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The Door. Between Worlds por MrsHunter

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Notas del fanfic:

Todos los nombres, personajes y lugares utilizados en este proyecto son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

La historia es completamente de mi autoría, y solamente está públicada en esta página Web.

¡NO AL PLAGIO!

Notas del capitulo:

¡Hola, Hola!

Como ya les había dicho al final de The Door. El proyecto iba a tener una secuela, ¡que es justamente está misma!

Espero que sea del total agrado de todos; Le he puesto mucho empeño y corazón a está obra.

¡Que la disfruten!

 

—Vamos, ven acá, príncipe

— ¡Todos a refugiarse, deprisa! ¡Ngh!

 —Le atrape, pequeño príncipe. Vaya… pero que bonitos ojos tiene, ¿De quién los heredo?

— ¡S-suéltame o sino….!

— ¿Sino qué? Pequeño príncipe, no estás en condiciones de ordenar, solo mírate

Ngh… P-por favor…

Afilo más su mirar hacia aquel chiquillo impertinente; Aún teniendo su fuerte mano en su delicado cuello, se atrevía a desviar la mirada hacia las personas del pueblo, y por si fuera poco, rogaba por ellos, se disculpaba por ellos, se humillaba…

—No sé que le vez de bueno a este lugar, pequeño príncipe, tan solo míralo—Aflojo tan solo un poco su agarre, pero aun alzando el delicado cuerpo del chico, mostrándole como aquella patética aldea ardía en llamas—.

—E-es mi hogar…nuestro hogar—se corrigió, mirando a aquel sujeto encapuchado, que de pronto había aparecido, atacando el pueblo que tanto amaba—.

— ¿Nuestro?—repitió con burla, apretando con más fuerza su cuello, aun con aquellas delicadas manos intentando apartarlo— Se equivoca, pequeño príncipe… yo no pertenezco aquí, yo más bien, soy de este lugar

Sus ojos se mostraron sorprendidos, frente al desconocido encapuchado se presento un grueso libro color verde opaco, algo viejo y deteriorado a simple vista. Una ligera luz grisácea le rodeo mientras se abría, mostrando pagina por pagina, escrito a mano en un dialecto desconocido para él. Era como el libro profeta que le habían heredado sus padres.

— ¿T-tu puedes…?

Lo arrojo con fuerza al suelo, tomándolo de su sedosa cabellera, sonriendo ligeramente en el acto mientras impactaba su rostro contra la tierra, dejándole boca abajo, colocando su pierna sobre su espalda, escuchándolo soltar un quejido.

—Verás querido príncipe, este libro permaneció oculto por tanto tiempo, y tiene un poder un tanto… especial, ¿comprendes?—lo aplasto aun más, notando su ceño fruncirse cada vez más, pero sin dejar de mirarle suplicante— Hace años, cuando la guerra entre el bien y el mal se desataba, el poder se concentro en este lugar, ¿Y el resultado…?

Le prestaba atención, le dejaba divertirse por un rato, sin embargo ya se las cobraría a ese estúpido desconocido. Tan solo esperaba, debía escuchar claramente de donde provenía el enemigo, así que tan solo se dejaba hacer.

—Fue que con la emisión de tanto poder, hizo despertar mi libro, soy el portador de la palabra profeta, algo que…

— ¿Algo como esto?

Sonrió divertido e hizo aparecer el libro de su historia frente a él, el cual se ilumino con fuerza, emitiendo una potente luz dorada, momentos después, el chico ya se encontraba de pie, frente a frente con el sorprendido enemigo.

—No somos tan diferentes al parecer—le dijo sonriente, sobando de a poco su cuello, mientras mantenía el libro a flote— Mis padres me lo heredaron para estar listo en una situación como esta, he de admitir que me sorprendiste al llegar…

—Vaya, además de lindo eres poderoso, eso se nota

— ¿¡L-lindo!?—se sonrojo un poco y le miro enfadado, apretando sus puños a cada lado de su cuerpo, provocando que el otro riera ante tal escena— Verás, no quiero pelear contra ti, esto puede olvidarse, podemos tan solo…

— ¿Dónde están tus padres, príncipe?

— ¿M-mis…?

Desvió la mirada, el pueblo continuaba en llamas, y la gente corría por todos lados. El distraerse fue su error, rápidamente lo lanzaron lejos con un golpe en su estomago, que logro descolocarlo un poco, robándole el aire, sin embargo se irguió de prisa, posando ambas piernas con fuerza en la tierra, logrando frenar antes de golpearse con más rocas y arbustos. A lo lejos estaba el hombre con capucha, aun con ese extraño libro a su lado.

Se limpio la escasa sangre de sus labios, mientras miraba el libro a su lado. Fue entonces en que sintió un calorcillo en sus ojos, sabía que estaban cambiando de color, siempre le pasaba, tornándose de un rojo sangre, tal como los de su padre.

Sonrió divertido antes de que una blanquecina luz lo cubriera por completo, sanando unos cuantos golpes. Ahora tenía aquellas botas blancas, al igual que su pantalón y playera, además de los guantes en sus manos, dejándole descubierto sus dedos. Todo del mismo color. Aquella bufanda dorada estaba de más, pero el libro siempre se la otorgaba por alguna razón.

—Libro, sabes que esta bufanda se entromete en mi camino—le hablo cual tonto al libro, estirando un poco con sus dedos aquella prenda en su cuello— Bueno, al menos es mejor que la horrible armadura que papá solía usar. Bien, ¡Aquí vamos!

Fue cuestión de segundos para aparecer con rapidez frente al enemigo, devolviéndole con fuerza el golpe en el estomago, seguido de una potente patada que lo mando a volar lejos, viendo como empleaba el mismo método que había usado antes, frenando su caída. Estaba vestido completamente de negro, ni siquiera las manos se veían, por lo que, aun con el viento meciendo su capucha, le fue imposible ver el rostro del enemigo.
Cuando le vio frenar, fue hasta el de nuevo, comenzando a repartir golpes con sus puños brillando de una tonalidad dorada tras cada uno.

—Creí que vendrías en armadura y espada—le dijo divertido mientras esquivaba los golpes del chiquillo, tomándolo por unos momentos de su mano, dándole vueltas y lanzándolo al aire, donde se detuvo en seco—.

—A mi no me va mucho—le respondió con tranquilidad, flotando de cabeza en el aire— eso es más estilo de papá

—Pues te sienta de maravilla

—C-cállate

No perdió más tiempo, enseguida detuvo con ambas manos aquella patada, sin embargo lo dejo descubierto de arriba, por lo que el otro aprovecho y cubrió su rostro con aquella larga bufanda.

— ¡Estúpido libro, por eso no me va las bufandas!

Sintió su espalda chocar contra la tierra nuevamente, sin embargo no fue un golpe tan letal como lo imaginaba. Rápidamente descubrió sus ojos, notando como el otro le miraba fijamente antes de posar su mano en su cuello de nueva cuenta.

—Tus ojos cambiaron de color, ahora se de quien los heredaste

—S-si bueno…—le dijo medio divertido, sintiendo de a poco la falta de aire por aquella mano en su cuello de nueva cuenta—.

— ¿Ya pensaste en donde están tus amados padres?

— ¿Qué?

Miro al enemigo, con el rostro completamente oscuro, la capucha ocultaba todo, por lo que tan solo era capaz de apreciar unos brillantes ojos verdes. Frunció el ceño e hizo aparecer el libro de nueva cuenta.

“Fuego, cenizas, caos. Una batalla tan poderosa como la que se lidero tiempo atrás.

Bien y mal, nuevamente reunidos, enfrentándose, pero esta vez, eran otros sus protagonistas”

El libro profeta podía escribir ciertas cosas a voluntad, la palabra profeta era la que se encargaba de añadir o modificar cosas futuras, nunca las ya escritas. Como estaba sucediendo en aquel momento. Desvió su mirada un momento hacia el enemigo, quien con la mirada, le indico a proseguir.

“Aquellas fuerzas unidas, que una vez se odiaron, pelearon hasta el final por el lugar que amaron.

Entre los escombros, yacían aquellos dos valientes, esperando que el nuevo héroe, les ayudara”

—N-no puede ser cierto…

Con sus fuerzas aparto el brazo contrario, levantándose enseguida, tomando entre sus manos el libro profeta. Había dejado de escribir, tan solo quedaron aquellas palabras. Se negó mentalmente, sintiendo como su labio inferior comenzaba temblar ligeramente, mientras que en sus ojos las lagrimas se aglomeraban. Ya ni sentía aquel cosquilleo en sus ojos, seguramente volvieron a su coloración habitual.

—M-mis padres no pueden…

— ¿Quieres que vayamos a echar un vistazo?—Le dijo mofándose un poco, tendiéndole su brazo cual “caballero”—.

— ¡Estas mintiendo, esto no puede…!

— ¡No lo digo yo!—un fuerte empujón de su parte lo tiro de nuevo al suelo, viendo como sus ropajes blancos desaparecían, dejándolo de nuevo con sus ropas desgarradas y sucias— El mismo libro profeta lo dice

— ¡Algo hiciste, tienes que remediarlo!—y sin importar quien fuese, se levanto y lo tomo de sus ropas, acercándose a su rostro, ya sin poder retener las lagrimas— P-puedo cambiar el libro, pero no servirá de nada si continuas atacando

— ¿Y por eso debo detenerme?

No lo aparto, ahí continuaba. Con aquella cabellera castaña revuelta, y sus ojos rosados brillando más debido a las lágrimas. Aparto las delicadas manos del joven tan solo para tomarlas entre las suyas propias, acariciándolas ligeramente.

De cierta manera no quería todo aquello, es decir, el chico no tenía la culpa de nada, su amado pueblo tampoco. ¿Pero qué más podía hacer?

—Por favor, te lo suplico… son mis padres, lo único que tengo…

Era un chiquillo solamente, unos diecisiete o dieciocho años cuanto mucho. Parecía un humano común y corriente, aunque, por lo que aprecio momentos atrás, heredo los poderes del rey oscuro.

—También lo hago por lo único que tengo…

— ¿Q-que…?

No le dio tiempo a reaccionar. El otro le había tomado en brazos, cual princesa—por irónico que suene—. Aquel libro verdoso comenzó a brillar con fuerza, pasando rápidamente sus páginas. Cuando se dio cuenta de lo que haría, ya era demasiado tarde, lo arrojaron con fuerza hacia el objeto brillante.

Parecía como si se estuviera encogiendo, miraba sus manos y cada vez eran más pequeñas, sus piernas y el resto de su cuerpo igual. Tan solo pudo ver por última vez aquellos profundos ojos verdes.

Notas finales:

¡Ta-da!

Supongo que si debes leer desde el inicio, es decir: The Door, para comprender la trama en sí. Por lo que, sino te has pasado por el fic antes dicho, ¿¡A que esperas!? ¡Es Gratis, y me harás muy, muy feliz!

Sin más, ¡Nos leemos luego!


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