-¡Lo siento tanto Kouha-niisama!
Y decir que esa simple frase se convirtió en el gran problema del chico de cabello rosado. En dos días será el cumpleaños de Aladdin, su novio. Y sus padres lo festejaran en grande con una ceremonia de gala, donde además presentarán al prometido a la alta sociedad, en otras palabras ¡A él! Pero hubo un gran malentendido. Como Kouha estaba demasiado ocupado con algunas labores en el colegio, le pidió a Kougyoku que encargara al sastre el traje número veintiséis del catalogo de diseños, los que se hacen una sola vez y por cliente, pero ella erró el número y en lugar de un radiante conjunto blanco con rojo tiene un vestido de príncesa. Y eh ahí el dilema. Para no hacer sentir mal a su hermana que estaba al borde del llanto dijo que estaba bien, que era una fiesta de disfrazes. Lo usará, de eso no hay duda pero el problema es Aladdin.
-Ah~ -se tira en el lecho-¿Y ahora? Pondré en ridículo al niño mugriento, no lo culpo si después termina conmigo. Que mal plan, pero Kougyoku no tuvo la culpa, debí ser más específico.
Giró varias veces sobre el colchón intentando conciliar el sueño, lo que fué imposible.
«-Que difícil es elegir entre tu familia y el amor de tu vida. ¿Y si mató a todos los invitados? No, es mala idea...creo.»
-Perdóname niño mugriento, solo esta vez, pondré primero a mi hermana.
~_~_~_~_~_~_~_~_~_~_~_~
...
Kouha se puso un elegante y llamativo vestido rosa que de hecho le sienta de maravilla. Se colocó frente al espejo y dispuso a peinar como nunca además de hacerse de una tiara, gargantilla y un delicado anillo. Si hará el ridículo lo hará con dignidad. Luego se coloca unas zapatillas de tacón y sale rumbo a la fiesta.
Sobra decir que el trayecto que hizo en taxi porque no gusta de limosinas le pareció eterno. Y comenzó a estrujar un bolso que Kougyoku le entregó al despedirse y que hace juego con el resto.
«-Oh dios mío. Sospecho que está vez si me pasé. Aladdin es comprensivo, lindo y amable pero ni el pasará por alto esto. ¡La mayoría son socios comerciales de su familia!»
Justo cuando comenzaba a arrepentirse y pedirle al chofer que diese la vuelta este anunció que habían llegado.
-¿Eh?
-Son diez dólares señorita.
-Ah, s-si claro.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que obvió el comentario.
Bajó del vehículo y quedó clavado en el sitio sin atreverse a entrar. Hombres y mujeres vestidos al último grito de la moda, con finas telas traídas de alguna exótica tierra. Él no desentonaría en lo más mínimo, si fuese chica.
-¡Kouha-kun!
Pegó un brinco al reconocer la voz. Más importante aún, a pesar de todo lo ha reconocido. ¿Estaría molesto, decepcionado, impactado?
«-No es momento de ser cobarde. El niño mugriento no merece esto.»
-Aladdin yo...-se viró para quedar mudo al instante.
-¿Cómo me veo? Soy una sirena, incluso tengo las conchitas-señaló su pecho con una gran sonrisa.
-¡Puft ja ja ja ja!
-¿No me va?
-Hace unos años quizá, pero con ese abdomen marcado te ves un poco raro.
-¿Tu crees?
-¿Kougyoku te dijo?
-¿El qué?
-Gracias Aladdin.
-Je je je. ¿Entramos? Es mi cumpleaños y nada me haría más feliz que pasarlo a tu lado-extendió su mano.
-Claro-la tomó.
Los invitados les miraron reprobatoriamente, sobre todo al hermoso ser marino, pero a este pareció no importarle.
-No te preocupes, no somos los únicos. No te dejaría hacer el ridículo solo-susurró en su oído.
-¡Agradezco su presencia!-Sheba-¡Hoy es un día especial! ¿Verdad Solomon?
-Ah, si.
-¡¿Quieres cooperar?!
-Es el cumpleaños de nuestro querido hijo...
Kouha quedó asombrado al ver un totopo gigante alias Solomon y una fresa, en otras palabras Sheba.
-Mis padres decidieron apoyarme.
-¡ALADDIN!!!
El aludido tragó duro cuando apareció el bebé de año nuevo o como le conocen por estos rumbos David.
-Luce molesto-Kouha.
-Je je je-sudando frío-es que a él no le pregunté. Lo agarré dormido y creo que ya se vió al espejo.
-¡Maldito mocoso como te agarre!
-¡Papá, mamá lo dejamos para otra!
-¡Corre amor!-ella.
Solomon le puso el pie a su padre que salió volando al contenedor de ponche y la pareja escapó tomados de la mano.
Algo le quedó claro a Kouha ese día, Aladdin es capaz de sacrificar a su familia por él, y aunque el mundo no lo entienda...
-Yo podría matar por ti niño mugriento.
-Lo sé, pero no lo hagas. Solo quiereme, ¿si?
-Con mucho gusto-sonrió.
Porque con sus locuras, Aladdin puede contener la locura de verdad.