Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Última estrofa, igual a la primera por Aomame

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 Última estrofa, igual a la primera.


I.

Te conocí.

Mi  primer peluche, mi primer regalo, lo primero que mis manos tocaron y mis llantos calmaron. Mi padre mando a hacerlo, porque no había peluches decentes del Capitán América ni en la tienda más lujosa de la 5ta. Avenida.  Se dijo, desde que supo que yo venía en camino, que no había mejor guardián para su vástago que el Capitán, aunque éste fuera de peluche.  Te conocí en mi cuna, fuiste lo primero que abrace, fuiste quien me salvo de muchas pesadillas, quien me daba valor cuando escuchaba ruidos en la oscuridad, quien alimentó mi prematura imaginación. Te conocí y lo agradezco.

Te admiré.

En el radio pasaban tus aventuras. Ahora, en retrospectiva, pienso que no tenían nada que ver contigo, y que, además, eran caricaturescas. Pero de niño, me emocionaban. Cada domingo, sin falta, encendía el viejo radio de Jarvis en la cocina, y disfrutaba de un capítulo increíble, mientras desayunaba. Quería ser como tú. Me hice muchos trajes con bolsas de papel y cartón, emulándote. Mi padre también contribuyó varias veces, contándome anécdotas sobre ti. Él te admiraba tanto que terminó contagiándome. Después de todo, cuando hablábamos de ti, eran nuestros momentos padre e hijo. Ah, admito que no hubo número del comic que hacían sobre ti que me perdiera, ese también era el obsequio constante que mi padre me daba.

Te amé.

En algún punto, ese punto cuando se cruza el umbral de la infancia a la adolescencia, pero que aún no te decides a dar el paso por completo, me enamoré de ti. Mi padre, una noche, en la que, supongo, se sintió melancólico,  puso la pantalla de lienzo blanco en la sala. El sonido del proyector me despertó. Recuerdo haber bajado descalzo las escaleras, intentado no hacer ruido ni con la respiración. Te vi en la pantalla. Era un video viejo sin sonido. Pero ahí estabas tú, con tu uniforme y tu  casco. Estabas ahí, con tu escudo contra tu pernera, dando instrucciones sobre un mapa. Tú, tú, tú… Había visto fotos antes, pero era la primera vez que veía como te movías, como caminabas, y mirabas, fue la primera vez que me quedé embobado viéndote hablar, aún si no había sonido. Un vuelco en el corazón me estremeció. Esa noche, tuve mi primer sueño húmedo. Pero no, no te lo contaré. Lo importante es que pasé al menos un año seguro de estar enamorado de ti. Lo cual, entonces, no era tan malo.

Te envidié.

Comprendí, de pronto, que mis momentos con mi padre, se debían a ti. Eso ya lo dije.  Si lo piensas, es triste. Papá te adoraba, te idolatraba. Eras lo mejor que él había hecho, siempre lo dijo. Tú eras su creación más perfecta. Entonces, pensé, ¿dónde quedo yo? En términos prácticos, él también me hizo. Pero,  tú eras un diseño a medida. Yo una moneda lanzada al aire.  Jamás sería como tú. Jamás. Y pensé que ya no te amaba más, porque yo no te soportaba más. No podría alcanzarte, pero cómo lo deseaba.

Te odié.

Con la madurez vino todo lo indeseable. Perdí a mis padres y la ilusión del héroe. Tampoco tenía caso envidiarte. Ya no había quién te amara más de lo que debían amarme a mí. Pero te odié, te odié por no estar ahí, te odié por haber estado ahí, por ser quien eras. Te odie. Te repudié. Ya no quería ser como tú. ¡Al diablo con eso! Comencé a portarme mal. Y ya no pude parar. Fiestas, alcohol y mujeres, la vida era eso. Qué te jodieran a ti a todos los valores arcaicos que significabas. De niño, me dije, era un estúpido. Tú eras sólo una leyenda. Eras agua pasada.

Te quise emular.

A pesar de mi predicado desprecio hacia ti, quise ser como tú. Fuiste lo único que vino a mi mente cuando fui secuestrado. ¿Qué es lo que tú harías? Yo no tenía tu fuerza ni tu mente táctica. Yo no era como tú: arrojado e irreflexivo. Pero había algo que había aprendido de ti, a través de los relatos de mi padre, y eso era que, sin importar quién o cómo seas, darlo todo, sin rendirte, es el acto de valentía más fuerte que puedes hacer. Tú eras un chico enclenque y enfermizo. No tenías oportunidad de nada. Pero nunca te rendiste. A pesar de tener todo en contra, nunca claudicaste. Y aquello que te hacía débil, era lo que alimentaba tu fortaleza, aunque suene paradójico. Así que, use mi debilidad, use mi habilidad, aquello que tenía a la mano. Y gané.

Te conocí de nuevo.

Cuando Fury me mostró el proyecto Avengers, me dijo, también, que te habían encontrado. Me sentí nervioso. Me mantuve informado sobre tu condición. Estabas vivo, respirabas, pero tardarías en recuperarte y despertar; habían sido muchos años congelado.  Entonces, sobrevino el incidente con Loki y su ejército interdimensional . Te vi. Me viste. No nos caímos bien. Al menos, sé que yo a ti no te caí bien. Yo, yo intenté revivir mi odio y mi desdén hacia ti. Eras un viejo, un hombre fuera de tiempo y,  también, de ritmo. Nada me decía que eras lo que la leyenda contaba.  Discutimos. Pero yo, ya había reconocido en ti al héroe que dibujaba en las paredes de mi casa con crayones. Lo vi cuando, sin miedo alguno,  te enfrentaste a ese Dios; lo vi cuando hablaste conmigo. Estabas molesto. Molesto con todos los idiotas que habían permitido que el Teseracto volviera e hiciera de las suyas. ¡Tú habías dado tu vida para terminar con esa  locura! Y habíamos sido tan estúpidos como para no haber sido capaces de mantener las cosas en orden.  Te conocí de nuevo y cuando estuve frente a frente con Loki, le dije la verdad sobre ti, estabas a la altura de tu propia leyenda.

Te admiré de nuevo.

“Juntos” dijiste. No había otra manera de ganar, y si íbamos a perder, lo haríamos juntos también. Eres sólo un hombre, un simple humano, no eres invencible. Pero como siempre, rendirse no era una opción, no para ti. “Juntos” y me dije que tenías razón. Y al verte en el campo de batalla siendo decidido y dando todo de ti, peleando sin más que tu escudo y tus manos desnudas contra Ultrón, supe que seguías siendo el héroe que me inspiraba.

Te amé de nuevo.

Casi parecería imposible. Pero cuando  comencé a darme cuenta de ello, pasábamos tiempo juntos, solos tú y yo. Ya fuera jugando básquetbol, comiendo un simple helado, viendo una película, platicando de cualquier cosa; yo trabajando, tú dibujando. Se sentía bien. Se sentía correcto. Me aleje de Pepper, gastaba mi tiempo a  tu lado, agradecía que tú perdieras el tuyo con mis tonterías. Pensé que nuestra amistad perdía su grado de hostilidad inicial. Tuve otro sueño húmedo, y varios después.  Era un adolescente otra vez  y me preguntaba “¿me voltearías a ver?”

Te odié de nuevo.

Tú lo sabías. Sabías como habían muerto mis padres. Pero el que no me lo hayas dicho no fue lo que me hirió, sino que protegieras al causante.  Estaba molesto. Dolido. Quería matarlo, quería hacerte a un lado para matarlo. Sólo eso. Pero fuiste tú quién me hizo a un lado. Él es tu amigo, tu mejor amigo. Él  es tu lazo con tu yo primordial. Él te conoce más que yo. Él tiene más derecho a ti que yo… Y tu carta no ayudó, seguí sintiéndome mal.

Te extrañé.

De pronto caí en cuenta, que al estar en casa, en mi habitación, mi mirada se mantenía fija en el teléfono que me habías enviado. No sé qué esperaba. Sabía que tú no llamarías. No lo harías, porque no querrías molestarme. Y yo no lo haría por orgullo y, también, por miedo.  No sabría que decirte. Algo como: “Steve, te necesito” ¿y luego qué? Tal vez tú dirías “¿Qué sucede, Tony?” ¿Qué diría yo? “Te extraño, eso es lo que pasa” Pfff nada más hilarante que eso. Incluso en la imaginación sonaba estúpido. Pero, era justo así. Los dedos me cosquillearon más de una vez. Te necesitaba, pero no te lo diría.

Te volví a ver.

Terminé llamándote, porque esta vez no sólo te necesitaba yo, sino el mundo entero. Volví a verte en el campo de batalla. Y después de aquella terrible guerra, pudimos hablar. Hablar como la gente decente. Sin armaduras ni uniformes de por medio. Un hombre simple frente a otro todavía más simple. No te lo dije. Pero me sentí aliviado al hacer las paces. “Llegaremos a un acuerdo mejor” dijiste y yo acepté que tenías razón. Una vez más, estabas dispuesto a conciliar, a enmendar. Yo me he equivocado, y demasiado. También tú tienes el derecho de fallar. Eres sólo un humano. Eso te vuelve… alcanzable.

Te amé por tercera vez.

Cada vez, esos periodos de enamoramiento se hacían más cercanos. Me convencí muchas veces de que era una fantasía; una sugestión, tal vez. Decidí casarme ya. Pero el amor se escapaba de mis manos. Te seguía con la mirada, babeaba al verte salir del gimnasio  con la playera empapada de sudor; y tu aroma, incluso así, me erizaba la piel. ¿Qué demonios pasaba conmigo? Comencé a evadirte. Tenía que hacerlo. Y una noche, de pronto, al voltear, te atrapé mirándome. Vi sorpresa en tus ojos, pero no desviaste la vista, en su lugar, me sonreíste. Entonces, comprendí.

Te amo.

Y aquí estoy, el día de mi boda. Aquí estoy, rompiendo un corazón. Aquí estoy, siendo un egoísta de mierda. Aquí estoy y te amo. A ti. Sólo a ti, Steve. Siempre fue a ti. Esta es la primera estrofa de mi declaración de amor. Es también la última, porque se repetirá una y otra vez en un loop interminable, en esta y en cualquier vida. Aquí estoy, y te amo. Te amo. Sólo me resta saber:

¿Me amas tú?

 

Notas finales:

Wola! Espero que les haya gustado.

 

Vi el trailer de Infinity war, asdasdasd 

 

¡quiero, exijó una reconciliación!

 

 

 

Hasta la proxima! 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).