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El precio de la libertad por Elizabeth-Hummel

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Notas del fanfic:

Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, son propiedad de J. K. Rowling.

Notas del capitulo:

Hace mucho había publicado esta historia, por un error la borré de mi cuenta y por alguna razón no he podido volver a entrar x_x tuve suerte de recordar la contraseña de esta y que al fin pudiera volver a usarla, así que espero les guste el fic :) también pueden encontrarlo en Wattpad con el mismo nombre y seudónimo.

 

 

1

Viejas deudas

 

 

 

Draco Malfoy de veintidós años caminaba rápidamente por las transitadas calles del Londres Muggle. Apenas había salido de su trabajo, debía llegar a casa para almorzar y luego salir nuevamente a su segundo trabajo de los tres que tenía. Suspiró mientras esperaba el cambio de color del semáforo, acostumbrarse a esas cosas había sido demasiado complicado para él solo, pero luego de la guerra no le había quedado más opción que vivir en el Mundo Muggle.

 

¿La razón? Ellos eran mortífagos, o al menos Lucius lo había sido pero nadie conocía la verdadera historia detrás de aquella fachada de persona fría y cruel, nadie sabía las veces que su padre lo había defendido de los castigos crueles de Voldemort, o las veces en que lo había abrazado cuando las pesadillas habían acudido a él.

 

Si tan sólo Severus estuviera con él, pero le había prohibido tener contacto con ellos desde su condena. Draco sintió un profundo dolor, iba a perder a una de las personas que más amaba en el mundo, y él era tan débil que no podría hacer nada para salvarlo.

 

Cuando Narcissa murió, Lucius fue condenado a pasar sus días en Azkaban mientras él fue desterrado completamente solo del Mundo Mágico sin poder utilizar su magia, y así había terminado viviendo en el Mundo Muggle. Al llegar, las cosas no resultaron sencillas, él era un mago, y estaba acostumbrado a usar su magia, todo resultó difícil de aprender, pero cuando lo consiguió se sintió orgullo de él mismo.

 

Draco había tenido la fortuna de conseguir que el Ministerio de Magia le otorgara el permiso de visitar a su padre una vez al mes, cuando lo visitaba sentía que estaba en casa al lado de una de las personas que más amaba, pero todo cambió cuando repentinamente un día Lucius enfermó, él pidió ayuda pero por supuesto sólo recibió risas y burlas de los demás, a nadie le importaba la vida de un mortífago. Draco no comprendía lo que sucedía con su padre, Draco tenía mucho miedo de perderlo, él era quien lo impulsaba cada día a seguir adelante, pero si su padre llegara a morir su vida ya no tendría sentido.

 

Con esfuerzo y llegando a prácticamente humillarse, había conseguido que le permitieran a su padre permanecer en la enfermería de Azkaban, pero por supuesto allí no recibía el tratamiento indicado, Lucius necesitaba ser atendido de San Mungo, aunque por supuesto eso no sucedería. Draco sabía que sólo si alguien sumamente importante del Mundo Mágico abogaba por ellos, podrían tener una oportunidad de recuperar todo lo que les había sido arrebatado.

 

Él sabía que eso no sucedería, había perdido hace mucho las esperanzas de que esa persona apareciera y los ayudara, después de todo, quién querría ayudar a la familia Malfoy.

 

Continuó su camino hasta que llegó a su casa, era pequeña pero contaba con todo lo necesario, además era lo único que podrían pagar, entró y dejó las llaves en la pequeña mesa de la sala.

 

—Estoy en casa —dijo a la nada.

 

El lugar se sentía tan vacío como el primer día que había llegado a vivir en aquel lugar, regresar del trabajo siempre era demasiado doloroso, estaba tan cansado de todo que en algunos momentos deseaba cerrar sus ojos y no despertar nunca más, pero el sólo recordar de su padre lo hacían recapacitar y seguir adelante, porque si él no trabajaba no tendría los medios para continuar con la vida que llevaba. .

 

Fue directamente a la cocina y se preparó algo sencillo para almorzar, no tenía hambre pero no deseaba enfermar y preocupar a su padre. Cuando terminó, se marchó a su cuarto y se dejó caer en la cama, dio vueltas en ella y abrazó la almohada con fuerza.

 

«¿Qué puedo hacer para ayudarte, papá?», pensó Draco, pero aunque intentara encontrar una respuesta sabía que era imposible. Cerró sus ojos y antes de quedarse profundamente dormido unas cuantas lágrimas de dolor se escaparon de sus ojos.

 

***

 

Las llamas esmeraldas de la chimenea se encendieron en la casa del matrimonio Weasley, y por ellas apareció un Harry Potter, furioso luego de una reunión en el Ministerio de Magia. Hermione, quien se encontraba en la sala leyendo un libro, y Ron que devoraba unos pastelillos que ella había horneado horas antes, se sorprendieron de ver a su amigo en aquel estado.

 

—Harry, ¿qué sucede? —preguntó ella caminando hacia Harry.

 

—¡Sucede que no puedo creer que haya leyes tan estúpidas! —vociferó mientras caminaba de un lado hacia otro.

 

—¿A qué te refieres? —Ahora fue el turno de Ron para preguntar.

 

—Sucede que para ser Ministro de Magia no sólo debo tener pareja sino también estar casado —comentó dejándose caer en el sillón de la sala.

 

El matrimonio intercambió, ellos sabían perfectamente sobre las preferencias de Harry, y para su mala suerte, el Mundo Mágico contaba con leyes que no permitían presentarse como posible candidato a Ministro de Magia si no estaban unidos por todas las leyes mágicas. Potter deseaba obtener el puesto de Ministro de Magia para acabar con aquella ley que le parecía ridícula y antigua, pero no podía hacerlo si no contaba con una pareja a su lado, y él no estaba dispuesto a compartir su vida con alguien que no llamara su atención. Se sentaron a cada lado de Harry en un intento de darle ánimos mientras él se cubría el rostro con sus manos y gruñía con frustración.

 

—Trata de calmarte, Harry. Buscaremos una solución —lo animó Hermione.

 

—Sí, no te desesperes —dijo Ron.

 

Harry sonrió, sin duda sus mejores amigos siempre estaban para apoyarlo.

 

—No sé cómo, a menos que encuentre a un hombre que quiera casarse conmigo sólo por un tiempo —comentó con cierto toque se gracia.

 

Pero al decir aquello algo llegó a su mente. ¿Cómo no lo había pensado antes? Por supuesto que su problema podría ser solucionado con tan sólo mover algunas piezas y encontrar a alguien que estaba perdido en el mundo y que le debía un gran favor, Harry pensó que ya era hora de que él pagara aquella vieja deuda de cuando arriesgó su vida para salvar la suya.

 

—Harry —llamó Hermione al ver la sonrisa en el rostro de Potter—. ¿En qué estás pensando?

 

—En que ya encontré la solución a mis problemas —le respondió—, sólo debo encontrar a la persona correcta.

 

Hermione y Ron no comprendían nada, de un momento a otro Harry pasó de estar furioso a estar sonriendo por algo que se le había ocurrido hace menos de cinco minutos. Ella iba a volver a preguntar pero en ese momento Harry se puso de pie y comenzó a caminar hacia la chimenea.

 

—Tengo cosas que hacer, los llamaré en cuanto todo esté listo. —Sin más, luego de arrojar un puñado de polvos flu, desapareció entre las llamadas verde esmeralda.

 

Sus amigos lo vieron marcharse y sólo podían esperar que él no cometiera ninguna locura.

 

***

 

Draco despertó sobresaltado, había tenido un sueño extraño en donde su madre le hablaba y le decía que tuviera cuidado, que algo estaba por cambiar y él debía afrontar las cosas con valor, pero sobre todo con aquella inteligencia y astucia que siempre había tenido. No comprendía el motivo de aquel sueño, pero estaba seguro que aquello seguramente sería una realidad. Llevó su mano al cadena que pendía de su cuello y lo tomó entre sus manos, aquel había sido el último regalo de su madre un día antes de morir, ella le había dicho que nunca se lo quitara porque tal vez en él se encontraba una puerta para reparar su vida, nunca comprendió a que se refería y era hasta ese día que no encontraba nada extraño con aquella cadena.

 

Miró la hora y aún estaba a tiempo antes de que el Auror encargado de llevarlo a visitar a su padre se hiciera presente en su casa, así que se levantó y fue a tomar una ducha, luego se vistió. Treinta minutos después, un hombre de unos treinta años parecía en el lugar y sin siquiera saludarlo lo tomó de la muñeca para desaparecer. Caminó acompañando por el Auror por aquel largo pasillo que él ya conocía perfectamente bien, el hombre abrió la puerta de la enfermería y Draco no prestó atención a los demás reclusos, su mirada fue hacia su padre a quien le sonrió para luego acercarse.

 

—Hola, papá—saludó abrazándola con cariño.

 

—Hola, Draco —correspondió él.

 

Draco atrajo la silla que se encontraba en una esquina y se sentó a su lado.

 

—¿Cómo te has sentido? —preguntó.

 

Lucius suspiró, odiaba que su hijo lo viera en aquella condición, pero si había una sola cosa que él agradecía era que al menos él estuviera libre aunque tuviera que vivir en el Mundo Muggle, todo era mejor que estar en Azkaban, pero Lucius sabía que cada día estaba más débil y quizás le quedaba poco tiempo de vida, pero aun así no quiso preocupar a su hijo.

 

—Estoy bien —respondió.

 

Draco sonrió al escucharla, sabía que su padre mentía, pero no quiso decir nada, para qué preocuparlo aún más.

 

—Me alegro que estés mejor —dijo con una sonrisa.

 

Ambos platicaron sobre muchas cosas, Draco le contó sobre su trabajo y lo ocupado que se encontraba, y su padre lo escuchaba con atención, aún le costaba creer que su hijo hubiera aprendido a hacer tantas cosas en el Mundo Muggle.

 

Lucius pensó en ¿qué sucedería si Draco supiera uno de los secretos que Narcissa jamás puedo revelarle? No era ingenuo, recordaba muy bien lo que su esposa le había confiado la noche antes de morir, un suceso importante en su vida que quizás podría ayudar a su hijo a regresar al Mundo Mágico, pero no sabía cómo decírselo, como explicarle a Draco que una traición de su madre era lo que ahora le estaba costado la vida, había salvado a alguien a costa de dejar solo a lo más importante de su vida.

 

—Draco, debes prometerme siempre cuidar de la cadena que tu madre te dio.

 

Draco se sorprendió antes aquel pedido.

 

—¿Por qué me dices eso?

 

—Es un recuerdo de tu madre, debes llevarlo siempre.

 

Draco asintió.

 

—Te lo prometo. —Draco tomó en su mano derecha aquella cadena—. Papá... —murmuró él.

 

—Dime.

 

—Te extraño —confesó cerrando sus ojos con fuerza mientras lo abrazaba.

 

Lucius sonrió con tristeza.

 

—Yo también, Draco. Te extraño demasiado.

 

Entre los brazos de su padre se sentía protegido, no quería soltarlo, parecía que si lo hacia él se iría y Malfoy lonecesitaba aún en su vida.

 

«Haría cualquier cosa para que estuvieras bien», pensó él.

 

Cuando fue tarde, tuvo que marcharse del lugar. Al regresar a su casa, la encontró completamente a oscuras y fue directamente a cambiarse porque aún debía ir al restaurante en el que trabajaba de noche. Pero Draco en aquel momento sólo podía pensar en su padre, no quería que muriera, él sabía que sin Lucius no podría seguir adelante, aún estaba de pie por él y si su padre desaparecía de su vida, él ya no tendría ningún motivo para seguir viviendo.

 

***

 

Para Draco cada día era un suplicio, trabajaba desde muy temprano hasta altas horas de la noche, pero no tenía más opciones, al no contar con estudios no podía aspirar a nada más que no fueran simples empleos que requerían la mínima experiencia, y aunque al comienzo había cometido muchos errores, ahora trataba de ser lo más perfecto que él podía. En su trabajo todos eran cordiales, incluso el gerente lo trataba con cortesía y amabilidad, Draco había aprendido con los años que la soberbia y el creerse mejor que otros no lo llevarían a ninguna parte y por ello había cambiado, pero él hubiera deseado darse cuenta de tantas cosas hace mucho tiempo, quizás cuando él aún estaba en su vida, pero él sabía que fueron sus acciones que lo alejaron de aquella persona que tarde se había dado cuenta era especial para él.

 

Cuando su turno terminó, se cambió y fue a buscar sus cosas, salió del restaurante junto a Eliot, su compañero de trabajo y ambos caminaron por la acera.

 

—Nos vemos mañana, Draco —se despidió el chico cuando llegaron a la esquina.

 

—Sí, que pases buenas noches —le deseó Draco.

 

—Tú igual.

 

Draco vio a Eliot dar vuelta en una esquina y él continuó caminando, por suerte las calles aún se encontraban transitadas y aquello le daba un poco de confianza. Cuando llegó a su casa, abrió la puerta y encendió las luces, pero cuando sus ojos se fijaron en la sala estos se abrieron con sorpresa, allí frente a él se encontraba nada más ni nada menos que Harry Potter, quien al verlo le sonrió, pero aquella sonrisa a Draco le pareció una de las más falsas y por alguna razón hasta resultaba amenazante.

 

—Potter —musitó él.

 

—Buenas noches, Malfoy —saludó—, tú y yo vamos a hablar. —En un acto reflejo quiso salir corriendo del lugar, pero Harry era mucho más rápido.

 

—¡Desmaius! —Harry lanzó aquel hechizo impactando en Draco y haciéndolo caer al suelo desmayado. Caminó hacia él y lo tomó en brazos para luego dejarlo acostado en el sillón—, sigues siendo complicado, Malfoy —masculló—, pero ya me encargaré de eso.

 

Cuando Draco despertó estaba desorientado, miró hacia los lados y cuando vio a Harry a unos pasos de él supo que aquello no era un sueño. De un salto se levantó de su lugar y fue hacia una de las esquinas de la sala.

 

—¿Qué diablos haces aquí? —preguntó finalmente.

 

—Vaya, no pensé que mi visita te afectara tanto —se burló Potter mientras caminaba hacia él—. Pero ya que quieres saberlo te lo diré. Estoy aquí para cobrarte una vieja deuda —dijo finalmente.

 

Draco frunció el ceño ¿deuda? ¿De qué demonios estaba hablando Potter? Al parecer había enloquecido en los últimos años.

 

—No sé de qué hablas.

 

Harry sonrió y caminando por el lugar, tomó una fotografía en la que Draco se encontraba junto a sus padres.

 

—Recuerdo haberte salvado una vez de quemarte entre las llamas —le recordó—. No pensé que tu memoria fuera tan mala —dijo burlón.

 

Draco apretó los puños con fuerza.

 

—Yo no te debo nada, estoy fuera del Mundo Mágico, ya no pertenezco a ese lugar —aclaró.

 

—Lo sé, pero vas a regresar —anunció—, y lo harás por las buenas o por las malas.

 

En aquel momento Malfoy ya no comprendía lo que Potter tramaba, ni siquiera sabía cómo lo había encontrado.

 

—¿Qué es lo que quieres? —masculló.

 

Harry dejó la fotografía en el mismo lugar y se acercó a Draco y lo tomó de la cintura acercándolo a su cuerpo.

 

—Sabes, siempre me pareciste muy atractivo y siempre me imagine como sería tenerte en mi cama —le susurró al oído, pero cuando Draco escuchó aquello lo empujó con fuerza separándolo de él.

 

—¿Cómo te atreves a decirme algo así? —masculló con las mejillas sonrojadas.

 

Harry sonrió, le gustaba que Malfoy siguieras siendo rebelde.

 

—Lo que deseo es muy sencillo, quiero que tú pases una noche conmigo, y luego te cases conmigo —dijo aquello como si fuera algo normal.

 

Draco pensó que finalmente Harry había enloquecido.

 

—¡¿Qué?! —gritó escandalizado—. Yo no voy a hacer algo así. —Quiso alejarse de él pero Harry lo tomó con fuerza de las muñecas y lo apoyó contra la pared.

 

—Escúchame bien, Malfoy. Desde siempre me pareciste atractivo —murmuró. Draco vio sus ojos y en ellos se reflejaba la furia y malicia—. Sé lo que está sucediendo con tu padre, si tú cooperas conmigo me encargaré de que sea entendido en San Mungo, pero si te niegas, no sólo lo perderás a él, sino todo lo que tienes ahora —amenazó—. Sé todo sobre ti, hasta en donde trabajas.

 

Draco mantuvo su mirada fija en los ojos de Harry, y se dio cuenta de que algo había cambiado en él, ya no era la persona que él recordaba y de la cual debía admitir había estado enamorado en la escuela.

 

—¿Qué decides, Malfoy? Pasa una noche conmigo y me encargaré de tu padre.

 

—Yo..., no sé —respondió finalmente.

 

—Es fácil, sólo di “sí” y salvarás a tu padre. —Harry sabía que usar a Lucius era su mejor arma.

 

Y lo consiguió, Draco pensó en su padre y lo agradable que sería tenerlo a su lado para siempre, finalmente aquella propuesta no era para siempre. Pensó unos minutos y no sabía qué hacer, Harry al ver la duda en la mirada de Draco decidió darle tiempo.

 

—Te daré hasta mañana para que lo pienses, vendré a buscarte a la misma hora. —Sin más, Harry se marchó.

 

Cuando Draco se quedó solo, no podía creer lo que le estaba sucediendo, todo parecía una horrible pesadilla. No quería aceptar la propuesta de Harry, era demasiado humillante el sólo pensar en que Potter quería poner sus manos sobre él, pero no sólo eso sino que también quería que se casara con él, aquello era una de las peores locuras que había escuchado en su vida pero si no lo hacia su padre moriría y él jamás se perdonaría el haberla podido salvarlo y no lograrlo por sus dudas. Esa noche no durmió y pensó en su decisión.

 

***

 

Al día siguiente cuando Harry regreso, él ya había tomado una decisión, y sin que él lo saludara, dijo dos simples palabras.

 

—Lo haré —acotó, manteniendo su mirada firma.

 

Sus palabras pusieron de buen humor a Harry quien le extendió su mano.

 

—Es un trato entonces.

 

Draco miró aquella mano, y recordó cuando lo había conocido por primera vez, cuando Harry lo rechazó, y por aquel recuerdo no fue capaz de tomarla entre una de las suyas.

 

—Es un trato —repitió Draco.

 

Harry bajó su mano y frunció el ceño, al parecer las cosas no serían tan sencillas como él imaginaba, pero se encargaría de que Draco Malfoy conociera el lugar que le correspondería desde aquel momento.

 

Notas finales:

Y esto fue todo por ahora, espero que le den una nueva oportunidad a esta historia :) como ya está bastante avanzada actualizaré una vez a la semana (si es posible 2) 

 

Bueno, eso es todo por ahora, me despido y nos leemos pronto!

 

Bye <3


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