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VANISHED por Karenlauren

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- ¿Cómo has dormido, Bella Durmiente? – Al acostumbrarme a la luz de la habitación, lo primero que busqué fue un lápiz y papel.


 


Traté de alcanzarlos con mis manos, pero seguían encadenadas, miré desesperado al hombre que seguía con su mirada impasible, apoyado en la pared opuesta, con un Malboro entre sus labios finos y estilizados.


 


- ¡Maldita sea! – me giré hacia él, aun tironeando y furioso, no podía olvidar nada, necesitaba... - Te lo explicaré todo, pero... ¡suéltame! – encarcó una ceja, no me creía. - ¡No puedo olvidarlo!


 


- ¿Lo juras? – su pregunta me hizo mantener la calma los pocos instantes que tardó en acercarse a mí con el ademán de soltarme.


 


- Por el amor de Dios, sí, ¡Lo juro!


 


De un rápido movimiento mis manos eran libres, me abalancé sobre el papel y el bolígrafo encima de la mesa, empecé a escribir como un loco todo lo que recordaba, hasta el último detalle.


 


- Biblioteca en ruinas, puerta que gira, mano amputada, desconocido de espaldas, sin sangre, mudez, caos, Diablo de pie... - me miró como si estuviese loco, lo que había escrito no tiene mucho sentido para algunos, pero a veces, hay quién si logra entender el significado.


 


Hacía muchos años que, en mis sueños, yo no era el protagonista. Siempre se trataba de personas ajenas, así había encontrado a Sasuke, el chico que había mencionado el capullo sexy que me mantenía cautivo, pero... ¿por qué esta vez sí era yo? O, un momento, no me había visto el rostro... a lo mejor era otra persona, si, no podía estar seguro, tendría que averiguarlo.


 


- ¿Y bien?


 


El hombre habló tratándome de sacar de mi ensueño, pero el significado me mantenía cautivo de mis propios razonamientos, una biblioteca... normalmente significaba un lugar al cual acudir en busca de respuestas, pero en ruinas podía cambiar su significado, quizás una mentira o a lo mejor tengo que buscar respuestas en otro lugar, estoy en el lugar equivocado...


 


Bien, puerta que gira... si si, eso ya lo habia soñado antes, es un bloqueo. Lo siguiente era la mano amputada, soledad, falta de comunicación con los que están a tu alrededor...


 


Me estaba haciendo una idea de quién podía ser la persona de mi sueño y no era precisamente yo el protagonista.


 


El desconocido de espaldas es el no reconocimiento, la mudez vuelve a ser falta de comunicación y la ausencia de sangre es la soledad, de nuevo, unos vínculos esenciales que nunca han estado con esa persona.


 


El caos, desorden, una soledad descorazonadora... esa persona debería plantearse reorganizar su vida.


 


Y, por último, el Diablo, la carta del Tarot más malinterpretada en la sociedad, no significaba algo precisamente malo, simplemente decía que el hombre necesitaba superar el estado de engaño que se había impuesto, las cadenas que él mismo se había colocado y simplemente debía deshacerse del velo que le impedía ver la verdad para superar ese mal al que él mismo se encadenaba.


 


Un golpe en mi cabeza me hizo volver a la realidad, a los ojos que me miraban inquisitivos. Por primera vez, la seriedad abordó mi rostro como un tupido velo de compasión.


 


- No tiene una vida fácil, ¿verdad? – Su rostro se endureció.


 


- ¿Qué has visto? – pasé las manos por mi pelo, cansado.


 


- No mucho, pero lo suficiente... - Sus ojos obsidiana me escrutaban, no tenía nada que esconderle, necesitaba mi ayuda. Sino la vida de este hombre peligraba. – Hay alguien que le va a traicionar, está perdido, buscando respuestas en el lugar equivocado, aunque no es que me sorprenda mucho... - Se acercó de nuevo, amenazadoramente, posando sus manos sobre los reposabrazos de mi silla. Nuestros ojos se encontraron, desafiandose. – Está solo, señor, ni tan siquiera su tan amada familia considera tener una amistad con usted... es triste que esté tan solo.


 


Me sorprendió sentir su mano, dura y firme tras mi cuello, sus labios, que tanto había ojeado furtivamente desde que me sacaron esa bolsa de la cabeza, posándose sobre los míos. Salvaje, violento... quería más, como una droga se coló en mi organismo haciéndome temblar por un solo beso.


 


Todo el temor de mi corazón provocado por ese mismo hombre bestia se fue con un huracán de pasión que quiso continuar hasta que no recordara ni mi nombre.


 


- ¿Cómo te llamas? – Le miré como si me hubiese hecho la pregunta más difícil del mundo. – Madara.


 


Así que esa bestia sexy se llama Madara...


 


- M-menma... - aparté la mirada ante su escrutinio. No había colado. – Naruto.


 


- Bien, Naruto, espero que odiases tu trabajo como dependiente en esa tienda de mascotas porque a partir de hoy eres mi concubina.


 


- Espera... - traté de procesar eso de la mejor manera posible, pero... - ¡QUÉ!


 


Él simplemente me miró mientras sacaba otro cigarro de la caja, con sus manos envueltas en unos guantes de fino cuero negro, y lo encendía con un zippo con un grabado que me causó escalofríos... una serpiente horrible que enseñaba sus colmillos venenosos.


 


- ¡No puedes hacer eso! – Me levanté de la silla, cogí el estúpido cigarro de su boca y lo tiré al suelo, aplastándolo con mi pie. - ¡No voy a ser tu puta! 


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