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Friend, please por AbejaColt67

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Notas del fanfic:

Friend, please - Twenty one pilots

Notas del capitulo:

Espero les guste. Esta es la primera parte de la historia, la segunda aun no a sido terminada pero hare lo posible para tenerla pronto.

I feel for you but when did you believe you were alone

Duele. Verlo duele. Duele el saber que no se puede hacer nada para ayudarlo. No hay nada peor que ver lo que más amas desmoronarse poco  a poco. Marchitarse. Como una hermosa flor desmoronarse, hasta quedar en nada. Ver la transición, el cambio, de algo bello de lo cual después no queda nada.

En cierta forma siento que es mi culpa por no haberlo notado antes. ¿Por qué no me di cuenta? Ahora no queda nada…

Nada.

“You say that spiders crawled inside and made themselves a home”

Crecimos juntos. Éramos como la uña y la mugre. Inseparables, nadie nunca nos pudo separar.

Nos encontrábamos en un supermercado. Planeábamos robar algunas golosinas. Teníamos alrededor de 8 años. Había sido idea mía, por supuesto. A ti nunca se te ocurriría hacer alguna maldad. Todas las que hacías eran bajo mi influencia. Eras un ángel.

Ambos sentíamos que se trataba de un atraco de película. Lo teníamos todo planeado, incluso hicimos estadísticas en una hoja con crayones de colores. Nos sentíamos tan orgullosos de nosotros mismos, sentíamos que sería el atraco del siglo.

Ambos entramos a la tienda platicando “Normalmente”, quedamos en que hablaríamos sobre el clima para no levantar sospechas.

Al entrar ambos quedamos en que Castiel guardaría en su chaqueta todas las golosinas posibles, pues su chaqueta era de esas que tenía varios compartimentos secretos en el interior. Siempre la llevaba puesta, era color beige.

Al llegar al área de las golosinas nos pusimos en acción y nos encargamos de guardar todo lo posible en la chaqueta mágica de Cas. Guardamos de todo, desde chicles, muchos chocolates y dulces ácidos. Era un gran botín.

Quedamos que para no levantar sospechas teníamos que comprar al menos una cosa, y decidimos comprar unas gaseosas.

Ambos nos encontrábamos muy nerviosos cuando fuimos a pagar, y el encargado se dio cuenta de inmediato, y procedió a inspeccionarnos.

Dio con el botín.

El encargado se limitó a simplemente llamar a nuestros padres.

Mi mamá vino por mí, mientras que por Castiel llego a recogerlo su padrastro.

Castiel jamás había conocido a su verdadero padre, pues se había muerto por leucemia. La madre de Castiel entro en depresión, y prácticamente Castiel tuvo que aprender a crecer solo, pues los tíos de Castiel Vivian muy lejos y solamente enviaban dinero de vez en cuando para la comida y cosas básicas. Hasta que la madre de Castiel conoció a Joshua.

Castiel tenía 7 años cuando llego Joshua a su vida. Pensó que solo sería un ligue más de su mamá, pero ya llevaba un año viviendo con ellos.

Joshua era… Brutal.

Mi madre actuó de una manera mucho muy diferente a la que actuó Joshua. Decidí pensar que era porque los hombres y las mujeres tenían diferentes maneras de pensar y de actuar ante ciertas situaciones, pensaba que los hombres debían ser mucho más agresivos que las mujeres. Era mi mentalidad de 8 años. Ridículo.

Aún recuerdo la forma tan ruda en que Joshua te tomo del brazo de Castiel y lo llevo casi arrastrando a la salida. Ni si quiera se detuvo a escuchar las explicaciones del encargado.

El día siguiente Castiel no fue a clases. Y cuando lo volví a ver tenía moretones en los brazos y las piernas, y una rajada en la cabeza.

Me dijo que se había caído de la bicicleta, y que el día anterior se había ido de día de campo.

Así comenzaron las mentiras.

Where light once was

Castiel siempre fue introvertido, excepto conmigo. Eso siempre me fascinaba. Me encantaba ser el único que conocía la faceta divertida, graciosa, y adorable de Castiel. Amaba ser el único que conocía lo fascinante que él era. Y de alguna forma no quería que nadie más lo conociera como yo. Un sentimiento algo fuerte para tan solo un niño de 14 años.

Ambos nos encontrábamos en la peor etapa de todas; La pubertad.

Nos encontrábamos fascinados con el descubrimiento de nuevas sensaciones. Recuerdo que me gustaba una chica, se llamaba Alice, y para mí era la chica más perfecta que jamás había conocido. Solía hablar con Castiel sobre ella todo el tiempo. Estaba tan fascinado con ella como para darme cuenta de lo que estaba pasando en el mundo de Castiel.

-Dean, ¿Podría quedarme en tu casa esta noche?

Castiel lucia algo tenso cuando realizo esa pregunta, pero Dean no lo tomo mucho en cuenta, y dio por hecho que el hecho de que Castiel quisiera pasar la noche en su casa seria por puro ocio y diversión.

-¡Por supuesto! sabes que eres bienvenido. Le diré a mi mamá que prepare esa tarta que tanto te gusta.  -Le dedique una enorme sonrisa la cual me regreso. Amaba cuando Castiel sonreía. No sonreía Como Alice, la sonrisa de Alice también era encantadora, pero no era tan hermosa como la de Castiel. Cuando Castiel le sonreía era como si brillara, era como ver una hermosa luz en la oscuridad. ¿Por qué se encontraba comparando la sonrisa de Alice con la de Castiel de la nada? En ese momento no le importo.

Aquella noche cuando Castiel se quedó a dormir en mi casa, por accidente entre al baño mientras él tomaba un baño. Lo único que logré ver fue su espalda mientras el agua caía cobre ella.  Tenía heridas.

Su espalda estaba completamente marcada de tonos rosados, rojos y otros marrones que ya estaban cicatrizando.

Me habría gustado preguntarle cómo se había hecho esas heridas. Pero no lo hice, por que sentí una curiosa vergüenza de decirle que lo había visto mientras se daba un baño. Me dio vergüenza por lo que sentí cuando lo vi bajo la regadera y su piel desnuda expuesta.

Debí preguntarle lo que le pasaba.

 

“Petrified of who you are and who you have become”

17 años. Fue cuando todo se desato. Se descontrolo y todo se me salió de las manos.

Estaba demasiado ocupado saliendo con Alice, quien se había convertido en mi novia. Llevábamos saliendo cercas de 2 años. Desde que comenzamos a salir Castiel y yo nos distanciamos poco a poco.

Aun seguíamos siendo amigos. Pero de alguna manera lo empecé a sentir cada vez más distante. Dejo de contarme cosas, y yo lo dejaba pasar

Era nuestro último año de preparatoria, donde todo estalla.

Nos encontrábamos en mi habitación ojeando algunos comics, como casualmente lo hacíamos. Hoy había sido nuestro primer día de clases en nuestro último año, y decidimos juntarnos en mi casa. Desgraciadamente para ambos, no nos tocó coincidir en ni una sola clase, algo que nunca antes nos había pasado, y lo cual nos deprimía a ambos, aunque por supuesto que no lo demostrábamos.

Me preocupaba un poco Castiel, no era muy bueno conociendo personas nuevas, por eso me sorprendió cuando me conto sobre una chica que había conocido. Al instante sentí una pequeña pero poderosa chispa de celos.

-Conocí a una chica. Es nueva. -Decía mientras mantenía la vista fija sobre el viejo papel de mi comic restándole importancia a lo que me estaba diciendo. -Su nombre es Amanda. Nos conocimos en la clase de Calculo.

-Amanda ¿Eh? Nunca había oído de ella.

-Es nueva, la acaban de transferir.

-¿Y es linda?

Castiel se encogió de hombros sin quitar la vista del comic y ya no hablo más sobre el tema, cuando note algo en su rostro.

Me acerque a él sentándome a su lado y quitándole el comic de sus manos.

Sobre su mejilla tenía una textura extraña que no terminaba de encajar con su cara, pase las yemas de mis dedos por su piel dejando restos de maquillaje sobre mis dedos. Ignore totalmente que estaba invadiendo su espacio personal y lo sonrojado que se comenzó a poner su rostro. Aunque no dudaba que el mío estuviera igual.

Debajo de ese maquillaje había un enorme moretón que cubría casi por completo su mejilla. Claramente se había tratado de un puñetazo.

- ¿Qué es esto Castiel?

-No es nada.

Castiel lo alejo de un empujón volviendo a su comic ignorándolo completamente.

Lo volví dejar pasar.

.-.-.-.-.-.

Los días pasaban, y al ser el último año de preparatoria tenía que comenzar a prepararme en mis opciones de universidades así que ocupaba la mayor parte de mi tiempo en buscar opciones, salir con Alice, trabajos de la escuela y el entrenamiento. No tenía demasiado tiempo para salir, a penas y pasaba de vez en cuando por mi cabeza la existencia de Castiel, el cual llevaba un tiempo sin ver por los pasillos de la escuela.

Llevaba exactamente 3 días sin siquiera cruzar miradas con él.

Hasta un sábado en la noche.

Me encontraba caminando por las calles solitarias de un barrio no muy seguro. La leche se había agotado y decidí salir a comprarla pues tenía planeado prepararme un cereal.

Llevaba la leche en mi mano izquierda la cual balanceaba ligeramente al ritmo de mi paso. Iba cantando una canción en mi cabeza de Rock clásico cuando un bulto en el suelo recargado contra un local cerrado con grafitis grabados llamo mi atención.

Era muy común encontrarse con vagabundos perdidos en el alcohol y las drogas derrumbándose por las calles, de esos había en todas partes. Pero este lucia más joven y limpio que cualquiera de los vagabundos que hubiera visto antes.

Claramente lo reconoció al instante.

Castiel lucia terrible. Nunca lo había visto de esa forma antes. Tenía algo de barba comenzándole a crecer, tenía la mirada perdida en la nada y sus pupilas estaban dilatadas. En sus brazos había varias marcas de cortadas y moretones. También de agujas que delataban que se había estado inyectando cosas.

Por la mente de Dean pasaron uno y mil pensamientos combinado con emociones encontradas que lo golpearon duramente. La leche se le resbalo de las manos.

Sintió ira, enojo. Tristeza. Decepción. Preocupación. Todo.

Quería golpearlo.

Con fuerza lo levanto del suelo replegándolo contra la pared.

- ¡¿Qué mierda?!

-Hola Dean. -Le saludo con voz relajada. Estaba intoxicado hasta las narices de dios sabrá que sustancias.

-Hijo de… -Lo golpeo con una mezcla de fuerza y debilidad contra la pared.

No supe en que momento comencé a llorar sobre su hombro, tampoco supe cuánto tiempo paso, me sentía perdido, nada de eso parecía del todo real.

Pero lo era.

Lo estaba perdiendo y ni si quiera me había dado cuenta de eso hasta ese momento, cuando ya estaba casi todo roto.

.-.-.

De alguna forma logre llevar a Castiel a mi casa, y meterlo sin que nadie se diera cuenta, pues podría resultar fatal que lo llegaran a ver en el estado en el que se encontraba. Lo recosté sobre la cama con un poco de brusquedad.

Castiel estaba medio inconsciente, casi del todo perdido. Pero tenía los ojos medio abiertos y se encontraba mirando embobadamente hacia la nada. Verlo era doloroso, sentía que algo le desgarraba por dentro.

- ¿Por qué?

No hubo respuesta.

En la mañana siguiente no había nadie en casa cuando despertó, todos fueron a misa seguramente. Y probablemente no lo despertaron porque seguramente vieron a Castiel quien se encontraba acostado en la cama mientras que él había tendido algunas cobijas en el suelo.

El que no hubiera nadie en casa lo relajaba un poco.

Llevaba ya un rato despierto deambulando ansiosamente de un lado a otro en su casa. Se había preparado unos huevos fritos para desayunar, ya que la leche que había salido a comprar se le había olvidado por completo. Intente hacer algo de limpieza para intentar distraerme, pero en lo único que podía pensar era en lo que le diría a Castiel cuando despertara. Aunque primero le daría unas buenas paradas en el culo.

Quizá todo era un malentendido. Quizá él no quería drogarse, tal vez lo obligaron. A lo mejor lo asaltaron y los asaltantes lo distrajeron inyectándole droga. Lo cual no tenía sentido, los asaltantes jamás desperdiciarían algo de droga para distraer a alguien, así que esa teoría fue descartada casi al instante.

Escucho el sonido de alguien bajando las escaleras. Me tense por completo.

Me encontraba sentado en el sofá, y cuando Castiel llego al final de las escaleras nuestras miradas se cruzaron.

Castiel se quero paralizado mirándome, al igual que yo lo miraba a él.

No sabía qué hacer, había tantas cosas que quería decirle. Pero al momento las palabras se negaban a salir de mi boca. Quería decirle, expresarle lo preocupado que me encontraba por él, quería decirle lo enojado y decepcionado que estaba, quería hacerlo recapacitar que el camino que estaba tomando no era el correcto. Pero nada salía de mí.

-Debo irme. -Dijo sin mostrar ninguna emoción.

Sin decir más, se fue.

Y no lo pare.

“You will hide from everyone, denying you need someone
To exterminate your bones”

Lunes.

Aun no lograba superar lo que había sucedido. Me sentía exactamente igual a como me sentí en el momento que se salió de mi casa. No había logrado dormir en toda la noche, no había comido bocado, ni tampoco había recordado hacer mi tarea de Frances que tuve que improvisar a media clase. Suerte que era muy bueno con las lenguas.

Ahora mismo me encontraba sentado en una de las gradas alejado de todo el mundo. Tratando de alearme todo lo posible del ruido molesto de las personas, y de mis “amigos” que no paraban de hacer bromas estúpidas y molestas. No tenía humor ahora para estar con nadie en absoluto.

Aquí era tranquilo. No había más que algunas parejas caminando por la cancha, y algotros sentados al otro punto de las gradas. Estaba muy tranquilo.

El pecho me dolía de tantas emociones encontradas que me invadían.

Castiel. Su Castiel. Drogado en un callejón, perdido completamente, hundido hasta las narices de Dios sabrá que sustancias.

Solo sentía ganas de golpear todo, destruir a la persona que se las vendió, aunque no tuviera ninguna culpa de que Castiel se le haiga comprado. Solamente sentía la necesidad de hundir su furia en lo que sea. Pero al mismo tiempo sentía incompetencia de saber que en realidad no estaba haciendo nada para ayudar. Que él no lo estaba apoyando en esos momentos, y ni si quiera sabia el porqué.

Me encontraba paralizado.

Cuando siento que alguien pasaba su brazo sobre mis hombros y tomaba asiento a un lado mío. En seguida deduje que se trataba de Alice.

Sin evitarlo solté un suspiro cansado. Quería estar solo.

-Amor, te estuve buscando por todos lados. Nadie sabía de ti, me tenías preocupada. -Me dijo con voz suave y melosa.

-Necesito estar solo ahora.

- ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas hablar? ¿Es por todo ese rollo de la Universidad? No tienes que preocuparte de eso ahora, sabes que entraras, eres un chico brillante.

-Alice, por favor…

-Dean, ¿Qué te parece si vas hoy a mi casa? Mis padres saldrán a pasar la noche juntos, habían estado un poco separados últimamente, creo que quieren avivar la pasión entre ellos. El punto es que tendré mi casa sola.

-No. Hoy no, estoy ocupado.

- ¿Dean Winchester rechazando la oportunidad de tener sexo con su novia? ¿Será eso posible?

-Cariño, déjame solo hoy ¿Quieres? -Alice, quien lo tenía abrazado hasta ahora, se aleja de el con el ceño fruncido en señal de claro disgusto. Y no la culpaba, estaba actuando como un idiota ahora, y no tenía miedo de que se enojara y me dejara por siempre. Por mi mejor si terminábamos, ya no importaba.

-Estas actuando como un idiota. Estaré esperando tus disculpas, hasta entonces, Adiós Winchester. -Por fin se fue dejándome solo con mi tranquilidad.

En definitiva, una Alice enojada estaba hasta el final de mis problemas.

Pasaron los minutos, y rápidamente esos minutos se convirtieron en una hora o quizá más cuando a lo lejos vi ese sucio y viejo suéter color verde a lo lejos. Era fácil distinguirlo, pues ese color no era muy común, y solo le había visto a él ese color de suéter en toda la escuela.

Estaba Castiel con otra persona entrando al armario donde guardaban el inventario de los artículos para gimnasio. No logré distinguir a la otra persona.

Sin pensarlo me levante de mi lugar para seguirlos y saber qué es lo que estaban a punto de hacer.

Corrí hasta la puerta del armario, como se encontraba un poco lejos tuve que correr, y cuando llegue estaba ligeramente agitado, demasiadas hamburguesas.

Tome aire profundamente preparándome para lo que sea que pudiera encontrarme al otro lado de esa puerta. No se escuchaba ningún ruido.

Tome la manija, sentí el tacto frio y metálico y lentamente gire mi muñeca para abrirla sin hacer ningún ruido.

Me asome a través de la puerta, y lo que mis ojos vieron fue algo que no esperaba ver.

Castiel se encontraba en cuatro sobre el suelo, y detrás de él se encontraba un chico que no recordaba haber visto nunca. Tenía una de las manos sobre el hombro de Castiel y la otra lo estaba masturbando frenéticamente. Castiel tenía una mueca de profundo placer que no le había visto hacer jamás, normalmente Castiel no mostraba casi ninguna emoción, y verlo así era extraño. Era como ver a otra persona. Me era difícil comprender que ese se trataba de MI Castiel.

En ese momento, algo se adueñó de mí. Ya no me sentía yo, sentía que ahora estaba siendo controlado por algo, y se llamaba “furia”

Entre golpeando fuertemente la puerta que choco ruidosamente contra la pared atrayendo inmediatamente la atención de los amantes. Camine a grandes zancadas hacia el chico que no había visto nunca y le aseste un fuerte golpe en la mandíbula separándolo al instante de MI Castiel.

Lo tomé de su ridícula camiseta de Mario Bros y lo arrinconé con fuerza contra la pared.

- ¡Aléjate de él malnacido! -Lo golpe varias veces con fuerza contra la pared, y le di un golpe más otra vez en la mandíbula logrando que se cayera contra el suelo.

- ¡Dean! -Escuche que gritaba Castiel, pero se sentía muy lejano. Estaba demasiado cegado por la furia.

Me aleje del chico y ahora me acerque furioso contra Castiel, quien ya se había subido los pantalones. Lo tome con fuerza de la muñeca y lo saque de ahí jalándolo con fuerza sin importarme si lo dañaba o no. Ni si quiera yo sabía que era lo que haría.

Escuchaba que Castiel se quejaba de mi fuerza, pero lo ignore por completo y lo jale hasta mi auto donde abrí la puerta del copiloto y lo empuje para que se metiera en el auto, y yo me fui al asiento del chofer. Cuando me subí cerré la puerta con demasiada fuerza, cosa que nunca hacia porque siempre cuidaba mucho de mí “baby”.

Arranqué mi auto sin saber hacia dónde iba. Lo único que sabía era que quería llevar a Castiel lejos, muy lejos.

Lejos de ese tipo.

Lejos de las drogas.

Lejos de todos sus problemas.

Lo quería solo conmigo.

“Friend, please remove your hands from
Over your eyes for me”

Estábamos en un tenso silencio. No era que no hubiera nada que decir, en realidad, había muchísimas cosas que quería decirle, y seguramente la también tenía muchas cosas que explicarme. Pero ninguno de los dos quería hablar en ese momento. Estábamos muy cabreados.

Castiel seguramente pensará que estaba enojado por el hecho de ver como un tipo lo penetraba. Por el hecho de que no me dijera que era gay. Pero en realidad, mi enojo no tenía absolutamente nada con el hecho de que Castiel es gay. Si no por el hecho de que no era él ese tipo.

Odiaba haber visto eso. Odiaba saber que Castiel había sido tocado por alguien más. Cuando Castiel era de su propiedad.

Todo Castiel le había pertenecido siempre. Desde sus hermosas sonrisas, hasta todas sus desgracias y malos días. Siempre habían sido suyos, de nadie más. Castiel era suyo, y eso no podía negárselo nadie.

Castiel estaba muy tranquilo en su asiento. Estaba tan tranquilo que comenzaba a tener la horrible sospecha de que quizá en esos momentos Castiel se encontraba drogado otra vez. Volteo a mirarlo para buscar algún signo de que lo estuviera, pero Castiel se veía tan fresco como una lechuga. No parecía para nada que se hubiera drogado hasta las narices la noche del sábado, ni que hubiera sido cogido hace solo unos pocos minutos atrás. Se veía tan tranquilo como siempre.

Quizá porque esa tranquilidad se trataba de una máscara que se encargaba de utilizar siempre. Tal vez esa era la respuesta de porque nunca se daba cuenta de nada de Castiel. Siempre tenía puesta esa mascara.

Conduje hasta llegar a un lugar muy apartado. Era el lugar donde las parejas venían en las noches en sus autos para coger, pero como era de día el lugar se veía bello y tranquilo. Muy pacifico.

Al estacionar el auto me salí hecho una furia.

Azote una vez más con fuerza la puerta de mi auto, y patee con toda mi fuerza una de las llantas. Apoye mis puños en el cofre de mi auto y baje la cabeza intentando relajarme un poco.

Me quede así unos momentos. Estaba tan enojado que no me di cuenta en que momento Castiel se salió del auto y se posiciono detrás de mí.

Castiel me abrazo por la espalda.

Sentirlo cerca, y sentir su tacto pudieron conmigo. Me eché a llorar como un niño. Mis emociones me controlaban, y lo detestaba. Detestaba todo esto.

- ¿Por qué? -Le pregunte entre el llanto.

Castiel me dio la vuelta para quedar frente a frente. Vi sus hermosos ojos azules llenos de lágrimas también, pero aun así su rostro no mostraba ninguna emoción. Sus lágrimas bajaban incluso con gracia por su bello rostro. Se veía hermoso incluso llorando.

No lo tenía planeado, simplemente sucedió. Estábamos ambos mirándonos fijamente a los ojos, perdidos en nuestras miradas cuando sucedió. No sé bien si fue el quien se acercó o si fui yo mismo, pero nos besamos. Fue un simple choque de labios, pero era sincero y puro.

Estábamos besándonos. No podía pensar en nada en esos momentos. Mi mente quedo en blanco.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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