL MEJOR DE MI CLASE! – Pero ser el primero de un salón de estudio claramente no significaba en su ramo de trabajo. Para empezar, porque en su clase tan sólo había tenido otros dos compañeros de clase (no es como si la suya fuese una carrera sencilla), y además de ello, claramente ahora le llegaban los recuerdos en los que claramente le explicaban que meterse en un sueño blanco resultaba sumamente peligroso porque no había nada de dónde aferrarse para empezar a construir un mundo y en ocasiones la imaginación y audacia del caminante no resultaba suficiente - ¡ESE BASTARDO ENTRÓ Y SALIÓ COMO SI NADA Y YO ME VOY A MORIR AQUÍ DENTRO!

 

                Xu MingHao no quería reconocerlo, pero en aquel momento, se daba cuenta que Wen JunHui le llevaba demasiada ventaja en el ramo profesional. Podía tratarse de alguien odioso, vanidoso, lleno de si mismo, pero al menos se trataba de alguien que no se iba a morir dentro del sueño de otra persona. Una persona que fácilmente podía morir y llevarse su conciencia con ello. Sin más, MingHao comenzaba a gritar de la pura frustración.

 

+++

 

12 horas atrás.

 

                La habitación del hospital resultaba ser un pequeño paraíso. MingHao suponía que ser millonario tenía enormes beneficios. Aquello de “el dinero no te da la felicidad” podía resultar cierto, pero definitivamente ayudaba a conseguirla. Se trataba de una habitación enorme, llena de gente. Joshua les iba presentando, sin dar nombres reales, por supuesto. Alcanzaba a escuchar que llamaba a JunHui “Jerry”, más no se tomaba la menor molestia de escuchar qué nombre le daba a él. En lugar de ello, se concentraba en los numerosos arreglos florales repartidos alrededor de la habitación. Parecía más una sala de velatorio que una habitación de hospital. Lo cual solamente le recordaba que no veía al paciente por ningún lado.

 

                JunHui, por su parte, parecía estárselo pasando de maravilla a pesar de entender poco de lo que le decían. Saludaba personas, les sonreía. Adulaba con cierta torpeza a aquellas personas que sabía importantes. MingHao prefería prácticamente esconderse detrás de Joshua, deseando que aquello acabase para poder empezar a trabajar. Cosa que no ocurriría hasta unos veinte minutos después, cuando una señora de unos cincuenta años les pedía que avanzasen a la habitación adjunta.

 

                La puerta corrediza que separaba ambas salas parecía más bien un portal a otra dimensión. Mientras que la primera habitación se percibía bulliciosa, llena de vida, ahí se respiraba una tranquilidad casi sepulcral. Joshua cerraba la puerta con un ligerísimo “click” y luego giraba el seguro. El único sonido era la máquina que, conectada y encendida, ayudaba al paciente en aquella cama a continuar respirando. JunHui por fin dejaba la sonrisa pronta para fruncir el ceño y, con cierta cautela, se acercaba al paciente.

 

-Esto no puede ser nada bueno… - Miraba la pantalla de los signos vitales durante largos segundos. Tenía esa expresión que usaba cuando calculaba algo detenidamente – Nada bueno… ¿Traes en el automóvil el equipo necesario para hacer una conexión rápida?

 

                Joshua le miraba durante unos segundos, parpadeando lentamente. Probablemente su traductor le decía algo que no le hacía sentido al de cuello largo. O quizá tampoco su coreano resultase tan bueno como quería hacerle creer a todo el mundo. Sin embargo, cuando JunHui hacía con señas como si se colocase unos electrodos alrededor de la cabeza para luego hacer la seña universal de quedarse dormido, comprendía. Los ojos se le iluminaban de inmediato y asentía.

 

-He empacado algunas cosas. No sé si sea bueno conectarte, de cualquier forma… - Cuando dudaba, todo su cuerpo lo demostraba sin tapujo alguno; entrecerraba los ojos, fruncía el ceño. Los hombros se cuadraban y en general daba una apariencia de completa incomodidad con la situación.

 

-No te preocupes. Soy el mejor en mi rama – Agitaba la mano, quitándole importancia – Vayamos por las cosas, quiero evaluar la mente de nuestro comatoso y de ahí idear un plan. MingHao, quédate un rato aquí, no tiene caso que vayamos todos.

 

                El menor asentía un poco. No porque le gustase recibir órdenes, sino porque aquello le libraría de JunHui por al menos quince minutos. Y los necesitaba. MUCHO. Esperaba a que los otros dos hombres desapareciesen por la puerta corrediza antes de dejar escapar un suspiro largo. La plática de la otra habitación le llegaba amortiguada, como apacibles murmullos. Ahí, en aquel lugar, el único sonido constante era el de la máquina de signos vitales. MingHao se acercaba bastante a la cama para poder observar cuidadosamente a su ocupante.

 

                Con 1.90 m de altura, cabello de un negro azabache, pómulos altos y labios apenas ligeramente carnosos, el hombre que se encontraba en lo que pareciese ser un sueño apacible, resultaba bastante atractivo. De haberle preguntado alguien, MingHao lo hubiese negado por completo; pero ahí, estando él sólo, podía darse el lujo de sincerarse. Ni siquiera el aparato que tenía en la boca y que le ayudaba a respirar, o las prominentes ojeras que se marcaban sin contemplación alguna, así como la palidez sepulcral que presentaba, eran capaces de menguar las facciones atractivas.

 

“Hay gente que lo tiene todo. Aún así, en un segundo, pueden quedarse sin nada…”

 

                Sin poder evitarlo, llevaba su mano hasta los mechones de cabello para acomodarlos un poco. Luego, sintiéndose un tanto pervertido por estar mirando fijamente al paciente, se decidía a recorrer la habitación. Con los ojos primero, luego moviéndose físicamente para llegar hasta la ventana más alejada. Desde ahí tenían una vista espectacular. Bueno, tan espectacular como los jardines del hospital lo permitiesen. Se trataba, sin lugar a duda, de un ambiente calmado, pensado para la mejor recuperación de los pacientes.

 

“Genial. Esto es tan divertido como ver el pasto crecer”

 

                Meditaba un momento si se trataba de una buena idea. Al final decidía que lo era y, sacando su celular, se colocaba los audífonos y se preparaba para poder ver algunos videos musicales. Se encontraba con que no tenía la configuración correcta para entrar al internet y que, en lugar de ello, su nueva compañía le daba la bienvenida con un comercial instalado descaradamente para reproducirse antes de poder entrar a cualquier página (después de todo, si tenía la configuración necesaria. Tan solo era necesario soportar la propaganda). Suspiraba a modo frustrado, pero decidía que, fuese lo que fuese que contuviese el comercial, no sería tan nefasto como estar en la misma habitación que Wen JunHui. Lo toleraría y entonces tendría internet.

 

                El comercial comenzaba con la aparición del nombre de la compañía: Pledis Corp. Luego, el nombre se descomponía en cuadros de color azul sobre un fondo oscuro y, arriba de uno de los cuadros, un joven de apariencia jovial se encontraba sentado con ambas piernas colgando de los bordes de dicho cuadro. La cámara se acercaba al mismo hasta que sólo su rostro se veía. Entonces sonreía brillantemente.

 

“¿Acaso todos son atractivos en esta estúpida compañía?”

 

                Con facciones francas y afiladas, la sonrisa pronto parecía ser más bien de complicidad que de felicidad. Cabello de un castaño claro, pómulos altos, barbilla delgada, nariz fina, labios muy delgados y unos dientes prístinos que rayaban la perfección. El hombre guiñaba un ojo. Entonces la cámara retrocedía para poder mostrar al hombre vestido en un elegante traje negro con una camisa del mismo color. Se incorporaba con gracia hasta quedar de pie sobre el cuadro. Finalmente comenzaba la propaganda de verdad.

 

                ¡Hola! ¡¿Cómo estás?! ¿Has tenido un buen día? Permíteme presentarme: Soy Yoon JeongHan y seré tu guía dentro de esta gran compañía. Pledis ha estado en el mercado por menos de 3 años, pero en este corto periodo de tiempo hemos conseguido grandes logros…

 

“Claro, como fastidiarlo todo…”

 

                MingHao encontraba divertida la propaganda. ¿Se trataba acaso de un comercial que habían lanzado a la población en general para intentar limpiar su nombre? No parecía un video dirigido realmente para otros empleados de la compañía. Al menos agradecía los subtítulos en chino que le habían agregado antes de ocurrírseles usarlo como video de entrada a internet. El hombre tocaba el aire, como seleccionando diferentes cosas y frente a él aparecían varios eventos. Hablaba sobre ellos, pero a MingHao no le importaban ni un poco, al menos hasta que el hombre comenzaba a hablar sobre el funcionamiento del espionaje en sueños y su explicación “sencilla” de como funcionaba para que el grueso de la población pudiese entenderlo.

 

                Los caminantes son completamente profesionales. Han estudiado arduamente para poder realizar su trabajo de manera correcta… ¡Ah! ¿Qué como lo hacen? Bueno, es muy sencillo. Seguro que han escuchado que todas las cosas tienen una carga eléctrica, ¿Verdad? Estas cargas eléctricas generan pequeños campos alrededor de cada cosa. Digamos que cuando nos acercamos a dicha cosa, ambos campos se encuentran entre sí y se relacionan, generando una interconexión antes de que incluso toquemos dicha cosa o persona. Bien, en años recientes descubrimos que esto mismo ocurría no solo con nuestro cuerpo, sino con nuestras mentes…

 

                Detrás de él, una imagen de un cerebro humano aparecía y, en un efecto bastante resultón, aunque infantil en opinión de MingHao, ondas en tercera dimensión fingían salir del mismo.

 

                Por supuesto, las ondas que emite el cerebro de una persona son de común muy débiles para que otra persona las sienta, mucho menos que las escuche. ¡A menos de que sean captadas por un integrante de los X-men! Pero como vemos eso poco probable, no lo pongamos sobre la mesa. Mejor pensemos que, con la tecnología adecuada, realmente podemos atrapar esas ondas, verlas, divertirnos en ellas, y por supuesto, conocer todo lo que necesitamos conocer de ustedes. Mientras duermen. Los caminantes son profesionales, así que jamás intentarán invadir sus sueños sin un propósito muy específico y, en caso de llegar a entrar en ellos, ustedes jamás lo percibirán. No se preocupen.

 

                MingHao no creía que resultase un pensamiento reconfortante hacerle ver a la población que alguien podría hurgar en su mente a modo libre mientras dormían, pero de algún modo tenían que presentarse. Se trataba del espionaje más descarado de la historia, sin lugar a duda. Por otra parte, estaba seguro de que el grueso de la población encontraba fascinante la escueta explicación que aquél atractivo hombre daba. El video continuaba con este mismo caminando entre mundos fantásticos, cuales sueños de lo más variopintos.

 

                Debo aclarar que nuestros servicios no son para cualquiera. Cada petición es revisada con cuidado y verificada antes de poder ser aceptada. Después de todo, se trata de un servicio de calidad para ayudar al gobierno a todos los niveles, no para poder “chismear” sobre la vida de los demás…

 

                Claro, había que aclarar las cosas y las buenas intenciones, no fuesen a empezar pedidos de personas que querían descubrir si les eran infieles o cosas por el estilo. Aunque si se llegaba a un precio adecuado, estaba seguro de que una petición del estilo no resultaría en negativa. El video acababa con los links a las páginas de internet de Pledis Corp, así como a todas sus redes sociales. MingHao suspiraba agradecido cuando por fin tenía acceso a internet. De inmediato se metía a revisar cada una de sus redes sociales, asegurándose de contestar los mensajes de sus padres.

 

                Los otros dos hombres regresaban unos minutos más tarde, mientras MingHao se preocupaba por buscar la forma de contestarle a su padre acerca de JunHui sin sonar grosero o envidioso. Era realmente difícil cuando su padre no dejaba de alabarlo y él sentía que le daría pronto una embolia por tener que soportarlo.

 

-Entonces sus electrodos son de un polímero cargado que posee grupos amino. Interesante – JunHui platicaba con Joshua mientras que ambos dejaban las cosas que llevaban junto a la cama. MingHao se acercaba para ver en qué podía ayudarles, pero los mayores le aseguraban que todo estaba resuelto, así que no le quedaba más que bufar un poco y quedarse del lado mientras los otros dos trabajaban.

 

“Esto apesta. Me tratan como a un crío”

 

                Sacaba de nuevo su celular y se colocaba los audífonos que llevaba. Si no lo querían como parte de todo aquello, se aseguraría de no serlo. Ponía la música a todo volumen y les miraba fijamente. Veía como montaban el aparato básico que utilizarían. Luego observaba con cuidado cuando JunHui se tomaba un montón de pastillas y un líquido que ayudaría con la neurotransmisión. Continuaba observándole cuando el otro chino se acostaba en un sillón que tenían en la habitación y cuando Joshua le inyectaba los somníferos antes de untar los electrodos con un gel conductor especial. Poco a poco JunHui iba quedándose dormido.

 

                MingHao decidía quitarse los audífonos cuando la respiración del mayor se volvía pausada. Joshua, por su parte, se dedicaba a revisarle los signos vitales. Se aseguraba que estuviese en la fase cuatro de sueño no profundo antes de encender la máquina. Todos sabían que no conectarían ambas mentes hasta que llegase la fase REM, pero necesitaban estar preparados desde antes para tomar acción en caso de ser necesario.

 

                JunHui no permanecía dormido más que un par de minutos; más eran suficientes para que resultasen preocupantes. Visto desde afuera, parecía que estaba teniendo alguna alteración y que pronto empezaría con los terrores nocturnos. Su cuerpo se movía en espasmos breves y, a pesar de ser solamente un sueño, las facciones del chino resultaban de terror absoluto. MingHao se sorprendía con aquello. No era común que JunHui luciese tan alterado, estuviese haciendo el trabajo que estuviese haciendo, lo que convertía la escena en algo un tanto fascinante pero también en preocupación instantánea. Volteaba a ver a Joshua, que no dudaba en revisarle el pulso y tomar apuntes de todo lo que la maquina a la que se encontraba conectado JunHui indicaba.

 

-¿Está bien? – MingHao tenía que preguntar. No es que se preocupase por el mayor (¡Eso nunca!), sino que, como cualquier humano, sentía compromiso moral hacia el sufrimiento ajeno. Casi como respuesta, obtenía un gemido lastimero de JunHui, que se volvía prolongado y terrorífico. Las articulaciones de las manos, brazos y piernas se ponían rígidas, provocando en el chino una pose de apariencia bastante dolosa: los dedos se encorvaban sobre si mismos, sin terminar de cerrarse mientras que la espalda también se arqueaba dolorosamente, junto con las piernas, proporcionando un ángulo digno de una película de exorcismos. MingHao no había visto jamás aquello en los meses que llevaba en la empresa.

 

-Tiene el pulso acelerado y respira con un poco de dificultad, pero no parece ser nada realmente serio… - Joshua hablaba sin sentirse muy seguro de lo que decía. Resultaba difícil decir que todo se encontraba en perfectas emociones cuando ambos podían ver el sufrimiento al que se enfrentaba JunHui. Sobre todo, en el momento en que las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos.

 

“¡¿Está muriendo?! ¡¿Debemos hacer algo?!”

 

                No sabía qué debía hacer y claramente el otro hombre tampoco. Despertarle no resultaba opción porque mientras estuviese bajo la influencia de los fuertes narcóticos, tan solo muriendo en el sueño podría salir del trance en el que se encontraba.

 

-Se está poniendo rojo… - no quería decir lo que ya resultaba obvio, pero el tono de piel le ponía los pelos de punta. ¿Tenía fiebre? ¿Se estaba muriendo de verdad? ¿Iba a explotar y convertirse en un montón de tripas y sangre desperdigado por doquier? Porque si ese era el caso debería venir con una advertencia para que MingHao pudiese poner algunos pasos extras de distancia y evitar salpicarse de sangre y grasa humana - ¿Si sigue contorsionándose, podrá respirar?

 

-Ah, pues, no lo sé realmente – Joshua también se preocupaba. Y no solamente porque le hubiesen encargado a ambos hombres, sino porque realmente se trataba de una persona amable y atenta y si alguien se moría frente a él, no dudaría en soltarse a llorar con fuerza. Ambos volteaban a ver al paciente, intentando descifrar si él estaba sufriendo tanto como JunHui. Pero no resultaba el caso; aquel hombre se encontraba tan tranquilo como siempre. Sus facciones seguían en armonía y por las señales que mandaba el monitor del aparato que le medía todos los signos vitales, se encontraba en perfecta paz – Nunca había visto algo así…

 

                MingHao emitía un pequeño sonido desaprobatorio. No se veía nada bien todo aquello. JunHui abría los ojos de pronto, pero por la forma en que sus ojos se movían con rapidez, sin enfocar nada, realmente continuaba soñando. Y gritaba. Vaya que lo hacía, con un sonido ahogado, como si intentase liberarse de algún demonio interno que no le dejaría por más que lo intentase. Joshua empujaba el vientre de JunHui hacia abajo con toda la fuerza que poseía para que no continuase encorvándose hacia arriba, con temor a que la tensión que se aplicaba sobre la columna terminase por quebrarle alguna vértebra o le aprisionase algún nervio.

 

-¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!! – El grito que escapaba de la boca de JunHui resultaba apenas humano. Finalmente despertaba del sueño en el que se había sumergido. Miraba frenéticamente hacia todas partes con confusión y una desesperación poco característica en él. Claro, siempre había sobresaltos y un corazón desbocado, pero ahora parecía a un grado de un paro cardiaco. Alguien deslizaba la puerta y asomaba su rostro. Se trataba de una de las familiares de Kim MinGyu.

 

-¿Todo bien? – Claramente estaba preocupada por el escándalo que ocurría. Miraba en dirección del paciente, asegurándose de que siga tranquilo, con sus signos vitales estables y que nadie haya intentado nada raro con este. Lo único que veía extraño era a aquel hombre que poco más de una hora atrás viese tan bien parecido y pulcramente vestido lucir completamente diferente. Se encontraba empapado en sudor a tal grado que el cabello se le pegaba al cráneo y al cuello, casi como recién salido de la regadera; sus pupilas se encontraban un tanto dilatadas mientras que la parte blanca de los ojos tenía un tono rojizo. Por supuesto, el grado de confusión en su rostro iba mucho más allá de lo normal, y se mezclaba hábilmente con el terror absoluto que reflejaba.

 

-Sí, todo está perfectamente bien – La voz suave de Joshua contrarrestaba por completo con JunHui. El chino se giraba para verle. Solo entonces entendía que ya no se encontraba dentro del sueño y se permitía relajarse. Prácticamente se desplomaba contra este, dejando que Joshua le sirviese de apoyo para mantenerse en una posición relativamente sentada. La mujer aun les miraba con desconfianza por otro momento, pero al final asentía ligeramente antes de alejarse de la puerta.

 

                En un impulso, MingHao alcanzaba a la señora y le pedía agua potable en grandes cantidades. Para cuando regresaba al lado del otro chino, llevaba con él un vaso y una jarra totalmente llena del vital líquido. JunHui tomaba el vaso con manos temblorosas y se dedicaba a ingerirla de tragos largos, como si se tratase de alguien al borde de la muerte por deshidratación. Viendo el modo en que toda la ropa estaba pegada a él, empapada en sudor, quizá se tratase del caso. Y por casi un cuarto de hora nadie hablaba, dedicados como estaban a asegurarse que el mayor de los chinos se encontrase en perfecto estado.

 

-¿Crees que esté bien si me meto a bañar aquí? Soy un desastre – Eran las primeras palabras que escapaban de JunHui, haciendo que MingHao hiciese uso de todo su poder de autocontrol para no girar los ojos en aquella ocasión, no queriendo que Joshua le considerase como un mal elemento. No podía creer que realmente aquellas fuesen las primeras palabras del mayor. ¿Acaso no le importaba más proporcionarles la información sobre lo ocurrido para saber cómo actuar?

 

-Ahm, no lo sé – Joshua se mordía el labio inferior, realmente considerando la situación - ¿Trajiste ropa extra? De lo contrario no tendría mucho caso.

 

                El suspiro que dejaba escapar JunHui resultaba de lo más lastimero en la historia de la humanidad. Era como si alguien le hubiese dicho que la última ración de comida que ha ingerido era la última que podría comer en toda su vida, pero habiendo desayunado apenas, no conseguía llegar a la desesperación todavía. Pedía entonces al de cuello alargado y sonrisa felina que le sacase del hospital con la menor dilación posible. Después de aquello, realmente no había mucha plática. Un par de monosílabos diseminados por aquí y por allá eran lo único que escapaba de los labios de los tres hombres.

 

                MingHao terminaba cargando de regreso el equipo, mientras que Joshua ayudaba a JunHui a no caer, porque parecía caminar como venado recién nacido y aquello no podía significar nada bueno. En el automóvil ocupaba todo el asiento trasero para poder recostarse un poco, dejando a MingHao de copiloto. Y nadie volvía a abrir la boca hasta que llegaban al estacionamiento de la Pledis Corp.

 

-¿Te encuentras bien, Jun? – Joshua hablaba en un tono suave, asegurándose que JunHui no se haya quedado dormido, porque el reflejo que le regresaba el espejo retrovisor era de un hombre que lucía enfermo y en cierto grado de sufrimiento.

 

-Estoy bien. Yo… no estoy seguro de que podamos entrar a su mente por medio de sus sueños. Ni siquiera estoy seguro de que siga existiendo una mente en ese hombre. Realmente creo que no va a recuperarse.

 

                Por supuesto, aquellas palabras sonaban como una declaración funesta y una cancelación de contrato, pero el chino no sabía qué más decir. MingHao le miraba fijamente, girando medio cuerpo para poder mirarle propiamente, esperando a que respondiendo algo más elaborado. No lo hacía, así que el menor debía presionar un poco.

 

-¿Qué pasó mientras estabas en el sueño? – JunHui abría al fin los ojos, enfocando su mirada en el menor y con una voz muy suave, temerosa, contestaba.

 

-Nada…

 

-¿Nada? – Aquello sorprendía a MingHao por completo. Sabía que despertar nunca era agradable, pero a él parecía que lo habían estado exorcizando. Decir “nada” resultaba un insulto, realmente.

 

-Nada.  Era la soledad absoluta. No hay manera de describirlo, porque no podrás entenderlo.

 

-¡No soy un niño! ¡Yo estudié lo mismo que tú! ¡Conozco el concepto de “nada”! – MingHao no quería enojarse, pero resultaba difícil. JunHui siempre le hacía menos.

 

-No. Crees conocerlo. Pero no es así. No tienes experiencias previas con la nada. Sólo un concepto en papel y un concepto erróneo en tu mente. Es la primera vez que conozco la “nada” y es espantosa – Por otro lado, Joshua parecía mucho más comprensivo. Asentía levemente. El menor ya iba a seguir recriminando, pero el estadounidense le apretaba el hombro para que guardase silencio.

 

-¿Podremos entrar en su mente después de que armemos algún escenario? Pediré que me muestren su habitación.

 

-Probablemente… - Lo decía sin convicción alguna, queriendo dejar el tema detrás – Necesitaremos trabajar mucho.

 

                Se sentaba tan derecho como podía y, tras mirar por el espejo retrovisor su apariencia desaliñada, decidía que no podía continuar con aquello de momento. Bajaba del automóvil para ir rumbo a la oficina sin esperar respuesta de los otros dos hombres.

 

+++

 

                MingHao había tenido suficiente de todo. Después de salir del automóvil y seguir a Joshua hasta lo que sería la nueva oficina de JunHui y de él (¿Por qué debían compartir oficina? ¡¿Por qué?!), le habían dado un manual gigantesco de reglas de seguridad de la empresa. Se suponía que debía leerlo completo y firmar al final del mismo su conformidad con las mismas. Luego Joshua le dejaba solo.

 

“¿Por qué tienen que darme un manual enorme? ¿No podían pasarme el archivo por mail o algo? ¿Resumido? No voy a acabarlo de leer en todo el día ¿También se lo piden a JunHui o soy el único que represento un problema probable para la empresa?”

 

                Por supuesto, conocía la respuesta a la última interrogante. JunHui se trataba de una estrella, de alguien fabuloso en opinión de todos. Con amargura cerraba su manual para luego abrirlo en la última hoja, donde firmaba sin más. Se podían ir todos al diablo. Estaba seguro de que nadie notaría la diferencia entre leerlo y firmarlo y firmarlo sin leerlo. Así lo hacía para después acomodar su cabeza contra el manual y sentirse miserable mientras el tiempo pasaba lentamente.

 

                La inconformidad crecía cuando JunHui entraba bañado, vestido con ropa limpia y un envase de comida. No hacía más que llegar y le pedía que llenase el reporte del día. MingHao sabía que resultaba parte de sus actividades, pero no tenía información para llenarlo y, cuando hacía semejante aclaración, el mayor se limitaba a decirle que fuese imaginativo, pero que mantuviese en cuenta que no había nada rescatable en aquella mente de aquel hombre en coma.

 

“¡Quiere un maldito reporte de nada! ¡Después de sermonearme sobre no saber nada de la NADA!”

 

                Le miraba como si se tratase de una cucaracha y luego fingía escribir el reporte. En lugar de hacerlo, se dedicaba a escribir toda clase de epítetos en referencia a JunHui. Lo hacía hasta que el mayor le indicaba que se iría al departamento. MingHao necesitaba tiempo para él mismo, así que le indicaba que ya le alcanzaría después. En cuanto el mayor desaparecía, MingHao sacaba su celular y se ponía a ver la última temporada de su serie favorita en Netflix. Tenía que hacer tiempo de cualquier manera si alguien pensaba tragarse la idea de que había leído todo el ridículo manual.

 

                En algún punto se escabullía a la cafetería del lugar y compraba lo más sano que encontraba a la venta. Arroz, kimchi y verduras. Le atraía muchísimo la idea de comprar comida grasosa y deliciosa, pero mientras veía su serie, una idea le venía a la mente. Así que, en su situación actual, prefería ser precavido y comer sanamente. Regresaba a su cubículo / oficina y entonces se dedicaba a comer mientras veía entretenidamente el capítulo en su celular.

 

                Para las 10 pm era el último en la oficina. Incluso el hombre pequeño, con apariencia de prepuber y jefe inmediato de MingHao, Lee JiHoon, se había ido más de media hora atrás. El chino entonces guardaba sus cosas y se encaminaba al laboratorio. Miraba su celular nuevamente, pues había sentido el modo en que vibraba con insistencia varias veces durante su pequeña maratón de capítulos. Entonces descubría que JunHui le había estado enviando mensajes. Empezaban en lo casual con un “¿Ya empezaste el reporte?”, “¿Ya fuiste a comer?”, “¿A qué hora llegarás? Quiero ir a conocer la ciudad y Joshua creé que es buena idea que vayamos todos. Nos presentará al resto del equipo”, “¿Sigues leyendo lo que sea que leías o te has quedado dormido?”; seguían con lo demandante estilo “¿Por qué no contestas mis llamadas?”, “Al menos contéstale a Joshua…”, “Amargado”, “Oye, sé que no te agrado. Tú no me agradas tampoco. Aun así, debes contestar. Son cuestiones de trabajo”, “Nos vamos sin ti. No te quejes de ser un rezagado social”. Terminaban con los mensajes de preocupación y amenaza tipo “¡Contesta! ¡¿Qué demonios haces?!”, “¡Llevo marcándote desde hace horas!”, “¡¿Te pasó algo?!”, “Ay, sí te pasó algo ¿Verdad?”.

 

                MingHao estaba riéndose de la desesperación mostrada por el otro chino. Al menos, claro, hasta que llegaba al último mensaje, enviado apenas 12 minutos atrás, después de cuatro llamadas perdidas extras.

 

“Espero que estés bien y en la oficina. Voy para allá”

 

                La expresión del delgado hombre cambiaba por completo. De la burla al horror. JunHui no podía encontrarle ahí o tendría que regresar con él. Y si regresaba con él, no podría hacer nada de lo que tenía planeado. Así que corría al laboratorio, de donde sacaba la máquina que habían usado más temprano. Agradecía que tuviese rueditas y unos pequeños cajones, donde guardaba las jeringas, unas ampolletas con las soluciones que debía inyectarse y el estetoscopio. Luego se daba cuenta que ese salía sobrando, al igual que la bebida de seguimiento, porque no habría nadie más con él a la hora de poner en marcha su plan.

 

                Corría tanto como le era posible, usando el aparato más como un carrito de supermercado que como un dispositivo de alta tecnología. Llegaba a la entrada y tomaba de la recepción una de las llaves de los autos de la compañía. Se reía entre dientes, sorprendido de lo fácil que resultaba tomar las cosas en una compañía pequeña. De estar en China, jamás habría podido tomar nada sin que primero escanearan prácticamente cada parte escaneable de su cuerpo y luego se comprobase que tenía el permiso para usar cada uno de los dispositivos solicitados. En cambio, ahí todo estaba a la mano para ser tomado por el mejor postor. En cuanto tomaba la llave, corría hacia el estacionamiento. Ahí tenía que apuntar con el llavero en todas direcciones hasta que conseguía encontrar el automóvil que respondía a su mandato. Entonces entraba tan pronto como le era posible.

 

“¡LO ESTOY HACIENDO! ¡CARAJO, LO ESTOY HACIENDO!”

 

                Se trataba del acto más estúpido que había realizado en su vida. Y todavía estaba a tiempo de detenerse. No lo hacía. Decidía arrancar el automóvil, agradeciendo que fuese automático porque jamás se había tomado en serio la situación de manejar y no resultaba particularmente bueno.

 

-¡Lo estoy haciendo! – La euforia le hacía hablar en voz bien alta mientras se movía a trompicones por las calles de Seúl. El GPS le ayudaba durante todo el trayecto, evitándole perderse - ¡Voy a demostrarles quien es Xu MingHao! ¡Wen JunHui esto, Wen JunHui aquello! ¡Yo voy a demostrarles que es solamente un llorón!

 

                No estaba seguro de que aquello fuese cierto. Lo que le había ocurrido al mayor en la tarde no parecía cosa de juego por ningún lado, pero se encontraba tan enojado con su situación actual que empezaba a verlo de ese modo.

 

“Entraré en su sueño y veré lo que ocurre. Entonces sabré a qué le tenía tanto miedo JunHui. ¿A la nada? ¡Tonterías! El problema de ese creído es que todo el mundo le ha hecho creer que realmente es especial. Entro, demuestro mis habilidades de caminante tan fabulosas tengo y entonces por fin voltearán a verme. Seré la nueva estrella.”

 

                Y si algo agradecía en aquel momento, es que la familia de Kim MinGyu había prometido acceso total a la habitación del mismo a la hora que fuese necesario.

 

+++

 

                Tras horas dentro de la “nada”, se sentía cansado y desesperado. Su parte lógica le decía que no podía llevar ahí más de 50 minutos, porque los sueños parecían estirarse infinitamente, cuando no era verdad y porque los caminantes sólo podían hacerlo durante la fase REM del sueño, la cual se presentaba varias veces en una noche, pero por periodos cortos de tiempo. Sin embargo, en el estado de coma, las cosas se complicaban bastante. Puesto que siempre se dependía del sueño REM de la persona a la que le pertenecía el sueño y, en realidad, con el coma en el que se encontraba Kim MinGyu, los periodos de REM se veían completamente modificados, impidiéndole saber si seguía en dicha fase o sí se estaba metiendo en la parte más escabrosa e inconsciente de la mente y el sueño de aquel hombre.

 

                Ahora entendía a JunHui. El concepto que su cerebro había manejado de “nada” resultaba corto. Realmente la nada resultaba aterradora. No había forma de tener ningún punto de referencia. Y embotaba los sentidos. Su propio cerebro se inundaba de “nada”, dificultándole pensar correctamente. Quizá por eso, por más que se esforzaba en imaginar correctamente un arma o un método para suicidarse y liberarse de aquella situación, nada es lo que obtenía.

 

NADA.

 

NADA.

 

 

NADA…

 

 

NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA,

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NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA, NADA…

 

                ¿Podía siquiera morir? ¿Realmente se podía despertar de la nada? Resultaba tan blanca, tan perfecta, tan poderosa, tan fría, tan distante, tan inidentificable… No, aquellas descripciones no eran correctas. La nada no era aquello. La nada no tenía descripción. Y daba miedo. Y era omnipresente y a la vez no lo era, porque la nada no podía ser algo ¿O sí?

 

-¡BASTA! ¡BASTA! ¡PIENSA! ¡PIENSA COMO DEMONIOS SALIR!

 

“¡¿Se puede salir de la nada?!”

 

“JunHui salió. Se tiene que poder. ¿Qué se tiene que poder? ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy y cómo llegué aquí? ¿Por qué no distingo nada?”

 

                Su cerebro, totalmente confundido, no sabía como actuar. No tenía aprendizaje previo que le ayudase a liberarse de su actual situación. Ni siquiera conseguía pensar ya si sentía terror o desesperación, o tranquilidad, o nada. Cerraba los ojos. Al menos pensaba que los cerraba, porque seguía percibiendo nada y no podía evitar gritar. Las lágrimas le escurrían por el rostro, lo único que le parecía existente, aunque sin estar seguro de ello. Realmente podía volver loco a cualquiera.

 

-Carajo… - Aquella voz suave, maldecía en chino. Alguien le sujetaba por el brazo y por el cuello, inmovilizándole. Lo cual le tranquilizaba. Si lo inmovilizaba, quería decir que existía. Resultaba reconfortante saberlo. La existencia hacía que su cerebro recordase lo ocurrido. Sin embargo, antes de poder hacer cualquier cosa, sentía como un cuchillo le atravesaba la garganta de un golpe seco. El dolor le llegaba entonces como una cubetada de agua fría. Toda su mente se concentraba en su garganta, por la cual escurría a sendos chorros la sangre que escapaba de su cuerpo – Muere de una buena vez.

 

                Aquello era lo último que escuchaba MingHao antes de desplomarse ante una nada que ya no era tal. Ahora era roja, incluso si la sangre del chino no podía teñirla realmente. La mano que sujetaba el cuchillo se aseguraba de matarle completamente. Desenterraba el arma para luego clavarla entre las costillas, buscando el corazón de la víctima.

 

+++

 

                MingHao gritaba tanto como su garganta y pulmones lo permitían. Se trataba de un grito herido, bestial, proveniente de la parte más primitiva de su interior. Abría los ojos y descubría la oscuridad de la habitación. Se sentía cierta frescura inherente al lugar que parecía deslizarse al ritmo del monitor que escuchaba. Beep, beep, beep.

 

“¿Dónde estoy? ¿Por fin estoy dentro de su sueño? ¿Existo?”

 

-¿Estás bien? – Giraba el rostro abruptamente, buscando la fuente de esa voz. Ahí, frente a él, había un hombre que le parecía conocido, aunque no sabía de dónde. Ojos con unas bolsas pronunciadas en los párpados inferiores, boca felina, cuello esbelto y delgado – Tranquilo, ya no estás soñando. Respira lento.

 

                Entonces notaba que el hombre tenía su mano contra su pecho, escuchando su palpitar desbocado. Tardaba un par de segundos en comprender que reamente no estaba soñando, sino que justo había salido de ese terror blanco que representaba la mente de Kim MinGyu. Quien le hablaba sólo era Joshua.

 

-¿Tú me sacaste del sueño? – Aunque nada de lo sucedido ahí dentro parecía cercano ahora y sentía como si los bordes del mismo estuviesen enroscándose hacia adentro para borrar todo recuerdo, la manera en que el cuchillo había entrado en su garganta, el dolor, la sensación de desasosiego y la muerte seguían sintiéndose frescas todavía. Joshua se reía un poco ante la pregunta.

 

-Claro que no. Yo no estoy capacitado como caminante. Fue Jun… - Hasta ese momento se daba cuenta de la presencia del otro hombre, que continuaba dormido. Volvía a lucir estresado y en dolor, aunque mucho menor a la vez anterior – Tú… ¿Todo bien?

 

                Lucía realmente apenado. MingHao no lo entendía hasta que el olor a urea le llegaba a las fosas nasales. Empezaba a sentir que el rostro caliente por la vergüenza al tiempo que el temblor en su cuerpo se hacía presente. JunHui había despertado horas atrás empapado en sudor. Pero no era lo único que empapaba a MingHao.

 

-Yo… - No sabía qué decir. Quería soltarse a llorar por la humillación. Admiraba el cuerpo recostado en el suelo perteneciente al otro chino y le sorprendía que no se estuviese comportando como la anterior.

 

-Jun se preocupó bastante cuando llegamos a la oficina y vio que no estabas… - Joshua no quería hablar sobre lo ocurrido, pero no sabía que más hacer – Así que te espiamos en las cámaras de seguridad. Vio que tomabas el aparato… Se asustó de inmediato. Vinimos tan rápido como nos fue posible. Es difícil estar en un sueño inexistente; sobre todo, cuando es tu primera vez entrando en un sueño no controlado por la escuela.

 

                MingHao podía ser muy obstinado, pero sabía cuando había sobrepasado su límite. Estaba a punto de disculparse tanto como su muy apaleado orgullo se lo permitía cuando escuchaban el grito desaforado de JunHui. Despertaba abruptamente, como de costumbre, para nada como la vez anterior. Y, a diferencia de cualquier ocasión, no parecía confundido con su alrededor. Se sentaba de inmediato, tan rápido que parecía propulsado por un resorte. Sus facciones se relajaban en cuanto veía a MingHao sentado en el sillón.

 

-¡Carajo! – Abría la mano y, más que verlo, MingHao escuchaba el metal chocando con el piso de la habitación. JunHui se llevaba la mano a la boca y la cernía alrededor de la misma. Joshua se incorporaba para sacar unas toallas del mueble del hospital. Se las alcanzaba a JunHui, que no dudaba en tomar una para envolver su mano con la misma. MingHao notaba entonces la sangre alrededor de la boca del mayor.

 

-¿Fue muy profunda la cortada? – Joshua tomaba otra toalla para envolver el cuchillo que JunHui había dejado caer y limpiar también la sangre que manchaba el suelo. El mayor de los chinos negaba con la cabeza para después incorporarse. Entonces se daba cuenta de lo que había ocurrido a MingHao. Olfateaba un momento el ambiente y al corroborar que su nariz estaba en lo correcto, buscaba con la mirada los ojos del menor. Este agachaba la cabeza, no queriendo ser humillado más profundamente – Date un baño. No hay a esta hora ningún familiar que pueda decir nada. Seguro puedes usar una de las batas del hospital y la regresamos mañana. Estaré esperando en el auto para que nos vayamos al departamento.

 

                Salía sin más, sujetando la mano cubierta por la toalla, presionando con fuerza la herida. Joshua terminaba de limpiar el suelo y guardaba la máquina. Se aseguraba de haber quitado todos los electrodos colocados en MingHao. Entonces le pasaba dos toallas pequeñas que aun estaban limpias y fisgoneaba un poco hasta encontrar una bata de hospital e incluso unos pijamas del paciente. Se los pasaba al menor.

 

-Me adelantaré de regreso a la oficina para dejar esto. Jun manejará mi automóvil, para que no estés buscando el vehículo de la empresa… intenta no tardar demasiado – Le daba una palmada en el hombro a modo de consuelo – Lo lamento. De verdad…

 

                Estaba a punto de salir de la habitación cuando parecía recordar algo. Se detenía cuando la máquina ya se encontraba al otro lado de la puerta corrediza.

 

-No creo que esté enojado contigo…

 

-¿Por qué se lastimó la mano? – MingHao sentía las lágrimas al borde de los ojos. Lo cual resultaba ridículo porque él nunca lloraba. No había llorado cuando se rompía el brazo por estar intentando hacer b-boying; no había llorado cuando su perrito moría atropellado dos años atrás; ni siquiera había llorado el día que su madre le tiraba la inmensa colección de tenis que tenía como castigo por negarse a arreglar su habitación. Pero todo ello resultaba bondadoso a comparación de saberse mayor de edad y haber mojado los pantalones. En un lugar público. Delante de compañeros del trabajo.

 

-Dijo que era complicado imaginar cosas en la nada y que su cerebro se había confundido de más. Así que tomo el cuchillo para que, aunque estuviese dormido, el dolor le hiciese pensar en el mismo y fuese mucho más fácil despertar. Creo que le funcionó.

 

                MingHao asentía distraídamente; sentía un enorme nudo en la garganta que le impedía hablar. Se levantaba despacio, más aquello solo hacía que la sensación húmeda se exaltase. Gemía un poco. Daba unos pasos hasta quedar frente al paciente y le observaba con curiosidad. ¿Podía esa persona saber lo que ocasionaba a un caminante? ¿Se daba cuenta de su presencia en el cuarto? ¿Sabía que estaba ahí? ¿Podría olerle? No recibiría ninguna de esas respuestas en un futuro cercano, los signos de MinGyu seguían siendo estables, pero no mostraban mejora alguna. Descorazonado, MingHao empezaba a llorar mientras caminaba hacia el baño de la habitación, sintiéndose miserable y sabiéndose en terribles problemas. 

Notas finales:

Y bueno, ya sé que quieren más acción GyuHao, y prometo que la habrá!... Solo... denle un poquito de tiempo

 

¡FELIZ INICIO DE AÑO!


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