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Kala Christougenna~ [Milo x Camus] por Pandy

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Notas del capitulo: Este fic fue regalo de Navidad para mi Systa preciosa <3<3<3!!

Kala Christougenna

Milo x Camus

One Shot

Era 24 de Diciembre. Eran alrededor de las 9 de la noche cuando dejé a mi último grupo de niños en sus casas, después de pasar todo el día, de casa en casa, cantando calandas (1). Estaba exhausto, verdaderamente rendido. Pero por fin podría ir a casa y llegar a tomar un baño, luego cenar algo ligero y a la cama.

Caminé justo por los barrios bajos de Rodas. Estaba todo muy oscuro y de la nada, un miedo me invadió. Me sentía observado. Y caminé un poco más deprisa, intentando llegar al paradero de taxis. Había un callejón antes.

Alguien me jaló hacia la oscuridad y me reacción no fue otra que golpear al sujeto que me había jalado. Luego escuché un “idiota” en francés. Voltee despacio hacia mi agresor y lo vi.

Era el ser más hermoso sobre la Tierra. Sus cabellos rojos como el fuego le caían disparejos sobre el rostro y el hilillo de sangre que corría por uno de sus labios lo hacían lucir tentador.

-¡Qué brutos son los griegos!- dijo el sujeto, mirándome y ocultando en su boca una sonrisa.- Pero lo merezco ¿no? Solo a mi se me ocurre actuar justo como un delincuente y…Soy Camus.- me extendió la mano.- ¿Y tú eres?-

-¿Yo? ¿Cómo pretendes que me presente con un desconocido?- contesté enérgicamente, dando manotazos al aire.

-Está bien, no te presentes conmigo. Solo ayúdame, por favor…-

-¿Ayudarte?- entre mis principios siempre estuvo primero el prójimo, después el prójimo y lo último yo. – Dime que es lo que necesitas…-

-Alojo. Por un par de días…bueno, hasta que pase Navidad.- me sonrió de forma encantadora.- ¿Podrías?-

-Hay muchas casas de alojamiento aquí. Sino tienes dinero…- cosa que no me creía, pues portaba un espléndido reloj que seguramente valdría muchos euros.- Podría pagarte el hospedaje…-

-Que cruel…-me dijo el pelirrojo acercándose a mí que, por instinto, retrocedí hasta que estuvimos frente a frente.- Te me hacías buena gente y…-

Lo miré de pies a cabeza. No parecía un vándalo o delincuente. Más bien, parecía como modelo o algo parecido. Asentí levemente y lo tomé del brazo.

-Vamonos entonces…-

-Otro favor…- me dijo el chico sonriendo.- No preguntes de donde vengo…-

Me detuve y lo miré curioso, aunque su vista estaba hacia el piso.

-Por favor, no me preguntes… ¿sí? Quiero estar normal un rato, sobre todo en estas fechas.

-De acuerdo.- contesté sin siquiera pensar en lo que todo esto se convertiría.

Yo no había pensado en el hospedaje de aquella forma. Y nunca, nunca me imagine estar espiando al chico francés (por lo que pude sacarle) mientras este tomaba un baño.

Sequé mi frente con un pañuelo.

¡Ese hombre era demasiado sexy para pasarlo inadvertido!

Mejor duermo. Me tengo que levantar antes del amanecer para ir a la Iglesia a celebrar el nacimiento de Jesús. Tomé mi pijama del clóset y deje una para mi invitado sobre la cama.

Pero es inútil tratar de conciliar el sueño con ese cuerpo perfecto y desnudo mirándome tiernamente “dormir”. Más inútil aún cuando se daba la vuelta y se vestía sin prisa alguna dejándome admirar, sin que se diera cuenta, su espigada figura.

Sin duda, cuando me vine a dormir fue después de mucho tiempo, pues me preocupaba que todo el tiempo me la pasé pensando en él, incluso al grado de soñar con el.

No fui a la iglesia por la mañana y no es que no me importara, pero me agradó verlo dormir gracioso sobre la cama. Suspiré sin querer y decidí ir a preparar algo de desayunar. Era Navidad, pero aquí en Grecia se celebra de diferente forma. No estamos muy allegados al consumismo.

¿Pero qué tal si mi invitado si estaba acostumbrado a ese tipo de gracias?

No pude ni siquiera pensar en la respuesta a esto, pues me saltaba por la espalda y enredaba sus piernas delgadas a mi cintura. Reía cerca de mí oído, montado en mí.

-¡Esto es divertidísimo!- dijo, mientras se bajaba de un brinco.- ¿Quieres…que te ayude a preparar el desayuno?-

Hubiese contestado que no. Mi cocina se convirtió en un verdadero desastre solo por querer preparar un licuado.

-¡Discúlpame! Es que yo nunca había preparado un desayuno y…- se calló y me miró fijamente. Mordisqueó uno de sus labios.- Nada…-

Me extrañó su actitud pero me extrañó aún más como se tenso en cuanto prendí el televisor.

-¡Apaga eso!- me gritó, corriendo hacía mí, pero lo detuve por un brazo. Todo era demasiado extraño.

-No, quiero ver el noticiero.- contesté secamente, haciéndolo a un lado.

-Por favor…- fue hasta que soltó un sollozo que me atreví a acercarme más de lo debido. – Apágala, yo…quiero estar un rato lejos de ella…-

Y puse mi vista en el televisor. Allí estaba, despampanante, rodeado de cámaras y reporteros y él…Si, elegante pero triste. Y en el pie de la imagen un “¡Desaparecido!” resaltaba.

Regresé mi mirada al pelirrojo.

-Eres tú…- era obvia mi suposición.- ¿Por qué no me lo dijiste?-

-Por que me ibas a tratar igual que lo hacen ellos.- fue su escueta respuesta, dándose la vuelta e ingresando al baño.

-No, no lo haría. Para mí eres un desconocido. Solo supongo que eres famoso por qué sales en el noticiero…-

Sonrió levemente.

-Ven.- me dijo, recargándose en el marco de la puerta, con esa pose sexy igual a las imágenes que pasaban por el televisor.- Tengo un regalo para ti, como es costumbre de donde vengo…- amplio la sonrisa coqueta que se asomaba en su rostro.

No dudé mucho en acercarme. En cuanto estuve frente a él, tomó mi rostro con sus dos manos y me besó los labios con ternura. Yo no hice nada, no reaccionaba ante tan inesperado regalo.

Después recorrió mi cuerpo con una de sus manos, metiendo la mano bajo la camisa y deslizándola por todo mi abdomen, causándome cosquillas. No dejaba de besar mi boca y me empujo contra la cama, no dejaba de tocarme.

Y yo no hacía nada por impedirlo.

-Este será el mejor regalo que te hayan hecho…-

Después…me hizo suyo, dejándome marcas en la piel.

Meses después…

Me acomodé en un sillón abandonado de aquel edificio. No me explicaba por qué en aquella ciudad aún habían edificios abandonados y más aún, frente a aquel majestuoso teatro en Francia.

Fui a encontrarle, fui a sus raíces. Por qué después de aquella noche, no supe nada más de él. Solo su aroma había quedado impregnado en mi cuerpo y una nota junto con un volante fue su adiós.

Y ahora, yo estaba allí. Frente a él, que apenas llegaba en su lujosa limousine. Era modelo y actor, tal como me lo imagine, a parte de ser el hombre más famoso en la Tierra.

¿Acaso era yo el único que no sabía quién era ese hombre?

Sonreí de lado, mientras Camus glamoroso caminaba por la alfombra roja, esa que era casi del color de su cabello…

Y del carmín que adornó sus mejillas, cuando levantó la vista y me vio. Sonrió un poco y entró al teatro, corriendo, siendo perseguido por los periodistas.

Mi misión allí había terminado. Lo había visto nuevamente y con eso me era suficiente. Bajé las escaleras de aquel maltrecho edificio y salí de él sin nada de prisa. Quería aspirar el aroma que había dejado por toda la calle, con calma.

Hasta que, al pasar por el callejón de al lado de aquel edificio, alguien me jalo.

Pero esta vez solo sonreí, pues su toque jamás se me olvido. Me entregué en ese callejón oscuro, mientras su risa limpia lo llenaba todo.

Y recordé aquel bello regalo de Navidad.

FIN


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