Un señor joven, con los cabellos castaños bien peinados a los lados, la barbilla ancha y las mejillas delgadas, entró al salón de castigos portando un morral con todos los papeles que necesitaba para aquél día. Virando por los vidrios redondos de sus anteojos llegó a contar vagamente a cinco chicos, alejados unos de otros, de distintas contexturas corporales.
Llegaba con prisa, pues se había pasado la hora del almuerzo y apenas se estaba acostumbrando al horario escolar que le habían explicado allí, y como novato le costaba encontrar los caminos a cada aula o baño de profesores. Recién recibido de la universidad en donde estudió profesorado, pero no creyó que eso le llevaría hasta una escuela católica.
-Mi nombre es Taehyung Kim, profesor de la primaria que está unida a éste secundario, soy nuevo por lo que me verán perdido por vario tiempo. Tomaré lista y pido que levanten la mano cuando sea su nombre-con voz lo suficientemente alta habló, agravante por el medio sándwich de miga atorado en lo profundo de su faringe. Tosió un poco, sacando sus papeles de su portafolio, aflojando un poco la corbata negra que lo ahorcaba levemente. Le molestaba estar formalmente vestido, con la camisa blanca metida entre sus pantalones y el cinturón abrochado por sobre sus caderas, pero no podía hacer nada. Suspiró, recordando el por qué las monjas le habían pedido aquel favor: todo por rezar un rosario completo- ¿NamJoon Kim, de segundo B?-levantó la vista de su libro de asistencias, tomando la lapicera para marcar el presente o ausente del susodicho.
-Presente-dijo una voz del fondo. El dueño de ésta se encontraba recostado sobre la silla, con la corbata del uniforme suelta y una cadena en sus pantalones. Taehyung anotó su presente.
-¿HoSeok Jung, de tercero A?
-Presente-un chico con los cabellos rojos alzó la mano, la barbilla extendida y una quijada que tenía un grado perfecto se dejó ver cuando él miró por la ventana enrejada, buscando un poco de sol. Se apoyó contra la pared, soltando una palabra blasfemita mientras deseaba salir de allí.
-¿Jungkook Jeon, de primero A?-un chico de la fila de enfrente levantó su mano, con los ojos titubeantes y cohibido, sentándose rectamente en la silla y procurando no tener ningún error en su comportamiento; no quería otro castigo, ni hablar frente a un adulto.
-¿Jimin Park, de segundo B?
-Aquí-se señaló un chico de lindos labios gruesos y pelo rubio, evitando levantar la voz demasiado y sonrojándose cuando obtuvo la atención del profesor.
-¿SeokJin Kim, de cuarto C?
-Presente-un muchacho castaño alzó la voz, mirando aburridamente a su profesor mientras jugueteaba con su collar, desenredando la plata contra su pecho o sus dedos. A veces, el colgante se enredaba contra la corbata a rayas azules y blancas correspondiente del uniforme, pero el chico sólo chistaba y nada más.
-Muy bien, son todos-concluyó, cerrando el libro azul no sin antes anotar un poco sobre la situación para algún futuro cercano. Sonrió mofo, recargando sus palmas sobre el escritorio a la vez que analizaba efímeramente a cada alumno-; yo no quiero darles a leer tres versículos diferentes de la biblia, tampoco voy a hacer que piensen sobre los pecados capitales en las dos horas que estamos aquí... Así que, cuéntenme, ¿qué pecados cometieron para enojar a Dios?