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Len iba caminando con rapidez por la calle y tratando de pasar entre la gente.
No sabía bien lo que habia pasado, pero los militares habían prohibido la entrada a una zona en específico.
Y claro, como era un simple civil tuvo que desviarse de su camino.
¿El problema?
Se levantó mas tarde de lo que debía al quedarse platicando con alguien por teléfono.
Por lo tanto estaba llegando tarde a su trabajo.
Corrió las últimas dos cuadras qué le quedaron. Una vez llegó a la puerta, intento regular su agitada respiración. Una vez lo logró, se arregló un poco el cabello y entró al edificio.
Intentó esconderse cuando vio que su jefe estaba cerca, se agachó y trato de ir a paso ligero a su oficina.
—¿Adónde crees que vas? —Lo interrumpió una voz de manera autoritaria. Apretó los labios de sonreír forzosamente y girarse lentamente hacia la persona que la había llamado.
—Hola, jefe. ¿Cómo se encuentra? —Preguntó.
—De mal humor —es la contestación que recibió—, más ahora que llegas tarde.
—Disculpe.
—¿Qué hacías que llegas tan tarde?
—Tuve que desviarme porque cerraron una zona...
—Eso no es suficiente para llegar a esta hora. —Len suspiró.
—Me quedé hablando por teléfono.
—Bueno, en ese caso no vuelvas a hablar con nadie. —su jefe se dió la media vuelta para irse, pero le detuvo con la voz.
—¡Pero eso va en contra de mis derechos civiles! —le señaló. Su jefe le vió sobre el hombro.
—Entonces no vuela a llegar tarde o tendré que tomar medidas con usted, vaya a su oficina. —Y bajo la mirada atenta de su superior, lo hizo.
Se puso a trabajar de inmediato, sin embargo después de una hora llamaron a la puerta e indicó que podían entrar.
—Hola —saludó Piko entrando al lugar—, ¿cómo va todo?
—Pues al parecer hay menos que otros días, así que muy bien. —El Utatane se sonrió mientras se acercaba.
—Me alegro —se quedó callado unos segundos—, ¿con quién hablaste por teléfono?
—Con Rin, se me fue la hora. En verdad.
—Bueno... Esta bien, pero no lo vuelvas a hacer —le dió un pequeño beso en los labios—. No es justo para los demás el que yo te trate diferente.
—¿Por qué ño? —Le volvió a besar.
—Porque no es ético que yo, siendo tu jefe, te deje hacer lo que quieras solo por ser mi pareja —le dió un último beso—. Además hay que mantener lo nuestro lo más discreto posible. Si quieres ser el favorito en el trabajo vas a tener que esforzarte para ello. —Y con aquella frase salió de la oficina.
¿Qué? ¿Olvidé mencionar que Piko es el jefe de Len?
También ya habían acordado ir al registro civil a casarse tan pronto se abriera esa oportunidad.
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