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Fantasía por black_leger

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Notas del fanfic:

Tuve que reescribirlo, para mejorar la calidad de la historia. 

Notas del capitulo:

Una pequeña historia de fantasía, va a ser corta.
Solo quería algo de fantasía que me hiciera ver todo a mi alrededor menos oscuro.
¿Así que porque no una pequeña historia cursi de fantasía?

Las grises nubes se arremolinaban sobre su cabeza y se extendían por el horizonte hasta donde el cielo y el mar se fundían en uno solo, el viento llevaba consigo la fresca brisa marina que golpeaba su rostro obligándolo a entrecerrar los ojos, todo indicaba que no tardaría mucho en desatarse la tormenta que había sido anunciada en el pronóstico del clima desde la mañana, tan solo era cuestión de tiempo para que incluso él tuviera que alegarse de la solitaria playa y volver a su hogar.

Comenzó a caminar recorriendo el solitario muelle en dirección a la playa, los locales que usualmente solía frecuentar para comprar alguna chuchería había cerrado hacia horas en un intento de minimizar cualquier perdida que la tormenta pudiera provocar, el clima había disuadido a los pocos, pero frecuentes visitantes de aquel hostil pedazo de tierra cercano al mar de permanecer más en aquel sitio, miro a su alrededor buscando divisar alguna otra señal de presencia humana con la esperanza de encontrar alguna otra alma que le hiciera compañía y que le distrajera aunque fuera momentáneamente de sus propios pensamientos, sin embargo en aquellos momentos él parecía ser el único tonto recorriendo el lugar, no sabía porque se encontraba esperando algo diferente.

Aquella playa siempre fue solitaria y hostil, sus aguas traicioneras y llenas de corrientes que podrían arrastrar a las profundidades a cualquier bañista descuidado, el oleaje solía mantener un ritmo tranquilo e hipnotizante que solo resultaba atractivo para los ancianos que solían acudir hasta aquel lugar a sentarse por horas para mirar el vaivén de las olas o para mojar sus cansados pies en la orilla, quizás las únicas otras visitas que recibía aquel lugar fuera la de parejas de enamorados que acudían rehuyendo del ajetreo de las familias y los otros muchos visitantes de las playas más populares y seguras de los alrededores.

De alguna manera la ausencia de cualquier pareja en los alrededores le quito un ligero peso de encima, lo último que deseaba en aquellos momentos era encontrarse con una feliz pareja que le recordara aquello por lo que había decidido acudir hasta aquel lugar en un intento de despejar su mente y detener aquellos fatalistas pensamientos que le habían hecho hacer decenas de llamadas a alguien que sabía nunca volvería a contestarlas.

Entrecruzo los brazos abrazándose a sí mismo mientras sentía su cuerpo estremecerse y su piel erizarse por el viento cada vez más helado y violento que arrastraba consigo suficiente briza para comenzar a humedecer su ropa, definitivamente aquella era su señal para olvidar su terquedad por permanecer en aquella playa.

Los desgastados escalones del muelle crujieron bajo su peso a medida que bajaba a la playa, jamás estacionaba cerca de aquel lugar, incluso si era más fácil para él, siempre solía hacerlo en el extremo más alejado de la playa, donde el camino terminaba; la gente solía alejarse de aquella dirección gracias a su hostil terreno dominado especialmente por rocas de todos los tamaños, algunas lo suficientemente altas para mantener a cualquier persona fuera de la vista y otras pequeñas y escarpadas que traicioneramente se encontraban enterradas en la arena listas para provocar un considerable dolor a cualquiera lo suficientemente descuidado para pisarlas, algo que aprendió por experiencia personal durante su primera visita a aquella playa, al menos había aprendido que era mejor usar calzado que ir descalzo si es que deseaba pasear por el lugar, aun con todo eso no podía evitar adorar aquel pedregoso y solitario terreno, amaba acercarse a los pequeños estaques formados entre aquellas rocas y que recreaban escenas del mar en miniatura que aparecían cuando había marea baja y desaparecían cuando subía, liberando a sus cautivos y trayendo a otros nuevos.

Sonrió para sí mismo pensando que aquellas pequeñas fosas de vida marina siempre habían sido una excelente excusa para ocultar los verdaderos motivos por los que visitaba religiosamente aquella hostil y aburrida playa, se suponía que era un hombre adulto, alguien lo suficientemente maduro para saber que los cuentos de hadas solo eran eso, cuentos para ilusionar a los niños llenando sus cabezas de fantasías en donde los buenos siempre ganas y criaturas mágicas aguardan en cada rincón esperando ser descubiertas por ojos atentos, se suponía que era un adulto, alguien que no debía depositar su fe en semejantes tonterías, que había aprendido de muchas malas maneras lo oscura que podía ser la vida conforme crecía y sin embargo continuaba aferrándose desesperadamente a aquellas ingenuas ilusiones infantiles de que en el mundo podían existir aquellos seres feéricos que siempre hicieron sus sueños y peores momentos mucho más dulces.

¿Era tan malo aferrarse a aquella fantasía que lo hacía tan feliz?

Esa que le arrastraba hasta aquel tranquilo rincón a mirar el mar durante horas pensando que quizás algún día podría divisar la etérea silueta de aquella criatura que se convirtió en lo que sintió fue su primer amor, la ilustración de la hermosa mujer de cabellos dorados y hermosa cola de escamas celestes mirando hacia la playa con una mirada llena de una abrumadora melancolía, aún permanecía fresca en su memoria a pesar de los años, paso su infancia deseando cambiar el fatídico destino de la pequeña sirena, deseando que su final cambiara la siguiente vez que releyera la historia o imaginándose a sí mismo interviniendo en medio del relato y cambiando el infeliz destino de la pobre criatura, enojándose por considerarlo injusto y frustrándose por ser incapaz de entender porque la pequeña sirena decidido aceptar aquel cruel destino, incluso si el final de la historia ofrecía un destino más esperanzador para ella, siempre sintió que era algo que no parecía pertenecer al relato, como si el autor se hubiera arrepentido de último momento agregando aquellos párrafos extras.

Ahora sus sentimientos hacia aquella sirena y su fatídico destino habían cambiado, finalmente comprendía el porqué de su decisión, quizás si él se hubiera encontrado en su misma posición hubiera terminando eligiendo perecer antes que dañar a alguien a quien había amado desde el momento en que le miro por primera vez, suspiro pesadamente recordando aquello que le había arrastrado hasta aquel lugar, su deseo de que la playa y su infructífera búsqueda de sirenas le hicieran olvidar lo que había sucedido aquella madrugada en que había despertado con su vecino golpeando a su puerta.

No negaría que se había sorprendido de encontrar a Edd parado frente a su puerta cargando a mascota para pedirle que cuidara de ella por las siguientes semanas, por supuesto que no pudo negarse, amaba cuando aquella bola de pelos se escabullía en su hogar en búsqueda de comida o atención, quizás hubiera sido mejor para él no haber preguntado nada sobre la inusual petición, quedarse callado y simplemente aceptar cuidar del animal, pero su curiosidad ante la palpable angustia de Edd le hizo preguntar; la noticia cayó sobre él como un balde de agua helada que le hizo palidecer y dejar de prestar atención a cualquier otra cosa tras aquella simple frase.

—Tord tuvo un accidente grave.

Edd continúo hablando, pero solo podía recordar, algo sobre el cuidado de su mascota, del viaje, dinero y demás, no tenía una idea clara de todo lo que había dicho, simplemente se sentía como un espectador fuera de su cuerpo que seguía silenciosamente a su vecino que continuaba hablando mientras caminaba en dirección a un taxi que le esperaba para llevarlo al aeropuerto junto con el resto de sus amigos.

Tom y Matt se encontraban discutiendo, demasiado sumidos en su asunto como para siquiera prestarle la más mínima atención, pero sus palabras se quedaron grabadas en él, quizás porque estaban directamente relacionadas con aquella noticia que le había dejado tan fuera de sí.

—Ese idiota no deja de fastidiarnos la vida incluso muerto.

Las palabras de Tom se encontraban cargadas de un rencor difícil de comprender, nunca entendió como era que alguien como él había cambiado de aquella forma o cómo fue que su relación con Tord se había convertido en un odio casi visceral entre ambos, recordaba al Tom que conoció durante su infancia como alguien dulce y casi tan ingenuo como él, incluso durante la mayor parte de su adolescencia solía ser alguien mucho más alegre que ahora, alguien que solía despertaba su envidia por su cercanía con el extranjero para el que siempre fue un fantasma y por quien anhelaba tanto ser visto de la misma forma que le veía mirar a Tom o a Edd cuando creía que nadie le prestaba atención, quizás si no hubiera tenido que mudarse sabría porque aquella relación había terminado tan terriblemente mal.

Las palabras de Tom parecieron enfadar a Matt que cerro molesto la puerta de la cajuela del auto haciéndolo soltar un grito de sorpresa que finalmente hizo que sus otros vecinos prestaran atención a su presencia.

—¡No está muerto!

La convicción del pelirrojo había apaciguado sus temores, pero Tom solo soltó una risa burlona y dio un trago a su licorera.

—Sigue creyendo eso.

Edd finalmente parecía haberse hartado de la situación y con una simple mirada de advertencia obligo a Tom a cerrar la boca y subir al vehículo con un gesto enfadado, después de eso Matt centro su atención sobre él, fue una agradable distracción para ambos hablar de tonterías mientras Edd entraba y salía de su hogar arreglando los últimos detalles para el viaje.

Solo pudo tocar parcialmente el tema de Tord ya que Matt no parecía especialmente entusiasta en hablar sobre eso y tampoco parecía tener todos los detalles de la situación, los únicos que sabían más sobre el asunto eran Tom y Edd, pero no podía preguntarle nada a ellos sin que sus preguntas lo hicieran ver sospechoso y eso era algo que no podía permitirse, para todos, él y Tord no eran más que simples desconocidos que solo hablaban por la mera formalidad de ser vecinos.

Miro a sus vecinos partir sin una fecha exacta de su posible regreso, estaba bien, no tenía problema con encargarse de Ringo y el resto de los pequeños detalles que serían cuidar de su hogar, debió entrar a su casa, volver a la cama y olvidarse del asunto, sin embargo, permaneció de pie sobre la acera mirando a la nada, sintiendo como la ansiedad se apoderaba de él, paralizándolo y dificultando su respiración hasta el punto comenzó a asfixiarlo.

Aun no estaba seguro de como logro arreglárselas para lograr arrastrarse nuevamente hasta su cama en donde permaneció envuelto entre las mantas como si estas le otorgaran alguna clase de protección contra el mundo, no logro dormir en lo que resto de la noche y tampoco encontrar un poco de consuelo o distracción que alejaran su mente de todo aquel asunto sobro Tord.

Ni siquiera debería encontrarse tan angustiado sobre todo aquel asunto que no le concernía, las cosas entre Tord y él habían sido claras desde un principio, sexo sin ningún tipo de compromiso, ni sentimientos de por medio, en pocas palabras, no era más que una prostituta cuyo único pago era un poco de afecto en la cama y él estaba feliz con aquello, quizás porque ingenuamente mantenía la estúpida esperanza de que en algún momento sus sentimientos podrían llegar mínimamente correspondidos, que si se esforzaba la suficiente Tord lo notaria y le amaría de la misma forma, pero no fue así.

Un día Tord simplemente se marchó sin decir nada, tan solo dejando un simple regalo que había decidido conservar y que había guardado cuidadosamente en su habitación, fue por una simple y casual platica con Matt que se enteró que el noruego había regresado a su país natal; era ridículo que dejara que la noticia de que alguien que nunca lo amo y de quien siempre se sintió enamorado lo destrozara hasta aquel punto, pero no podía evitarlo, conocía a Tord desde que eran apenas unos niños, ambos coincidieron en la misma clase y sin embargo nunca fueron amigos, en aquel tiempo solo veía al noruego como alguien admirable, un líder casi natural como Edd, pero las cosas cambiaron conforme crecían, su admiración paso a convertirse en algo mucho más profundo, pero, ¿qué tenía él de interesante para tener la atención del Tord en aquel tiempo? Nada, él no era más que un chico promedio que ni siquiera destacaba en clases y cuyo único talento se encontraba en la música, aunque ese talento era algo que quizás solo su maestro y su familia eran capaces de ver.

Aun recordaba cómo había pasado horas practicando con su violín hasta que sus dedos sangraron buscando una perfección que sentía imposible, con la única ilusión de impresionar a aquel adolescente rebelde durante aquel concurso escolar de talentos en el que decidió participar, todo para que al final hubiera terminado vomitando en el baño en medio de un ataque de pánico y su esfuerzo fuera en vano.

Cuando se mudó perdió toda esperanza de volver a ver a aquel chico por el que siempre deseo ser visto, para su fortuna el tiempo se encargó de matar todos aquellos sentimientos que mantuvo guardados para sí durante años o al menos eso fue lo que creyó.

El mundo era pequeño y en su búsqueda de una nueva vida, termino en aquella casa en donde aquellos chicos que alguna vez fueron sus viejos compañeros de clase vivían, pero ahora todos eran diferentes, todos habían cambiado menos él que continuaba sintiéndose el mismo adolescente tímido y complaciente, pero que ahora solo fingía actuar como un adulto responsable.

Cuando Tord se acercó a él, no puedo evitar que todos aquellos sentimientos que paso años guardando volvieran nuevamente haciéndolo sentir como en su juventud, ni siquiera podía recordar el motivo por el cual el noruego se acercó a él, solo que su noche termino con él completamente ebrio teniendo sexo dentro del auto de Tord.

No debería sentirse así por algo que solo significo algo para él, no debería y sin embargo ahí estaba, en medio de la una playa vacía intentando contener sus lágrimas por un amante para quien nunca significo nada, si al menos Tord hubiera respondido sus llamadas y le hubiera dicho que estaba bien, sus penas serian menores.

El retumbar de un trueno le hizo saltar y mirar nerviosamente a su alrededor, aquella parecía su última advertencia para marcharse del lugar y así lo hubiera hecho de no haber sido por el bulto cercano a las rocas que logro capturar su atención y que hasta hacía unos minutos no se encontraba ahí, parpadeo intentando enfocar la amorfa figura, no era la primera vez que encontraba animales varados en la orilla, pero este tenía algo diferente, comenzó a acercarse cauteloso sin saber que era exactamente a lo que se enfrentaba, pero pronto comenzó a correr conforme la figura se hacía más clara.

Aquellas aguas eran traicioneras, arrastraban a las personas al fondo y luego las escupían en la orilla, por eso era que nadie se sumergía en ellas, pero siempre había accidentes, personas descuidadas que ignoraban la trampa, quizás no era demasiado tarde, quizás no tuviera que llamar a emergencias reportando que había encontrado un cadáver, acelero su paso, pero mientras más se acercaba, más lento se hacía su paso.

Tenía que ser una broma, esa era la única explicación posible a lo que veía, miro a su alrededor esperando que alguien apareciera de la nada con cámara en mano, gritando que se encontraba siendo grabado para alguna clase de programa y sin embargo, no había nadie a su alrededor, ni lugares en los cuales ocultarse.

Cubrió su boca con sus manos reprimiendo el grito de emoción que amenazaba con dejar de escapar mientras que en su pecho su acelerado corazón golpeaba con violencia demasiado excitado con la situación.

Una sirena.

Frente a él y tan solo a algunos pies de distancia se encontraba una sirena, sacudió su cabeza intentando encontrar alguna explicación más realista a la situación, quizás fuera alguien usando una de aquellas falsas colas que solo simulaban la apariencia de una, tal vez..., sus pensamientos pronto se vieron interrumpidos por el potente olor a hierro que abrumo su olfato, era como si de repente aquello fuera lo único que era capaz de oler, la extrañeza del aroma le obligo a volver a enfocarse en la situación y prestar más atención a la criatura que tenía frente a él, sus manos terminaban en garras que se clavaban en la arena como si intentara que la corriente no le devolviera al mar, una espesa sustancia negruzca cubría el cuerpo de la sirena, pero pronto su interés por la sustancia paso a convertirse en horror al notar como aquel liquido brotaba de profundos cortes que se extendía de forma azarosa por todo su cuerpo.

En su mente nuevamente despertaba el pánico y sin ninguna consideración por su propia seguridad acorto la distancia, la sirena parecía aferrarse a la orilla intentando evitar volver al mar, entonces eso era lo que debía hacer, alejar el cuerpo de la orilla y adentrarlo a la playa.

Su ropa termino empapada por el agua y manchada por aquella espesa y aceitosa sangre, pero no podía importarle menos, aquel cuerpo era pesado y sin embargo se las había arreglado para moverlo, miro sobre su hombro en dirección a su auto y luego a su alrededor comprobando que nadie se encontrara observándolos.

Clavo su vista en la fascinante criatura que tenía a sus pies, sus rasgos eran claramente masculinos y su piel morena se fundía en una cola con el mismo patrón de colores marrones que formaban diseños apenas distinguibles bajo la espesa sangre que continuaba brotando de las heridas, soltó un suspiro de alivio y sonrió mientras miraba el pecho de la sirena subir y bajar con lentitud, su respiración era lenta, prácticamente como si se encontrara en un apacible sueño y no en aquella terrible situación.

¿Qué se suponía que debía hacer ahora? No podía llamar a nadie, ¿o sí? ¿Y a quien se suponía que debía llamar de todas formas, a un doctor, un biólogo o un veterinario? Dios, aquello era estúpido, pero no solía pensar con claridad cuando se encontraba bajo presión.

¿Y qué se supone que diría?

"¡Encontré una sirena! ¡Tienen que creerme! No, no consumo ninguna droga y no, no estoy borracho, manden inmediatamente una ambulancia para sirenas, necesito una ambulancia con sirenas para una sirena."

Sacudió su cabeza ante el sinsentido que había pasado por su cabeza.

Incluso si llamaba a alguien, ¿quién le creería?

¿Y si lo hacían? Seguramente los medios llegarían y un circo mediático se formarían en torno al descubrimiento, una sirena real, el descubrimiento del siglo, encerrada en un tanque como cualquier animal de zoológico, dentro de su pequeña jaula esperando para divertir a los visitantes como cualquier otro animal, la idea le enfermaba, pero más escalofriante resultaba la segunda opción en donde todo quedaría en silencio, grupos gubernamentales arrastrando a la criatura a un laboratorio donde jugarían con ella buscando explotar y obtener todo lo que pudieran de su cuerpo y vida, y él solo quedaría como un cabo suelto o un loco al que nadie le creería.

Tal vez solo estaba dejando que su mente y su imaginación jugaran demasiado con su cabeza.

Necesitaba concentrarse en el momento y dejar de divagar en escenarios imaginarios, no podía recurrir a nadie, eso era más que claro y sin embargo debía hacer algo, era bueno en primeros auxilios y aquellos cortes no eran peores que las que solía atender cuando Tord se encontraba herido.

Debía atender a aquella criatura, pero no podía hacerlo en aquel lugar, necesitaba ir a un lugar seguro y el único que conocía era su hogar. 


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