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Papá y yo por Estefan_Nippon

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Nueva York sin dudas era una ciudad ruidosa que alberga a tan diferentes personas. Incluso en los días domingos como aquel, la ciudad nunca descansaba.

 

Talia lo sabía muy bien, sabía que todos los días era igual, pero que los domingos eran lo peor de lo peor, muchos creían que sería un día tranquilo y ya. Pero Talia sabía que eso era una vil y cruel mentira. Odiaba salir domingos, el día siguiente tenía escuela, pensaba que por esa razón siempre se sentía estresada cuando salía esos días, por eso prefería estar en su casa, revisando de que no existiera tarea alguna para el primer día de escuela.

 

Aunque su padre tuvo otros planes aquel día.

 

Y ahora se encontraban ahí, vagando por el Bronx, ambos en el preciado Camaro de los Hale, o Camarón, como le llamaba Talia para hacer enojar a su padre. Ella tras el volante y su padre en el asiento del copiloto. Al parecer a Derek le pareció buena idea enseñarle a su hija a conducir todo el día domingo.

 

- ¿Por qué no fuimos a Brooklyn? No es que el Bronx sea un asco, al contrario, amo todo del Bronx pero creo que Brooklyn hubiera sido más apropiado para enseñar a conducir a una mocosa como yo.

 

- Ni el Bronx ni Brooklyn están cerca de casa -contestó él.

 

- No, pero tienen estación del metro -dijo ella entre dientes- Además, estas calles son para temerarios, pensé que no querías que nada malo le pasara al Camarón.

 

- Camaro, Talia, esto es un Camaro.

 

- Bien, Camaro -y levantó sus manos en señal de paz.

 

-Ambas manos en el volante -casi dice en un grito.

 

Hasta el momento todo iba de maravilla, Talia dominaba las curvas, estacionamiento y semáforos, aún tenía problemas con ir en reversa y los giros en U; aunque ella prefería las carreteras abiertas con muchos carriles y sin tanto tráfico, como cuando van a visitar a sus tíos.

 

- Si aprendo a conducir, ¿significa que podré salir a dónde yo quiera cuando yo lo quiera?

 

- ¿Y según tú, adónde irías?

 

- Iría a Beacon Hills -dijo ella, con el entusiasmo de una niña pequeña. Y de un momento a otro pisó el freno, casi chocando su cabeza contra el tablero- ¡Rayos! -Un perro se había cruzado en su camino, suerte que lo vio a tiempo.

 

- Creo que acabas de responder a tu propia pregunta -dijo él, acomodándose los lentes de sol.

 

Salieron del Bronx para incorporarse a la Quinta Avenida. Oh-oh, mucho tráfico, se podía oler el estrés que emanaba de Talia.

 

- Dime que estamos tratando de llegar a casa, por favor - rogó ella en voz alta.

 

- Sé que tienes tarea para mañana, obviamente vamos a casa.

 

- ¿Podemos pasar comprando hamburguesas? -preguntó ella, tratando de sacar algo positivo de salir de casa un día domingo con escuela el día siguiente.

 

- Pensé que querías ir a casa.

 

- Por supuesto que quiero, pero también quiero hamburguesas.

 

- Bien, gira aquí -señaló hacia la izquierda.

 

-¿Por qué aquí? -y estuvo a punto de hacer el auto avanzar cuando un loco se lanzó sin titubear- ¡Oiga! -gritó ella luego del susto, al sacar la cabeza por la ventana, y luego se giró a ver a su padre- Lo hiciste a propósito.

 

-Debes aprender a superar tu miedo en las calles y que mejor manera que viviendo el peligro.

 

- ¡Eso no tiene sentido, padre!

 

Estaban a punto de comenzar una discusión de cada día, cuando la puerta derecha trasera se abrió. Ups, había olvidado poner el seguro. Alguien se acomodó en los asientos traseros.

 

- Muy bien, vámonos a casa.

 

- ¡Cora!

 

- ¡Tía Cora!

 

- Oigan, el semáforo está a punto de cambiar y quiero ir a casa en estos momentos, así que vista al frente, puppy -ordenó la mujer y su sobrina obedeció enseguida.

 

Milagrosamente salieron del tráfico en un abrir y cerrar de ojos y durante unos cinco minutos discutieron sobre qué comer para la cena. Talia insistió con las hamburguesas, Cora dijo que quería comida china mientras que Derek aclaró que ya había comida en casa y no era necesario pasar a un restaurante a comprar.

 

- Quién conduce este Camarón soy yo, así que iremos por hamburguesas -declaró Talia apunto de girar.

 

-Muévete -ordenó su padre, ella le miró con su cara de indignación pero volvió a repetir lo mismo - Muévete.

 

Así que ambos salieron del auto y cambiaron de posición, Talia regresó al asiento de copiloto, de donde jamás tuvo que moverse y Derek tomó el volante.

 

-Bien. Espero que no haya más inconvenientes.

 

-Padre, tú fuiste quien me obligó a conducir en primer lugar -Talia se defendería, había aprendido del mejor, Stiles Stilinski siempre le había hecho frente a su padre y ella había aprendido a cómo hacer lo mismo.

 

- Cosa de la que me arrepiento. Te compraré una bicicleta para que puedas salir cuando quieras.

 

- Muy bien, muévanse -dijo Cora desde el asiento de atrás- Muévanse o los moveré yo misma -se desabrocho el cinturón y bajo del auto para abrir la puerta del piloto- Muévete, Derek.

 

- ¿Qué?

 

- ¡Muévete! -resignado, hizo lo que Cora dijo. Ya en el acomodada tras el volante, dijo lo mismo a su sobrina- Tú también, puppy. Atrás.

 

Cora sólo se movió al estar esos dos en los asientos traseros con los cinturones abrochados.

 

- Bien, ahora no tienen porqué discutir. Y pasaremos por comida china.

 

Cora sabía que incluso al ser padre e hija, esos dos tenían sus problemas, siempre había sido así. Después de todo eran tan similares que no le sorprendía que ambos pasaran gruñéndose el uno al otro todo el tiempo, había sido un milagro soportarlos estos años y seguir cuerda. A veces esos dos le recordaban a aquellos tiempos cuando Stiles y Derek discutían por todo, siendo el chico de lunares una drama queen de primera, siempre sarcástico, sin compartir tal don con nadie.

 

Incluso si no sabían de dónde rayos salió Talia, su sobrina le recordaba a Stiles. Mejor no decírselo a su hermano o terminaría hechando a su pobre sobrina de casa.

 

Al llegar al apartamento que los tres compartían todo volvió a la normalidad, tanto padre como hija habían arreglado las cosas, Cora aún no entendía pero tenían una extraña manera de comunicarse sin decir nada, pero se sentía aliviada de que todo se arreglara. No le gustaba ver cómo sour wolf dad se enojaba con su sour puppy, cómo les llamaba Stiles.

 

Al terminar de cenar Derek pasó al lado de Talia y tomó la oportunidad para despeinar sus oscuros cabellos. La joven Hale sólo pudo esconder su sonrisa detrás de los fideos que en ese momento devoraba felizmente.


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