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Diferente [DaeJae] por ValeMala

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Notas del capitulo:

Fecha de publicación original: 15 de Agosto de 2016

YoungJae observó a su madre salir por la puerta, colgada del brazo del hombre que solía traer los ingredientes de la deliciosa comida que la mujer preparaba para él cada día.

Se alegraba porque Hyorin iba a ver el exterior del que solía hablar cuando estaba demasiado cansada de ignorar su existencia y con el que tanto soñaba YoungJae, aunque le pareció extraño que su madre tuviera colgado al hombro un bolso en el que la había visto empacar toda su ropa cuando cruzó el umbral.

No hubo despedida, no hubo abrazos, besos o lágrimas, ni siquiera una simple mirada atrás cuando YoungJae fue abandonado en aquella triste casa solitaria. 

Sus ojos azules recorrieron la estancia hasta posarse en la última cena que su madre había preparado. Se sentó a comer prometiendo a si mismo comerlo todo para que Hyorin estuviera orgullosa cuando regresara, y quizá con un poco de suerte, ganarse un abrazo o un beso de aquellos que solo recibiría en sus cumpleaños. 

Después de dejar el plato limpio, corrió a encender las luces y abrir las cortinas para observar cómo el molesto sol del día se escondía para dar paso a la hermosa luna llena. 

YoungJae odiaba el sol. No porque no fuera algo hermoso o digno de ver, ni porque fuera un "amargado" como habían descrito al protagonista del último libro que leyó y que Hyorin explicó que con aquello estaba refiriéndose a una persona poco divertida. Definitivamente YoungJae no era un niño poco divertido, y su odio hacia el sol no era nada de eso, simplemente sus ojos dolían mucho cuando la luz entraba por la ventana y le daba directamente en el rostro.

Por esa razón pidió a Hyorin que dejara de abrir las cortinas durante el día y solo las abriera en la noche. Aquello le había costado un cumpleaños sin beso. 

Pero no importaba mucho, porque después de eso, YoungJae de verdad pudo empezar a apreciar el paisaje tras su ventana, a pesar de que la escasa luz de la luna no le permitía ver nada más aparte de sombras oscuras, al niño no le importaba demasiado, porque aún podía ver el brillo de la luna y sus compañeras las estrellas en el cielo nocturno. 

 

~~~

 

YoungJae comenzaba a preguntarse a donde había ido su madre después de una semana sin verla... Había sobrevivido comiendo de la comida que Hyorin preparó antes de marcharse, pero esta comenzaba a escasear y el niño empezaba preocuparse por ello.  

No obstante, aquel día escuchó sonidos extraños viniendo de la puerta, y pese a que tenía miedo y sus instintos le rogaron que fuera a esconderse debajo de la cama, no descartaba la idea de que su madre hubiera vuelto, y esperó a que la puerta se abriera con una sonrisa temblorosa.  

No esperaba que quien entrara no fuera su madre, o el hombre que solía traer la comida, sino otro hombre extraño, demasiado alto para el gusto del niño y que lo observó con una mirada fría y que daba miedo, como si el hombre no tuviera corazón.  

YoungJae huyó de su alcance y sintió que su pequeño corazón se iba a salir de su pecho si seguía palpitando de aquella manera tan descontrolada. 

-Soy JongIn y soy el capataz de la villa. -Se presentó con voz potente el hombre e hizo al pequeño YoungJae encogerse en su escondite-. Traeré tus alimentos de ahora en adelante.  

El niño nunca más volvió a escuchar a JongIn dirigirle la palabra, y a medida que los meses iban pasando, el menor dejó de esconderse bajo la cama cuando JongIn iba a dejarle la comida, pero prefería alejarse de su mirada, porque por alguna razón, lo hacía sentirse muy mal, como si lo juzgara por solo existir. 

Los años pasaron rápido y YoungJae comenzaba a crecer, por lo que JongIn se vio obligado a buscar nueva ropa para el bastardo, quizá algo de sus tres hijos pudiera ser útil para el chico, por lo que optó en llevar ropa de su hijo menor, Daehyun.  

Lo que no esperaba, era que su hijo de viera tan reacio a donar sus propias prendas a un desconocido, y mucho menos si era el "fantasma del las afueras" del que tanto hablaban los niños de la escuela. JongIn ofreció a Daehyun el trato de llevarlo a ver al fantasma si le entregaba las prendas sin protestas, cosa que su hijo aceptó de inmediato.  

YoungJae se había quedado petrificado al ver a la otra persona nueva que acompañaba a JongIn aquella semana y a pesar de que se veía aterrador y aquellas ganas enormes de correr a esconderse volvieron a instalarse en su ser, no lo hizo, porque Daehyun solo tuvo que sonreír cálidamente para que YoungJae sintiera como su corazón de ahora diez años se acelerara de nuevo, solo que esta vez el sentimiento era muy diferente al miedo. 

-Daehyun, no puedes hablar con el fantasma, te lo prohíbo. -Le advirtió JongIn a su pequeño hijo, después de observar como le había sonreído al bastardo. Lo que menos quería era que uno de sus tesoros se viera involucrado con semejantes compañías-. ¿Quedó claro?  

-¿Por qué no puedo hablarle? -Cuestionó el niño moreno, ladeando la cabeza con curiosidad, sin entender del todo las palabras de su padre-. Se ve muy solo... 

-Porque no, es alguien que ha hecho mucho daño a la villa. -Explicó el hombre con el ceño fruncido, usualmente sus hijos no solían cuestionar las ordenes que recibían-. No quieres ser amigo de alguien malo ¿o sí?  

Daehyun negó con la cabeza y asimiló las palabras de su padre en silencio, observando de reojo al blanco niño que lo observaba desde la otra esquina de la habitación con tristeza. Se vio tentando a ignorar las órdenes de su padre en ese mismo instante, pero decidió que lo mejor era acatar la prohibición al pie de la letra. 

Pero bien dicen que lo prohibido siempre es más tentador. 

Aquella noche, cuando los habitantes de la villa dormían en sus camas, el pequeño Daehyun abandonó su hogar sigilosamente, motivado por la curiosidad de volver a ver al niño fantasma. No tardó mucho en llegar de nuevo a la casa abandonada a las afueras y, con dedos temblorosos, tomó las llaves que había robado de su padre para abrir la puerta. 

Lo primero que vio fue al niño fantasma observar por la ventana, vestido con las prendas que Daehyun recordaba haber donado para él y haciendo ruiditos incoherentes por lo bajo. El moreno se preguntó si estaba intentando cantar. 

-¿Que haces? -Habló con un tono de voz más alto de lo que esperaba, haciendo a YoungJae saltar por la sorpresa en su sitio.  

-Miro por la ventana ese árbol. -Respondió en un susurro, señalando con su dedo fuera de la ventana y tratando de que los latidos furiosos de su pecho se aplacaran un poco-. ¿Que haces aquí? 

-No seas grosero, que además de que te vengo a visitar me tratas mal, fantasma... -Reprochó divertido, observando el adorable sonrojo que se apoderó de las blancas mejillas del chico. 

-Y tú me dices fantasma, cuando no lo soy... -Replicó tragándose con dificultad el tartamudeo que amenazó en presentarse. Hacía mucho que no mantenía una conversación-. Me llamo YoungJae, y estoy vivo, para tu información. 

-Entonces ¿por qué eres tan blanco? -YoungJae se encogió de hombros y volvió a mirar por la ventana, casi ignorando al chico de piel morena. Daehyun temió que se hubiera molestado-. ¿Te gustan los pinos? -Volvió a preguntar, tratando de romper el incómodo silencio que se había formado. 

-¿Qué es un pino? -Volvió a hablar suavemente el menor, con genuina curiosidad.

-El árbol que estabas viendo es un pino. -Informó frunciendo el ceño ¿en serio el fantasma no sabía lo que era un pino? 

-Pensé que se llamaba árbol... Hyorin me lo dijo.  

-Sí es un árbol, pero su tipo se llama Pino.  

Un asentimiento fue todo lo que obtuvo en respuesta. Daehyun se sintió realmente intrigado por el niño frente a él. Era tan extraño e indescifrable que el mayor tuvo la necesidad de quedarse a su lado solo para desvelar el misterio que era YoungJae.

 

~~~ 

 

YoungJae acabó a acostumbrandose a las visitas nocturnas que Daehyun solía hacerle cuatro de los siete días a la semana, no hacían mucho en las escasas dos horas que el mayor se permitía quedarse, usualmente aquel tiempo consistía en Daehyun enseñándole distintas cosas que aprendía en la escuela, o el menor leyendo con dificultad algún libro mientras se recostaba en la espalda del moreno.

Y es que YoungJae nunca iba a admitirlo, pero cuando lo último ocurría, el libro terminaba en segundo plano y su mente se concentraba en sentir las pausadas respiraciones de Daehyun contra su propia anatomía.

-¿Por qué te acercas tanto al libro para leer? -Curioseó el moreno una de esas noches, tomando por sorpresa al menor.

-No distingo las palabras si no lo hago, se vuelven borrosas. -Explicó con la cabeza gacha, suspirando silenciosamente por su limitada visión. ¿Y si Daehyun ya no quería visitarlo más por eso? De verdad disfrutaba la compañía del chico y lo que menos quería era volver a quedarse solo.

No obstante, todos sus temores se disiparon en cuanto Daehyun agarró el libro y acomodó a YoungJae para que reposara la cabeza en su hombro-. De ahora en adelante, yo voy a leer para ti.

La lectura de Daehyun era lenta y llegaban partes en las cuales al mayor solían dificultarse unas palabras más que otras, causando un tartamudeo ocasional que hacía al menor reírse y ganarse un "¡No te burles de mi!" por parte del otro.

 

~~~

 

Las noches en las que Daehyun no estaba leyendo para YoungJae, ambos muchachos solían jugar con los escasos juguetes del menor, o dibujar en algunas hojas mientras el moreno tarareaba una que otra canción por lo bajo.

-¿Que es eso que haces? 

-¿Te refieres al dibujo? -Rectificó el mayor de ambos, observando a su compañero fruncir el ceño de manera adorable.

-No, quiero decir eso que haces con tu garganta. -Explicó YoungJae, tratando de encontrar las palabras para expresarse-. Es como cuando hablas, pero suena más bonito.  

Daehyun achinó los ojos y volvió a cantar el fragmento de una canción que su madre solía tararear todo el tiempo, y a veces le pedía que cantara para ella. 
Tal parece que era justo aquello a lo que YoungJae se refería, porque apenas escuchó las bellas notas saliendo de la boca del mayor junto a una letra preciosa, esa sonrisa tan hermosa que le encantaba se plantó en sus labios, para no irse en un buen rato.

Aquella noche de martes, Daehyun le enseñó a YoungJae como era cantar, y se sorprendió con el impresionante rango vocal del menor. Cada frase, cada palabra, cada verso era totalmente impresionante para sus oídos y un golpe cálido para su corazón. Esa noche, Daehyun descubrió que su cosa favorita en el mundo era escuchar a YoungJae cantar.

 

~~~

 

-¡Albino! ¡Albino! -Gritó un Daehyun de trece años, pateando la puerta de la casa de YoungJae como si aquello hubiera servido de algo además de causar una pequeña abolladura en la puerta.  

-¿De qué estás hablando? -Cuestionó el menor, apoyado en la ventana observando las estrellas, sin inmutarse ni un poco ante el tono alterado del moreno-. Interrumpes mi paz... 

-¡Ya sé porqué eres tan blanco, Jae! -Daehyun abrazó a su amigo por la espalda, dándole unas cuantas vueltas en el estrecho espacio. YoungJae rió por el repentino gesto pro aún así pataleo para que el mayor lo dejara en su sitio de nuevo-. ¡Eres albino, Jae! 

-¿Qué es eso?  

Daehyun agarró el brazos del menor y lo posicionó justo a un lado del suyo, mostrando el contraste de colores entre ambas pieles-. La razón de que tu piel sea tan blanca como las nubes, tus ojos tan azules como el cielo y tu cabello tan brillante como el sol es porque eres albino, Jae, lo vi en un libro del curandero del pueblo. 

-Oh... -La voz de YoungJae se apagó. No parecía emocionado en absoluto por la noticia de él siendo eso que lo había llamado Daehyun. 

-Hey... No estés triste... -El mayor acunó las mejillas del recién nombrado albino entre sus manos, obligando a sus ojos a encontrarse-. ¿Sabes? ¡Es algo genial! Es como si fueras en pedacito de cielo en la tierra.  

Ante aquello, YoungJae sonrió sinceramente. Daehyun siempre sabía que decir para hacerlo sentir mejor-. ¿De verdad? Pero el cielo no puede verse tan cerca...

-¡Eso es mentira! Escuché de los adultos que existe algo llamado planetarium, dicen que puedes ver el cielo muy cerca... ¡Y vamos a ir!-Exclamó el moreno, llevándose una mano al pecho y señalando por la ventana a las estrellas-. Yo, Jung Daehyun, juro que iremos al planetarium juntos algún día, Jae.

El menor asintió y repitió la pose del moreno, sonriendo y agradeciendo para sus adentros que en su vida se haya cruzado con aquel chico que lo hacía sentir bien cada día de su vida.

 

~~~

 

YoungJae estaba especialmente callado aquel día, casi no había hablado y sus ojos se veían apagados, como si algo lo estuviera agobiando muy dentro de sí y no quisiera dejarlo salir. 

-¿Pasa algo? -Daehyun había rodeado la cintura del albino, acercándolo a su pecho, tratando de transmitir con aquel gesto la seguridad que YoungJae parecía no tener en ese instante-. ¿Por qué estás tan triste?  

YoungJae suspiró y negó con la cabeza, recostando su peso en el pecho del mayor e intentando por todos los medios no llorar-. No es algo importante... 

El menor había notado que Daehyun solía ponerse mucho más cariñoso últimamente, y eso, por extraño que parezca, lo agradecía. Se sentía querido, y le gustaba pensar que él algún día iba a tener una historia como las de los libros que solía leer con Daehyun, y que fuera con el último de verdad no le importaba en absoluto. Se preguntó si tener esos pensamientos, siendo él un chico al igual que el moreno, sería algo malo.

-No puede no ser nada y que estés así. -La voz de Daehyun lo devolvió a la realidad, y la opresión en su pecho se volvió casi insoportable ante el recuerdo de Hyorin saliendo por la puerta para nunca regresar.

-Es solo que... -Su voz sonó triste y apagada- ...me preguntaba si Hyorin alguna vez pensó en regresar.

Daehyun entendió a que se refería, y solo atinó a afianzar su agarre sobre la cintura del chico, brindando un apoyo que posiblemente necesitaba. Nunca estuvo en los zapatos de YoungJae y probablemente nunca lo estaría, pero aún así, Daehyun comprendía que aquello era doloroso, si tan solo recordar como lloraba cuando su madre se iba en las mañanas a cumplir con sus deberes era doloroso para el moreno, no podía si quiera imaginar que sintió el chico cuando vio como Hyorin lo abandonaba a su suerte.

-No me abandones, Daehyun... -Suplicó volviendo la cabeza para observar al moreno, estrechando sus manos entre las propias-. Eres lo único que tengo.

Daehyun sintió que algo en su pecho se rompía ante la petición, y mandando al diablo toda inseguridad que alguna vez llegó a presentarse, se inclinó para probar por primera vez los labios del albino.

YoungJae se sorprendió, pero devolvió el beso con anhelo, degustando los labios del mayor y dejando de lado cualquier rastro de tristeza. Era un gesto simple, algo torpe por parte de ambos, pero era un acto sincero, que expresó todo lo que alguna vez quisieron decirse y no lo hicieron por vergüenza o miedo, pero que ahora salía a la luz desde lo más profundo de sus corazones.

-Que la luna y las estrellas sean testigos, Jae, de que estaré a tu lado mientras mis pulmones se llenen de aire y mi corazón siga latiendo en mi pecho por y para ti. 


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