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Miel por ReveursAiles

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Me sentía algo agobiado, no quería participar de actividades publicitarias molestas y sin embargo, parecía ser lo único que hacía durante el día. Mis ojos se cerraban cada vez que nos daban las indicaciones, no obstante, la molestia de todos no estaba dirigida hacía mi actitud como de costumbre, esta vez nuestro pequeño vocal venía tarde a una sesión que como siempre nuestro manager decía ser la más importante.


- ¿Nadie puede llamar a Hyde? - Preguntó Oishi.


- Ya lo hice, dijo que venía en camino - le respondió Tetsuya con el mismo tono de molestia impaciente. Como siempre, el único de nosotros que mantenía comunicación con el manager era él, parecían compartir los mismos sentimientos de estrés y frustración constantes, sabía que en cuanto se miraban a los ojos se comprendían. Mi cabeza los imaginó enamorándose y una risa se me escapó. Ken me miró con sorpresa y un gesto que decía: "¿En que piensas?", yo solo negué con la cabeza y le dediqué una sonrisa.


- ¿Hace cuánto? - exigió saber Oishi.


- Media hora.


- Maldita sea, le diré al fotógrafo que cancelaremos.


- ¡No! Déjame llamarlo otra vez, no canceles nada.


- ¡No podemos hacerlos perder más tiempo! - estaban comenzando con el drama viviente cuando la puerta sonó al abrirse. - ¿Dónde carajos estabas? - gritó de inmediato nuestro cariñoso manager, quien usualmente trataba con delicadeza a nuestro vocal, aunque claro, en estas situaciones jamás eran delicados.


- Fui por un corte de cabello, pero tardaron en atenderme. Lo siento. - se disculpó con un tono verdaderamente arrepentido. Volteé a mirarlo y sin quererlo sentí como la mandíbula se me cayó.


- Hyde, enano, ¿Qué hiciste? ¿Dónde está tu peluca? - Ken tenía la boca igual de abierta que yo por la sorpresa, sin embargo no parecía tener intenciones de ser discreto.


Hide había cortado su cabello por sobre los hombros... todos estábamos impresionados. Justo en cuanto el largo de su cabello estaba por rozar sus caderas, lo había eliminado fugazmente. Sentí decepción, muchas veces le sugerí cortarlo en cuanto se quejaba por lo molesto que era el calor, pero nunca admití cuánto me gustaba.


Se sentó junto a mí esperando instrucciones y con toda la actitud de no soportar regaños. Tetsuya y Oishi ignoraron por completo la insistencia de Ken por saber el por qué del corte de cabello, ambos dieron un par de instrucciones sobre la sesión y nos enviaron a probarnos un par de chaquetas.


Mientras en el camarin elegíamos las prendas, Hide y yo tardamos más de lo usual, quedándonos solos un par de minutos. Me sentí incómodo. Evitaba constantemente que nos quedáramos solos porque mi nivel de aprecio por él rozaba lo insensato y ya se lo había hecho saber en una ocasión; en que sin ataduras lo besé.


Gracias a Buda ninguno de los dos dijo algo al respecto ni buscó explicaciones o repeticiones. Sin embargo, desde aquel día nos ignorábamos a pesar de brindarnos apoyo mutuo en todo lo relevante al trabajo.


Yo evitaba pensar en él.


Desde que lo conocí él siempre tuvo aspecto de chica, lo que sumado a su personalidad y la ternura que me inspiró provocaba en mi un afecto que no había sentido jamás por un hombre, una atracción que me negué a explorar por miedo a las represalias emocionales y la falta de profesionalismo que involucraría tener un conflicto. Sin embargo... me preocupaba por él. A veces me preguntaba por las noches si él sería feliz y si yo, en mi ridículo intento por ser su amigo, podría ayudarle en algo.



Me terminé de vestir y le dediqué una mirada, él aún continuaba indeciso eligiendo entre dos chaquetas, llevaba 10 minutos en ello. Observé su cuello ahora visible por el corte, sus facciones ahora más resaltadas... sí, se veía bien, aún continuaba pareciendo una chica e incluso más, ahora parecía una escolar. Seguí bajando mis ojos hasta que algo llamó mi atención; un par de moretones en su hombro se asomaban de a poco entre su suéter. Además sus ojos estaban hinchados, los párpados rojos denotando que había intentado ocultarlo con maquillaje pues llevaba un color más claro que su piel bajo de los párpados. Sin embargo sobre ellos no había podido hacer demasiado.


Definitivamente, había estado llorando.


- Hide...


- Dime - respondió sin voltear a verme.


- ¿Estás bien?


- ¿Ah? ¿A qué te refieres? - esta vez volteó y pude ver mejor sus ojos.


- Tienes un aspecto algo... deprimido...


- ¿Me veo mal? - de inmediato pareció ofenderse. Volteé los ojos, sí, a veces era más dramático que una chica.


- No... solo... pareciera que estuviste llorando... - su boca se abrió por la sorpresa, pestaneó un par de veces y bajó la mirada.


- Estoy bien... no seas tan fijón. - me reprimió.


- ¿Fijón?


- Sí, siempre estás viendo demasiado en mí. - susurró algo molesto. Decidí seguirle el juego.


- Es que siempre tienes una novedad en los ojos.


- ¡Claro que no! - se sonrojó un poco y rió para manejar los nervios.- A veces no hay nada que ver y sin embargo tú pareces inventarte razones para fijarte en mí.- lo miré impresionado yo esta vez, sus palabras me sonaron a un doble significado y más allá de verme descubierto observándolo con aprecio, me preocupó verlo mostrarse tan inseguro.


- Hide... - busqué en mi cabeza las palabras correctas pero nada llegó.


- No me prestes atención. Es solo que... toda esta presión, es difícil de llevar de forma solitaria...


- Ya veo... ¿Quieres... que te acompañe hoy luego de la sesión? - pregunté ofreciendo mi compañía de una forma muy pobre.


- ¿Dónde?


- No lo sé, donde vayas, no quisiera que te sintieras solo - confesé en un suspiro.


Hide permaneció callado, su labio tembló. Era tan fácil para mi percatarme de sus nervios... llevaba demasiados meses estudiando sus reacciones. Tragó saliva mientras pensaba.


- Podríamos arrendar una película y luego verla en mi casa. - sugirió. Coloqué mala cara, no compartiamos gustos de cine.


- ¿Y si no me gusta la película?


- Pues te largas.


- Simpático... esta bien, me sacrificaré. - luego de haber dicho aquello, estuve listo para una respuesta vanidosa de su parte, sin embargo solo sonrió.


- Gracias... - susurró antes de tomar una chaqueta al azar y huir.






Durante la sesión coloqué mi mejor cara de poker, y llevando mi pesada actitud de odio, fingí comodidad para las cámaras. En una ocasión el fotógrafo nos pidió mayor cercanía, Hide se acercó, apoyando su cabeza en mi brazo. Era demasiado pequeño para apoyarla en mi hombro y lo agradecí. La cercanía dejaba estragos en mí a causa de los instintos de atracción que le rogaban a mi consciencia dejar el control.


Tetsuya parecía permanecer enfadado con Hide, el ambiente tenso no permitió que el fotógrafo plasmara la "cercanía" que quería en sus fotografías, sentí todo aún más fingido y agotador de lo usual.


En cuanto todo terminó nadie dijo nada y todos se desplazaron hacia sus propios automóviles. Ni Hide ni yo llevábamos auto, por rara casualidad, dió con que ambos teníamos el automóvil en un taller mecánico.


- Pensé en pedirle a Tetsuya que me llevara a casa, pero estaba tan rabioso porque me retrasé que preferiría caminar horas a soportar más esa mirada de reproche. - me reclamó en cuanto salimos del lugar.


- No le hagas caso sabes que solo le dura unos minutos, en cuanto algo más le estrese lo olvidará y eso pasará en cuanto vuelva a respirar.


- Es que ese es el problema, él no respira. - carcajeamos. Últimamente Tetsuya se estresaba con facilidad, el aumento de papeleo era equivalente al aumento de fama, por lo que se ahogaba cada vez más en más tareas.


- Iremos a tu casa en autobús.


- ¿Qué? ¿Y si nos reconocen?


- Sonries, asientes y corres, fin del asunto.


- Pueden descubrir donde vivo...


- Hide, acabas de cortarte el cabello, nadie te reconocerá.


Con un gesto me hizo saber que cedía a pesar de que no le parecía demasiado buena la idea. El día estaba frío, por lo que caminar rápidamente fue innato. Hide prácticamente corría para seguirme el paso con sus piernas cortas.


- Oye atleta, mis pantalones no caerán si luego de esta caminata a la tienda me aparecen músculos.


- Exagerado, se nota que nunca haces ejercicio.



Cuando llegamos a la tienda Hide arrendó tres películas; dos espaciales y una romántica con la excusa de que le dejaban buenos sentimientos para dormir mejor. Evite el bullyng solo porque parecía estar más sensible de lo normal.


En cuanto salimos a la calle una leve llovizna hacía a todos correr, al parecer se venía una lluvia más pesada.


- Recuerdo que una vez dijiste que te gustaba la lluvia. - susurré contento con el clima, pensé en que tal vez algo de su gusto le aliviaría, pero cuando volteé a verlo estaba prácticamente corriendo buscando donde refugiarse de las gotas. - Oye... ¿Qué no te gustaba la lluvia?


- Desde la comodidad de una cama claro, ¿A quién no?


- No puedo creerlo, una vez dijiste que te gustaba salir a caminar mientras llovía... - macullé algo molesto por la mentira.


- Me gusta, pero no si me acaban de realizar la permanente en el cabello y debo esperar 48 horas para lavarlo. ¡Ahora corre conmigo! - Tomó mi mano y comenzó a trotar mientras me jalaba con fuerza para acelerar el paso. No tomó mi brazo, ni mi codo, tomó mi mano. Tragué saliva rogando que nadie nos reconociera, porque yo no quería romper el contacto.


Llegamos a una parada en medio del trote y afortunadamente un bus con dirección a la calle en donde vivía Hide estaba estacionado. Nos subimos sin notar lo lleno que estaba, solo allí nos soltamos las manos para sujetarnos al subir.


- Oh... esto está demasiado apretado... - me quejé al sentir una señora y un hombre mayor golpeando mi espalda en busca de espacio. A pesar de que claramente no cabía más gente, continuaron subiendo, aplastándonos y haciendo que Hide y yo nos acercáramos más.


- Lo siento... - se disculpó en cuanto su cara quedo enterrada en mi pecho.


- No te preocupes.


Permanecimos en silencio mientras la incomodidad de la situación me comía las palabras. No sabía de qué hablar o qué mencionarle, además de que la posición y la cercanía no nos permitía mantener una conversación o un contacto visual. Los minutos continuaron pasando y sentí como el lugar en que Hide vivía quedaba demasiado alejado del centro de la ciudad. Sentí el cansancio vencerme a medida que el bus avanzaba y las lluvias reventaban en las ventanas, el suelo estaba lleno de lodo haciendo aún más difícil sujetar mi cuerpo. Hide, al parecer también cansado, apoyó su frente poco a poco en mi pecho recargándose luego por completo, en un determinado momento, estuve seguro que se durmió de pie. Lo afirmé contra mi cuerpo impidiendo que cayera y permitiéndome sostener su peso. Sus manos que colgaban a cada lado de su pequeño cuerpo rozaban de forma inconsciente mis muslos, no pude evitar sentir la atracción del contacto, moría por abrazarlo con confianza.


Mientras lo sujetaba un debate comenzó a surgir en mi cabeza. Si era conciente del grado de afecto ¿Por qué me impedía tanto a mi mismo acercarme a él? Lo sabía, no quería aceptar que deseaba hacer parte de mi vida a un hombre como pareja, me costaba pensar en como se lo diría a mi madre, me costaba renunciar a mi sueño de una familia con hijos. Mi debate interno continuó mientras las personas a mi alrededor rotaban, bajando y subiendo del bus, hablando de sus vidas, durmiendo de pie al igual que Hide, eructando felicidad, todos completamente ajenos a mi angustia por la necesidad que había crecido en mí: Necesidad de protegerlo.


Desde que lo conocí una burbuja había rodeado mi relación con él, yo era otro al compartir con él... y él nunca me alejaba. Quería que a pesar del caos del mundo exterior yo pudiera brindarle cuidados en nuestra burbuja que le permitieran ser feliz fuera de ella.


Lo quería de la forma menos egoísta que había querido a alguien, esa era la verdad.


Lo sentí removerse y de pronto levantó el rostro somnoliento sonriéndome.


- Hola - dijo con voz ronca. Me reí.


- Aún falta camino para que lleguemos... puedes continuar durmiendo... - le aseguré. Abrió un poco los ojos con duda y observó por la empañada ventana, se aseguró de que si faltaba camino y luego se acurrucó bajo mi cuello rodeando mi cintura con sus brazos por debajo de la chaqueta, escondiendo aquella muestra de cariño de los ojos de los pasajeros que nos rodeaban. Cerré los ojos.


Era el primer abrazo que me daba y odié que la situación me obligara a no poder corresponderlo... o nos podríamos caer. Intenté sostener su espalda a medida que su peso recaía sobre mí, posiblemente dormido otra vez.


Apreté los ojos respirando el aroma del cabello recién lavado de Hide. Que ridículo debía verme ante los ojos de los demás, pero yo estaba en mi burbuja.Otro par de minutos transcurrieron y evité con toda mi fuerza de voluntad no apoyar mi rostro en la cabeza de él para evitar miradas. Sin embargo me permití besar su cabello, suavemente, evitando cualquier sonido antes de mover un poco su espalda para despertarlo.


- Ya llegamos, debemos bajar.

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