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Dulce despedida por Chocoshawol

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Y así una mañana sin decir nada, Bruce se levantó de madrugada, ignorando al Kriptoniano que yacía recostado en la cama, desnudo y apenas cubierto con una sábana delgada. Se dio un rápido baño, y cuando salió, ni siquiera la luz del sol había tocado la tierra.

Se puso uno de sus finos conjuntos, negro, con un ligero toque azulado. Estaba abrochando los botones de sus muñecas, y observándose al espejo decidió que no iba a ponerse cera y aplacar sus mechones de pelo. Ese día quería simplemente pasar un peine sobre sus cabellos y hacerlo hacia atrás.

Portó un calzado italiano en un color negro profundo. Y al ponerse el saco, dio una mirada al hombre en la cama y una pequeña sonrisa se marcó en su rostro. Salió de la pequeña habitación.

Miró detenidamente el apartamento de... ¿Su pareja? Él no tenía definido quién era Clark en su vida.

Estaba todo ordenado, pero era todo tan falto de gusto, a su parecer.

-Te mandaré un decorador de interiores... -susurró recogiendo el abrigo que había abandonado hace unas noches en un sillón desgastado, así como recogiendo cada pertenencia suya. -Y te remodelaré todo.

Volvió a decir observando el tapiz del mueble. Abrió la puerta del pequeño complejo y se fue.

Bajó las escaleras tranquilamente, con su abrigo bajo el brazo, las manos en los bolsillos y mirando detenidamente las paredes.

-Mejor aún. Compraré todo el edificio y lo mandaré resanar.

Se dijo nuevamente, indignado por las condiciones de la vivienda. Salió por la puerta principal, esperando ver su automóvil aparcado a unas cuántas casas. Lo vio. Apenas siendo tocado por la luz natural que hasta en ese momento se hacía presente.

Azul eléctrico, convertible, alemán, último modelo, el sueño de todo hombre amante de los automóviles.

Se subió al carro, lo encendió y usando el caro volante, dio vuelta en la misma calle para irse por donde llegó.

Metrópolis. Hermosa.

Y a esas horas de la madrugada, ya había buena gente abriendo sus negocios. Esforzándose un día más para ganarse el pan de cada día.

Su reloj en la muñeca, de oro blanco con unas delicadas líneas longitudinales de color dorado, números romanos y manecillas negras, marcaba las siete con treinta minutos.

Atravesó la ciudad por las calles menos transitadas, evitando las avenidas llenas de tráfico. Había ido tantas veces a Metrópolis, que no necesitaba ningún tipo de mapa, se orientaba perfectamente en esa ciudad como si fuera la propia.

Le había dicho a Alfred hace días que deseaba ir manejando a Metrópolis, quería recorrer las carreteras y olvidarse de todos sus pendientes en ese tiempo.

Le haría una visita sorpresa a Clark ¿Con qué motivo?

Ni él sabía.

Lo que tampoco sabía es que el Kriptoniano le pediría quedarse un tiempo en su apartamento y mucho menos se esperaba tener un sentimiento tan grato con tal ofrecimiento y la afirmativa respuesta que le dio a Clark.

 

Pronto llegaría a la autopista que unía a las ciudades cuyos emblemáticos héroes eran Superman y Batman. Financiada por cierto, por nada más y nada menos que la compañía Wayne Enterprices.

Ya eran las nueve de la mañana en su reloj y él había ya abordado la nueva y recién inaugurada, "Autopista Metrópolis-Gótica".

El viento chocando contra su rostro, haciendo ruido en sus oídos y el poderoso motor bajo su cuerpo le agradaba, el sol no era mucho de su gusto, pero esta vez, realmente le reconfortaba.

Fue entonces cuando por el espejo retrovisor, divisó a un hombre, volando a toda velocidad, con un traje azul fuerte y una capa roja, ondeándose en su espalda. Su cabello negro un poco quebrado estaba pegado a su cabeza, por la velocidad que llevaba.

Una sonrisa atontada se asomó y el millonario, al notarlo, la desvaneció de inmediato.

Se sentía atraído hacia el último hijo de Kriptón, no era un secreto para su ser, y después de todo el tiempo que pasó con Clark, para él tampoco.

Pero…

¿Se sentía enamorado?

¿Era eso?

Tambaleaba cada vez que Superman sonreía, y un sonrojo le recorría por el rostro cuando mencionaba su nombre entre sus labios.

Su estómago parecía tener mariposas dentro, cada vez que se encontraba cerca de su hombre de acero. ¡Espera! ¿Le había llamado "SU" hombre de acero?

Definitivamente se había enamorado.

Fue disminuyendo su velocidad, y aprovechando que ningún carro estaba cerca, se estacionó a la orilla del camino.

El superhombre también fue dejando de acelerar.

Clark, ni siquiera dejó que Bruce se bajara del automóvil, quedó levitando frente a él y su máquina.

-Debiste decirme que te irías, Bruce. -Su voz sonaba tan grave y cuando su nombre salió de aquellos labios rosados, se estremeció.

-Te lo dije anoche. -Le respondió, intentando que no se notara el nerviosismo en su voz.

-Me refiero, a, que debiste despedirte.-Le respondió con esa voz seria que tanto amaba.

-¿Deseabas un beso en los labios y unas palabras dulces? - ¡Mierda! Vaya que hubiese deseado hacerle eso a Clark.

-Mmm… Sí. Pero también haberte tenido entre mis brazos y besarte. Y una ronda de sexo. Una pequeña risa se escapó de los labios del magnate.

 

Había descubierto una faceta de Clark que le encantaba de sobremanera.

-¿Y luego qué? –Le respondió bastante divertido.

-Un almuerzo y después que me esperases hasta que saliera del turno en el Daily.

-¿Y no hubieses deseado que te llevase tu comida al trabajo, me pusiera un vestido de flores y te llamase "cariño"?

Su grave risa le provocó a Bruce un suspiro que intentó esconder a toda costa.

-Pagaría porque hicieras eso.

-No tienes el suficiente dinero para convencerme. -Le sonrió pícaramente.

El Kriptoniano lentamente se fue acercando por el costado derecho de Bruce.

-¿Quién hablaba de dinero? Puedo pagarte de otras formas.-Una vez más Clark sonrió y en un ágil movimiento que Bruce apenas pudo percibir, colocó las piernas del Magnate en el asiento del copiloto, colocándose entre ellas y aproximando su cuerpo al de Bruce.

-Pues con lo caro que te va a salir, mejor ve empezando a pagar. -Le susurró, sintiendo la respiración del superhombre en su rostro.

Clark no necesitó más. Se abalanzó a sus labios, los devoró con gula, ansioso, apoyándose con su mano izquierda en el asiento y con la mano derecha apretando a su hombre bajo su cuerpo. La mano derecha de Bruce estaba aferrada al respaldo del asiento, y sus labios se movían al compás de los de su acompañante.

De pronto, un calor sofocante se intensificó en su pecho y deseoso de un poco de frescura, desabrochó los botones de su camisa blanca. Clark se separó ligeramente al sentir el movimiento, una sonrisa socarrona se instaló en su rostro.

-¿Ya deseas esa ronda de sexo Bruce? –Bruce adoraba a ese Clark burlón que salía estando con él.

-¡Hahaha! Eso es lo que tú deseas.-Hizo una suave pausa.- Hace demasiado calor aquí y necesitaba refrescarme.

Se rectificó enseguida el joven Wayne.

-El que me hayas dado una explicación tan sólo me confirma mi teoría.

Se sintió acorralado. Tenía que encontrar una respuesta pronto, no iba a dejar que eso se quedase así.

-¿Teoría? Pensé que el detective aquí era yo.

Superman rio nuevamente.

-De estar contigo hay algunas cosas que se me han pegado.

Ambos rieron.

Superman se acercó suavemente a los labios de Bruce y éste lo acercó con un poco de brusquedad tomándolo de la espalda. Volvieron a besarse aún más apasionadamente que antes, disfrutando del otro, abrazándose y deseando que el momento nunca acabase.


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