Es curioso ese apego que llegamos a sentir hacia lo material, defendemos a capa y espada nuestras posesiones como si de algo vivo se tratase, sin pensar antes en todos los bienes vivos que tenemos; entonces, qué harías con algo material, pero que a la vez respira, siente y sueña como tú? Seguramente pensaras que me he vuelto loco, y tal vez tienes un poco de razón, pero… no estamos todos al menos un poco locos?
Ahora siéntate y déjame contarte mi historia, mía y de una persona tan maravillosamente perfecta que el más mínimo roce era suficiente para curar una herida, alguien tan fuerte que a veces era el más frágil, tan bello que hasta los ángeles le envidiaban, aquel por quien yo daría mi vida sin siquiera pensarlo, mi eterna obsesión y mi gran y único amor, Héctor Rivera.
Todo inició hace tanto tiempo…
Octubre 1946, Ciudad de México
Los sonidos de la gente hablando entre sí llenaban las calles, pero yo solo pasaba a su lado e ignoraba su conversación, más de uno se acercaba a mi pidiendo autógrafos o estrechando mi mano pero no me fijaba realmente en sus rostros, sonreía para ellos pero no de forma sincera, nadie realmente parecía valer la pena, si tal vez había unas cuantas chicas de rostro y figura atractivos, pero ellas no eran mi tipo en realidad, nadie lo era.
No, lo mío no es ego, solo es que ninguno de ellos realmente llena el vacío en mi interior, la mayoría solo son amores de una noche o buscadores de oro, interesados en mi ascendiente fama, no sólo como artista sino como actor también; nadie me entendía como yo deseaba, nadie podía otorgarme esa calidez que hace años añoraba, nadie era suficiente.
Mi carrera inició cuando llegue a Santa Cecilia, yo no era más que un músico solitario, mi única compañía era mi vieja y desgastada guitarra, pero las personas del pueblo me recibieron de manera cálida y a pesar de llegar a pasar hambre en ocaciones a falta de un trabajo estable estaba conforme con escuchar a la gente aplaudirme, algunos hasta me ofrecían comida en ocaciones (Y lo agradecía profundamente), sin embargo la falta de ganancias me cansaba y ya estaba dispuesto a seguir mi camino rumbo al próximo pueblo; hasta que un día el auto de un caza talentos se averió cerca del pueblo, el viejo no dejaba de arrojar maldiciones al aire, pobre del chofer, de entre todos el se encontraba con la mayoría de los insultos golpeándole hasta hacer que se encogiera en su lugar, solo asintiendo y negando con la cabeza.
Por mi lado yo me encontraba tocando en la plaza, cantaba a todo pulmón mientras tocaba mi guitarra, el sonido de mi voz pareció atraer al hombre, quien solo se dedicó a verme atento y asentir sonriente, termine de tocar y la gente cercana me empezó a aplaudir energética, hice una reverencia, me baje del quiosco y me dispuse a irme a dormir al mismo motel que de costumbre, considerando inclusive al día siguiente partir rumbo al siguiente pueblo pero aquel hombre me interceptó con su… "robusta" personalidad.
—Hey chico, tienes un gran talento, lo sabías?—Dijo dándole una calada al puro en su boca y escupiendo el humo, haciendo toser al pobre chofer detrás de él—Yo podría hacerte famoso, ven conmigo a la ciudad, te organizaré unas presentaciones en pequeños lugares en el camino y luego, si tienes suerte llegaras hasta la cima de México! Compadre no puedes dejar pasar una oportunidad así, que dices?
Y obviamente acepte. Empece con pequeñas presentaciones en bares y restaurantes, luego seguí con eventos privados, hasta que finalmente logré llamar la atención de una verdadera compañía, firme un contrato con ellos y mi primer álbum salió, teniendo un éxito rotundo en todo México y de ahí en más todo es historia.
Con el éxito tan grande que mi música tuvo, rápidamente pude conseguirme una linda casa en la capital, tal vez no era tan fácil vivir tranquilamente pero el espíritu y el glamour de la ciudad me hacían sentir un poco más en casa. Irónicamente mi casa se encontraba algo vacía, los muebles que había comprado en el camino hacia acá no podían llenar el vacío que el silencio dejaba, que no daría por qué ese alguien único cayera del cielo ahí mismo y rompiera mi soledad!
Me dijeron que lo que necesitaba era algún adorno, así que aquí estoy, caminando en el centro, observando tiendas a través del cristal, realmente ninguno de los productos exhibidos son de mi gusto, ya tenía un reloj de péndulo así que no necesitaba ninguno de pared, todos esos cuadros viejos parecían observarme y ese no era un sentimiento agradable, y quien en su sano juicio compraría espadas antiguas para una casa donde solo vive una persona?
Estaba dispuesto a dar por terminada mi búsqueda y volver para cenar, tal vez tocar algo y seguir trabajando en mis nuevas canciones, pero mi atención fue robada por una casa, estaba pintada de un azul muy intenso y parecía poseer una mezcla entre estilo victoriano y español, la parte inferior de la casa era una tienda de mediano tamaño, en ella relucía el cartel "Porcelana y Cerámica Fina Díaz" de alguna manera me sentí atraído hacia aquel lugar, hasta que sin darme cuenta ya me encontraba abriendo la puerta haciendo sonar una campana.
La tienda era curiosa, estaba llena de hermosos objetos de porcelana y cerámica, había jarrones, juegos de té y de platos, pero lo que más llamaba la atención era una vitrina donde se exhibían figuras de porcelana, el nivel de detalle en ellas era increíble, los colores eran tan vivos y su piel era tan brillante que de no ser por qué las puedes tomar con una mano podrían ser confundidas con verdaderos seres humanos.
La primera figura era una mujer, su cabellera roja rizada cubría una parte de su rostro, su espalda era cubierta por una gruesa piel de oso, tenía expresión algo triste y con sus manos aferraba a su pecho un arco y flechas, debajo tenía la inscripción "Valora", no entendí qué significaba, la segunda era un chico bastante joven con rasgos asiáticos, la ropa que llevaba me parecía algo rara, pues nunca la había visto en alguien antes, sin embargo su rostro entre dolido y tranquilo abrazaba con fuerza una gorra negra mientras parecía estar a punto de romper en llanto, esta llevaba"Perdona"; luego había una tercera eran dos chicas (Hermanas supuse) una de ellas abrazaba con fuerza a la otra, ella parecía llorar, su piel increíblemente pálida la delataba mientras que la que le abrazaba solo sonreía serena a pesar de que en sus mejillas se podía ver escarcha, como si se estuviera congelando viva, esta decía "Siente".
Todas ellas poseían un detallado extraordinario pero no llamaron mi atención realmente, pensaba irme pero un destello llamo mi atención. Otra figura, esta era un hombre, probablemente de mí misma edad, llevaba un traje de mariachi y una bellísima guitarra blanca, estaba sentado en una piedra y por la expresión en su bello rostro moreno estaba cantando con gran emoción, no podía despegar los ojos, era casi como verle a distancia, quería tomarlo en mis manos para poderle ver mejor, pero aquel vidrio no me lo permitía, podría abrirlo sin problemas, además no parece haber nadie cerca solo debo de abrir un poco la puerta…
—Buenas tardes joven, buscaba algo en especial?— Dijo una mujer detrás de mí, haciéndome dar un pequeño salto por el susto, ella me miró curiosa, luego a la vitrina y de vuelta a mi—Veo que se ha interesado en mis figuras, qué alegría, una gran celebridad como Ernesto De La Cruz ha entrado a mi tienda! Es acaso usted un coleccionista? O tal vez solo desea algo que le agregue curiosidad a la casa? Cada historia es diferente
La mujer seguramente no tenía más de 26 años, cabello café oscuro y ojos curiosamente azules marino, llevaba una larga falda negra (No podía ni ver sus pies) y una camisa blanca, con un delantal de piel café, pero me miraba como si estuviera analizando mi ser, viendo más allá de mis ojos, más allá de mi fama, sin decir nada se pasó por enfrente de mi y sacó un manojo de llaves del delantal, con una de ellas abrió la vitrina y con sumo cuidado tomo justa la figura que tanto había llamado mi atención, sonriendo apacible mientras se acercaba a mi.
—Usted también lo ha visto, no? Ese destello especial en el—Me dijo mostrándome la figura con cuidado, de alguna manera era cierto lo que decía
—Si, de alguna manera—Le conteste sin comprender mucho mis propias palabras—Cuanto pide por el?
—Sabe? Usted no es el primer interesado, hace unos días vino una mujer, casi de su edad, ella también mostró interés en comprarle, aunque ella era una buena persona presentí que alguien más llegaría, tal vez alguien que de verdad lo necesitara—Me dijo, sosteniendo de manera casi cariñosa a la figura—Tal vez usted sea ese alguien?
Por qué damos tantas vueltas al asunto? Solo dígame cuánto quiere—Le conteste ya algo desesperado por su discurso sin sentido
—Todo a su tiempo, amigo mío—Rió mientras caminaba detrás del mostrador—Hagamos un trato, le diré el precio si usted me contesta una pregunta
—Trato hecho, cuál es la pregunta?—Respondí, pensando que sería otra estupidez como "Tienes pareja?", ya me habían hecho esa pregunta miles de veces antes, aunque ella no parecía ser el tipo de persona que hace ese tipo de insinuaciones
—Siente que su vida está completa?—La pregunta me cayo como una cubeta con agua fría, quien hacía esa clase de preguntas así nada más? Pero aunque una parte de mi deseaba mentir decir que si, otra me pedía decirle la verdad, no negarle el hecho de que yo me sentía solo y vacío, pues de alguna forma su sonrisa me inspiraba cierta confianza
—…No, no realmente. Puedo ser famoso y lo que sea, pero no tengo con quien compartir esa fama, todos son falsos, nadie me muestra su verdadero ser y ellos se dejan llevar por una simple impresión; tengo un vacío en mi corazón y eso me impide sentirme completo—
La mujer solo cerró los ojos y soltó una risa muy sutil, entonces los abrió y me miró directamente.
—Quiere una bolsa?—Sonrío y empezó a envolver la pequeña figura con pedazos de periódico
—Que? Entonces si piensa dármelo?—Por alguna razón me alegro en grande verle empacar la pieza—En ese caso, cuánto le debo?
—Usted no me debe nada—Dijo, terminando de empacar y poniendo la figura en una caja decorada con papel azul oscuro—Considérelo un regalo de bienvenida, de parte mía y mi familia
Me entrego la caja con sumo cuidado, mientras que yo le miraba sorprendido, apenas me conoce y ya me ha hecho un regalo? Esto no es posible, estoy en una gran ciudad y la porcelana siempre ha sido cara, debe de haber algún truco aquí.
—Por que hace esto?—Le pregunte mientras que me guiaba a la puerta
—Por qué yo sé que lo necesita más que nadie—Me contesto abriendo la puerta de la tienda para que yo saliera—Pero si desea darme algo a cambio solo quiero su palabra, por más que la noche se vuelva eterna, por más que el viento deje de soplar y las estrellas desaparezcan, cuidará de el con su propia vida
—Créame, le doy mi palabra, así tenga que cruzar un desierto sin agua, incluso si debo escalar la montaña más alta sin zapatos o llegar a desafiar a la misma muerte, lo protegeré—Que diablos estoy diciendo?! Esta mujer debe ser una bruja para hacerme decir tales ridiculeces
—En ese caso espero cuide bien a Héctor—Dijo mientras caminaba de regreso a la tienda
—Héctor?—
—Héctor Rivera, ese es su nombre—Me contesto justo antes de cerrar la puerta atrás de ella, los objetos podían tener nombre? Al parecer si, cuantos secretos más escondes? Héctor.